jueves, 8 de marzo de 2018

La vieja era y los faraones de siempre


Joaquín Mª Aguirre (UCM)
Otra nueva restricción asoma por el horizonte egipcio, por si hubiera pocas. No contentos con detener ateos, homosexuales, gente que hace inocentes chistes, detiene a presentadores de televisión por pedir que les aumenten el sueldo a los militares (este caso debe ser único), a los que no usan la libertad de expresión a los que no alaban al gobierno, etc.
Viene de nuevo por la figura que se ha convertido en la voz suplente de la presidencia, Ali Abdel Aal. Prácticamente son tres las voces por las que se manifiesta el sistema, que tiene una sola directriz: convertir al país en un cuartel, en términos de jerarquía, obediencia y orden. Las otras dos voces son evidentemente la del presidente Abdel Fattah al-Sisi y la del ministro de Asuntos Exteriores, Shoukry, el encargado de defender la imagen egipcia hacia el exterior, tarea imposible que se queda en rabietas y manifiestos para que los egipcios se queden "tranquilos" al ver que los "ataques" y "condenas" internacionales son solo conspiraciones mantenidas a raya gracias a la figura carismática del presidente, una especie de antídoto contra todos los males. Ese es el guión, al menos.
Con la farsa de la elección presidencial, con la oposición encerrada o callada por lo que le tiene en cuenta, el protagonismo está recayendo en el parlamento y en su figura visible, Ali Abdel Aal, el hombre que dice haber "hecho" la constitución y sabérsela al dedillo y al que el prestigio que de ello se deriva convierte en autoridad indiscutible.
Tras declarar que la libertad de expresión es cosa peligrosa, molesta y favorecedora del terrorismo o que los derechos humanos son una asignatura que no va en su plan de estudios, Egypt Independent recoge en sus titulares "We will not accept any type of sit-ins or protests: Parliament speaker". El diario explica:

Egyptian Parliament Speaker Ali Abdel Aal said during a Tuesday parliamentary session that the Egyptian state will not accept the presence of any sit-ins or protests, noting that these acts are part of an old era.
He added that demanding rights through illegal channels are not acceptable, in reference to the sit-ins and protests. Abdel Aal’s statements came while members of Parliament were discussing recent sit-ins organized by workers at the National Cement Company.
In 2017, Egypt’s Parliament approved amendments to the so-called Protest Law after the parliamentary committees of National Defense and Security along with Constitutional and Legislative Affairs had discussed the changes.
The approved amendments gave the Interior Minister and security chiefs the right to ban, delay or change the route of a protest if they had information or evidence that it might threaten national security and public peace.
In December 2016, the Constitutional Court cited the unconstitutionality of the article that gave the aforementioned apparatuses the authority to ban or delay a protest and issued a decision saying that the Ministry of Interior no longer has the right to cancel or delay any protest, due to its violation of “a constitutional right,” which pushed the Parliament to declare the unconstitutionality of the article in January 2017.
Human rights NGO Amnesty International said the law granted the Interior Ministry wide discretionary powers over protests and lays out broad circumstances in which demonstrators can be found in violation of the law.*


Las palabras de este curioso personaje del cuadro de poder del régimen no suelen tener desperdicio, ni en la forma ni en el fondo. Hace lo que siempre se ha hecho: justificar el poder y reprimir las libertades a través del derecho retorcido que unas veces se ampara en lo religioso (cuando se dice que hacer huelga o manifestarse en recuerdo de los mártires del "25 de enero"  va en contra el islam, como ha dicho algún clérigo bien situado) y otras en lo civil, con las interpretaciones "peculiares" de los jueces, con acusaciones sobre "intentar separar al pueblo y al ejército" o humillar a las esposas de los militares por pedir que suban el sueldo a sus maridos, como ha ocurrido hace unos días con el periodista Khairy Ramadan.
Lo que más sorprende es su expresión "these acts are part of an old era" para hablar de las protestas o sentadas. En realidad no sabemos si se refiere a alguna dinastía faraónica en especial. Una vez más, Ali Abdel Aal ejerce de eco de lo dicho por el presidente hace unos días en los que afirmaba apretando el puño que no soñara nadie con que se iban a producir ningún tipo de revuelta como la del 25 de enero de 2011, el inicio de la Primavera Árabe egipcia.
Ya era hora de que, aunque fuera de esta forma, el poder del régimen egipcio, se reconociera como distante del "25 de enero". Sí, ya era hora que se rompiera la retórica de absorción del impulso de insatisfacción por el poder y por la forma de administrarlo, tanto por la violencia como por la corrupción. Mubarak creó un estado policial y ese estado no ha estado depurado porque los que entraron a sacarlo del palacio presidencial fueron los mismos que lo habían metido: el Ejército, amo y señor de Egipto.


Lo pueden disfrazar de patriotismo o de lo que quieran, pero no lo que no pueden hacer es disfrazar un régimen retrógrado como una democracia, porque no lo es, no lo ha sido y no podrá serlo en estas condiciones de exterminio de cualquier oposición, democrática o extremista.
Daily News Egypt titulaba ayer mismo "Parliament to discuss law criminalising criticism of army, police", otro avance más hacia el silencio y el silenciamiento de las protestas o las críticas a policía y ejército. La ley que salga de aquí tendrá por función blindar precisamente cualquier crítica a la represión violenta y a los métodos. Se entenderá como crítica cualquier información que desvele lo que hacen unos y otros, en el ejercicio de su actividad y, por supuesto, en el ejercicio de muchas otras actividades que no podrán salir a la luz en un país en el que el Ejército tiene intereses, empresas, negocios con un volumen incalculable.
La noticia es de una gravedad enorme como puede apreciarse en el texto publicado:

The Egyptian parliament is expected to discuss a draft law, presented by member Solaf Darwish, entailing that any person or media entity criticising the army and police can be legally persecuted and receive a prison sentence.
The pro-state member, who presented other draft laws mainly demanding more punishment for defendants and their families, said in a statement published by Al-Ahram newspaper that Egypt is fighting “terrorism on behalf of the world, and these were the words of President Abdel Fattah Al-Sisi.”
She added that “when we are participating in the fight against terrorism, we have to stand behind the police and army,” a statement and rhetoric often repeated and asserted in pro-state media outlets and by politicians.
Darwish said that the ongoing military activity to counter Islamist militancy is similar to the October 1973 war where Egypt crossed the Suez Canal.
Some media outlets are “turning into platforms to offend the martyrs, wounded security personnel, and their families,” said Darwish, who belongs to the army-affiliated and ultra nationalist Homeland Defenders Party.
The majority of Egypt’s members of the House of Representatives are vigorous supporters of all executive bodies as well as the presidency. Almost 96% of the members presented endorsements for Al-Sisi’s campaign, even before he declared he will run for a second term.
Articles 1 and 2 of the draft law stipulate that any personnel or entity that publishes or helps in the publishing of material that “offends or insults” the police and army, or published news, statements, or rumours that are false or fake, will be imprisoned for three years.
The law also vowed to double prison sentence if the material is published in a newspaper.
Article 3 stipulates that even those personnel who translated or copied material that are seen to “incite or insult” security forces, will also be responsible.
Article 4 of the law stipulates that personnel who are legally allowed to arrest people will be allowed to confiscate all material where the alleged offense took place.*


Hay muchos aspectos graves y reseñables. El primero es evidentemente el aumento de las penas y multas por la crítica a Ejército y militares. Insistimos: cualquier afirmación puede ser reinterpretada así. La presentación de militares y ex militares a las elecciones se han considerado como "intentos de separar al pueblo y al ejército". Desde esta perspectiva interpretativa todo es posible. La manipulación de las situaciones permite las arbitrariedades mayores.
Es peor todavía que la amenaza no se hace solo a quienes critiquen, sino a sus familias, algo inconcebible en cualquier régimen que pretenda dar la cara ante el mundo. La especificidad de las familias lo podemos interpretar no solo como amenazas sino como desmantelamiento de aquellas críticas que pudieran salir desde grupos familiares, dada la estructura social de apoyos en Egipto. Lo primero que viene a la cabeza son los propios militares y policías, con lo que nos lleva de nuevo a la idea de que hay algo más de lo que se ve. Hay familias militares y familias policías, como las hay de jueces o de cualquier otra especie. La amenaza se hace contra la línea de sangre allí donde aparezca. Hemos tenido un caso reciente, el despido sin justificación o motivo explícito de la hija de Hisham Geneina, el ex auditor general del Estado, detenido por ponerle cifra a la corrupción y considerarse esta revelación como un ataque al estado para desprestigiarlo.


Hay un nuevo ataque a los medios al señalarse que se convierten en plataformas contra los "mártires" (los del 25 de enero resultaros ser todos conspiradores que querían destruir Egipto). De nuevo más silenciamiento para tratar de evitar las críticas al estado. Si no se puede criticar a militares ni policía, ni a los jueces, ni a los religiosos, ni al presidente o ministros... ¿qué queda? De nuevo, Orwell.
La amenaza de tres años de cárcel a aquellos que difundan o ayuden a difundir (un retuit, reproducir un artículo de la prensa extranjera, que te entreviste un medio declarado enemigo, como Al-Jazeera, etc.) una noticia o rumor es la mayor amenaza a la libertad de expresión y al funcionamiento de la pseudo democracia egipcia en mucho tiempo, lo que lleva a momentos peores que los de Mubarak. Si es publicado en un periódico, dice el borrador, la pena será doble, seis años.
Se prohíben expresamente la copia o reproducción y la traducción de cualquier texto o rumor que "incite", "insulte", "critique", etc. Todo esto teniendo en cuenta que el gobierno egipcio considera como un hecho que solo hay una verdad, la que sale de la boca del estado. Esa es la verdad única y todo lo demás es desviarse.
Lo peor de todo es el fundamento que se usa para estos terribles ataques a las libertades que la propia constitución (esa que dice haber hecho y saberse Aal): Egipto lo hace para defender al mundo del terrorismo.
Toda la retórica interior y exterior del régimen se basas en esa excusa impresentable, retorcida y falaz. Egipto solo se defiende a sí mismo, algo que se encargó de dejar muy claro cuando se hizo el llamado internacional para intervenir en el conflicto de Siria. La respuesta fue que ellos ya luchan contra el terrorismo en casa. Pero ese terrorismo es viejo, en parte está creado por la propia insatisfacción producida por el estado por el abandono de zonas enteras que han hecho suyas terroristas y bandidos de todo tipo, crecidos al amparo de la ineptitud del gobierno de Mubarak y sus continuadores actuales.


Egipto no puede justificar leyes agresivas, intolerantes, dictatoriales, etc. diciendo que está defendiendo a la Humanidad. Eso puede contentar la constante vanidad de sus gobiernos y ser aplaudido por sus acólitos. Una cosa es combatir el terrorismo y otra utilizarlo para justificar una dictadura surgida de un "golpe de estado", término por el que puedes ser condenado también, ya que se considera que atenta contra la "legitimidad" incuestionable del régimen.
Egipto creyó haber salido de una dictadura mala para encontrarse con otra peor y cuyo fin es difícil de diagnosticar. Como se vio pronto, a diferencia de Mubarak, se mezclan aquí elementos religiosos que permitan controlar por esa vía al pueblo ("los egipcios son religiosos por naturaleza", decía hace poco la cabeza visible de Al-Azhar) y la otra es el militarismo entreverado con el nacionalismo.
La conjunción de estas dos fuerzas ideológicas, sirven para construir un discurso de consecuencias nefastas para el interior (fomentarán los dos extremismos, el político y el religioso) y para el exterior. Los titulares de los medios estatales resaltan mucho los "encuentros" con enviados de otros países para "discutir sobre el terrorismo". Transmite así la idea de un papel esencial de Egipto y su necesidad para salvar al mundo. Todo es una metanarrativa construida para justificar la violencia con la que se están deshaciendo de la oposición democrática, de los reformistas religiosos o de cualquier grupo o movimiento social (las ONG).


El intento de silenciar a los medios internacionales dentro de Egipto (y fuera mediante la amenaza expresa diplomática, como ha ocurrido contra la BBC) se refuerza ahora con la prohibición, según se ve en los artículos, de la cita, traducción o reproducción en un medio egipcio de cualquier crítica al Estado que acaba cerrando la tenaza sobre la discrepancia.
Ya no se amenaza solo a los profesionales de la prensa, sino que se hace extensivo a las familias y bienes (se pueden llevan todo de una redacción o una casa, tal como se expresa en el artículo 4 citado).
El pueblo de Egipto recibió todas las simpatías cuando salió a la calle a decir ¡basta! y reclamar libertades, justicia y pan. La reacción del estado profundo, de las elites desplazadas y del gran tinglado policial-militar consiguió hacerse de nuevo con el poder y acabar amordazando al país. Confiaron en ellos y esta es la respuesta: una dictadura que solo sabe responder con violencia y autoritarismo a las críticas a sus propias actuaciones.


Lo que seguirá sorprendiendo al mundo es esa capacidad de autoengaño, esa burbuja, mediante la cual pueden seguir diciendo que han construido una democracia, que quien les critica es un terrorista y que el mundo les malinterpreta.
Dentro de lo malo para los que tienen que padecer (muchos con gusto) esta restricción de libertades y amenazas constantes, la única ventaja es que cada día queda más claro la farsa política que supone el parlamento (un mero coro), la farsa electoral (el presidente y un títere de última hora) y la farsa democrática en un régimen que alardea de no respetar los derechos humanos o la libertad de expresión, debilidades de Occidente.
  

* "We will not accept any type of sit-ins or protests: Parliament speaker" Egypt Independent 7/08/2018 http://www.egyptindependent.com/we-will-not-accept-any-type-of-sit-ins-or-protests-parliament-speaker/
** "Parliament to discuss law criminalising criticism of army, police" Daily News Egypt 7/03/2018 https://dailynewsegypt.com/2018/03/07/parliament-discuss-law-criminalising-criticism-army-police/

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