domingo, 18 de marzo de 2018

El manipulador altruista


Joaquín Mª Aguirre (UCM)
La democracia ha dejado de ser algo sencillo para convertirse en algo sumamente problemático. Los presupuestos democráticos de la decisión libre se ven subvertidos por defectos que vienen de la información para tomarla (fake news, desinformación, manipulación...) y de la capacidad de análisis de datos, cuya función es determinar las estrategias para vencer la resistencia a las tesis propias o la destrucción de las del adversario.
Son dos momentos teóricos distintos que en la práctica se fusionan, ya que la información obtenida en el segundo campo permite la construcción de la manipulación posterior que haga que se cumplan los objetivos.
Ambos fenómenos los estamos viendo en cuestionamientos cada vez más intensos por medio de tres factores de división: el populismo, el nacionalismo y la religión radicalizada. En ocasiones, los tres elementos se conjuntan en una misma unidad antidemocrática. Los tres aspectos tienen como punto de partida la negación del diálogo basándose en principios indiscutibles, de carácter dogmático que convierten en excluyentes las situaciones.
En estos días vuelve a reaparecer en la prensa mundial el papel de la empresa Cambridge Analytica en la campaña que ha llevado a Donald Trump a la presidencia de los Estados Unidos. The New York Times titula "How Trump Consultants Exploited the Facebook Data of Millions" y escribe:

LONDON — As the upstart voter-profiling company Cambridge Analytica prepared to wade into the 2014 American midterm elections, it had a problem.
The firm had secured a $15 million investment from Robert Mercer, the wealthy Republican donor, and wooed his political adviser, Stephen K. Bannon, with the promise of tools that could identify the personalities of American voters and influence their behavior. But it did not have the data to make its new products work.
So the firm harvested private information from the Facebook profiles of more than 50 million users without their permission, according to former Cambridge employees, associates and documents, making it one of the largest data leaks in the social network’s history. The breach allowed the company to exploit the private social media activity of a huge swath of the American electorate, developing techniques that underpinned its work on President Trump’s campaign in 2016.
An examination by The New York Times and The Observer of London reveals how Cambridge Analytica’s drive to bring to market a potentially powerful new weapon put the firm — and wealthy conservative investors seeking to reshape politics — under scrutiny from investigators and lawmakers on both sides of the Atlantic.*


La cuestión, desde luego, no es nueva y el nombre de Cambridge Analytica ha estado sobre la mesa desde hace mucho tiempo, si bien sin comprender demasiado su papel en las elecciones. No es algo que se pueda entender demasiado fácilmente si no se comprende el funcionamiento del Big Data y la construcción de los perfiles mediante información de los hábitos. Las técnicas del Big Data chocan con el principio básico de la investigación mediante variables discriminadoras. El nuevo concepto teórico y la nueva técnica no se deja abrumar por la gran cantidad de datos, como ocurría, ni trata de reducirlos. En la cantidad está la fuerza. Y son datos y más datos los que producimos cada día sin ser conscientes de que dejamos huellas en cada movimiento.
El mundo digital es un gigantesco observatorio en el que somos las hormigas que se mueven sin ser conscientes de que el gran negocio futuro (ya presente) es extraer patrones de esos datos despreciados hasta el momento. Hace tiempo que esto cambió. La teoría estaba ahí, pero se necesitan los datos y el algoritmo capaz de extraer lo que necesitamos.
En la obra de Viktor Mayer-Schönberger y Kenneth Cukier, Big Data. La revolución de los datos masivos (2013) nos explican:

...los big data, los datos masivos, se refieren a cosas que se pueden hacer a gran escala, pero no a una escala inferior, para extraer nuevas percepciones o crear nueva formas de valor, de tal forma que transforman los mercados, las organizaciones, las relaciones entre los ciudadanos y los gobiernos, etc.   
Pero esto no es más que el principio. La era de los datos masivos pone en cuestión la forma en que vivimos e interactuamos con el mundo. Y aún más, la sociedad tendrá que desprenderse de parte de su obsesión por la causalidad a cambio de meras correlaciones: ya no sabremos por qué, sino sólo qué.
Esto da al traste con las prácticas establecidas durante siglos y choca con nuestra comprensión más elemental acerca de cómo tomar decisiones y aprehender la realidad.   
Los datos masivos señalan el principio de una transformación considerable. Como tantas otras tecnologías nuevas, la de los datos masivos seguramente acabará siendo víctima del conocido hype cycle [ciclo de popularidad] de Silicon Valley: después de ser festejada en las portadas de las revistas y en las conferencias del sector, la tendencia se verá arrinconada y muchas de las start ups nacidas al socaire del entusiasmo por los datos se vendrán abajo. Pero tanto el encaprichamiento como la condena suponen malinterpretar profundamente la importancia de lo que está ocurriendo. De la misma forma que el telescopio nos permitió vislumbrar el universo y el microscopio nos permitió comprender los gérmenes, las nuevas técnicas de recopilación y análisis de enormes volúmenes de datos nos ayudarán a ver el sentido de nuestro mundo de una forma que apenas intuimos. En este libro no somos tanto los evangelistas de los datos masivos cuanto sus simples mensajeros. Y, una vez más, la verdadera revolución no se cifra en las máquinas que calculan los datos, sino en los datos mismos y en cómo los usamos.**


Publicado en 2013, la obra explica el fenómeno pero es el éxito de sus aplicación lo que nos hace dudar de la moda pasajera y pensar más bien que su interés principal (al menos el de algunos estados y empresas) es utilizarlos para la manipulación en diversos campos, el más evidente —no el único— el de la política.
La gran cantidad de datos que producimos al desviar una parte cada vez más importante de nuestra vida hacia las redes sociales hace que sea una inversión rentable el tratar de conocernos y llegar hasta nosotros con mayor eficacia para cumplir los propósitos fijados, electorales en este caso.
En muchas ocasiones hemos señalado aquí que las universidades y centros de investigación están invirtiendo mucho en desarrollar mecanismos de comprensión y manipulación. No es un secreto y se presenta como uno de los grandes campos de trabajo para el futuro. A nadie se le oculta que, ya sea por la vía del consumo o por la de la política, este conocimiento generado tiene una salida: la manipulación.


Las estrategias para parecer honorables siempre incluyen sectores en los que este tipo de análisis puede producir grandes beneficios, como la seguridad o la sanidad. Pero todo el mundo entiende que la verdadera finalidad es la manipulación en economía y política. No es necesario recurrir a extrañas teorías conspiratorias. Las compañías están ahí y lo escandaloso son sus conexiones o propietarios.
El diario El País recoge la información de The New York Times:

Facebook ha suspendido la cuenta de una consultora electoral que trabajó para la campaña presidencial de Donald Trump en 2016. La decisión de la red social se debe a que la firma, Cambridge Analytica, fundada en Estados Unidos y con una empresa matriz británica, obtuvo y manipuló de forma irregular información de 50 millones de usuarios de Facebook en Estados Unidos.
Una investigación conjunta de The New York Times y The Observer revela que en 2014 la compañía se hizo con una base de datos de pretendido uso académico y la explotó sin permiso para elaborar estrategias electorales durante las elecciones intermedias de Estados Unidos. Se trata de uno de los mayores hurtos de información de la historia de Facebook. Dos años después, Cambridge Analytica, que todavía estaba en posesión de ese ingente material, dio servicio a la candidatura presidencial del republicano Trump, que ganó las elecciones de noviembre de 2016.
Cambridge Analytica consiguió los datos a través de un psicólogo de la Universidad de Cambridge –con la que la firma, del mismo nombre, no tiene relación–. El psicólogo, el rusoamericano Aleksandr Kogan, logró tener permiso de Facebook para pedir datos a sus usuarios con una aplicación pensada para estudios de su disciplina. Kogan, financiado con 800.000 dólares por Cambridge Analytica, consiguió que participasen unas 270.000 personas con perfiles en esta red social y recabó datos como identidades, localizaciones y gustos. A su vez, la aplicación le permitió, de manera derivada, llegar a la información de los amigos de aquellos, multiplicando hasta 50 millones de usuarios el alcance de su acopio.***


Si vamos a la página del joven doctor en Neurociencias, Aleksandr Kogan, nos encontramos con un bonito ejemplo de autodefinición para eliminar suspicacias sobre su trabajo. Esta es la descripción que da de sus ocupaciones: «My lab investigates the prosociality and well-being from biological, psychological, and cross-cultural perspectives. In particular, we are highly interested in cooperation, trust, altruism, positive emotions, close relationships, happiness, physical and mental health, and cross-cultural differences. We employ methodology combining genetics, physiology, pharmacology, surveys, event-sampling, and large scale datasets.»**** ¡Se pueden derramar algunas lágrimas de gratitud por tanto empeño en favorecer a la humanidad en su camino hacia la felicidad! Sus palabras clave son "prosociality - wellbeing - altruism - emotions - happiness".


Quienes le permitieron entrar en sus vidas sociales digitales fueron 270.000 usuarios de Facebook que confiaron primero en la red social y luego en el psicólogo de Cambridge, descargando una aplicación que este usaría para recabar información.  
En Fayer Wayer informan de la nota emitida por Facebook:

El viernes 16, Paul Grewal comunicó lo siguiente a través de un comunicado oficial de Facebook. Acá extractos del comunicado que pueden encontrar íntegro acá.
"Kogan solicitó y obtuvo acceso a la información de las personas después de que eligieron descargar su aplicación. Su aplicación, "thisisyourdigitallife", ofrecía una predicción de la personalidad y se anunciaba en Facebook como "una aplicación de investigación utilizada por psicólogos". Aproximadamente 270,000 personas descargaron la aplicación. Al hacerlo, dieron su consentimiento para que Kogan accediera a información como la ciudad que establecieron en su perfil, o el contenido que les había gustado, así como también información más limitada sobre amigos que tenían su configuración de privacidad configurada para permitirlo.
Aunque Kogan obtuvo acceso a esta información de manera legítima y a través de los canales adecuados que gobernaban a todos los desarrolladores en Facebook en ese momento, no acató nuestras reglas. Al pasar información a un tercero, incluidos SCL / Cambridge Analytica y Christopher Wylie de Eunoia Technologies, violó nuestras políticas de plataforma. Cuando nos enteramos de esta violación en 2015, retiramos su aplicación de Facebook y exigimos certificaciones de Kogan y todas las partes a las que le había dado datos de que la información había sido destruida. Cambridge Analytica, Kogan y Wylie nos certificaron que destruyeron los datos."****


La defensa de Facebook es que no se han violado sus normas de protección de datos y que fueron los cándidos usuarios los que dieron su consentimiento para descargar el programa que recolectaría los datos personales ampliándolos a sus relaciones con sus amistades, lo que daría esos 50 millones de datos de usuarios. Con sancionar a la empresa, como hizo, le parece suficiente. Una vez autorizada la aplicación, lo demás es riesgo del usuario, quien debe velar por sus datos. Pero igual que el "lector" de la Universidad de Cambridge pudo engañar a Facebook, dando los datos a terceros, los usuarios pueden ser engañados también al confiar en que la herramienta que Facebook ha aceptado es de fiar. Que cada uno saque sus consecuencias.
La redes son el campo de batalla y los datos las herramientas para ganar la guerra. El negocio es precisamente vender información. Cuanto más útil se demuestra, tanto más valioso se venderá. No debemos olvidar que los datos no se agotan. El compromiso de no venderlos a terceros debe ser observado porque si no se los venderán uno a otros hasta que su antigüedad pueda hacerlos menos precisos.
Señala la información de The New York Times sobre la empresa Cambridge Analytica:

Christopher Wylie, who helped found Cambridge and worked there until late 2014, said of its leaders: “Rules don’t matter for them. For them, this is a war, and it’s all fair.”
“They want to fight a culture war in America,” he added. “Cambridge Analytica was supposed to be the arsenal of weapons to fight that culture war.”
Details of Cambridge’s acquisition and use of Facebook data have surfaced in several accounts since the business began working on the 2016 campaign, setting off a furious debate about the merits of the firm’s so-called psychographic modeling techniques.
But the full scale of the data leak involving Americans has not been previously disclosed — and Facebook, until now, has not acknowledged it. Interviews with a half-dozen former employees and contractors, and a review of the firm’s emails and documents, have revealed that Cambridge not only relied on the private Facebook data but still possesses most or all of the trove.
Cambridge paid to acquire the personal information through an outside researcher who, Facebook says, claimed to be collecting it for academic purposes.*

La descripción del antiguo empleado del espíritu e intención que guía a sus antiguos jefes no puede ser más clara. Una "guerra cultural" quizá se queda corta en sus efectos por degradar la palabra "cultura".
Los Estados Unidos necesitan aclarar sus elecciones.  No se trata de que el mandato de Donald Trump esté siendo traumático por el hecho de que una persona así haya alcanzado la presidencia, sino también necesita saber el cómo. La información que se va acumulando es cada vez más clara respecto al papel que Trump juega en todo esto. Alentar al peor candidato y llevarlo hasta la presidencia es una forma de minar la confianza en Estados Unidos dentro y fuera.
Trump ha dividido al país y al mundo, que se enfrenta a situaciones que no se veían desde hace décadas. Trump ha revuelto (más) Oriente Medio, ha llevado al extremo situaciones como la de Corea del Norte, mantiene las espadas en alto con la cuestión del comercio internacional que se enfrenta a una guerra comercial, ha cerrado el país al sur y se ha empeñado en que aquellos a los que insulta y expulsa le paguen un muro, se ha distanciado del mundo al rechazar la idea de cambio climático, etc.
Ahora que ya se está hablando del 2020, con una candidatura republicana Trump-Pence repitiendo, habrá que preguntarse en qué estado estará el mundo en esos momentos y si podrá resistir una nueva oleada de desastres. Por lo pronto, Estados Unidos ha perdido su capacidad de liderazgo y gran parte de su influencia en muchos ámbitos ya que se ha convertido en un socio poco fiable para los aliados más próximos.
Tendremos que ser más conscientes de lo que hacemos con nuestros datos en el caso de que estén bajo nuestro control. Nos jugamos mucho. Si algún altruista investigador, medio ruso, le pide ayuda en el camino hacia la felicidad, piénselo antes. Un simple "lector" sirvió a Facebook para confiar en el investigador de una prestigiosa universidad. Pero hay otras cosas que interesan más a las universidades, como son todos estos campos en los que sus investigadores pueden ser contratados obteniendo buenos ingresos. Al final, ha sido la otra "cambridge", la Analytica, la que se ha llevado los datos al agua.
Trump obtuvo menos votos que Hillary Clinton, casi dos millones menos, pero los tuvo en los lugares adecuados. Un poco de información puede ayudar mucho.



* "How Trump Consultants Exploited the Facebook Data of Millions" The New York Times 17/03/2018 https://www.nytimes.com/2018/03/17/us/politics/cambridge-analytica-trump-campaign.html
** Viktor Mayer-Schönberger y Kenneth Cukier (2013). Big Data. La revolución de los datos masivos. Turner
*** "Una consultora que trabajó para Trump manipuló datos de 50 millones de usuarios de Facebook" El País 18/03/2018 https://elpais.com/internacional/2018/03/17/estados_unidos/1521308795_755101.html
***** http://www.neuroscience.cam.ac.uk/directory/profile.php?Ak823
***** "Facebook sobre Cambridge Analytica: "La violación de datos es falsa" Fayer Wayer 18/03/2018 https://www.fayerwayer.com/2018/03/facebook-cambridge-analytica-la-violacion-datos-falsa/



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