sábado, 9 de septiembre de 2017

El lío telefónico

Joaquín Mª Aguirre (UCM)
Cuenta la BBC que la llamada telefónica entre las autoridades de Arabia Saudí y Qatar se resolvió colgando bruscamente. Parece ser que más que por el contenido en sí de la llamada, el corte se produjo por la llamada misma. Cuando los egos son muy fuertes suelen pasar estas cosas.
Así nos lo trata de explicar la cadena estatal británica:

Saudi Arabia says it has suspended dialogue with Qatar, shortly after a phone call between the Qatari leader and the Saudi crown prince.
The two sides had discussed holding talks to resolve the Qatar crisis, which has seen Doha cut off from Saudi Arabia, Bahrain, Egypt and the UAE.
However, Saudi Arabia then accused Qatar of distorting facts about the call, and said it was ending talks.*

Lo que ocurre entonces es que no están discutiendo sobre lo que ocurre sino por qué se han llamado o quién ha llamado a quién. De alguna forma, lo que quiere decir es que la llamada que cada uno tenía en mente no es la que se produjo, frustrándose las gloriosas expectativas de victoria súbita telefónica que se pudieran haber formado cada una de las partes al descolgar el auricular.
De lo que se acusan es de distorsionar los hechos sobre la llamada, que no pueden ser más que "quién ha llamado primero" o "cuál era la recepción" que se esperaba por parte del otro. La otra opción era "quién paga la llamada" pero no es pertinente en este caso.
¿Qué puede enfadar tanto al príncipe saudí sobre la llamada como para colgar?

Friday's phone call, which came after US President Donald Trump spoke separately with both sides, had initially been seen as a possible breakthrough in the crisis.
The call was the first formal contact between Riyadh and Doha since the crisis began.
State media on both sides reported that Qatar's Emir Sheikh Tamim bin Hamad al-Thani and Saudi Crown Prince Mohammed bin Salman had discussed the need for dialogue to resolve the crisis.
Who said what?
The Saudi Press Agency said Qatar's leader had "expressed his desire to sit at the dialogue table and discuss the demands of the four countries", and that further details would be announced after Saudi Arabia reached an agreement with Bahrain, Egypt and the UAE.
Meanwhile, the Qatar News Agency said the Saudi crown prince had proposed assigning "two envoys to resolve controversial issues in a way that does not affect the sovereignty of states".
Shortly afterwards, Saudi Arabia accused Qatar of not being "serious" about dialogue, and said communications between the two sides would be suspended.*


La mediación de Donald Trump hace ver que nos encontramos ante un nuevo episodio de "The Art of The Deal", como señalábamos ayer. ¿Qué les habrá contando para convencer a cada uno que el otro estaba dispuesto a aceptar las condiciones o al menos discutirlas? "¡Llama, que están a punto de caramelo! Believe me! Ya he hablado yo con ellos", podría haber dicho Trump. Lo cual demuestra que no es consciente de que esta crisis la produjo él en su visita a la zona.
La versión saudí la podemos leer en Arab News y es como sigue:

After reporting the phone call between Crown Prince Mohammed and Sheikh Tamim, another SPA report said that Saudi Arabia was suspending the dialogue, quoting a Saudi official at the Foreign Ministry as saying Qatar's state news agency QNA published a report that “did not have any relevance to truth.”
According to QNA, both Qatar's Emir and the Saudi Crown Prince "stressed the need to resolve the crisis by sitting down to the dialogue table to ensure the unity and stability of the GCC countries.”
Sheikh Tamim welcomed the proposal of Prince Mohammed during the call "to assign two envoys to resolve controversial issues in a way that does not affect the sovereignty of the states," QNA said.
It said the phone call was based on coordination of US President Donald Trump who had earlier talked with Sheikh Tamim.
SPA said what the QNA published “is a continuation of the distortion by the Qatari authority of the facts.”
“It clearly shows that the Qatari authority has not yet understood that the Kingdom of Saudi Arabia is not ready at all to tolerate the change by the Qatari authority of agreements and facts. This is evident in the distortion of the content of the contact received by the Crown Prince from the Emir of the State of Qatar minutes after its completion,” it said.
It further said: “The contact was at the request of Qatar and its request for dialogue with the four countries on the demands, and because this proves that the authority in Qatar is not serious in dialogue and continues its previous policies, the Kingdom of Saudi Arabia declares that any dialogue or communication with the authority in Qatar shall be suspended until a clear statement explaining its position is made in public and that its public statements are in conformity with its obligations. The Kingdom affirms that the flounder of the Qatari policy does not enhance the confidence needed for dialogue.”**


El presidente Trump había manifestado con gran énfasis y pretenciosidad el día antes de la llamada fallida que estaba tratando de resolver la crisis y que contaba con Kuwait para mediar. Pero el efecto producido es el contrario, como ya suele ser habitual en las intervenciones del presidente norteamericano. Ahora la situación es más complicada que antes porque lo que Trump hizo fue dar salida a los conflictos por rivalidad.
Trump hizo ver dos cosas: 1) que los derechos humanos no le importaban (lo que le recriminó recientemente The Washington Post en un artículo recogiendo el incremento de violaciones en países como Egipto tras su llegada al poder) y 2) que Irán era el "enemigo" y su objetivo prioritario (atacaba así la política de Barack Obama, que había cerrado su mandato con acuerdos con Irán y Cuba).
Los países aliados contra Qatar recibieron una señal equívoca del presidente Trump y se lanzaron contra él país que realiza una política diferente al resto, alineado con la idea de que es Arabia Saudí quien debe liderar la zona.
¿Se cerrará la brecha abierta? Trump se encuentra ahora que lo que él creía haber unificado y desviado de Israel se ha vuelto mucho más complicado y, sobre todo, oficial. Las distancias son viejas cuestiones, pero ahora están en la superficie, todo el día y agrandándose, como muestra la crisis telefónica abierta con plenitud mediática.


Esa crisis tiene unos beneficiarios indirectos: Putin, Turquía e Irán. La exigencia de que Qatar echara las bases turcas de su territorio y cortara los lazos con Irán se han resuelto de forma contraria. Turquía ha aumentado el número de soldados en sus bases y Qatar ha aumentado la intensidad de su necesidad de soberanía manteniendo los lazos de forma más visible. Qatar ahora tratará de mantener su propia línea de contactos para demostrar que es un país soberano que no se deja amedrentar y menos que le impongan un pliego de 13 condiciones que ningún país del mundo aceptaría.
Debería ser Estados Unidos, como aliado de ambos, al que le correspondería la mediación, pero teniendo en cuenta que es Trump quien ha causado el conflicto y lo que ocurre cuando lo intenta, lo mejor es mantenerle lejos.
El gran beneficiado es por supuesto Rusia y su aliado, Siria. Con Estados Unidos cometiendo errores, Putin puede avanzar tranquilamente en su estrategia de apuntarse la guerra de Siria como una victoria personal.
Cuando los territorios sirios se vean limpios de los militantes del Estado Islámico y algunos otros grupos molestos, Al-Assad agradecerá entonces a su aliado ruso el haber luchado mano a mano con ellos para liberar su territorio de terroristas. Exigirá entonces que abandonen su territorio los que no hayan sido invitados y se encuentren en él. Se celebrará una "gran conferencia de paz" para llegar a un apaño que le permita seguir en el poder y presentarse como vencedor de una conspiración islamista y de Occidente. Dará entonces las gracias a Rusia y a los países que estaban a su lado.
No es imaginación. Es lo que ha dado a entender el propio Al-Assad en una reciente conferencia. Ninguno de los países de la zona está luchando por Siria. Lo están haciendo para que no se asienten sus enemigos en un territorio en el que podrían hacerse fuertes y, especialmente, para que los que tengan en sus casas no se animen a hacer lo mismo.


Frente a la estrategia de Al-Qaeda, el Estado Islámico planteó una reivindicación de un territorio, lo que abría una dinámica completamente nueva. El terrorismo ya no era algo que se podía perseguir, encerrar y acoger como ocurría con la franquicia de Bin Laden. Ahora querían tener un estado, es decir, un punto de expansión hasta recuperar el califato: el espacio imaginado sobre el que piensan "reinar" y mantener la ortodoxia radical.
En realidad los miembros del Estado Islámico no piensan de forma muy diferente a como lo hacen algunos de los que combaten. La diferencia son las estrategias y el deseo de hacerlo. El wahabismo saudí ha sido el que ha orientado y financiado muchas operaciones terroristas contra Occidente; para eso sí había dinero. Se podía destinar un poquito del dinero recibido de Occidente por el petróleo a meterle miedo al propio Occidente, que trataba de asegurarse el petróleo ayudando a los que les prometían sostenerlos en el poder. Pero hemos pasado de atentar en Nueva York o las embajadas norteamericanas a un terrorismo incontrolado e incontrolable que ha dejado de hacerles el juego y que atenta en todos los frentes. Hay que mater infieles, sí, pero eso es para mantenerlos alejados, crear islamofobia que haga incómoda la vida de los musulmanes fuera de sus tierras, a las que volverán cuando triunfe el movimiento islámico de recuperación del imperio. Para ello hay que eliminar a los traidores y sembrar el desconcierto y el miedo en el mundo.
Quizá con la excepción de Túnez, en donde la resistencia secular es importante, la mayor parte de los países afectados están jugando una extraña mezcla entre discurso oficial anti Estado Islámico y una práctica conservadora en lo religioso, que sirva para combatir a los islamistas con su mismo lenguaje haciendo ver que el estado es "virtuoso". La estrategia islamista desde los años sesenta ha sido separar a los pueblos de los dirigentes acusándolos de poco piadosos mientras que la de los gobiernos ha sido jugar la baza de los nacionalismos como alternativa a la pérdida de legitimidad de lo estatal frente a lo religioso. Como ciudadanos son de un país; como musulmanes son de todas partes, de la umma, la comunidad espiritual de todos los musulmanes. Si a esto le añadimos casos como el Bahréin, en donde los que reinan son suníes y el pueblo chií, los conflictos adquieren sus tonalidades propias.

diciembre 2015

El "lío qatarí" es una ocasión de oro que la soberbia ignorancia de Donald Trump —autor de libros sobre cómo hacerse rico, siendo él mismo millonario por nacimiento— ha favorecido.
Lo peor es que los varios conflictos y problemas superpuestos en la zona no van a servir para tranquilizarla sino para convertirla en un campo complejo de guerras no dichas y batallas irreconocibles. La llamada "guerra de Siria" no es tal; es solo una batalla extensa para que un aliado de Rusia no pierda el control en la zona y Putin tenga sus bases militares aseguradas.
El llamado Estado Islámico seguirá actuando fuera de un territorio específico, centrándose en un modelo más próximo a Al Qaeda, con un formato populista y casero que le faltaba a los grupos de Bin Laden. Cualquiera podrá demostrar la pureza de su fe cortando cuellos, atropellando en avenidas u organizando atentados más sofisticados con bombonas o cualquier otro elemento. Todos estos actos de terrorismo "low cost" son la advertencia de que ya no son grupos de aventureros, sino frustrados repartidos por todo el mundo, gente a la que se le ayuda a reorientar su odio hacia la muerte propia causando la ajena.


El modelo que puede estar al otro lado la esquina es precisamente el que algunos ya han esbozado: estados más religiosos (frente a estado más seculares y democráticos, pensemos en Turquía); fuerte intensificación del nacionalismo para poder definir como "enemigos de la patria" y no como "hermanos en la fe" a los terroristas; fuerte represión de los terroristas y de los secularistas y demócratas (los que cuestionen los métodos del poder). En el fondo es la confirmación de que la religión ha servido a todos para controlar las voluntades y que nadie va a renunciar a ella estableciendo sociedades abiertas e ilustradas. ¿Por qué complicarse la vida?
Es importante que la guerra de Siria acabe, un monstruoso conflicto creado a mayor gloria de unos poderes que no tienen inconveniente en bombardear sus propios pueblos o cortarles el cuello. Lo que habrá es que irse imaginando los escenarios posibles. Y todos quieren tener las manos libres para tener el poder absoluto sin que nadie se lo recrimine.
El episodio telefónico es una anécdota en este panorama desolador creado por las ambiciones más incontrolables, por los pensamientos más retrógrados. Como todas las anécdotas son pequeñas perlas que contienen una enseñanza sobre la naturaleza de quienes intervienen y permiten contemplar algo del futuro. 
A los errores de Barack Obama se suman ahora los de Donald Trump. Aunque, la verdad sea dicha, en la zona ayuda bastante a cometer errores. El lío no es nuevo. Decía al-Assad, en entrevista con El País, que ochenta países apoyan al terrorismo en Siria. Y seguro que a nadie le salen las cuentas de la misma manera.


* "Qatar crisis: Saudi Arabia angered after emir's phone call" BBC 9/9/2017 http://www.bbc.com/news/world-middle-east-41209610

** "KSA suspends contact with Qatar, citing Doha’s ‘distortion of facts’" Arab News (Arabia Saudí) 9/09/2017 http://www.arabnews.com/node/1158176/saudi-arabia


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