domingo, 11 de junio de 2017

Terreno peligroso

Joaquín Mª Aguirre (UCM)
El artículo de Paul Krugman sobre Donald Trump (¿hay otro tema?) en el diario El País, titulado “El hundimiento del Estado”, se cierra con el temor fundado de que lo peor esté por llegar. Son pocos los analistas, comentaristas, etc. que se resisten ya a expresar sus temores sobre Trump o lo que esto conlleva, ese hundimiento del imperio tragado por el irresistible agujero negro de la necedad.
Por poco o mucho que se especule sobre el asunto, no cabe duda de que no habrá muerte gloriosa ni ejemplar. La confirmación de Trump en la presidencia, pese a tener tres millones de votantes menos que su rival, Hillary Clinton, marcaba el principio de un final tragicómico del imperio, una parodia arrogante en la que las instituciones eran asaltadas por un impresentable demagogo que consiguió convertir la república en un decadente retrato de las peores cortes del pasado.
Después de hacer un repaso por las últimas pifias presidenciales sobre Qatar, dice Krugman:

Normalmente, pensaríamos que es ridículo insinuar que un presidente estadounidense pueda desconocer hasta ese punto las cuestiones cruciales y que se le pueda llevar a adoptar medidas de política exterior tan peligrosas con unos incentivos tan ramplones. ¿Pero podemos creerlo de un hombre incapaz de aceptar la verdad acerca del número de asistentes a su toma de posesión y que se jacta de su victoria electoral en las circunstancias más inadecuadas? Sí.
Y pensemos en su negativa a respaldar el principio central de la OTAN, la obligación de defender a los aliados, una negativa que provocó indignación y sorpresa en su propio equipo de política exterior. ¿A qué vino eso? Nadie lo sabe, pero vale la pena considerar que, por lo visto, Trump abroncó a los líderes de la Comunidad Europea por la dificultad de construir campos de golf en sus países. De modo que tal vez fuera pura petulancia.
La cuestión, insisto, es que todo indica que Trump ni está a la altura del cargo de presidente ni está dispuesto a hacerse a un lado para dejar que otros hagan bien el trabajo. Y esto ya está empezando a tener consecuencias reales, desde una mala cobertura sanitaria hasta la destrucción de alianzas o la pérdida de credibilidad en el escenario mundial.*



La especialidad de Trump es acumular descalificaciones. El periodo en el que la gente veía a Trump envuelto en los ropajes presidenciales y merecedor de algún respeto por el cargo se desvaneció cuando tuvieron la evidencia de que era el propio quien no respetaba la presidencia y lo que implicaba. Unos pasaron de la irritación a la vergüenza ajena; otros de la vergüenza ajena a la irritación.
La insinuación de Krugman sobre que Trump desconoce que en Qatar está la base norteamericana más importante de la zona no es descabellada. Todo es posible con él.

“Existe el riesgo de que esta disputa conduzca a una guerra". Es la advertencia que ha voceado este sábado el ministro de Asuntos Exteriores alemán Sigmar Gabriel a propósito del bloqueo a Qatar impuesto por Arabia Saudí, Emiratos Árabes Unidos, Bahréin y Egipto. Una alarma a la que se ha sumado Rusia a punto de cumplirse la primera semana de unas medidas aplaudidas por el presidente estadounidense Donald Trump, un apoyo incondicional al que Riad se aferra para ignorar las crecientes llamadas al diálogo.**


La sensación que muchos tienen es la de un elefante en una cacharrería. El problema, como bien señala el ministro alemán, es que puede acabar muy mal como alguien se extralimite un poco en su evaluación o en sus prtensiones.
En lo que coinciden la mayoría de los analistas es que todo esto tiene a los medios qataríes de fondo, es decir, a Aljazeera. Qatar es pequeño, pero con una voz potente, algo que no han conseguido los más poderosos de la zona y por lo que suspiran cada día.
Aquí hemos comentando en muchas ocasiones la obsesión egipcia por el control de los medios y su animadversión a Aljazeera. Ninguno de los países implicados puede considerarse ni por asomo una democracia por lo que el respeto a la diversidad de medios les resulta absurda y lo ven como una forma de agresión. Es el pacto de no interferencia del que hablábamos ayer, que debe ser entendido como una forma de respeto de la verdades absolutas de cada uno. Tú las tuyas y yo las mías.
  

Tal como hicieron los viejos dictadores (Mubarak, Ali, Gadafi...) caídos en la revolución primaveral, estos monarcas y emires, déspotas la gran mayoría, no quieren que nadie les mueva la silla con estridentes versiones de sus reinados. Es lo que piensan que hizo Aljazeera en la Primavera árabe. Y no quieren que se repita, por si acaso. La versión oficial que interesa a déspotas y autócratas es que aquel intento fue fruto de fuerzas oscuras con hermosas melodías. Donde esté el buen aparato de propaganda combinado con censura, que se quite todo lo demás.
Desde el punto de vista norteamericano, se confirma -una vez más- que Trump es un caballo desbocado que deja en evidencia a su propio equipo cada vez que tiene ocasión.


* Paul Krugman “El hundimiento del Estado” El País 09/06/2017 
http://economia.elpais.com/economia/2017/06/09/actualidad/1497009383_084325.html
**”Berlín alerta del “riesgo de guerra” en la disputa qatarí mientras Riad ignora las  llamadas al diálogo” 10/06/2017 
http://www.elmundo.es/internacional/2017/06/10/593c387a468aebc23e8b45b4.html



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