sábado, 3 de junio de 2017

La perfección

Joaquín Mª Aguirre (UCM)
Hace unos días, Egyptian Streets titulaba uno de sus artículos "From Ripped Jeans Ban to Virginity Tests: Egypt’s Parliament Most Bizarre Bills"*. Daba cuenta allí de las extravagantes —algunas podrían calificarse con más precisión— iniciativas propuestas en el parlamento nacional. De la mayoría de ellas teníamos noticia aquí cuando se produjeron, pero el efecto de verlas juntas no deja de ser perturbador. El diario, a modo de introducción planteaba a sus lectores:

«Apart from the clashes and quarrels inside the parliament that are common in several countries, Egypt’s parliamentarians have repeatedly proved that they don’t have much to bring to the table. Every now and then, a member decides to come up with a new controversial draft law that makes people question whether these MPs are actually familiar with people’s needs and demands or not.»*

Ponen así el dedo en la herida política egipcia de la inutilidad parlamentaria en un país que necesita urgentemente cabezas pensantes, repletas de conocimiento y sentido común, para tratar de evitar que la situación económica, social y política se siga manteniendo en los niveles de incompetencia actuales. Diseñado para no hacer sombra al gobierno presidencial, el parlamento nació débil, desgarbado y extravagante, desconectado de la sociedad y de sus necesidades.


El repaso incluye algunos asuntos y a sus promotores. Se recoge, por el ejemplo, la iniciativa presentada por el diputado Bedir Abdul-Aziz, de la provincia de Kafr Al-Sheikh que "suggested a jail term and a fine that ranges between EGP 1,000 to 5,000 to be imposed on parents who give their children Western names."* Argumentaba el diputado que cuando crecen, los egipcios a los que se les ha puesto nombres occidentales tienden a presentar problemas. Con ello, decía, trataba de preservar la herencia y cultura egipcias. Otro propuso, para evitar vaqueros ajustados, la imposición del uniforme en escuelas y facultades.
Para evitar tantos problemas causados por nombres desajustados y pantalones ajustados, la diputada Shadia Kheidr propuso un borrador que «criminalises disobeying parents and imposes a severe penalty on disobeyers.»* La desobediencia a los padres en un sistema altamente patriarcal, como es el egipcio, es una piedra angular de la nación. Sabedora de los terribles problemas de la desobediencia, no se quiso andar con medias tintas y apostó por un sistema duro: «The draft law suggested a 3-year-jail term for anyone who violates the rule and disobey their parents, and/or a fine that ranges between EGP 500 to EGP 10,000.»* De salir adelante, la familia se habría convertido en una especie de dictadura autoritaria en la que los padres siempre tienen razón, digan lo que digan, ya que se penaliza la "desobediencia" y no los motivos. Pero la ingenuidad egipcia no cree que los padres deban tener razón, sino que deben ser obedecidos, la tengan o no. Se trata de la obediencia porque no entra en la cabeza que los hijos puedan tener razones suficientes como para no obedecer. En esa obediencia, por ejemplo, puede entrar casarse con quien les digan, porque ¿quién va a saber mejor lo que unos hijos necesitan que sus padres?


Esta propuesta no puede desligarse de la propia revolución del 25 de enero de 2011, que fue realmente un acto de rebeldía contra el "padre Mubarak", que se presentó ante los revoltosos como un padre hablando a sus hijos. El modelo vuelve, si es que alguna vez de ha ido.
La vigilancia sobre los hijos es el favorito de la mentalidad egipcia porque es lo que le queda a los que solo tienen hijos, poder ser sus amos, un poder al que no quieren renunciar. Cita el periódico caso ya vistos aquí: la petición de la mutilación genital y la propuesta de exámenes de virginidad a las estudiantes para entrar en la Universidad. Quizá sean dos de los proyectos más agresivos y vergonzosos presentados y que mejor revelan las mentalidades autoritarias de quienes los propusieron y avalaron, que no fueron pocos.
Desde la política, Egipto no se ve a sí mismo como un problema de "libertades", sino como un problema de "obediencia" o, si se prefiere, de falta de obediencia a los autoridades, ya sean políticas (militares) o religiosas. En este sentido, casi todas las propuestas son restrictivas, tendentes a limitar las posibilidades de la gente. El planteamiento tiene consecuencias importantes porque implica que los que tienen en su mente un modelo perfecto (obediencia, control de los hijos, etc.) lo consideran una verdad inmutable que se ha de implantar a fuerza de ley, decreto, multa y detención. De  ahí la fácil aceptación de la idea de que ha sido la revolución la que ha creado los problemas egipcios, encontrando la fácil adhesión a un orden autoritario como respuesta.


Pero esta vez, más allá del parlamento, llegan las acciones desde la otra institución que compite por el control de la vida social con su modelo. Me refiero a la Universidad de Al-Azhar. Egypt Independent nos trae hoy una noticia que afectará a los cairotas durante el Ramadán: "Al-Azhar uses Cairo Metro’s internal radio to practice preaching". La perspectiva de los viajes recibiendo sermones y prédicas a través de la megafonía del metro será incómoda para muchos, que se verán obligados a la escucha  piadosa so pena de ser identificados como absentistas religiosos. Dice el periódico:

For the sake of delivering the right teachings of Islamic religion to all Egyptians, Egypt’s Metro Company recently signed an agreement with the Islamic Research Complex to start a preaching program through Metro’s internal radio.
In accordance with this agreement, the preaching program is active only during the holy month of Ramadan and being executed by a number of well-cultured preachers graduated from Egypt’s largest Muslim beacon, Al-Azhar.
Details of the main goals of the preaching program that will be active through the Cairo Metro internal radio were revealed by General Secretary of Islamic Research Complex Mohie El –Din Afify during the program’s inauguration’s press conference. Beside delivering the correct teachings of Islam , the program will focus on improving people’s morals.
“The messages will be concise and close to people’ real life; they will be urging people to work and enhancing patriotis. In additiion, these messages will curb the extremist preaching that some are trying to disseminate,” he explained.**


La idea es de una ingenuidad pasmosa, pero tiene el valor de ser un signo en la lucha emprendida con el propio gobierno y todos aquellos que responsabilizan a la universidad y a sus responsables de estar esparciendo radicalismo. Por definición, los "right teachings" son los que salen de ellos, ya que cualquier otra versión —en un sentido reformista o radical— es considerada "incorrecta".
En su lucha institucional, los egipcios están padeciendo los intentos competitivos de "normalizarles". Lejos de aumentar las libertades individuales, que sería lo propio de una sociedad democrática y moderna (como se pregona), las instituciones han decidido crear un modelo estándar en todos los ámbitos, ya que lo que caracteriza estos movimientos es el hecho de estar predefinidos: todos tienen un modelo de perfección. ¡Y ay del que se aleje!
Los sermones en el metro son solo una parte. Hace unos días, Al-Monitor titulaba "Egypt's Al-Azhar looks to 'cafe preachers' to spread its message", un artículo firmado por Salwa Samir. Esta vez son los cafés:

At a cafe in downtown Cairo, where customers are chatting among themselves as waiters shout drink orders to the kitchen staff, a number of Al-Azhar preachers arrive decked out in their traditional attire. They talk for a while to the cafe owner, before saying "Assalamu Alaikum" — a traditional Muslim greeting meaning "Peace be upon you" — to the customers, before introducing themselves.
"We are preachers. We want to talk to you. Will you allow us?" one of them asked a surprised patron, who agreed to the request. As time passed, the customer started a conversation with the preacher.
This scene could soon become common at the many cafes in Egypt. The idea of “cafe preachers” is the brainchild of the Al-Azhar Islamic Research Academy. Late last year, preachers started mingling among cafes' clientele in some Upper Egyptian cities, where they were welcomed warmly.
Mohieddin Afifi, the secretary-general of the academy, told local media in February that the idea of cafe preachers developed within the framework of renewing religious discourse and improving the communication between Al-Azhar's preachers and the public. This new way of communication aims at confronting ideas that are radical and foreign to Egyptian society.
"Those preachers are increasing young people's awareness and highlighting the importance of moderation in all walks of life. [They] also shed light on tolerance of the Islamic religion that is far removed from extremism," Afifi said.***


En una sociedad tan preocupada por observarse unos a otros en sus virtudes, el modelo de visitas a los cafés, como ocurre en el Metro, definirá a los receptores por sus actitudes.
Probablemente, la iniciativa sea un compromiso positivo y hecho con buena intención, pero no dejará de ser obsesivo si los egipcios se ven perseguidos por todas partes para hacerles ver las virtudes de la moderación.

El artículo recoge lo prudente de las visitas, según los receptores, no interrumpiendo, por ejemplo, un partido de fútbol, algo bastante sensato.

Mohamed Abdou, a patron at a Cairo cafe, told Al-Monitor about his experience, saying that the preachers’ advice “is presented in a smooth and light manner.” He noted that the preachers do not issue warnings or exaggerate their messages. “It is nice that they find us and listen to our questions,” he said.
"I think it is their role to do this," Abdou added, and he expressed hope that preachers will go out in all governorates, especially in rural areas where the Salafists reside.
Yet photographer Ali Salem does not welcome the idea. "The preachers should be at mosques, not cafes. We come to cafes to chat, play and smoke, not to listen to preachings,” Salem told Al-Monitor.
He added that religion is not a “commodity” to be presented in public places.
Mohamed el-Sayed Wardani, the media coordinator of the Islamic Research Center, told a local TV show that in the coming period preachers will start to go to cultural and youth centers. He said that some preachers have gone to remote areas such as Halayeb and Shalateen.
"People there have a thirst for preaching. We will do our best to reach people and correct their misconceptions," he said.***

No sabemos muy bien en qué consistirán esas correcciones de sus concepciones equívocas, pero muestran ese afán perfeccionista que guía a la sociedad. Es sorprendente que con tantas personas e instituciones pendientes de hacer alcanzar la perfección a los demás, Egipto tenga tantos problemas en sus diferentes órdenes.
La observación de uno de los consultados sobre que vayan a las zonas rurales controladas por los salafistas no es baladí. Sería más acertado ir allí donde surgen los problemas con más intensidad para evitar, por ejemplo, que corten cuellos o pongan bombas en iglesias. No sé si esto se logra solo con sermones en los cafés. También los salafistas se han dedicado a ir de espacio en espacio controlando la vida de las personas para imponerles una versión "perfecta" del islam. Nadie apuesta por menos. La perfección o nada.
Entre el parlamento, el gobierno y Al-Azhar, finalmente se alcanzará la perfección tan deseada por todos. Están en ello.



* "From Ripped Jeans Ban to Virginity Tests: Egypt’s Parliament Most Bizarre Bills" Egyptian Streets 26/05/2017 https://egyptianstreets.com/2017/05/26/from-ripped-jeans-ban-to-virginity-tests-egypts-parliament-most-bizarre-bills/
** "Al-Azhar uses Cairo Metro’s internal radio to practice preaching" Egypt Independent 2/06/2017 Al-Azhar uses Cairo Metro’s internal radio to practice preaching

*** "Egypt's Al-Azhar looks to 'cafe preachers' to spread its message" Al-Monitor 28/05/2017   http://www.al-monitor.com/pulse/originals/2017/05/egypt-azhar-cafe-preachers-religious-discourse.html



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