martes, 25 de abril de 2017

La perversa lógica cotidiana

Joaquín Mª Aguirre (UCM)
De todo este mundo bárbaro del que recibimos cada día información sobre desastres y maldades, siempre hay cosas pequeñas que adquieren valor de ilustración no por ser frecuentes sino por lo contrario. Su perversión aparece resaltada precisamente por el valor simbólico que tienen ante nuestros ojos. Todos sentimos el horror cotidiano, contra el que estamos vacunados: es aquel que nos afecta y ratifica nuestra visión del mundo. Es el horror de los decapitadores, de los maltratadores, de los lapidadores, el de los falsos justos, el de los hipócritas virtuosos, el de los necios poderosos.
Tres historias estos días me han dejado estos días con el ánimo débil. Lo han hecho precisamente por su novedad, porque sus imágenes son inhabituales y te abren espacios de reflexión sobre el estado de las cosas y el mundo que se eleva ante nuestros ojos cada día.
La primera de ellas ha sido la noticia sobre las ejecuciones en los Estados Unidos por el hecho de que caducaban los productos químicos usados en el proceso. El 5 de marzo, El País titulaba "Arkansas ejecutará a 8 presos en 10 días para evitar que caduque un componente de la inyección letal". Decía el periódico:

Mejor matar a que se eche a perder la inyección letal. Tras 12 años de interrupción de la pena capital, el pequeño estado de Arkansas (tres millones de habitantes) va a poner fin a la vida de ocho presos en tan solo 10 días. Será la mayor ejecución en cadena en Estados Unidos desde la reinstauración de la pena máxima en 1977. El motivo para acabar con tantos condenados en tan poco tiempo es, según la Coalición para Abolir la Pena de Muerte de Arkansas, evitar que caduque uno de los tres componentes de la inyección letal. Las últimas existencias de la sustancia, un ansiolítico de efecto rápido, expiran en mayo. Y las posibilidades de obtener nuevas partidas son extremadamente difíciles dada la negativa de la industria a facilitarlas para ejecuciones.*


Asusta la lógica que está bajo este hecho y el desprecio absoluto de la vida humana, la falta de valor asignado en una escala en la que un producto tiene más valor. Es una perversión que procede del sistema, que como la del nazi Eichmann se ampara en la eficacia y hasta se disfraza de virtud. La comunidad ahorra en gastos y se deshace de ocho personas, de ocho fuentes de gasto. Los jueces han logrado bloquear las ejecuciones evitando está marea de eficacia.
El segundo caso es el del atentado contra el autobús del equipo de fútbol Borussia Dortmund. En una ola de atentados por todo el mundo, este —que no causó más que un herido pero podía haberlo hecho con más— se descubrió que era una maniobra de un especulador en bolsa. Había puesto en juego vidas humanas para una maniobra bursátil. Demuestra igualmente una perversión del sistema, una forma depravada de pensamiento. Frente a los crímenes constantes de los fanáticos que muestran una locura, el atentado contra el equipo de fútbol es una pequeña anécdota, pero revela esa carencia que refleja muchas otras carencias a las que nos hemos acostumbrado y que nos lleva al mundo de la especulación arriesgando a los demás, piezas intercambiables para conseguir nuestros fines.


El tercero es otro asunto pequeño: la detención en su colegio de Florida de un niño de 10 años, autista. La madre grabó las imágenes del niño pidiendo, por favor, no ser tocado. Las imágenes no nos dejan distanciarnos emocionalmente. Sin embargo, más allá de las emociones, está de nuevo la inhumanidad del sistema que sigue los mismos protocolos para detener a un asesino que a un niño autista de diez años. Como escribieron algunos, muestra un fracaso de la escuela y de los jueces, incapaces de solucionar de una forma diferente un caso diferente. Pero el sistema es implacable. Como señala un periodista en la CNN, la única novedad del caso es el vídeo grabado por la madre. La práctica es corriente.


Algo similar ha ocurrido con el vídeo del pasajero sacado a la fuerza de su asiento en un vuelo ha sido portada en miles de periódicos y noticiarios de todo el mundo. De nuevo el protocolo. El avión no puede esperar y no se puede perder el tiempo discutiendo. La misma lógica de la caducidad de los productos químicos, de la especulación tras el atentado, del arresto del niño autista. Hay algo que falla en este modo de pensar y que está enrareciendo el mundo en el que vivimos.
Hay una violencia que nos abruma, unas ideas que nos repugnan a las que nos enfrentamos cada día. Pero hay otras que se disfrazan de normalidad, de eficacia o de audacia que son aplaudidas por el sistema como ahorro, eficiencia e iniciativa. Cuando salen a la superficie, cuando se nos muestran, surge la inquietud, el horror, la indignación. Pero están ahí, se enseñan y aprenden.
Con el título "La advertencia póstuma del pensador Zygmunt Bauman", el diario El País publicó ayer un artículo de Antonio Pita dando cuenta de la aparición de dos textos póstumos del sociólogo polaco, Retrotopía (Paídós) y "Síntomas en busca de objeto y nombre", dentro de una obra colectiva titulada El gran retroceso (Seix Barral).

"Hay una creciente brecha abierta entre lo que hay que hacer y lo que puede hacerse, lo que importa de verdad y lo que cuenta para quienes hacen y deshacen; entre lo que ocurre y lo deseable", señala. Bauman defiende que hemos regresado a la tribu, al seno materno, al mundo despiadado que describía Hobbes para justificar la necesidad del Leviatán (El Estado fuerte que evite la guerra de todos contra todos) y a la más flagrante desigualdad, en la que "el 'otro' es una amenaza" y "la solidaridad se le antoja al ingenuo, al incrédulo, al insensato y al frívolo una especie de trampa traicionera". "El objetivo ya no es conseguir una sociedad mejor, pues mejorarla es una esperanza vana a todos los efectos, sino mejorar la propia posición individual dentro de esa sociedad tan esencial y definitivamente incorregible", lamenta.**


Sí. Nuestra tribu es ordenada, protocolaria, eficiente. Nos horrorizamos, con razón, ante muchas noticias que nos llegan cada día. Es fácil defenderse de lo absolutamente otro. Pero deberíamos también preocuparnos por esta perversa cotidianeidad en la que vivimos porque nuestra toxicidad no caduca, porque nuestra especulación no cesa y nuestra sensibilidad desaparece.


* "Arkansas ejecutará a 8 presos en 10 días para evitar que caduque un componente de la inyección letal" El País 5/03/2017 http://internacional.elpais.com/internacional/2017/03/04/estados_unidos/1488600606_420874.html
** "La advertencia póstuma del pensador Zygmunt Bauman" El País 24/04/2017 http://cultura.elpais.com/cultura/2017/04/17/actualidad/1492423945_605390.html



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