sábado, 17 de diciembre de 2016

La niñas, víctimas triples de la guerra

Joaquín Mª Aguirre (UCM)
La condición de los que huyen —el refugiado es diferente del que busca refugio— está llena de elecciones difíciles sobre los males menores, una opción que le queda al que ha dejado atrás bienes, familia y vida, el que ha dejado de ser "ciudadano" de algún sitio y tiene que ir mendigando un espacio en el que vivir su dolor y una condición jurídica que le permita ser alguien a los ojos de alguien.
Entre los diferentes dramas que se viven los hay que pueden ser olvidados, destrozos que pueden ser reconstruidos, pero hay muchos que no tienen recuperación posible y marcan la vida fraccionándola en un antes y un después.
Ahram Online, con información de Reuters, publicaba hace dos días el artículo "Syrian girls flee war only to become mothers in Jordan camp: Reuters feature". En ocasiones hemos tratado aquí la cuestión de la "compra" de niñas para matrimonios en los países que acogen grandes flujos de refugiados. "Piadosos" varones acuden, aprovechando la situación de necesidad absoluta, buscando familias que quieran desprenderse de sus hijas ofreciéndoles dotes y, especialmente, asegurándoles que tendrán un futuro mejor que en los campamentos en donde pueden verse sometidas a acoso y abusos.

El estado de refugiado no purga los problemas sociales de donde se proviene, simplemente los desplaza de sitio añadiendo nuevos problemas. Muchas veces los intensifica, como ocurre el caso de todo lo relacionado con la violencia de género, como en el caso de los matrimonios infantiles, complicando más la situación terrible. No son solo las bombas las que destruyen. Los más débiles se vuelven más vulnerables por la situación y, especialmente, por la falta de protección en que se encuentran.
El texto de Ahram Online comienza describiendo el parto de una muchacha siria en Jordania, una chica de 17 años, otro parto más de los muchos que tienen que atender los médicos que intentan ayudar en estas situaciones. Tras el caso concreto, los datos:

Despite efforts to reduce early marriage in Zaatari camp since its opening in 2012, maternal health workers from the United Nations Population Fund (UNFPA) say the number of babies born to adolescent girls remains stubbornly high.
More than 15 million girls worldwide are married before they turn 18, according to campaign group Girls Not Brides.
Child marriage deprives girls of education and opportunities, and puts them at risk of serious injury or death if they have children before their bodies are ready.
In Jordan, Zaatari sprouted in an area that had been an empty desert, transforming in just a few short years into a sprawling slum city currently housing nearly 80,000 Syrians.
Since UNFPA began its operations in Zaatari in mid-2013, doctors have delivered more than 6,500 babies in the camp - 5 percent of them born to mothers younger than 18.
Girls Not Brides estimates about 13 percent of girls in Syria are married before their 18th birthday, and 3 percent become brides before they turn 15.
But the child marriage rate among Syrian refugees in neighbouring Jordan is far higher - more than doubling to 25 percent in 2013, from 12 percent in 2011 when the war began, said the U.N. children's agency UNICEF.
The charity Save the Children says many Syrian refugee families marry off their daughters to provide them financial security or protect them from sexual violence perpetrated by other men in refugee camps.*


La violencia es doble contra las mujeres, triple en el caso de las niñas y adolescentes. Padecen la violencia de la guerra, la de ser mujeres y la de ser niñas a las que se les destruye el futuro posible.
La guerra de Siria (o las varias guerras que hay en Siria) es un vergonzoso ejemplo de la poca importancia de las personas frente a las estrategias y al equilibrio de poder en la zona. No se entiende muy bien qué tipo de final tendrá una guerra que se supone que es "civil" e "internacional", "religiosa" para unos y "sectaria" para otros. Es difícil poder parar una guerra que ya no entiende nadie. Pero sí es más fácil ver las imágenes de la destrucción y proyectar hacia el futuro lo que supone lo que está ocurriendo allí y en los espacios que se han generado alrededor de los desplazados.
En octubre de este año, Gabriella Nassif, del Centro de Estudios de la Mujer en el Mundo Árabe, escribía en The Conversation sobre la cuestión del matrimonio infantil en los campos de refugiados:

Rates of child marriage have increased dramatically as a result of mass migration worldwide.
Humanitarian crises greatly exacerbate gender inequality and gender-based discrimination. Women and adolescent girl refugees face increased risks of gender-based violence, including unwanted pregnancy, HIV infection, maternal death, early and forced marriage, rape, trafficking, and sexual exploitation.
The vulnerable position of migrant women and adolescent girls is nowhere more evident than in the Syrian crisis. Estimates suggest that 13.5 million people in Syria need humanitarian assistance; 6.6 million are displaced within Syria; 4.8 million Syrian refugees have fled to Turkey, Lebanon, Jordan, Egypt and Iraq.**


Nassif se centra especialmente en los datos de Líbano, donde el fenómeno es similar al que ocurre en los campos de Jordania. En otros lugares ocurre lo mismo.
La cuestión tiene dos dimensiones: la exterior, que abarca a la recepción de las personas en el país de llegada, en donde se pueden producir esas "adquisiciones" de las niñas con la promesa de las mejoras de la situación de ella o del conjunto de la familia a través del matrimonio; y la "interna", la que tiene como escenario la comunidad siria y que busca el liberarse de las niñas transfiriendo la responsabilidad a los maridos y sus familias.
En el primer tipo de caso, las niñas sufren la violencia de la entrega a los que vienen buscando. Recordemos que hay países, de los que aquí hemos hablado, en los que estas circunstancias se dan incluso sin las circunstancias de la huida. Aquí tratamos varias veces la cuestión de los llamados "matrimonios de verano", mediante los cuales los hombres ricos del Golfo se dirigían a las familias humildes y necesitadas egipcias para ofrecer hacerse con sus hijas, muchas de las cuales eran devueltas a las familias pasadas algún tiempo. El entonces ministro egipcio de Justicia, al-Zind, de infausta memoria, estableció una fianza de 50.000 libras egipcias cuando las diferencias de edad excedieran entre el hombre y la niña cierta cantidad. El dinero se debía abonar en un banco egipcio y el comprador lo perdía si la niña era devuelta a la familia. Las organizaciones humanitarias y de defensa de la mujer protestaron contra esa vergonzosa norma que no solo no arreglaba el problema sino que le ponía precio. Afortunadamente, al menos el ministro ya no está, pero el problema sigue. También en Egipto se han denunciado las visitas a los campos a adquirir esposas disfrazándolo de "honesta" proposición para aliviar las cargas de la familia, como un acto de caridad de piadosa intención. Eso es la fachada del tartufismo para conseguir su objetivo, obtener niñas.


Desde el otro lado, del de las víctimas de la guerra y de los abusos, Gabriella Nassif nos advierte de no entender el fenómeno como una cuestión intensificación de la "tradición", sino entenderlo como un incremento de la "necesidad":

This growth should not be interpreted as an extrapolation of an earlier “cultural” practice. Instead, activists are urging aid agencies to analyse the practice of early marriage as a last resort; a desperate response to the extreme circumstances of refugee livelihoods.
Among Syrian refugees, marriage is often thought of as a way for families to protect their daughters against the cycle of poverty and sexual exploitation that affects women and girls disproportionately in conflict settings.
As a Save the Children report notes, refugee families have very limited access to resources, financial or otherwise, leaving them with limited options for protecting their children.
Many families see marriage as a way to get young girls out of their current refugee status: marriage to Lebanese men affords them the right to claim Lebanese citizenship, effectively allowing these girls to leave refugee camps and settlements.
Marriage is also used to obtain entry visas to other neighbouring Middle Eastern countries. It is common knowledge among refugee communities that border guards and agencies are much more lenient towards allowing refugee families to enter, versus the sole male or female refugee.
Financially, unmarried girls are often considered both a burden and a source of worry. Married, these responsibilities are transferred directly to the husband. In interviews conducted with Syrian refugees in the Bekaa Valley, a CARE International report found that unmarried girls noted feeling “rejection from their families” as they are seen “as an added burden to protect and a source of worry regarding their so-called ‘honour’.”
Girls sometimes find themselves desiring marriage as a way to avoid the overwhelming sense of being a burden for their families, especially when this burden concerns whether or not families will be able to feed all members equally.**


Sin embargo, no es sencillo separar ambos factores. Evidentemente son la "necesidad"  y la "preocupación" las que hacen desprenderse de las hijas, pero es indudable que se hace en el marco de la "tradición". Los que ven a las hijas como una carga en la situación, ya las consideraban así. Si antes eran una "carga" soportable y ahora lo son "insoportables" es una cuestión de grado.
La forma en que las niñas ven el matrimonio como una salida a la propia situación solo obedece a la extrema vulnerabilidad en que se encuentran. La frase de Nissef, "married, these responsibilities are transferred directly to the husband", lo dice todo. No se trata tanto de la seguridad, sino de la responsabilidad. Esta pasa a manos del marido, que será quien deba vigilarla para evitar los males mayores.

Pero esos males de los que pueda protegerla (o no) no anulan el propio mal del matrimonio infantil en sí. El reportaje de Ahram Online-Reuters en los campos jordanos recogía ejemplos de esta cuestión doble, el peligro de los campos y el peligro del matrimonio infantil. De los campos se puede salir, como la guerra terminará, pero el matrimonio infantil es otra cuestión:

When Elhem fled her hometown of Daraa in Syria, she did not imagine that two years later in 2014, she would get married at age 13 to her older cousin in Zaatari camp.
She said it was not a decision borne out of love or romance, but did not elaborate further.
Elhem said she has never been to school, which UNFPA says is a key risk factor for child marriage.
With no schooling or sexual education, generations of girls and women are not aware of the physical, mental and sexual health risks associated with early marriage.
"It's very challenging, it's very hard to convince them not to marry young," said Samah Al-Quaran, a UNFPA health worker in Zaatari camp.
Girls who marry young are more vulnerable to domestic and sexual violence, said Al-Quaran.*

No es fácil evaluar los daños reales de una guerra más allá de lo visible. Ni los muertos, ni la destrucción pueden dar una idea aproximada de los daños que quedan en las personas, marcadas para toda la vida y marcando a los que les rodean. Si reuniéramos todos los parámetros que se miden de forma separada y pudiéramos hacer una evaluación conjunta, nos asombraríamos.


Lo que se destruye en una guerra de este tipo es lo que menos valoramos: lo cotidiano, la normalidad, la seguridad de las rutinas. Si el punto de partida ya era malo, lo que se hace es incrementar todos los problemas que se reparten de forma desigual. Esas niñas y sus hijos son la próxima generación. Entre ellos habrá solo una quincena de años de diferencia. Los problemas a los que se enfrentan son inmensos. Solo la reconstrucción física de Siria necesitará décadas. Las ayudas que estas jóvenes necesitarían se destinarán a otras muchas cosas. Sin estudios, sin preparación para la vida, con familias perdidas o desaparecidas, entregadas a matrimonios en circunstancias terribles..., su futuro es muy oscuro. Una chica de 15 años que se case ahora, lleva viviendo desde los diez años en un mundo lleno de peligros, de destrucción, de muerte. Puede decirse que solo ha conocido ese mundo, que ha vivido inmersa en el miedo.
Cuando salgan de esta guerra, de esta situación terrible, se enfrentarán durante el resto de su vida a lo que señala el artículo, a la violencia doméstica y sexual, a la que son más vulnerables porque carecen de preparación alguna. Cargadas de hijos, sin estudios, totalmente dependientes, con el sentimiento de que les han salvado la vida al casarse con ellas, carecerán de recursos para enfrentarse a lo que les espera.


La maternidad en mitad del caos, a edad temprana, es la gota que hace desbordarse la situación, pues a la preocupación por ella misma se añade la de la preocupación por los hijos que nazcan en el campo o por el camino.
Ahram Online terminaba el artículo con una observación sobre otra dificultad añadida: la falta de control de las mujeres sobre la natalidad. A la situación precaria, al matrimonio temprano, se une la maternidad:

Al-Quaran said she has seen many cases of husbands determining the use of birth control. She said many men opt for short-term solutions, such as condoms or contraceptive pills, so he can control exactly when his young wife becomes pregnant.
"The decision for family planning within this culture is with the man. The man decides if he wants children or not. It's not up to the mother," she said. "This control is a sort of violence."
In June, the U.N. Human Rights Council adopted a resolution calling for an end to child, early and forced marriage, and recognising child marriage as a violation of human rights.
Ending child marriage by 2030 is one of the targets within the new Sustainable Development Goals adopted by world leaders at a U.N. summit last year.
At Zaatari, Elhem says her only hopes and dreams are for the sleeping baby she is holding.
" The most important thing for me now is to raise my child and to give him a decent life with a good education. All I care about is the future of my son."*

La desigualdad, de nuevo, hace que su destino no esté en sus manos. El artículo se cierra como empezó, en la sala de partos, con la joven Eham con un niño en sus brazos. Su hijo le da un centro psíquico al que agarrarse frente al caos y el horror que le rodea. Es alguien a quien cuidar, con quien dar salida a la extraña soledad de estar rodeados de miles personas en lugares precarios, en los que se sustituyen muchas veces unas formas de violencia por otras.
La violencia de la guerra y el desplazamiento, la violencia de género que sustrae el destino de sus manos arrojándola en manos de aquellos que dicen protegerla, y finalmente la violencia que supone destruir la infancia o la adolescencia con una maternidad que marcará su futuro de dependencia.
La guerra es absurda, pero la lógica de su violencia no lo es. Sigue la lógica de la violencia de género. Los matrimonios infantiles solo se pueden considerar como una forma de "protección" si se entiende que existe primero la "agresión". Tanto una como otra van contra la mujer.




* "Syrian girls flee war only to become mothers in Jordan camp: Reuters feature" Ahram Online 15/12/2016 http://english.ahram.org.eg/NewsContent/2/8/253141/World/Region/-Syrian-girls-flee-war-only-to-become-mothers-in-J.aspx

** "Syrian girls are being pushed into child marriage in Lebanese refugee camps" The Conversation 17/10/2016 http://theconversation.com/syrian-girls-are-being-pushed-into-child-marriage-in-lebanese-refugee-camps-66967



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