viernes, 30 de diciembre de 2016

Con un poco de ADN basta

Joaquín Mª Aguirre (UCM)
Las tensiones creadas sobre las cuestiones raciales en los Estados Unidos han tenido su culminación en las elecciones presidenciales que han llevado a la Casa Blanca a alguien portador de un equívoco mensaje. Deliberadamente equívoco, podríamos señalar. El hecho de que haya recibido el apoyo de los grupos racistas, de la Supremacía Blanca y del KKK hace ver que el mensaje que Trump ha llevado no ha sido precisamente el de la integración.
La idea de la "América blanca" resentida tras dos legislaturas con un presidente negro al frente ha sido aprovechada en la campaña. Los que la niegan lo hacen con el cinismo de las medias palabras y las insinuaciones. Los incidentes se han sucedido a lo largo de la campaña y los incidentes racistas han aumentado respecto a los habituales en el tiempo electoral, un largo periodo que va de las primarias a la elección presidencial, tras la cual se multiplicaron. Los que había contenido su rabia racista consideraron que había llegado "su tiempo", el de vaciar Estados Unidos de esa gente que les roba, ataca, viola, etc. según las ideas expresadas por el propio candidato, hoy presidente electo, para definir a los hispanos o explicar la situación de los guetos. Para Trump la "raza" ha sido un elemento esencial de la campaña. Lo ha utilizado incluso contra sus propios "compañeros" republicanos en las primarias. Los insultos proferidos contra Michelle Obama ("mona con tacones") causaron un impacto en los medios liberales mientas que eran festejados por los que parecían dispuestos a mandarla a África.
La sociedad norteamericana se enfrenta a un asunto peliagudo: su propia identidad como sociedad mezclada. El debate sobre la "raza" no es científico, sino político y cultural. Se plantea precisamente cuando se llega a un punto de discriminación que hace que no se pueda aceptar al otro más que como un mal, como un cáncer sobre el que se acumulan los elementos negativos para justificar la separación y la supremacía. Los que están articulando esta forma de sentimientos son responsables del retroceso, que ellos ven como "recuperación", pues ese ha sido el eje central de la campaña de Trump, la llegada de un ilusorio tiempo en el que "América" se libere de sus parásitos y sea restituido el "orden blanco".


Recordamos aquí cuando recogimos el demoledor informe elaborado por las escuelas norteamericanas que había usado tradicionalmente las lecciones para que sus alumnos aprendieran el valor de la democracia, del debate, etc. Los resultados obtenidos esta vez eran tremendamente preocupantes; lo que la campaña había traído era un profundo enfrentamiento social.
The Washington Post recoge estos días una experiencia realiza en la West Chester University. Susan Svrluga ha recogido en su reportaje, titulado "To bring a divided country together, start with a little spit", los efectos de un poco de saliva para una prueba de ADN entre los alumnos de la profesora Anita Foeman. La profesora ha realizado un sencillo experimento: contra los mitos de las razas y la pureza, le ha enfrentado al mensaje de su propio ADN:

Anita Foeman’s students had just gotten the results from their genetic tests, and they couldn’t wait to talk.
One said her dad cheered when she told him she has Zulu roots. A girl with curly red hair said her family always gathers around a Nativity scene on Christmas Eve and sings carols over the baby Jesus, and this year, after learning that she’s 1 percent Jewish, she said: “We’re going to sing the dreidel song!”
When a white student said that 1 percent of his ancestry was African, two black students sitting next to him gave him a fist bump and said: “Yes! Brother.”*


Puede que no todos se lo hayan tomado con el mismo humor, pero se muestra lo que una sociedad preocupada por la "raza" provoca en la ocultación y mitificación de sus propias raíces. El racismo parte de una idea de "raza" que ignora la esencial mezcla de los seres humanos a lo largo de su historia. "Ser" se vuelve una vez más un verbo engañoso, un verbo que confiere una "esencia" que entra en contradicción con una realidad cambiante y dinámica en el tiempo. Por más que algunos hayan querido mantener los mitos de sus orígenes, el ADN revela lo que portamos, las mezclas de tiempos anteriores al racismo o el desarrollo en sociedades en las que eso no era una preocupación.
Lo que la Ciencia muestra —como en otros casos—  es muy diferente a lo que queremos creer. Nuestros conceptos se han formulando a lo largo de la Historia sin más fundamento que nuestro deseo agarrándose a lo que consideraba evidente y que se ha demostrado no son más que mitificaciones.
Los estudiantes que han descubierto tener sangre africana, judía o árabe, que no son tan "blancos" como pensaban son hijos de un sistema de ideas que se sigue manteniendo porque es una forma más de establecer diferencias y, sobre todo, de mantener el poder. No es otra cosa el racismo.
Han sido los conflictos, los enfrentamientos de nuevo sobre las razas lo que ha hecho a la profesora enfrentar a los alumnos a su realidad y reconsiderar sus mitos del origen:

At a time when tensions over race and politics are so raw, the stakes, Foeman said, seem particularly high. Her students have been talking all fall about riots, building walls, terrorist attacks, immigration, the election. “You can feel it buzzing around the halls like electricity,” Foeman said.
Asking people to take DNA tests — an idea that has spread to a campus wide effort at this public university — grew out of consulting work Foeman does in race mediation. Instead of a confrontational approach, trying to provoke people into recognizing their own biases, she wanted something that would pull people together, or at least give them a neutral place from which to start to talk. And with racial divides so stark, she wanted to add some nuance and depth.
She wondered: What if people started finding out things they didn’t know about themselves?
So she begins with a short survey asking people their race and what they know about their ancestry. They spit into a vial. Several weeks later, they get an email with an estimate of their ethnic makeup, a color-coded map of their past.
That leads to questions, stories and curiosity. It is a welcome reset from awkwardness, defensiveness, suspicion. Now that the DNA tests are cheaper, Foeman is able to ask all the students in her honors class — almost all of them freshmen just getting to know or redefine themselves — to take the test.*


Enfrentarse a los mitos del origen es enfrentarse al sistema de relaciones establecido a su alrededor. El que se considera "hijo de los pioneros" mantiene una visión del resto, una visión propietaria en la que percibe al resto como "invasores". Considerará a los otros como un peligro o como un gasto, en cualquier caso como una forma de agresión por su sola presencia.
El esencialismo de las razas nos lleva a pensar en ellas como compartimentos cerrados a lo largo de la Historia. Durante milenios, parece creerse, se han mantenido "puras" transmitiendo ese sentimiento de "superioridad" con el que  se mantiene la ilusión racista. Las mezclas son lo natural, lo que la historia ha producido antes de que el "prestigios" de un origen respecto a otro contribuyera a ese doble movimientos de superioridad propia y de inferioridad ajena.
De estudio realizado en la universidad salen consecuencias que deberían ayudar a reflexionar sobre el fenómeno del racismo:

Statistically, Foeman and her colleague Bessie Lawton have found people overestimate their European heritage and whiteness, and underestimate ancestry from other regions. Half the people think their families will respond positively to results before they take the test. Afterward, fewer than 1 in 10 think so.
“People don’t realize they think this stuff,” Foeman said. “They would say they have no prejudices. They just get quiet.”*

Evidentemente de Europa llega el "prestigio blanco". El racismo se complementa con los países de "prestigio", esencialmente los anglosajones que son quienes dieron el idioma y lo impusieron allí donde se hablaban otros, como el español o el francés, según los países que colonizaran las diferentes zonas que fueron agrupadas posteriormente en los "Estados Unidos". De esa  manera, idioma, nacionalidad y raza se refuerzan. Hablar otro idioma se considera como parte del problema y quien no lo conoce puede ser expulsado. Las campaña contra el "español", emprendida hace ya algunos años, forma parte de esa idea contra los "invasores" que dañan el país.


Sobreestimar los antepasados "europeos" y esconder los de otras procedencias es una maniobra deliberada que impone un "olvido" para mantener o inventar el prestigio. Durante décadas, lo inmigrantes llegados a los Estados Unidos cambiaban sus nombre para hacerlo parecer más anglosajones y así evitar discriminaciones en los ámbitos laborales o sociales. Esa práctica se ha mantenido durante mucho tiempo. El ADN no engaña y puede mostrar lo que se desconoce o se quiere ocultar, según los casos.
Los resultados de los tests de ADN les han enseñado muchas cosas a los estudiantes. Y también a sus familias.

The DNA test “helps us understand we’re not all from one special place, which is really peculiar to America,” Devor said. “Because we’re all from different areas, with different ideas that come with that ethnic culture. What makes America great is we have all those cultures combined.”*

"Razas" y "nacionalismo" son conceptos manipuladores que tratan de justificar un orden existente basado en la desigualdad. Se justifica mediante la segregación y el mantenimiento de las diferencias económicas, educativas, laborales, etc. Siempre se dirigen contra alguien. De ambas ideas se hacen derivar privilegios de unos respecto a otros. Nos olvidamos que los seres humanos somos muy anteriores a que aparecieran las ideas de razas y sobre todo las modernas naciones, que han sido inventadas en los últimos siglos cuando no en el XX. En su nombre se reivindica una diferencia que lleva a la discriminación, al odio y a un absurdo sentido de superioridad de unos frente a otros. En sus formas modernas, racismo y nacionalismo fomentan las identidades frente a las diferencias religiosas con las que nos enfrentábamos anteriormente. 


Hoy hemos comprendido que son peligrosas y más si se vuelven a envolver con el manto del fanatismo religioso. El "desfile nazi" en Taiwán nos hace pensar que algo falla en los sistemas educativos. Los que estarán al frente de la Educación en la nueva administración Trump son ya conocidos por sus ideas retrógradas.
Desgraciadamente, está ocurriendo de nuevo. El mundo se nos está llenando de racistas, xenófobos y radicales religiosos, tres enormes males que van contra la Ciencia, la inteligencia y el sentido común. En ocasiones se refuerzan unos a otros y vuelven a juntarse haciendo retroceder a la Humanidad, un concepto que nos engloba a todos y por cuyos derechos se han dado muchas batallas contra la intransigencia, el fanatismo y la ignorancia, lo peores males. Unos creen que vinimos al mundo distintos, otros creen que el mundo venía ya con fronteras marcadas y otros, finalmente, que Dios les ha elegido a ellos. El ADN explica que no hay justificación para el racismo, construcción ideológica que contradice la realidad de las evidencias. Pero ¿qué les importa a ellos?
La idea de la experiencia realizada con los alumnos es tratar de mostrarles que la idea de la raza pura es una fantasía, que todos tenemos en nuestro ADN las huellas de un pasado remoto en el que no construíamos diferencias como lo hacemos ahora. ¿Servirá de algo? 
Un poco de ADN ha sido suficiente para cambiar algunos puntos de vista.


* "To bring a divided country together, start with a little spit" The Washington Post 24/12/2016 https://www.washingtonpost.com/news/grade-point/wp/2016/12/24/to-bring-a-divided-country-together-start-with-a-little-spit/?hpid=hp_hp-top-table-main_dnatesting-830pm%3Ahomepage%2Fstory&utm_term=.79d6ac9ac466








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