lunes, 28 de noviembre de 2016

Ya no valen las sonrisas

Joaquín Mª Aguirre (UCM)
Es difícil seguir sosteniendo que el universo se equivoca cuando todas las evidencias apuntan en la dirección contraria a la que el gobierno egipcio sigue sosteniendo. No sé cuánto tiempo se pueden seguir sosteniendo teorías conspiratorias, de falta de comprensión, etc. Nos preguntábamos estos días pasados, en "La entrevista portuguesa", en qué mundo vivía el presidente Abdel Fattah al-Sisi. Se lo están preguntando en muchos lugares. 
Los medios progubernamentales siguen empeñados en repetir que los propios medios informan mal, dándose la paradoja de que solo se deben leer los medios que digan que no hay que leerlos. Pero así es el absurdo.
Conforme la situación egipcia empeora, las voces advirtiendo sobre lo que puede ocurrir se hacen cada vez más angustiosas y críticas. Egipto es el puente entre el desastre del Este y el desastre del Oeste. Un caos en Egipto es malo, primero, para los egipcios, después para la zona y finalmente para el mundo. Pero el jugar con la importancia geoestratégica, como hace también Turquía, tiene un límite. Los abusos, sin resultados, se acaban pagando.
Con el titular "International media reports criticise Al-Sisi, Egypt’s economy amid negligence by the state", Daily News Egypt se hace eco de cómo ven los medios internacionales la situación egipcia, de cómo es percibida la crisis y, sobre todo, de las responsabilidades de la presidencia en ella ante la ausencia de medidas eficaces, muchas de ellas desastrosas:

International media outlets have put President Abdel Fattah Al-Sisi under fire for failing to achieve significant economic growth since he took office in 2014, besides the state’s severe crackdown on dissidents.
The recent reports that accused Egypt and Al-Sisi of failure and violations of human rights have been silently received by Egypt with no response.
American newspaper The Washington Post published a report on Thursday saying that the International Monetary Fund (IMF) and the United States’ gamble on Al-Sisi’s capability of economic reform in Egypt is not likely to pay off.
It added that Al-Sisi wasted tens of millions of US dollars on unneeded mega projects, including the new Suez Canal. It also said the president used to turn a blind eye to western counsellors regarding economic reforms, besides his “brutal repression” not only of Islamists, but also of secular liberals, civil society activists, and journalists.


El diario se hace eco inicialmente del durísimo editorial publicado el 24 de octubre por The Washington Post en donde se deja ya de hablar de "Egipto" y se centra en la figura de la presidencia, responsabilizando a Abdel Fattah Al-Sisi del desastre que vive Egipto y las posibles consecuencias. El titular del editorial del periódico norteamericano era bastante explícito, "A bad bet on Egypt’s strongman".  Y carente de sutilezas.
Las posibilidades de Al-Sisi de ser aceptado internacionalmente como dirigente democrático del país pasaban por su capacidad para dos cosas: a) arreglar el desastre económico; y 2) cumplir la hoja de ruta hacia la democracia. Si Al-Sisi hubiera cumplido al menos una de las dos, la comunidad internacional habría sido más "sensible" a la situación egipcia. Lo que ocurre es que Al-Sisi ha fracasado en ambos empeños. No ha arreglado la economía, que ha ido al desastre actual, ni ha creado una democracia digna de ser llamada por ese nombre.
El Post ha tenido el detalle de llamarlo "strongman", que es más suave de lo que suele ser la expresión habitual en los medios internacionales. Las esperanzas de que cumpliera sus promesas económicas y políticas se desvanecieron pronto, casi en horas. Egipto no iba a avanzar en ningún terreno sin soltar el lastre.
Al-Sisi ha hecho lo único que como militar sabe: propaganda y fuerza de represión. Es lo que ha aprendido de sus mayores. La unidad política que tuvo tras el "no-coup" duró minutos tras las matanzas en las que trataba de demostrar que nadie se opone a los militares egipcios sin consecuencias. Ya entonces el sistema nació viciado. Las personas que podían haber sido útiles para la creación de una estabilidad política y económica, que podrían haber aportado ideas nuevas para emprender el camino, salieron huyendo espantadas ante tal demostración de brutalidad y sobre todo de ineficacia política.


El Ejército egipcio es el dueño del país en diferentes sentidos. Lo ha sido desde el principio. No hay sitio más que para los grupos que sirvan de apoyo a los candidatos que ellos llevan a la presidencia. Con Morsi les fallaron los cálculos pues a los islamistas se les sumaron los votos de muchas personas que no querían seguir bajo una presidencia militar y confiaron en las promesas de los islamistas de gobernar para todos. Pero desvelaron su juego autoritario demasiado pronto. Lo que era una petición de salida de Morsi y unas nuevas elecciones se convirtió en un golpe con respaldo popular y una posterior masacre que aseguraba que se habían quemado los puentes. Desde ese momento, la situación egipcia solo podía seguir el camino de la represión constante. Pero debía hacerse figurando que se estaba construyendo una democracia amenazada.
Al-Sisi —lo hemos dicho— ha jugado a tener el carisma de Nasser (la sisimanía) la piedad de Sadat y la mano de hierro de Mubarak. Pero es solo una defectuosa copia de los tres. Es el candidato que el Ejército puso para poder derrocar al inepto presidente Morsi, que engañó a los egipcios y se abalanzó con los Hermanos al asalto de la administración. Muy mala suerte tiene Egipto con sus gobernantes. Y la tiene no por casualidad sino porque cualquiera que pueda hacer sombra o criticar al gobernante acaba en la cárcel o en el exilio. Nunca ha habido democracia en Egipto. Los parlamentos han sido meros asientos de notables, favorables al poder y algunos discrepantes para hacer creer que existía oposición. El desprecio por el pueblo ha sido notable y más todavía por algo que pudiera llamarse voluntad popular.
El duro editorial de The Washington Post al que se refería Daily News Egypt señalaba:

EVER SINCE Egypt’s Abdel Fatah al-Sissi led a military coup against a democratically elected Islamist government three years ago, his apologists in the West, led by Secretary of State John F. Kerry, have hoped that he would launch economic reforms to revive the economy. The thinking is that more free-market policies, new flows of foreign investment and, eventually, growing prosperity would help stabilize Egypt after years of turmoil. In the meantime, Mr. Sissi’s brutal repression of domestic dissent could be overlooked.
For three years the former general ignored the entreaties of Mr. Kerry and other Western counselors. He squandered tens of billions of dollars provided by Saudi Arabia and other Persian Gulf allies on wasteful mega-projects, such as a new channel for the Suez Canal, and on propping up Egypt’s currency. Meanwhile, he conducted the most sweeping and violent campaign against dissent in the country’s modern history, jailing not just Islamists but secular liberals, journalists and civil society activists, including American Aya Hijazi.**


Las simpatías del Al-Sisi con Donald Trump tampoco ayudan demasiado a dar una visión más optimista del dirigente. Ha sido, una vez más, poco inteligente. Poner en él las esperanzas es una muestra más de poco sentido de la realidad. También tiene sus consecuencias en término incluso de opinión y valoración. Moverse con "amistades" como Putin o Trump no es un buen indicador para muchos.
Pasado el tiempo, los créditos político y  financiero han sido dilapidados porque las reformas que se tenían que haber realizado no se hicieron. Al-Sisi no ha desmontado el sistema corrupto egipcio, el que todo lo devora y dilapida, porque fue la persona elegida para sustituir a la cabeza. La retórica de la reforma no era más que una maniobra para evitar el descontento de los egipcios. Pasado el tiempo, los egipcios añoran el régimen de Mubarak ignorando que es allí de donde nacen sus desgracias. Es el mismo sistema, el mismo Ejército, los mismos jueces, la misma Policía, la misma administración contra la que se levantaron la que tienen delante. 


Egipto ha estado viviendo de prestado, de los millones y millones que costaba un sistema corrupto en el que nada se arreglaba porque era del negocio de las subvenciones del que vivían muchos. Se ha podido comprobar con el escándalo del trigo y de los fraudes de harinas y panes con las mismas tarjetas que debían evitar el engaño.
¿Cómo pretende Egipto cambiar algo si no cambia nada? Esa es la pregunta que muchos se hacen fuera y dentro. Ahora la paciencia de muchos se ha agotado. Se ha enemistado con muchos países de las formas más estúpidas. Y siguen pensando que todo son conspiraciones internacionales contra ellos. Los indicadores de todas las instituciones internacionales han caído, sean los que sean, de la educación al maltrato de género. Muestran el deterioro del sistema, pero nadie hace caso.
La sonrisa de Al-Sisi no es la de la Gioconda. No tiene misterio alguno. Es la de quien intenta convencernos de que lo malo no es culpa suya y que lo bueno está al llegar. Pero es demasiado tiempo, demasiado dinero, demasiada represión, demasiadas sonrisas, demasiadas excusas.


Los intentos de descalificar a los medios extranjeros, cuyo interés se nos dice una y otra vez desde los diarios estatales, es hundir a Egipto son ridículos pero gustan al protagonismo de los egipcios, a los que sus autoridades les repiten sin cesar que son la "madre del mundo", que son envidiados por tener el presidente que tienen.
Daily New Egypt recoge otros casos más allá del editorial de The Washington Post:

Meanwhile, Egyptian Minister of International Cooperation Sahar Nasr wrote an article for the Wall Street Journal that directly accused the Muslim Brotherhood’s one-year administration for the deterioration of the economy. Nasr said that the main challenge of Al-Sisi’s government is to bring back economic stability.
Nasr added that the latest economic decisions in Egypt are deemed a major step towards reform and growth in the Egyptian economy.
The Economist published a report on Friday in which it said that the $25bn were given to Egypt by Saudi Arabia after 2013, but that did not secure Egypt’s loyalty. It added that the Saudi money saved Egypt from an economic collapse, describing Egypt as Saudi Arabia’s “needy neighbour”.
According to the report, the main problem between Egypt and Saudi Arabia is the turmoil in Syria, as Saudi Arabia and Sunnis are backing opposition and rebel groups in Syria, while Russia, Iran, and Shi’as are backing Syrian president Bashar Al-Assad.
Egypt has shown little devotion to Saudi Arabia in its stance towards the turmoil in Syria, even though it’s a Sunni country, the report read.
These were not the first reports to criticise Egypt’s policies and accuse Al-Sisi of failing Egypt. The Economist and Bloomberg previously published media reports that directly accused Al-Sisi of failure. However, Egypt’s Foreign Affairs Ministry used to respond to such reports.*

Los saudíes les han cortado el petróleo que les daban después de lo ocurrido con la votación a favor de la propuesta rusa por parte de Egipto. Ya no saben cómo decirlo y se han hartado. Habían advertido anteriormente que el dinero dejaría de darse gratis. Y lo están cumpliendo.
La falta de compromiso de Egipto con la cuestión siria no es nueva. Egipto usó como excusa su propio terrorismo para no participar. Un análisis más detallado podría dar con el miedo de Al-Sisi a acabar con un fracaso militar, como Nasser, que le debilitara a los ojos de un pueblo que sigue convencido de que vendrá un gran soldado que les liderará hacia una victoria no se sabe dónde.
Lo que parece ya evidente es que a Al-Sisi se le ha acabado el crédito internacional. Las reformas van a ser dolorosas sobre un pueblo al que se le ha mantenido en la debilidad, al que no llega la educación ni los avances. Solo es 15%, que va menguando por su clase media, disfruta de los beneficios.


Mientras tanto, la prensa egipcia recoge que el país ha crecido en un millón de personas en apenas seis meses. La sanidad, la educación, todas las infraestructuras se resienten. Pero las principales preocupaciones son que Qatar va a emitir un documental hoy domingo (ayer) sobre el Ejército egipcio y el servicio militar obligatorio, por un lado, y el que los países occidentales se crean lo que dicen los Hermanos Musulmanes, que según los parlamentarios, crean muchos equívocos. Esto lo dice un país que acusa a Occidente de ser el creador del Estado Islámico para difamar al Islam.
Los islamistas de la Hermandad son un mal, sin duda. Pero eso no convierte en buenos a muchos de los que están sentados en el parlamento, cuyo comportamiento es deprimente en ocasiones y al que el propio pueblo egipcio no presta demasiada atención. Tampoco convierte en buenos a jueces, policías, funcionarios... que han hecho durante décadas lo que han querido con total impunidad. No se justifican así los encierros, juicios, prohibiciones de viajar, desapariciones de personas. Para eso no hay justificación y menos la de construir una democracia, como se pretende.


Las crecientes dificultades han hecho que la represión fuera creciendo. No se acepta la crítica porque la única cosa en la que creen es en la popularidad presidencial, que es la que mide la proximidad de un estallido social, como dice bien The Washington Post en su editorial criticando la falta de capacidad de Al-Sisi.
Ante la perspectiva de un nuevo mandato al que parece dirigirse, el desastre de la economía y de la política ya no admite más silencios. Lo que los medios, instituciones y gobiernos le están diciendo es algo obvio hace mucho tiempo: el 30 de junio representa un fracaso, no un momento de gloria nacional. Un fracaso del viejo modelo egipcio de islamistas y ejército enfrentados, como venía ocurriendo desde los tiempos de Nasser, al que intentaron matar. La culpa de esa brecha no la tiene nadie: es egipcia.
La sisimanía no admite términos medios. Con dos millones de nuevas bocas cada año, si se sigue este crecimiento, el colapso está cercano. Los conflictos por el azúcar, la leche, la harina, los medicamentos, etc. solo han comenzado. Los recortes de las subvenciones crearán más descontento y más desesperación.
El ahora presidente consiguió el apoyo con la promesa de que no sería otro presidente militar. Lo es. Hoy la presencia militar se ha multiplicado para controlar al país. No se ha solucionado ningún problema y sí se han agravado muchos.
Que se diga, irrita mucho. Pero es la triste realidad que los egipcios viven cada día. Los medios se limitan a recogerla.


* "International media reports criticise Al-Sisi, Egypt’s economy amid negligence by the state" Daily News Egypt 27/11/2106 http://www.dailynewsegypt.com/2016/11/27/601545/

** The Posst's View "A bad bet on Egypt’s strongman" The Washington Post 24/11/2016 https://www.washingtonpost.com/opinions/global-opinions/a-bad-bet-on-egypts-strongman/2016/11/24/a79f4b56-ad09-11e6-8b45-f8e493f06fcd_story.html?utm_term=.17aa8a84f8a3



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