jueves, 22 de septiembre de 2016

La virtud visible o la regla de la mirada

Joaquín Mª Aguirre (UCM)
Hace algún tiempo recogimos aquí la noticia de que en ciertos locales egipcios de hostelería no se dejaba entrar a las mujeres con velo. Explicamos entonces a qué se debía esta engañosa discriminación practicada por los propios egipcios sobre sus mujeres. La cuestión vuelve a estar de nuevo sobre el tablero al producirse los casos franceses de prohibición del burkini o el incidente en un restaurante de zona turística en el que unas mujeres con pañuelo fueron llamadas "terroristas".
El caso egipcio está emparentado con el de la hostelería francesa porque las diferencias culturales se resumen, en este caso, en una sola cuestión: la económica turística, cada una con su matiz. Los "intereses" se enmascaran como "principios".
Daily News Egypt titula un nuevo artículo sobre la prohibición del burkini, esta vez en Egipto: "Egypt also bans burkini, but no one bats an eye"*. ¿Por qué se produce esto? ¿No protesta nadie? El caso permite entender mejor la cuestión que se debate realmente y permite comprender la profunda hipocresía que se esconde tras estas actitudes.


Tras describir el "caso francés" y señalar la contradicción de las prohibiciones a las mujeres en nombre de las "libertades", Toqa Ezzidin, la autora del reportaje, pasa a revisar el "caso egipcio" en sus diversas variantes de prohibición, baños y bares:

Though the decision to ban the burkini contradicts with France’s secular principles, at least the majority of the French public who do reject the burkini claim that their reasoning is due to religious clothing being against secularism. However, in Egypt, a Middle Eastern country, where the majority of citizens are Muslim and the majority of women are veiled, several luxurious resorts have implemented their own ban and prevent women from entering pools wearing burkinis.
Society has constantly controlled what Egyptian women should and shouldn’t wear to various degrees, often encroaching on women’s comfort and freedom. Women are torn between what society wants, what society makes women think they want, and what they really want.
A young woman, who preferred to remain anonymous, told Daily News Egypt that she decided to wear the veil when she was 18; however, her family is considered aristocratic and they heavily criticised her decision. At first, they even prevented her from taking the step but she still wore the veil after what she calls “unjustified tension” with her family.
Veiled women are not only restricted from taking a dip in the pool, but also from entering some restaurants and bars. A group of women told Daily News Egypt some stories and incidents that happened because they choose to be veiled and the discrimination they have faced in a free, democratic country that is supposed to have no problem with the veil or the burkini.*


La explicación de todo esto tiene que ir poco más allá de las cuestiones patriarcales, que efectivamente consideran a las mujeres como reflejo —positivo o negativo— de la familia, criterio que se establece jerárquicamente y que solo puede ser enfrentado mediante tenso conflicto, como se señala en el ejemplo de la mujer que decidió a los 18 vestir velo. Eso era rechazado por la familia porque establecía un "imagen" de la propia familia.
El problema no es tanto religioso sino de la imagen religiosa que se quiere proyectar en la competición social por la piedad reconocida. La apariencia lo es todo en una sociedad que no deja de vigilarse, de observarse. Tanto los que eligen aparentar una forma religiosa como los que quieren aparentar otra laica imponen sus modelos a la totalidad de la familia, pues así serán evaluados todos. El "todo" se representa en la "parte" y negativamente la parte desprestigia al todo. Es el fundamento de los llamados "crímenes de honor"; las matan porque deterioran la imagen de la familia. Hace apenas unos días se difundía allí la noticia del ahorcamiento de una mujer a manos de su padre y hermano porque esta había decido abandonar a su esposo y marchar con otro hombre. La familia prefirió matarla y deja su honor, el de todos, a salvo. Espero que lo disfruten ambos de por vida en la cárcel.


Comenté hace unos días con unas personas egipcias el caso que recogimos aquí también de la mujer que acude a un tribunal para conseguir que le quiten a su propio hermano la nacionalidad egipcia argumentando que está casado con una mujer israelí, con quien tiene un hijo. Los jueces lo han aceptado y han cursado la petición al ministro del Interior para que se tomen las medidas ¿Por qué toma una decisión así? La excusa es que al casarse con una israelí se produce una "amenaza a la seguridad nacional", algo absurdo. Lo más probable es que tener un hermano con esas condiciones estuviera perjudicando su vida o la de su propia familia. ¿Quién quiere emparentar con alguien así? Solo, piensa ella, realizando ese gesto extremo los demás se convencerán de que ya no es alguien de la familia. Es un acto simbólico de ruptura legal.
Los alcaldes franceses que no querían burkinis en sus playas turísticas ni velos en sus terrazas de los restaurantes ocultaban el aspecto económico del posible miedo que pudiera causar tras los incidentes de Niza este verano. ¿Por qué los de las playas y no los de otros lugares? Es un acto cobarde y discriminatorio que pretende disfrazarse de "principios", un ropaje de apariencia más digna. Pero no hay nada de dignidad en hacer que una mujer se quite obligada un velo en una playa solo para no molestar a los que la rodean o para calmar su estado de ansiedad.


Pero lo sorprendente es lo que ocurre en Egipto y que no es de ahora. Es un nuevo caso de hipocresía social y, como dice la autora, una muestra de que son las mujeres las que pagan siempre. Ellas no son ellas, sino el cartel publicitario de los grupos o familias.
La hipocresía tiene su fundamento igualmente en el turismo, pero con un agravante. La ola de conservadurismo que surge tras la caída de los Hermanos Musulmanes es sorprendente. Cuando la gente se manifiesta para los islamistas abandonen el poder del que están abusando imponiendo una constitución antiliberal, que se han negado a pactar con otras fuerzas sociales, con el aumento del sectarismo, la medidas legislativas lesivas para los derechos de las mujeres (reducción de la edad del matrimonio, créditos cómodos para los segundo matrimonios para favorecer la poligamia, etc.), aumento de la censura en artes y espectáculos, etc. daría la impresión de que la sociedad egipcia es muy liberal y con tendencia al laicismo. Sin embargo, lo que ha ocurrido ha sido lo contrario: ha continuado el proceso avance del ultraconservadurismo moral y religioso, como hemos podido comprobar aquí día tras día, hecho tras hecho, desde hace años.


Egipto quiere el dinero del turismo y no puede prohibir a sus visitantes que se bañen en bikini; quiere que gasten el dinero en sus restaurantes y terrazas y sabe que el alcohol se vende y se consume. Lo que no quiere que se vea a una mujer con velo bebiendo alcohol en un restaurante o bañándose en una piscina o un "resort" con un burkini. Prefiere que se haga pasar por una extranjera y que nadie pueda decir que se incumplen los preceptos.
Se crea así una doble moral que acaba estallando como conflicto cuando la gente la cuestiona. ¿Por qué —se preguntan las mujeres egipcias— no podemos entrar en una playa con un velo o un burkini? ¿Por qué no podemos entrar en un restaurante? La respuesta es sencilla: los egipcios son los más virtuosos del mundo. Y la mujer debe estar bajo vigilancia.


Si se le pregunta a alguien que expenda alcohol no dirá que es liberal y que todos tienen derecho a elegir qué comen o beben. Dirá que si los no musulmanes quieren condenarse es cosa suya y que él les ayudará a hacerlo, que la prohibición es para los que son verdaderamente seguidores de dios por los que debe velar. Una mujer con velo es musulmana; una mujer sin velo, aunque sea musulmana, no lo parece. Si se descubre que lo es ya se verá qué ocurre, pero si no se descubre puede ser extranjera o cristiana.
De esta peculiar forma, el virtuoso se muestra más virtuoso y el que no puede serlo queda confirmado como infiel en sus gustos y maneras.
La autora del artículo lo cierra así:

The most mysterious part of all this, Abdel Hameed said, is that these bans and restrictions are happening in a country where the majority of women are veiled. Women are often considered as something to put a “label” on; subsequently families start to impose particular dress codes on their female relatives.
Regarding the attempts to ban the burkini in France, Abdel Hameed said that it was both terrifying and humiliating. She concluded that wearing the veil as a way to express one’s religion does not affect secularism whatsoever.
Regarding the perception of women’s rights in Egypt, a 2013 BBC poll claimed that Egypt is the worst country for women’s rights. Also casting a dark shadow, The World Economic Forum’s 2016 Global Gender Gap report said that Egypt is among the top 10 countries in terms of gender inequality.*

El misterio, como decimos, es relativo. Las "etiquetas" son esenciales en una sociedad patriarcal porque no existen las personas como individualidades —mucho menos las mujeres— sin partes de una totalidad, la que se genera en torno al eje, que es el patriarca. Naguib Mahfuz lo describió maravillosamente bien en algunas de sus novelas.


Si el miedo a las pérdidas económicas hace que en Francia se disfracen las prohibiciones de principios, en Egipto, lo hacen de virtudes. El turismo de resorts y playas quiere bañadores, pero son turistas, extranjeros, infieles, qué se puede esperar de ellos. Por el contrario, los que son de allí deben someterse a las reglas de la mirada.

La pregunta que queda es ¿por qué no afecta a los hombres? La respuesta es más sencilla: los hombres pueden burlar las etiquetas si lo desean porque son quienes las diseñan. Si quieren disfrazarse de piadosos, con cuidadas barbas y actitudes santurronas, no buscarán escenarios que no sean acordes con su disfraz. Si desean beber (como muchos hacen) o drogarse lo harán en la oscuridad de los hogares (las estadísticas de drogas en Egipto son muy altas). Lo considerado negativo tiende a negarse de raíz, simplemente no existe (como la homosexualidad o el ateísmo), aunque todos sepan que sí y que puede estar muy presente en la sociedad. La sociedad se vuelve hipócrita negando lo que practica, como aquel "escándalo" del diputado salafista que mintió al operarse la nariz (¡hermoso ejemplar!) diciendo que había sufrido un intento de robo. Primero se crea la regla de que uno debe seguir por la vida con la nariz que Dios nos da y se exige a todos, para después pasar por el cirujano. Cuando queda al descubierto el asunto, se muestra la obscenidad de la hipocresía. Sufrió en sus carnes lo que había criticado en otros. Es lo que ocurre cuando estableces normas y prohibiciones regulando la vida de todos y convirtiéndola en objeto del escrutinio de todos. Algún día te toca.
Esta obsesión por parecer virtuoso llega a ser enfermiza porque ser intransigente se considera parte de esa misma virtud. Para todo es necesario encontrar una justificación virtuosa aunque se escondan detrás los intereses más bajos.
En febrero, Cairo Scene publicó un texto interesante firmado por Seif Bibars, titulado "The War on Drugs: how Egypt was the first country to lead the charge and the last to back down".  Se señalaba allí:

We were one of the first countries to pursue a worldwide ban of the then legal trade of cannabis and its many derivatives, including hashish. In David Nuts' book Drugs Without the Hot Air a rather interesting passage reads, “In 1925 Egypt, backed by Turkey, proposed that cannabis be included in the Geneva International Convention on Narcotics Control. This was ostensibly on the grounds that 'chronic hashism' was causing widespread insanity, although since this wasn’t occurring in India (and still doesn’t in present-day Britain, for that matter), this was almost certainly an exaggeration of the problem. Egypt did, however, rely heavily on cotton exports, and may have been trying to protect its cotton industry from the competition posed by hemp cloth. The vote went in Egypt’s favour, despite opposition from India, and although the British delegate made a show of support for the colony by abstaining from the vote, Britain still signed the treaty.”
Based on the notion that hashish caused insanity, Egypt managed to get cannabis internationally outlawed alongside cocaine and heroin. In reality hashish does not cause insanity at all; in fact it's been used in Egypt since the days of the Pharaohs. The reality was that farmers were choosing cannabis over cotton as a more lucrative crop to grow. Egypt, whose exports at the time depended largely on cotton, found an ingenious way to ban the hemp plant, not only locally because that wouldn’t prevent the world from utilising hemp for its industrial properties for example making paper, cloth, and rope, but on an international level by proposing the worldwide ban at the League of Nations. Basically in 1925, prior to World War II and the rise of the United States onto the world stage, Britain was one of the biggest super powers in the world and due to their special political relationship with Egypt, were benefitting from Egypt's cotton production - they stood to lose a lot, economically speaking, if hemp production increased. Anything that Egypt did was primarily dictated by Britain; such a political decision at the time was influenced heavily by them.**


El mundo puede ser muy complejo, pero las formas de representarse suelen ser más simples. Pedir la prohibición del hachís era la excusa moral, algo que los ingleses —buenos ingleses— supieron movilizar bien en su provecho. Sin embargo los intereses reales, los económicos, iban por otro lado.
A diferencia de las drogas, que han quedado en el ámbito privado, lejos de la vista, las playas y restaurantes necesitan de público. Se quiere el dinero, pero no se quiere que parezca que los egipcios son iguales que los de fuera, dados por perdidos. Al mostrarse como "protectores de las mujeres", que es la justificación de la dominación, no pueden dejar que se muestren en los bares que vendan alcohol. Eso sería una señal de que no cumplen con sus obligaciones. No quieren, por decirlo así, la foto con el velo o con el burkini en esos espacios públicos. Por eso señalábamos en su momento que era un error considerar el burkini como un problema en las playas francesas, cuando es más bien lo contrario, como señaló la propia diseñadora que lo inventó: la forma de permitir a la mujer salir a la playa. Si el obstáculo era el bañador revelador de las formas, burlemos la regla de la mirada: no ven, pero me baño.


La mujer siempre está controlada porque lleva signos visibles. Para eso los lleva, para su control social. El hecho de que se incluyan cláusulas de prohibición en los contratos de algunos resorts egipcios, como nos cuentan las mujeres en el reportaje de Daily News Egypt, debería hacer comprender mejor el fondo de la cuestión. Muchas mujeres que querrían bañarse en una playa y disfrutar junto a sus hijos descubren con horror que la conjura de unos y otros, por motivos diferentes y algunos similares, trata de impedir que puedan hacerlo.
El titular del artículo — "Egypt also bans burkini, but no one bats an eye" — debería hacernos ver claro, pues se pregunta por qué se protesta por lo que ocurre en Francia y no por lo mismo cuando se hace en Egipto. La respuesta es tan clara y obvia que da cierto pudor decirla: Francia no es virtuosa y Egipto sí. Pero la hipocresía hace mucho aquí pues a los islamistas les interesa siempre mostrarse como víctimas fuera y como referentes morales dentro. Es decir, se quejarán de lo que ocurre en Francia pero lo practicarán en Egipto. La forma de sacarle provecho económico sin perjudicar la virtud o enfrentarse a ellos (más complicado) es la prohibición de la entrada a bares y restaurantes con velos o con burkini a piscinas y playas a los resorts turísticos. 
En 2013, en pleno periodo de control islamista desde el poder, el gran dibujante Andeel, dedicó un artículo a la idea de la censura que se estaba viviendo por los que hoy se quejan de haber sido apartados por demócratas del poder en Egipto. En el artículo se señalaba:

A lot of the world's fans of conservative ideology believe that human nature is a sinning nature. A lot of them also believe that without organized frameworks for people’s ethics the world would probably sink into the wells of lust. In laws and restrictions that control people’s behavior, lots of conservatives find a guarantee for safe ethical standards that will protect people from their own evilness and ugly deeds. 
Let’s ignore all the criticism hurled at this idea — that it enforces guardianship over people, and invests in people’s fear of punishment rather than any inherent desire to evolve — because some conservatives I know don’t find these negative aspects, they think they are actually advantages.***


Lo sorprendente del cambio egipcio es que no cambió nada: se quitó al presidente Mubarak, pero no se cambió el régimen; se derrocó a los islamistas, pero aumentan las condenas por moral, religión, la censura, etc. Las cárceles se han llenado de discrepantes liberales o socialistas, de laicos, cuando se supone que se derribó a un gobierno islamista para evitar que la religión se mezclara con la política. Las prohibiciones han aumentado. Los burkinis o el alcohol son solo una muestra, pero se han establecido penas para muchas otras prácticas que anteriormente no lo estaban dejándose a la gente sin vigilancia. La mirada se ha intensificado hasta volverse obsesiva. Quizá se haya vuelto una patología social difícil de erradicar de la sociedad, que se ha vuelto mucho más conservadora e intransigente.

2013

El corto período de gobierno islamista llenó los medios de quejas por la "ley seca" que aplicaron  a todos, con la prohibición del alcohol junto a otras. No hay que imitar su constante deseo virtuoso de prohibir. Las libertades suponen la elección por parte de las personas. Se tiene que notar la diferencia y es muy malo cuando dos principios opuestos dan el mismo resultado.

2013
Los estereotipos de los islamistas en las comedias egipcias —por eso fueron contra actores y directores en su periodo en el poder— los muestran siempre como poseedores de una doble moral que les lleva a prohibir lo mismo que se buscan en privado (como la nariz operada del salafista). La regla de la mirada implica la búsqueda de que te miren y vean lo que tú quieres que vean. La mujer lo padece porque es un ejemplo visible de lo que sus varones (padre, marido, hermanos, tíos) le permiten ser. La mujer debe mostrar públicamente, piensan, lo que es su modelador.
Espero que el otoño y el invierno traigan algo de reflexión y sentido común. en Francia y en Egipto. Tampoco tengo muchas esperanzas, si soy sincero.  




 * "Egypt also bans burkini, but no one bats an eye" Daily News Egypt 19/09/2016 http://www.dailynewsegypt.com/2016/09/19/egypt-also-bans-burkini-no-one-bats-eye/
** "The War on Drugs: how Egypt was the first country to lead the charge and the last to back down" Cairo Scene 11/02/2016 http://www.cairoscene.com/In-Depth/The-War-On-Drugs-How-Egypt-Was-The-First-Country-To-Lead-The-Charge-And-The-Last-To-Back-Down

 *** "Censoring the ship out of it" Mada Masr 13/10/2013 http://www.madamasr.com/sections/culture/censoring-ship-out-it

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