viernes, 30 de septiembre de 2016

El ser (o no ser) de Egipto

Joaquín Mª Aguirre (UCM)
Muy mal lo debe estar pasando el régimen egipcio para necesitar de nuevo los servicios periodísticos de Azza Radwan Sedky. La escritora vuelve a las páginas del estatal Ahram Online —el único que consideraba recomendable porque todos los demás esparcían rumores y mentiras sobre el régimen, según su artículo de hace unos pocos días— para cargar contra los medios extranjeros haciéndose una pregunta desde el titular mismo "Will Western media ever let Egypt be?"* Ya sea con un sentido "esencialista" o "existencialistas", ese "be" es a todas luces excesivo incluso para los medios egipcios, entre otras cosas porque nadie duda de su existencia o esencia por más que produzcan perplejidad muchas de las cosas que nos llegan desde allí, de la misma forma que maravillaron a los antiguos lo que llegaba del mundo faraónico.
Las discordancias se producen esta vez tras la visita del presidente al-Sisi a Nueva York, a la asamblea general anual de Naciones Unidas, un verdadero calvario por los problemas que los propios egipcios crean, como este año con la confusión en la emisión de las entrevistas con el presidente. Vayamos al principio.
Lo que ofende a Azza Radwan Sedky es que se considere a su bien amado presidente, general Abdel Fattah al-Sisi como un "dictador" y que como tal se le haya considerado. La primera parte de su artículo es una queja del maltrato conceptual dado al presidente egipcio y la segunda un tratar de meter el dedo comparativo con cosas como Guantánamo, etc. Las valoraciones sobre Egipto no pierden sentido por lo que Estados Unidos o cualquier otro haga o deje de hacer. Es ser de Egipto es el propio. 


Veamos la primera parte que es donde se concentran las "razones" del desacuerdo y la ofensa de los medios occidentales:

Again and for the umpteenth time I tell myself not to give Western media any undeserved attention and to ignore those who intentionally belittle from our efforts and tarnish what we hold dear and precious. And yet no matter how hard I try, sometimes I get so indignant that I must rebuttal, first to abate my anger, and second to illuminate those who care for the truth.
The Washington Post’s article on President El-Sisi’s meeting with US presidential candidates Hilary Clinton and Donald Trump on the sidelines of the UN General Assembly is today’s angst. “The Stark Difference Between Trump’s and Clinton’s Meeting with a Dictator” at first glance compares Trump to Clinton, but it also bears an incomprehensible but not very subliminal aversion to President El-Sisi.
After referencing President El-Sisi as the “Dictator,” intentionally not naming him in the headline, the article refers to the president as the general “who led the military coup against Egypt’s elected government in 2013 and has since overseen the harshest repression the country has known in a half-century.”
Ignorance is a bliss but overlooking facts or neglecting to mention them is an offence. Just a reminder, Washington Post Editorial Board, the “military coup” came as a response to the demands of Egyptians when a third of the country’s population went to the streets to seek change; the army had to intervene or else Egypt would’ve remained at a never-ending impasse.
The revolution, a more apt name for it, was not sprung upon them; the revolution was their own making.
As for the repressions, again the Washington Post ignores facts. Egypt’s plight against terrorism forces it to detain anyone connected to terrorism, or is gearing the country to further unrest. And amidst the chaos surrounding Egypt and despite all the powers that would prefer otherwise, Egypt is in a good place.*


Las razones expuestas tienen tres núcleos: a) Al-Sisi no es un "dictador"; b) no hubo "golpe de estado" sino "revolución"; y 3) no hay "represión" sino "lucha contra el terrorismo". Estas tres afirmaciones son las que, según Azza Radwan Sadky —y muchos egipcios—, Occidente "no entiende". Pero las entiende creo yo perfectamente; sencillamente, no las comparte.
Para justificar el desacuerdo se responsabiliza a los medios occidentales, a las conspiraciones internacionales, a los disidentes egipcios (de cualquier ideología), etc. Vayamos por partes y desde el principio.
La cuestión (a) es sencilla de entender. Abdel Fattah al-Sisi era el militar al cargo de la Inteligencia Militar egipcia desde 2010. Es decir, era la persona en el régimen de Hosni Mubarak que debía haberse dado cuenta de que algo ocurría en 2011 con la fuerza suficiente como para derribar al régimen o al menos a su cabeza visible. Fue ministro de Defensa con Morsi.
Un dictador puede ser definido por su forma de llegar y su forma de actuar. Se puede dar un golpe de estado y, sin embargo, llevar que de ese golpe salga una democracia. Para ello se debe dar el golpe contra una dictadura. Y aquí empiezan los líos egipcios.


Los egipcios se levantaron contra el régimen de Hosni Mubarak, que había sido elegido presidente en diversas ocasione, hasta completar su "reinado" de treinta años. Mubarak, como al-Sisi, ganaba por goleada en elecciones que no convencieron a nadie, especialmente a los egipcios. Pese a ser aceptado internacionalmente por sus acuerdos de paz en Oriente Medio, los egipcios no estaban demasiado de acuerdo con el presidente y menos con su partido político, una maquinaria electoral fraudulenta.
Los líos egipcios comienzan cuando se considera que Mubarak era un dictador y se le echa del poder pero se acepta su régimen, es decir, se recibe con los brazos abiertos a los militares que estaban a sus órdenes de facto. Por un extraño sentimiento inducido, muchos egipcios no consideran que estar bajo los militares sea un mal, sino que lo consideran la quintaesencia de lo egipcio y una necesidad como única fuerza que impone el orden. El Ejército egipcio vive todavía del prestigio de la revolución colonial y del nasserismo. Cuando Egipto se libera de los ingleses no tiene más que dos organizaciones: el Ejército y los Hermanos Musulmanes. Nasser utilizó a la Hermandad para conseguir el apoyo, pero pronto comenzó el enfrentamiento. Entre unos y otros se han encargado de que Egipto no tuviera más opción, debilitando cualquier intento de crear algo al margen, que es siempre debilitado y desprestigiado rápidamente.
El general al-Sisi es considerado por todo el mundo un "dictador" porque los gobernantes que proceden de los ejércitos y que han entrado en el poder por la fuerza —da igual quiénes les haya llamado— son considerados así.
A-Sisi podría haberse librado de la etiqueta cumpliendo su promesa de no ser "presidente" de Egipto. Fue él mismo quien venció las primeras resistencias de los liberales ante el golpe afirmando que no se presentaría a la presidencia porque no tenía ningún deseo del cargo, que el gobierno de Egipto seguiría siendo civil. Es aquí donde radica la etapa oscura o del "sueño profético". ¿Quiénes hacen cambiar de opinión a al-Sisi? La historia del sueño en el que se le presenta Sadat no merece la pena ser discutida por más que los egipcios adeptos al régimen lo consideren como una "señal" divina. Seamos serios.


Desde 2011, todo el proceso político se encaminaba a desalojar a los militares del poder. Uno tras otro, los tres presidentes de Egipto —desde la revolución de 1952— habían sido militares. El Ejército controla toda la vida política y económica por más que se muestre discreto y se haga querer como representación del espíritu y valores de Egipto. Esto no es más que una bien orquestada campaña de imagen que algunos han estudiado a través de la formas de la cultura popular —cine, canciones, iconografía, etc.— y que controla el país.
Con el gobierno de Mohamed Morsi se mostró que los egipcios querían un cambio. Muchos votaron por los islamistas, siendo liberales, laicos y demócratas, porque no querían más militares en el poder. Algunos egipcios me comentaban: "votar por Shafik —el candidato militar— es hacer buena la dictadura de treinta años de Mubarak". De forma un tanto oscura —de nuevo— Egipto se encontró con una competición entre un militar y un islamista, ambos prometiendo una democracia. Quedaron aparcados en una primera vuelta todos los candidatos demócratas o al menos civiles. La sociedad eligió a Morsi por dos motivos: unos porque eran islamistas y otros porque no querían más militares. Cómo diferenciarlos es lo complicado, por no decir imposible. ¿Se había vuelto el Egipto de la Primavera Árabe islamista?


El año de Morsi en el poder fue nefasto para Egipto y para la democracia. Fue una mezcla de prepotencia y dogmatismo y, sobre todo, del incumplimiento de sus promesas electorales de no llevar un programa islamista sino de gobierno para todos y hacer una consolidación de la democracia. Fue un asalto a las instituciones y la imposición de una retrógrada constitución. El mundo criticaba a Morsi cada vez que salía al extranjero diciéndole que no era una democracia lo que estaba construyendo sino que se comportaba como un dictador al no respetar los derechos de las minorías, mujeres, etc. Azza Radwan Sadky debería recordar esto también, las críticas fuertes a Morsi desde gobiernos (Angela Merkel, por ejemplo) y desde los medios.


Fue un periodo de represión fuerte encabezada por el entonces ministro del Interior, un viejo especialista que ya había ejercido en la época de Mubarak y con muchos muertos en su haber profesional. En el ministerio del Ejército se encontraba ya Abdel Fattah al-Sisi, que había dado el salto de la Inteligencia Militar al Consejo de Ministros.
Morsi llegó democráticamente al poder y se convirtió en un dictador inmediatamente, en cabeza de un régimen que no respetaba las reglas del juego democrático, represor, censor, etc. No hay que olvidarlo. Los egipcios no se levantaron contra la democracia de Morsi sino contra su intransigencia, dogmatismo y represión, contra el asalto islamista al poder e instituciones.
Vayamos ahora a la cuestión b), el "golpe". ¿Fue o fue? Evidentemente sí, pero esa no es la cuestión. El mundo entendió lo que había ocurrido en Egipto. Lo que advirtió fue sobre eso que al presidente no le gusta mucho para Egipto: los derechos humanos. Lo que no entendió el mundo es la brutal represión posterior.
Los egipcios no pidieron un golpe de estado, al menos la mayoría. El documento Tamarod o Rebel pedía el abandono de Morsi del palacio presidencial y la convocatoria de unas elecciones (también la ruptura de los tratados militares con los Estados Unidos). Lo firmaron más de veinte millones de egipcios.


El Ejército dio un ultimátum a Morsi para que aceptara las condiciones, salida y elecciones. Pero la soberbia de Morsi y su falta de sentido político le hicieron tomar las decisiones equivocadas. La excusa militar era buena: evitar una guerra civil entre partidarios del la salida y los islamistas, bien organizados. La decisión de intervenir con contundencia contra las sentadas de protesta, un auténtico fortín, abrió definitivamente la brecha.
Antes de la violencia, con la promesa de un gobierno civil y democrático, el "no-coup", al que Azza llama una "revolución", tuvo el apoyo de las fuerzas políticas y sociales, hasta de las religiosas. Todos —incluidos los salafistas— estaban allí para prometer que el golpe sería para bien, para todos los egipcios. Cuando la violencia y la represión comenzaron, los apoyos empezaron a desaparecer y a tener que afrontar los insultos y las difamaciones por no sumarse a lo que ocurría. El régimen emergente perdió los apoyos y se vip en la necesidad de jugar la única baza que le quedaba: la sisimanía.
Se trataba de crear una imitación de Nasser. Pero Nasser sacó a Egipto del colonialismo británico; al-Sisi, en cambio, lo metía de nuevo en su propio régimen de treinta años al ir regenerando a todos los que en primera instancia había encarcelado.


¿Hubo un golpe de estado? Por supuesto. La negativa de Morsi ayudó a ello. Posteriormente ha habido informaciones en las que se ha puesto en cuestión al movimiento Tamarod y se ha hablado de conexión con los servicios secretos. Tampoco sería sorprendente. Lo extraño es que no lo hubieran hecho. El Ejército egipcio es más que un Ejército; es un gigantesco imperio que muchos no están dispuestos a perder ni tan siquiera a que se controle por un parlamento, como hemos podido apreciar no hace muchos días cuando se ha pedido información sobre los sueldos. Los únicos que han aumentado son jueces, policía y militares.
Los estigmas de un golpe de estado solo se borran cuando se pasa a una situación mejor. El golpe se considera liberador. El problema egipcio es que el golpe no ha traído más libertades sino que se ha vuelto más intransigente y retrógrado que la propia época de Mubarak. Que se diga esto, acaba de soliviantar a Azza Radwan Sadky.


Esto nos lleva a la cuestión c), la de la "represión". En nuevo régimen nació manchado de sangre. Realizó una brutal represión llevada a cabo por el mismo que había reprimido en la época de Mubarak, en la época de Morsi y contra los islamistas atrincherados. El presidente hizo una especie de lavado de conciencia pidiendo permiso al pueblo para hacer lo que había que hacer y lo que hizo se acercó a los mil muertos.
Crecieron las voces de las personas diciendo que se debía cambiar al Ministro; nadie hizo caso. La represión se dirigió en primer lugar contra los islamistas, que comenzaron sus atentados. La guerra de Siria le permitió al régimen decir que ellos se estaban encargando de sus propias zonas y que lo hacían dentro de la estrategia internacional. Esto solo era verdad a medias porque cuanto más crecieron las voces criticando la falta de respeto a los Derechos Humanos, la represión —como sucede hoy— se dirige contra todo el que critique al régimen en cualquier sentido, sean problemas sectoriales o las islas regaladas a Arabia Saudí.


La represión, pese a lo que diga Azza Radwan Sadky ha crecido hasta límites superiores a los de Hosni Mubarak. Los desaparecidos existen y la impunidad en los crímenes y torturas también. Lo único que ha construido el régimen con profusión, además del segmento de Canal, han sido cárceles en las que las denuncias crecen. El caso del asesinato en plena calle de Shaimaa al-Sabbagh muestra que no es a los islamistas a quienes se reprime, sino a los liberales, demócratas, socialistas, laicos, etc. que son los que han levantado la voz contra el régimen, primero como advertencias, luego como críticas. Ahora solo quedan las voces de las que como la escritora tratan de justificar la mala prensa mundial del régimen egipcio desde todos los ángulos. Solo queda la propaganda ciega y agradecida ante un régimen con estallidos constantes de incompetencia, censura y corrupción no curada y otra nueva que esquilma el poco dinero disponible para un pueblo subsidiado y temeroso de que esos regalos le sean retirados. Más vale lo malo conocido.


El general Abdel Fattah al-Sisi solo tenía que haber cumplido la hoja de ruta que inicialmente se propuso. Hubiera logrado seguramente muchos apoyos internacionales. Pero pronto se desveló que el objetivo era el poder. Lo quisiera él o se lo ordenaran otros —lo más probable—, lo cierto es que al-Sisi se ha ido convirtiendo en una figura muy egipcia, la del dictador consentido. Es indudable que tiene apoyos, pero también que esos apoyos se basan en el mantenimiento de una situación hoy ya insostenible, en la tradición del mando militar desde su fundación moderna con Nasser y en una mentalidad caudillista del liderazgo.
Los escritos apologéticos se suceden intentando frenar de forma ingenua el descrédito exterior del régimen y, especialmente, el interior. Este se ha producido sin necesidad de ningún tipo de campaña o conspiración sino por la acumulación de errores garrafales en todos los órdenes. Hasta Rusia, un amigo generoso que lo prometió todo —de armas a turistas, de trigo a centrales nucleares— ha tenido que enfadarse seriamente con la incompetencia egipcia.


Egipto no funciona ni política, ni económica ni socialmente. Lo es porque los desafíos de levantar una nación no se puede hacer con un sistema corrupto que había llevado al desastre y la desesperación a los egipcios, que siguen manteniendo sus reivindicaciones: pan, justicia y libertad. El régimen no les está dando ninguna. Solo les queda pensar que no existe alternativa al Ejército, solo los islamistas, como el propio Ejército se ha encargado de demostrar. Se ha decapitado cualquier intento de desarrollo de una sociedad civil organizada para seguir manteniendo el control del país. Eso va del pan a la leche infantil de la construcción a la hostelería. El Ejército se aseguró de no perder el control de su imperio creando las necesidades de su presencia. Serían tan brutales las reformas necesarias para cambiar el sistema que nadie podría afrontarlas. Es el efecto de los subsidios: nadie muerde la mano que te da de comer.


Los intentos de al-Sisi de ser un gobernante amable se vieron desde el principio. Sus primeros gestos hacían pensar que realmente se iba a tratar de construir una democracia. Así se hizo con las enmiendas de la constitución islamista, que la dejaban más presentable. Sin embargo pronto se vio que el control de estado era el objetivo. La realización de las presidenciales le daba margen de maniobra para poder reorganizar la política creando un movimiento político de respaldo. Como se ha dicho, son en gran medida los empresarios los que han mantenido al régimen con sus apoyos. Necesitan "estabilidad" y situarse dentro de las esferas del poder. Las elecciones generales posteriores tuvieron muy poco respaldo popular (¿para qué un parlamento con tan buen presidente?, decían algunos). Nadie se las creía. Se trataba de escenificar una democracia, no de construirla realmente. La ley que se hizo para el reparto de escaño movía a la risa por ser tan burda en sus manejaos y debilitar a los posibles partidos que se presentaran. Puede que muchos egipcios, acostumbrados a décadas de elecciones fraudulentas no vieran las diferencias, pero desde fuera se perciben con claridad. El régimen no ha logrado pasar los estándares mínimos para levantarle al presidente la etiqueta que tanto molesta: "dictador".

Las cuestiones (a), (b) y (c) están profundamente unidas. En la vida real están entremezcladas y solo el análisis permite separar. La única conclusión lógica es que en Egipto solo hubo una revolución digna de este nombre, la del 25 de enero de 2011, que fue abortada mediante el descabezamiento del régimen pero no su desmantelamiento. La Junta Militar, la SCAF, se comprometió a la realización de elecciones con la pretensión de proponer un candidato que permitiera seguir controlando el país. Dada su desconexión de los demás partidos, presentó su candidato, encargándose de dejar fuera a los que podrían hacer sombra al candidato oficial. Una vez más, el Ejército falló en sus cálculos y estrategia, ganando los islamistas, sus simpatizantes y afines, con el apoyo importante de los que no querían más militares en el poder. Pero Mohamed Morsi fue incapaz de renunciar a su programa de islamización. Creyó que podría controlar a los militares, que le colaron en su gabinete a al-Sisi y al Ministro del Interior. Fue suficiente.
Si Tamarod fue apoyado o manipulado por los militares desde la sombra para desestabilizar al gobierno es algo que los historiadores podrán establecer en el futuro, estando hoy oscuro. Pero las decisiones del gobierno de Morsi están ahí y no fueron democráticas en casi ningún momento, entre otras cosas porque se habían deshecho de sus reformistas y moderados antes de las elecciones, jóvenes incluidos, exigiéndoles obediencia al líder.

La gente salió a la calle, pero a pedir democracia. No querían una dictadura. El gobierno de al-Sisi ha ido aumentando su autoritarismo conforme le fallan los recursos y la propaganda. Aun así, debe estar agradecido a que el papel de Egipto contra los islamistas ha sido bien considerado para la seguridad internacional y eso ha impedido un peor trato o sanciones. No debemos olvidar que hoy se condena a Egipto en todos los foros internacionales de Derechos Humanos, en Naciones Unidas y en el Parlamento Europeo.
No sé si es la vocación de al-Sisi ser un dictador. Probablemente no. Pero eso no quiere decir que no se pueda comportar como lo hace. Lo que hay ahora es una reedición intensificada por la mayor respuesta de lo que fue el régimen policial de Mubarak. Con una policía omnipresente y omnipotente, Mubarak consiguió salvar la imagen del Ejército y así lo vieron quienes les besaban y abrazaban en la Plaza de Tahrir, sin imaginar que poco después muchos caerían bajo sus disparos.


Azza Radwan Sadky se enfada cuando ve cómo tratan a su presidente. Me parece bien. Pero su enfado es el resultado de haberse acostumbrado al maniqueísmo reduccionista de la política egipcia en la que se considera egipcio al que está junto al poder y a todos los demás como enemigos del país. Es cierto que los islamistas son un peligro para la democracia por el sencillo hecho de que no son demócratas. Pero en Egipto se encarcela a cualquier que critica o discrepa con la excusa de que sirven a los intereses de los islamistas o que hacen mal a Egipto. Eso es un razonamiento absurdo y muy peligroso que se traduce en que las cosas son verdad cuando tienes el poder de encarcelar o hacer desaparecer a quien diga lo contrario.
Eso fue lo que comenzó a hacer el régimen cuando empezaron a fallarle sus cálculos, considerar enemigos a todos. Muchos de ellos dirigieron leales cartas al presidente, los periódicos las reprodujeron en forma de artículos. Pedían, casi imploraban, un cambio que les permitiera estar con la conciencia limpia. Pero no han sido escuchados. Los errores no existen y la situación egipcia es tan perfecta como su presidente.


Los que hicieron la revolución del 25 de enero han sido difamados, considerados traidores, agentes extranjeros, se ha pedido que se les retire la nacionalidad a algunos, se ha tratado de borrar su memoria y se ha matado a quienes iban a honrarles a Tahrir. No eran islamistas, eran personas que quería sacar a su país del sueño militar y de dependencia en el que se vivía durante décadas. Soñaron que eran libres entre botes de humo, disparos y camellos lanzados en su contra.
Hoy no se sueña, se vive una fantasía escapista en la que las críticas se llaman envidia y las advertencias conspiraciones. Pero solo Egipto conspira contra Egipto. El "ser" de Egipto que Azza Radwan Sadky considera que está amenazado por los medios occidentales solo está amenazado por aquellos que consideran normal la situación actual del país.


Egipto ha pasado muchos momentos duros, de carencia de libertades. Pero solo ahora pretende de forma ofendida que los demás le reconozca que esto es una democracia. No se puede hacer por respeto a los propios egipcios que, aunque a ella no le guste, están encarcelados, han sido censurados o han desaparecido; por respeto a aquellos que corren riesgos, son presionados por intentar describir lo que ocurre cada día desde medios menos afectos al régimen que los que la autora recomienda.
No tengo la más mínima simpatía por los islamistas; los considero culpables de muchos de los males de Egipto y de la situación internacional. Pero creo que los derechos humanos son universales. Mis simpatías están los egipcios que desean un país más libre y moderno, de convivencia y tolerancia y que por ello son difamados por esos medios que a Azza Rawdan Sadky le parece que dicen la verdad.



* Azza Radwan Sedky "Will Western media ever let Egypt be?" Ahram Online http://english.ahram.org.eg/NewsContentP/4/244622/Opinion/-Will-Western-media-ever-let-Egypt-be.aspx


jueves, 29 de septiembre de 2016

El espectáculo

Joaquín Mª Aguirre (UCM)
Dejo lo que tenía escrito hasta el momento y me siento en la simple obligación ciudadana de quedarme atónito ante lo que ocurre en la sede del PSOE, un tema del que deliberadamente me he apartado por verlo venir desde hace tiempo.
Cuando comenzaron a verse las actitudes de de los partidos políticos tras los resultados de la primera elecciones, ya se atisbaba que este era uno de los resultados posibles. Lo hemos dicho muchas veces: así no se puede hacer política en un país avanzado. Esta forma de ejercer la política y el poder en la que se trata de llevar todo a los extremos, una política a cara de perro, solo lleva a la destrucción de la política como forma de gobernabilidad estable de los países.
España tuvo un transición modélica —no porque lo diga yo, sino porque así lo proclamaron en muchos países, algunos de los cuales vinieron a informarse para hacer las suyas— y podría haberlo seguido siendo. No es casual que es estos últimos años unos de los deportes radicales y nacionalistas haya sido tratar de destrozar la imagen de la transición y del consenso como forma de resolver los grandes desafíos del Estado y del país.


La estrategia seguida por la nueva generación era destructiva porque denigrando la transición se mataban dos pájaros de un tiro: en primer lugar se desplazaban a los que habían estado en poder y después se podía romper el mapa existente. La transición había sido, según esta versión, una especie de conspiración para tapar las aspiraciones reales del país, una traición a las izquierdas, a los nacionalistas... Y muchos se lo han creído.
Al hilo de los efectos de la crisis económica y de identidad europea, las nuevas fuerzas consiguieron introducir sus discursos antisistema, antieuropeístas y de reestructuración del mapa político y geográfico español. En un clima de apatía, han conseguido parte de lo que querían: desestabilizar a la izquierda existente para enganchar a unas nuevas generaciones nacidas en la crisis y que ya no se identifican con lo realizado porque desconocen el punto de partida, la España anterior a la democracia y a la entrada en Europa.
En este clima revuelto, los partidos políticos son culpables de una verdadera falta: la incapacidad de haber realizado un pacto de Estado sobre la corrupción, auténtico banderín de enganche. Esta carencia ha sido un enorme fallo que les metía en un callejón sin salida. 
El pacto más fácil de todos, el más sencillo por evidente, se hacía imposible porque nadie quería desaprovechar las corrupciones del otro. En esta tesitura, los que se aprovechaban eran los que le llegaban al PSOE por la izquierda y al PP por el centro, fuerzas que ya no aspiraban solo a acabar con el bipartidismo —que aunque no haya existido nunca en España se nos convenció de que era el obstáculo— sino, como se ha mostrado con Podemos y compañía, buscaban desplazarlos por absorción o apisonamiento, como se ha podido comprobar. No, los problemas son la falta de flexibilidad política, el exceso de dogmatismo y un actuar estratégico con objetivos mal valorados.


Lo que está ocurriendo en el PSOE en estos momentos, en la puerta de su sede, en el hall de entrada con unos a los que no se deja entrar y otros que no quieren salir, es un espectáculo bochornoso. Nunca se debería haber producido, pero ha ocurrido.
Hay un responsable al que apuntan todos desde hace tiempo. Tiene nombre, apellidos y camisa blanca. Pero también son responsables los que no han querido intervenir y evitar que se llegara a esto. Demasiados cálculos.
El PSOE es el partido que más tiempo ha gobernado en la España democrática. Gran parte de las cosas buenas que tenemos —que son muchas— se deben a las políticas seguidas. Ha cometido errores como los han cometido otros. La política no es el poder, sino la gobernación, es decir, el conjunto de acciones para dejar un país mejor de lo que estaba cuando se llegó. Pero los discursos apocalípticos contra la Historia vivida y el sistema creado han hecho que la política sea enfrentamiento, negación y estigmatización de los otros. Eso es algo que un país moderno no se puede permitir porque el daño es enorme.


En la historia de los países, su modernidad consiste en resolver los conflictos básicos en las constituciones. La constitución es garantía y unión mientras que las políticas de los partidos son las que caben dentro de esos márgenes. De esta forma es posible que gobiernen unos u otros o mediante pactos, ambos, si el electorado está muy igualado. Esto en un país en el que se estigmatiza a los votantes del otro lado es imposible.
Durante mi vida he estado gobernado por socialistas y populares. Me habrán hecho más gracias unas cosas que otras en cada momento, pero siempre me he sentido gobernado democráticamente y amparado por una constitución a la que podía apelar si sentía que mis derechos eran vulnerados por unos u otros. Pero no es hasta hace muy poco que me he sentido insultado por unos o por otros si elegía libremente votar a quien me pareciera más adecuado en cada momento.
Lo que ocurre ahora en Ferraz y me imagino que en todas las sedes del PSOE será un estado de perplejidad. Muchos sentirán haber despertado de un sueño y descubren que la pesadilla era real.


No se puede dejar que esta situación se intensifique y extienda por el bien de todo el sistema político español. Es necesaria una reflexión sensata y recuperar la cordura, el sentido común y un fair play perdido en un combate que lleva ya demasiados asaltos y nadie gana por KO.
Se han pasado tanto tiempo estigmatizándose unos a otros, que el simple hecho de sentarse a dialogar lo consideran una traición y una debilidad de la que los buitres que sobrevuelan el escenario se aprovecharán. Han tenido que llegar dos desastres electorales para entenderlo, pero tampoco hay garantías de que todos los hayan hechos.
El problema no son los votos o cómo se reparten. El problema son los miedos surgidos por lo que puede ocurrir con las acciones que se realicen para la consecución del poder. No es un problema de votos, sino de estrategias y auto bloqueos, de miedo a los ataques si hago algo que beneficie a los que se quedarán con mis votos. Hay que volver a la naturalidad política, a pensar en los ciudadanos y en lo mejor para ellos. Menos ombligo y más cabeza.
Es mejor morir políticamente intentado que España sea gobernable, que hacerlo por convertirla en un caos ingobernable. Sobran estrategias, encuestas y cálculos; faltan buena voluntad y sentido del Estado.






miércoles, 28 de septiembre de 2016

Vivían en el paraíso, pero no sabían apreciarlo

Joaquín Mª Aguirre (UCM)
Los discursos triunfalistas se enfrentan a la realidad o a algo que se le parece. En un Egipto preocupado por manifestar que todo va bien, según el plan previsto, y que cualquier aspecto negativo es solo una invención mediática, la muerte de 180 personas que salen a la desesperada en un barco hacia Europa se convierte en un problema. Si todo va bien, ¿por qué se van? Aquí ya no se trata de que el ministro de sanidad le diga al niño de 13 años que se ha lanzado por el Mediterráneo para llegar a Italia y busca una curación para su hermano enfermo que en Egipto está la curación. Los muertos no cambian de opinión.
El hundimiento del barco ha llenado a Egipto de dolor y de contradicciones. Son muchas muertes en ese barco maldito, ese monumento a la especulación con el tráfico de personas. El dolor lo sienten muchos, pero la burbuja interesada en la que el egipcio vive ronda ya el insulto a la inteligencia y, en muchos casos, la villanía. Esas muertes representan una contradicción con el país que dibuja el régimen para tapar su incompetencia y su fracaso económico. 
Egypt Independent reproduce la información de Aswat Masriya las actitudes que han tomado frente a los muertos:

Instead of being mourned, the hundreds of migrants who lost their lives in the capsized boat tragedy are the target of scrutiny and attacks, as they are blamed for the own demise.
Over 160 people were killed after a boat carrying 600 migrants capsized off the coast of the Mediterranean on Wednesday in Burg Rashid, a village in the northern Beheira province.
Their reasons for seeking a better life abroad were questioned by government officials, media personalities and social media users alike.
“Egypt is full of jobs in the private sector and it needs its people to build it rather than migrate. I want to tell [the youth] that we all started small, I personally I used to get LE50 a month on my first job,” Mohamed Saafan, the Minister of Manpower said in a phone in on a talk show on al-Nahar al-Youm channel on Saturday.
The Cabinet spokesperson, Hussam al-Qaweesh, offered his condolences in a phone call to another talk show on CBC channel, but dismissed the idea that economic reasons are what drive people to leave.
“Illegal immigration requires a large sum of money, and I see that with that sum any citizen can easily start a project in his village. This can offer him a good income and save him from participating in these smuggling operations,” he said.
Mohamed Kashef, a researcher on migrant movements at the Egyptian Initiative for Personal Rights, explained that the trend of blaming the victim has existed in Egyptian society for a while, at least since 2011.*


Esta vez los traidores son los muertos, los que tratan de desacreditar los éxitos del gobierno, los que abandonan a los vivos para dejar al presidente en mal lugar. De haber sobrevivido habrían sido detenidos por crear, como leíamos ayer, una "atmósfera pesimista", por difamar al país. No recuerdo caso similar de tanta falta de humanidad, de tanta falta de vergüenza.
Los muertos son, además, "ricos". Con lo que cuestan esos pasajes gracias a las mafias ¡se podrían hacer tantas cosas! Qué maldad la de esos jóvenes que en vez de emprender en la sociedad egipcia, eligen invertir su dinero en viajes o desarrollar sus ideas en el extranjero. ¡Cómo es posible tamaña falta de amor hacia la madre de la humanidad!

Se trata ahora de iniciar las campañas para convencer a los que se quedan que viven en el paraíso, aunque no lo sepan. Deberían dar gracias todos los días por tener un presidente enviado a cumplir una misión salvadora, un gobierno que no se equivoca, un parlamento que se preocupa por sus intereses, un Ejército que solo vela por la seguridad de sus fronteras, una Policía incorruptible que respeta a los ciudadanos y unos jueces justos. Sin embargo, no lo hacen. ¿Cabe mayor desagradecimiento? Con su huida injustificada, los muertos han transmitido una imagen errónea del paraíso haciendo pensar que se van porque no son felices, que se van porque no hay trabajo, que se van porque no les gusta lo que ven cada día.

El diario cita la indignación de los que se sienten insultados porque otros emigran:

Local newspaper Youm7 published an article on Sunday citing seven facts about the crimes of illegal migration.
The article claimed that “terrorist groups exploit some of the young migrants to assign them to commit acts of sabotage and to join terrorist camps.”
Youm7 also argued that the punishments imposed for illegal immigration are futile, “and the young men who try to illegally migrate are seen as victims, so we need a legislative revolution from the parliament and harsher penalties.” *

¡Cuántas vidas se habrán salvado gracias a las muertes de esos futuros terroristas! ¡Dios es grande!
Pero dentro de este coro de piadosos ciudadanos respetuosos de la ley, de nobles ciudadanos que disfrutan del placer nacional, hay uno que ha merecido titulares propio y que va creando su propia leyenda grandiosa, el diputado Elhamy Agina, el hombretón que pedía a las mujeres que se dejaran mutilar con placer debido a la impotencia de los hombres egipcios.
Egyptian Streets, con el titular "Egypt MP Elhamy Agina Says Victims of Capsized Migrant Boat ‘Deserve No Sympathy’", recoge las palabras de este sabio varón:

Egyptian member of parliament Elhamy Agina has said that the victims of the migrant boat that capsized last week en route to Italy “deserve no sympathy” due to their participation in an illegal activity, Parlmany reported.
[...]
Agina, who is a member of the parliament’s human rights committee, said that Egypt’s youths attempt illegal migration in pursuit of an “unguaranteed fantasy.”
“Nobody tell me that somebody throws their son or themselves into such a mess and tell me it’s because they can’t find work in Egypt or because they are looking for a source of income,” Agina told Parlmany. “It is illogical that a source of income [for food] will make me commit suicide.”**


Gran maestro de la lógica, Agina ha logrado transformar a los muertos en delincuentes y a las familias en responsables de no evitar el suicidio de sus hijos. Con ello logra diluir la responsabilidad por la situación política y económica egipcia en el éxodo que se está produciendo. El solo deseo de querer salir de Egipto es visto como una afrenta. No te quejes de lo que te ocurra después ni pidas simpatía o solidaridad. ¿Han sido los muertos solidarios con los vivos?


Pese a la retórica, el gobierno egipcio lleva tiempo intentando sacar dinero de los expatriados o de los que quieren serlo. Aquí hemos tratado algunas medidas y otras están en ciernes para hacer que los dólares no salgan del país y que entren por las cuentas de los emigrantes, ante la desaparición de las divisas. Esto ya ha causado problemas con grandes empresas que han cesado sus actividades ante las exigencias de dólares y rechazo de su propia moneda.


Pese a los aires triunfalistas, la economía se encuentra en fuerte estado de debilidad, con las caídas del turismo y la salida de empresas. La economía no se deja convencer con los discursos y sabe lo poco que valen las promesas sin fundamento. Otra ministra señalaba hace unos días que los préstamos solicitados por Egipto no iban a ser ninguna carga y que no afectarían en nada a las acciones previstas por el gobierno. Debe ser el único país del mundo al que los préstamos no le afectan.
¡Menos mal que la imaginación y la inteligencia se encuentra a raudales en el gobierno! Egypt Independent da cuenta de las  iniciativas del gobierno para mantener el paraíso de la economía:

Egyptian President Abdel Fattah al-Sisi has announced his third major initiative to support the Egyptian economy by directing money from citizens' pockets to fund national projects.
Announcing the new scheme from Alexandria on Monday, Sisi called on all Egyptians to donate their "spare change" to fund national projects.
During the inauguration of the “Bashayer al-Kheir” housing project in Alexandria's Gheit al-Enab area, Sisi called on bank officials to find a mechanism to collect the small change resulting from banking transactions in a bank account that would be used to implement service projects.
"Change like 50 piastres and one pound in transactions can be put into an account for projects and services," Sisi said.
Since taking office in June 2014, Sisi has already suggested two initiatives to support the Egyptian economy: the "Long Live Egypt" fund, and the "Say Good Morning Egypt and Donate a Pound" initiative.
This new initiative has been dubbed "Leave the Change in the Banks".
The "Long Live Egypt" fund was launched originally in June 2014, but in February this year Sisi called on citizens to donate one pound each morning using mobile phones. Telecom Egypt and other telecommunications companies allocated lines for the donations through SMS.
When Sisi announced the launch of the "Long Live Egypt" fund, he also said he would donate half his salary, which stands at LE42,000 in total, and half his wealth to support the economy. A week later, the fund was established by the presidency.***


Con este tipo de iniciativas, ¿qué necesidad tienen de irse del país y morir en el Mediterráneo? Con su irresponsable decisión —suya y de sus familias—, los muertos han perjudicado a la economía dejando de dar una libra diaria o no dejando las monedillas del cambio en los bancos. Pronto el genio de Agina propondrá ante la Comisión de Derechos Humanos del Parlamento que se detraiga de los sueldos de sus familiares lo que los muertos dejarán de pagar. Es justo.
¿Hasta cuándo durará esta fantasía? ¿Hasta cuándo esa descripción de un mundo inexistente? Lo malo de la política egipcia es que se extiende narcótica por toda la vida social. Hay países que logran concentrar sus problemas y responsabilidades en un gobernante. En Egipto sucede lo contrario: los errores y deficiencias de los gobernantes se reparten entre traidores y conspiradores; el gobernante nunca tiene la culpa. Los egipcios no se equivocan ni eligiendo un mal presidente.
Acusar a los muertos de querer huir del paraíso tendrá el castigo de mantener el paraíso mucho tiempo. Pocos emigran por gusto, pero con los discursos oficiales no se come. No se podrá tapar con subvenciones, menos con préstamos, la falta de ideas y de confianza en la capacidad de los gobernantes.
Mi pésame a las familias de los muertos y a los egipcios que viven estas muertes con dolor.


* "Victims of Rashid boat tragedy blamed for their fate" Egypt Independent 27/09/2016 http://www.egyptindependent.com//news/victims-rashid-boat-tragedy-blamed-their-fate
** "Egypt MP Elhamy Agina Says Victims of Capsized Migrant Boat ‘Deserve No Sympathy’" Egyptian Streets 27/09/2016 http://egyptianstreets.com/2016/09/27/egypt-mp-elhamy-agina-says-victims-of-capsized-migrant-boat-deserve-no-sympathy/
**** "Sisi launches 'spare change' initiative to fund national projects"Egypt Independent 27/09/2016 http://www.egyptindependent.com//news/sisi-launches-spare-change-initiative-fund-national-projects







martes, 27 de septiembre de 2016

Matar ideas o la paz es otra cosa

Joaquín Mª Aguirre (UCM)
Daily News Egypt incluye en su página digital un pequeño y sencillo vídeo titulado "Murdered ideas" en el que se recogen los nombres de tres prominentes autores asesinados por radicales. Lo hace con motivo del asesinato a tiros, en plena calle, del escritor jordano Nahed Hattar. Junto a este último crimen, el diario recoge el del egipcio Farad Foda, en 1992, y el del libanés Mahdi Amel, en 1987. Los tres eran críticos del islam político y los tres fueron asesinados.
Egyptian Streets recoge así el momento del crimen:

According to state news agency Petra, Nahed Hattar, a prominent 56-year-old writer, was shot three times in the head just outside the court.
Eyewitnesses cited by Petra say that the shooter, who was arrested at the scene, appeared to be in his 50s and was wearing traditional dress.
“He [the gunman] was standing at a short distance of about one meter (yard) in front of Nahed on the stairs of the Supreme Court,” said a witness in a statement to The Associated Press.
“Nahed was accompanied with two brothers and a friend when he was shot. The brothers and the friend chased the killer and caught him and handed him over to the police,” said Saad Hattar, the victim’s cousin, according to the Guardian.
After the killing, Saad Hattar blamed Jordan’s Prime Minister Hani al-Mulki.
“The prime minister was the first one who incited against Nahed when he ordered his arrest and put him on trial for sharing the cartoon, and that ignited the public against him and led to his killing,” said Saad Hattar.
Responding to the killing, the Jordanian government’s spokesperson said that the “heinous crime” would be punished strongly.*


Entre oleadas de muertes terribles en el mar, en ciudades sitiadas y bombardeadas, el asesinato de Nahed Hattar forma parte de un particular drama que se repite en el tiempo: la eliminación de los obstáculos por parte de los radicales islamistas. Es un acto más de intransigencia, pero de una forma selectiva de intransigencia que busca eliminar la oposición dentro de una cultura y mantenerla mediante el terror.
Las muertes de intelectuales, palabra que muchos desprecian en Occidente, es un terrible drama pues descabeza a aquellos que conocen desde dentro las debilidades del islam político, su intransigencia profunda, su fascismo social y su manipulación de la ignorancia.
Pese a lo que opinen Valls y demás de que son capaces de cambiar el mundo musulmán a golpe de opinión y decreto playero, lo cierto es que como todo proceso cultural, solo es posible hacerlo desde dentro. Nada hace más felices a los islamistas que las actitudes histéricas de gobernantes, que como ha mostrado este verano Manuel Valls con los pechos de la Mariane republicana, creen que unas cuantas multas van a solucionar los errores cometidos durante años.


Los islamistas disfrutan escuchando cómo se crean barreras que hacen más fácil su labor, que es la del aislamiento y la manipulación de la "islamofobia", palabra que les hace estremecerse de placer. Como un perro pastor, les dirigen el rebaño hacia el redil donde esperan tranquilos a que lleguen los ofendidos.
Cuando los islamistas asesinan selectivamente lo hacen con personas que saben pueden debilitar su control y prestigio. Asesinan a personas que los conocen bien y saben cómo manipulan y retuercen las ideas para seguir controlando a la gente.
Los únicos que pueden conseguir una mejora real son estas personas que pueden llegar mediante ideas y argumentos a dejar en evidencia la intransigencia profunda que se esconde tras piadosas barbas y tradicionales vestidos, tal como se describe al asesino. Son las cabezas capaces de liderar intelectualmente la resistencia al avance de esa minoría que acaba reclutando cada día más personas para luchas contra los que se le resisten dentro.


The Jordan Times reproduce la entrevista realizada al rey Abdullah de Jordania en el programa 60 minutes de la CBS norteamericana. En ella, el rey jordano señala que « that “misunderstanding” of Islam and the region among Western allies and communities has impeded progress in the anti-terror war and global cooperation.»** La lucha ha perdido eficacia ante la incomprensión cultural de los gobiernos, think tanks, etc. que han sido incapaces de comprender los procesos culturales.
Una parte esencial de esos procesos lo configuran los intelectuales: artistas, escritores, periodistas, etc. La presión brutal sobre ellos cuenta con el apoyo de los gobiernos que consiguen así creen mantener saciadas a las bestias del terrorismo y evitar que vayan a más.


La acusación del hermano del escritor jordano asesinado va contra el primer ministro jordano que es quien encendió la mecha al permitir que fuera acusado de "insultar al islam". The Washington Post señala, citando a Reuters que «Hattar has been arrested before, for insulting the monarch. He is also a strong supporter of Syrian President Bashar al-Assad».*** La complejidad de lo que ocurre allí es grande, las líneas se enmarañan con los entrecruzamientos de grupos, religiones, políticas y rivalidades. Hattar era de origen cristiano, ateo, izquierdista, crítico del poder y anti islamista. Eso le hacía tener pocos amigos en la zona. Y con ello te llegan las denuncias que, con tan pocos amigos, son siempre vistas con satisfacción, como una forma de mantenerte ocupado. Y finalmente, alguien te está esperando a la entrada o salida del juzgado con un arma en la mano.

Los sistemas de denuncias son los mismos practicados en Egipto, donde cualquiera puede ser llevado ante los tribunales por un denunciante piadoso que estime que se ha ofendido al islam. Egipto tiene encarceladas personas, como la escritora Fátima Naoot por compadecerse de los corderos sacrificados, compasión que es considerada como "insulto al islam". Es el argumento constante, en el que cabe todo.
En Jordania, los Hermanos Musulmanes se han "modernizado" después de ser reprimidos por el gobierno jordano durante tiempo. Jordania los acogió cuando Nasser los perseguía en Egipto. Hoy se han cambiado el nombre y han hecho promesas de ser buenos y modernos. En Egipto también lo hicieron y acabaron como acabaron.
La complejidad es grande. El rey Abdullah tiene razón en lo que señala sobre los efectos de la incomprensión occidental: alimenta el radicalismo. De la entrevista en la CBS, The Jordan Times recoge sus palabras:

Islamophobia is another striking example of misunderstanding the region’s culture in the West highlighted by King Abdullah in the CBS interview.
If pushed into the corner with Islamophobia, Muslims are going to feel isolated, victimised and marginalised, he said.  This is exactly what Daesh and Al Qaeda want, he warned.
He explained the difference between the sweeping majority of Muslims who reject violence and extremists who tend to label even Muslims as heretics.
“If you look at the spectrum and understand that 90 per cent of us are traditionalists and have an affinity for Christianity, Judaism, I mean we’re all the three monotheistic religions, us being the younger one, and that our faith decrees the understanding of Judaism and Christianity, then we understand where we all are. It’s that misperception with the takfiri jihadists, that’s where the fight is. And they represent probably 2 per cent of Sunni Islam. That’s where the problem is. And if we’re being pushed into the corner through Islamophobia, that’s where the danger is, where we as allies, are not understood.”**


Pero sería engañoso hacer recaer en la islamofobia el problema. La primera fobia existente es la que elimina de la sociedad a los que manifiestan diferencias de criterio o de cualquier otra índole. La islamofobia no surge de la nada, sino de la percepción de que ese 2% que señala el rey jordano tiene el poder suficiente como para que se note su peso dentro y fuera.
La muerte de Nahed Hattar es una doble mala noticia. La primera, obviamente, por su muerte; la segunda porque es un aviso, una amenaza para otros. Con su muerte se trata de mantener el silencio de la crítica. 
La queja de los familiares y amigos es que la denuncia por "insultar al islam" se basaba en la profunda incomprensión del mensaje que había compartido en su página de Facebook, una caricatura. Egyptian Streets señala:

Hattar, who was born a Christian but considered himself an atheist, was known for his controversial views in Jordan and had been charged after sharing a Facebook cartoon depicting a bearded man in heaven. The bearded man was shown smoking in bed with two women while asking God to bring him a wine and cashews.
Critics said that the cartoon mocked Islam, however Hattar said that the cartoon, entitled ‘The God of Daesh (ISIS)’, was meant to reveal ISIS’ hypocrisies and how it believes God and heaven to be.
Hattar was arrested but was released two weeks later on bail pending trial.*

Los que aceptaron la denuncia contra él tampoco lo entendieron o no quisieron entenderlo o lo usaron como una excusa para poder tenerlo un par de semanas encerrado a ver si se tranquilizaba un poco. Con ello, como se queja la familia, solo consiguieron ponerlo bajo el punto de mira del primer fanático que decidió esperarle en la entrada del juzgado.
Las reflexiones sobre la naturaleza común del judaísmo, cristianismo y el islam son ciertas. Pero la cuestión en el islam es qué se hace con los ateos como Hattar. La cuestión no son las raíces comunes de las religiones, sino el derecho de las personas a creer en ellas, a practicarlas o a vivir conforme a sus propias conciencias. Algunas religiones han conseguido no matar a quienes dejan de creer en ellas, incluso algunos rezan por sus almas inmortales. Decir que los creyentes quieren la paz se debe compensar con desear la paz igualmente a los no creyentes... a los que no creen en nada. Es ahí donde está la cuestión. Mientras no se acepte internamente la tolerancia y se siga enjuiciando y encarcelando a personas, como se sigue haciendo en países como Jordania, Marruecos, Egipto, etc., el conflicto se mantendrá. Es solo cuestión de grado el que alguien se tome la "justicia" por su mano, porque la intransigencia y el dogmatismo son los mismos.
La paz es otra cosa.



* "Jordanian Writer Shot Dead Outside Amman Court Ahead of Trial for Insulting Islam" Egyptian Streets 25/09/2016 http://egyptianstreets.com/2016/09/25/jordanian-writer-shot-dead-outside-amman-court-ahead-of-trial-for-insulting-islam/
** "Misunderstanding of region, Islam mars global anti-terror fight — King" The Jordan Times 26/09/2016 http://www.jordantimes.com/news/local/misunderstanding-region-islam-mars-global-anti-terror-fight-%E2%80%94-king

*** "Prominent Jordanian writer fatally shot after he shared cartoon said to offend Islam" The Washington Post 25/09/2016 https://www.washingtonpost.com/world/middle_east/prominent-jordanian-writer-fatally-shot-after-he-posted-cartoon-said-to-offend-islam/2016/09/25/68557a34-e3ce-46a9-a14b-b9ceec005288_story.html?tid=hybrid_collaborative_1_na