viernes, 26 de agosto de 2016

Más sobre el burkini, como era de esperar

Joaquín Mª Aguirre (UCM)
Mucho me temo que no se comprendan los niveles en los que se están jugando las distintas batallas. Las más obvias se dan en Siria e Iraq, donde se da lo que calificaríamos como una "guerra". Este nivel obvio, sin embargo, ya está lleno de peculiaridades respecto a lo que nuestra mente se imagina cuando piensa en guerras. Hay varias guerras dentro de esa guerra, que muchos se imaginan como la de Iraq, teniendo poco que ver, pero uno se imagina las cosas desde la experiencia. Si eso ocurre con la zona de batalla, ¿qué idea se tiene formadas de lo que ocurre en Egipto, donde se dice que también se está en esa guerra pero se encarcela a los opositores laicos o en Turquía donde se dice que se ataca al Estado Islámico pero se bombardea a los kurdos, que, a su vez, atacan a los yihadistas formando parte de la coalición? ¿Qué pensar de lo que ocurre en Libia donde Estados Unidos bombardea a los yihadistas a petición de uno de los tres gobiernos existentes, que no se reconocen entre ellos? ¿Entiende usted lo que pasa en Yemen? Todo este guiso aderécelo con la crisis de los refugiados y de los inmigrantes (que son dos cosas distintas), las mafias que los cuelan, los conflictos de la UE y Estados Unidos con Turquía —miembro de la OTAN— y su repentino amor por Rusia, a la que derribó un avión que iba a bombardear al Estado Islámico; sí, Turquía, donde cada día se producen atentados sin que se tenga claro quién los realiza, que acaba de pasar por una intentona de golpe de estado y una purga posterior de decenas de miles de personas de las que no hay constancia que hayan hecho nada. Si le resulta todavía soso, échele un poco de hierbas aromáticas iraníes, que recién levantadas su sanciones internacionales autorizan a los rusos a usar sus bases contra el Estado Islámico, al que ya combate en Siria de forma oscura, y pasados unos días lo desautoriza. Espolvoree por encima un poco de incomprensión y tirantez de las dos grandes superpotencias que luchan bombardeando a los que les resultan menos simpáticos, que no siempre coinciden.
Y en medio de todo esto, Francia vio la luz y encontró la solución: ¡prohibir los burkinis en sus playas mediante edicto municipal y multa de 38 euros! En su disculpa hay que decir que tiene por jefe del gobierno a una de las personas más cerriles con las que Francia ha rebajado su grandeur, Manuel Valls, azote de su propio partido y de cualquiera que se le oponga en alguna idea o similar. Cuando Valls toma una decisión es como los cimientos del Empire State. Creo que Hollande lo puso allí para asegurarse que alguien tendría menos popularidad que él.


Como advertimos cuando se empezó a plantear la cuestión del Burkini, la batalla que se está dando es compleja y en muchos niveles. El primero de ellos es el bélico, obviamente, el segundo terrorista, pero el tercero es el de la propaganda. En este, se pierde por goleada sin darse cuenta que las acciones que se realizan son analizadas, distorsionadas, reinterpretadas y distribuidas entre millones de personas.
La batalla del burkini es una de las más tontas de la historia de Francia. Convertir algo anecdótico en primera página es algo estúpido porque no se gana absolutamente nada y sin embargo se da pie a una campaña contra Occidente como la que ya está puesta en marcha.
Ayer me llegaban a través de Facebook los dibujos y memes en los que se compara la prohibición del burkini y del velo en las playas con lo que los yihadistas e integristas hacen a las mujeres que no lo llevan en las zonas que controlan. Es evidente que en la zona que controlan los yihadistas (zona 1) a nadie se le ocurre ponerse un bañador, mucho menos un bikini. La zona en donde los integristas tienen peso es mucho más amplia y es allí donde se da la batalla de la propaganda, donde se trata de convencer a la población de —como Erdogan dice— se les odia por ser musulmanes. Con este mensaje es suficiente, no tienen que hacer mucho más. Francia ha hecho el resto. Con este mensaje es fácil reorientar los demás mensajes de porqué se interviene en Oriente Medio.


La cuestión del burkini es absurda, como dijimos el otro día. Un burkini o un hijab no son un burka, que es un extremo, y eso hay que tenerlo claro. A los ojos de algunos puede no haber diferencias pero es necesario verlas. La ceguera en esto solo favorece al que manipula y son especialistas en ello. La batalla de la comunicación la ganan desde hace décadas en las calles con sus mezclas de argumentos falaces y presiones sociales y familiares. Y los errores les ayudan mucho a expandir su mensaje.


Egyptian Streets ha publicado un interesante foto-reportaje, firmado por Belal Darder, sobre las razones de unas cuantas chicas para quitarse el hijab, no en Francia sino en un país mayoritariamente musulmán, como es Egipto. Está bien conocer los razonamientos y a lo que han tenido que enfrentarse en sus propias familias y sociedad, algo que las que están en Francia o en cualquier otro sitio también pueden vivir como entorno y presión o simplemente con naturalidad.
Conozco muchas mujeres que lucen su hijab sin que esto implique el más mínimo "radicalismo" en ningún sentido. La decisión de quitarse el hijab no la debe tomar por ellas ningún municipio francés. Si es su deseo, no tiene porqué entrar en ello y si está obligada por su familia no se arregla mucho sancionándola a ella, en cuyo caso vivirá una presión doble insoportable.
Uno de los casos contados en el diario egipcio apunta una de las claves:

“My mom has no problem with me taking the hijab off but after my father’s death, my uncles became the ones controlling the family and they totally refuse the idea, which led me to what I do right now,” Amina says. “I take it off in my work as a waitress, I take it off while acting, I take it off in college but I wear it again each night on my way to our house.”
Amina is really surprised by the fact that many men in the society, whether fathers or brothers, think that the family would shamed if a girl from the family were to take off her hijab.
“They are so obsessed by what the community and the relatives think of them; they see our bodies as possessions that must be covered all the time and the worst part of it is that they try to advocate their ill point of view by saying that they only follow God’s orders.”*


En Occidente acostumbramos a decir que no nos importa lo que piensen los demás. Nada más lejos de la realidad que nos describe el caso de Amina. La presión sobre la persona, especialmente sobre la mujer, es de un orden que difícilmente podemos imaginar en muchos casos. Gran parte de la cuestión de los matrimonios muy jóvenes es acordarlos antes de que se pueda despertar algún caso de rebeldía y sea difícil "colocar" matrimonialmente a la hija, hermana o sobrina. Para que eso funcione, la presencia exterior es esencial para que se vea que la joven no está "contaminada" con "ideas occidentales" contrarias a la que el hombre exige para mantener su posición preponderante en la familia. Esto se puede agravar en los que viven fuera, cuya aspiración es regresar y seguir manteniendo el vínculo con el país dejado atrás durante décadas. En estos casos, las apariencias son muchas veces muy importantes porque son directamente sospechosas por haber estado alejadas del control de la comunidad. Muchas familias extreman el control precisamente para no tener más problemas al regreso. El miedo a que consideren a la hija "occidentalizada" y por ello poco "deseable" o "conflictiva" es una constante en muchas comunidades.


La prohibición del burkini o del hijab en la playa no tiene sentido ni como protección de la mujer ni como seguridad en las playas contemplando a la mujer como potencial terrorista. Lo único que se debe limitar, en ese sentido o espacio, en cualquier espacio es todo aquello que obligue a ocultar la cara de la mujer. Y se debe  dejar, en cualquier caso, claras las razones, que además deben ser razonables. No lo que ha hecho Valls, que solo deja claro algo absurdo.
El titular de Le Figaro es claro: "Burkini : Valls s'attire les foudres de ses ministres". Si los ministros están enfadados, imaginemos el resto. Y piden que Hollande se comprometa en la cuestión. Pero, como dijimos, Hollande tiene a Valls para no tener que meterse en estos líos. Sin embargo, esta vez tendrá que hacer algo porque le están saliendo rivales políticos dentro de su partido que critican directamente a Valls esta forma de entender las libertades, como ha ocurrido con el ex ministro de Educación, que ya se postula como alternativa para las próximas elecciones. Dos ministras se le han enfrentado directamente:

Après une prudente prise de distance d'Axelle Lemaire et Bernard Cazeneuve mercredi, ce sont Najat Vallaud-Belkacem et Marisol Touraine qui sont frontalement montées au créneau ce jeudi, obligeant François Hollande a intervenir pour calmer le jeu.
La polémique aura eu raison de la cohésion gouvernementale. Tandis que de nombreuses communes ont récemment pris des arrêtés interdisant le port du burkini - une tenue de bain islamique visant à dissimuler le corps de la femme à la plage -, un vif débat est immédiatement né au sein de la classe politique. Y compris au plus haut sommet de l'État, où le premier ministre a affirmé à plusieurs reprises son net «soutien» aux maires ayant pris de telles décisions.
Pourtant, si Axelle Lemaire (Numérique) et Bernard Cazeneuve (Intérieur) avaient déjà tenu à prendre une certaine distance avec la fermeté affichée par le chef du gouvernement, une ministre a carrément décidé de le désavouer publiquement: Najat Vallaud-Belkacem (Éducation nationale). Invitée d'Europe 1 ce jeudi matin, la locataire de la rue de Grenelle a rappelé qu'elle était opposée à ce vêtement, mais elle a estimé que «la prolifération (des arrêtés anti-burkini n'était) pas bienvenue».**


Lo peor de todo, como tuvimos ocasión de expresar hace unos días y seguimos pensando, es que esto no sirve para nada. Ningún bien se saca de ello, ni en seguridad ni en diálogo. Solo sirve para justo lo contrario: que Francia sea mostrada como un enemigo del "islam" y se produzca un mayor distanciamiento. Los islamistas son maestros en esto. Pero ya no tienen que ser siquiera islamistas, basta con que sean antioccidentales. Como dijimos: uno lo presentan como cuestión religiosa y otros como cuestión de identidad. Por los dos lados se presenta a Francia (y a los que hagan lo mismo) como anti musulmana o anti árabe. Valls ha conseguido lo contrario de lo que quería.
Cualquiera que conozca algunas personas de Oriente Medio sabe que el "problema" no es el velo porque no es la mujer, que es principalmente víctima de la presión familiar y social, donde reside la cuestión. Llevar esta presión a las playas francesas —lo explicamos ya— es absurdo. Se ha puesto en bandeja la foto de los policías deteniendo a las mujeres en las playas; es la imagen que querían los que ya la han difundido por cientos de miles por las redes sociales y las primeras páginas de muchos medios. Es un discurso fácil de hacer y te lo sirven con generosidad.

Lo más preocupante —ya se acabarán las vacaciones— es lo que tiene de falta de sentido común y, lo que es peor, de estrategia frente a un problema, ese tercer nivel, que es el que alimenta a los otros dos: el terrorismo y la guerra.
Lo que se debería estar haciendo no es persiguiendo mujeres por las playas, sino dando espacios a los que realmente tienen un discurso moderno que puede frenar desde el interior el avance del integrismo antioccidental. El problema es que con estas medidas se están eliminando sus razones, las libertades, los argumentos para poder salir del agujero en el que están siendo atrapados. Cualquiera que decida quitarse el hijab será acusada de anti musulmana y anti árabe, después de haber sido acusada por la propia familia. Esta vez se hará exhibiendo las fotos de lo que ocurre en Francia y de cómo se obliga a las mujeres a ir contra el pudor, la religión y la familia.
Egyptian Streets no solo nos cuenta los casos de las chicas que se enfrentaron a sus familias y tuvieron que buscarse independencia económica o trasladarse de ciudad para mantener su decisión a no llevar el hijab. También hay historias de apoyo que es importante comprender para no quedarse con la mitad del asunto:

The picture isn’t always grim; family support of a girl’s decision of take the hijab off, although rare, happens. Fatma Ayman, a 19-year-old college student, speaks of how her father reacted when she told him about her intentions.
“I worried for a long time about his reaction, especially that my reasons for taking the hijab weren’t as sophisticated as the reasons of some of my friends,” she says. “All I wanted was to feel like a girl – to feel the sun on my hair and to feel the wind and the rain in the winter.”
To her surprise, her father expressed his support of her decision.
“It was an amazing shock I got when I heard his voice through the phone supporting me,” Fatma recalls.
Solafa Magdy, a 30-year-old news reporter, found the support she needed from her now-husband, Hossam.
“Everything started with the revolution; I was born again and with my new birth I’ve decided to go over all the old rules … I needed two things to get through the hijab issue: Financial independence to face my family and a man who understands me to face my street and community, as I lived in the local crowded neighborhood of Ain Shams,” she says. 
Hossam didn’t only offer emotional support but was also there whenever Solafa was harassed by people from the street as a consequence of her taking off the hijab.
“Because he couldn’t be there all the time for me, he bought me a taser and told me to use it on anybody who thinks of harassing me.”*


 La sorpresa de la muchacha ante la aceptación de su padre es algo más que un caso anecdótico. Muchas tienen esa aceptación porque no todos los padres son iguales. Es a esos padres a los que hay que darles apoyo para que puedan defender ante sus propias familias y círculos sociales o laborales que sus hijas no lleven un hijab, estudien fuera de su país o trabajen lejos. Ahora tendrán que enfrentarse a la foto francesa, la foto de cómo se trata a las mujeres "decentes" en las playas de Occidente. Su padre será el foco de ataques; le dirán que es el responsable y que no lo debe permitir. Y él tendrá que defenderse para defender a su hija. No entenderán que ella quiera sentir el sol veraniego en su pelo y la lluvia en invierno, razones poco sofisticadas como ella dice, pero profundas carencias en su vida.
El segundo caso se liga a la transformación que supuso la Revolución egipcia del 25 de enero, la Primavera Árabe tan denostada. Han sido las mujeres las que más han sufrido su retroceso porque ellas son precisamente uno de los signos más visibles. Aquí hemos dicho muchas veces que no hay revolución árabe que no pase por las mujeres y que son ellas las que con estos detalles la hacen permanecer viva como capacidad de decidir, de ser dueñas de sí mismas y reivindicarlo en los cotidiano, quitándose el hijab, montando en bici por El Cairo o haciendo ballet clásico en Minya, por citar solo algunos casos que hemos visto aquí.


La segunda parte es importante: necesitaba alguien que respaldara su decisión. Para ello eligió un hombre en su vida con el que compartir y no con el que tener que renunciar a su forma de ser. Esto es también un efecto revolucionario porque la primera sumisión es a la familia y en el destino matrimonial se forma muy claramente. De ahí el descenso en la edad matrimonial buscado por los islamistas: cuanto más joven la mujer, menor capacidad de resistencia.
La revolución no fracasó; fracasaron los políticos, los de siempre. La revolución sigue allí donde empezó, en el corazón de los que de verdad la querían. Se camufla y se muestra con estos pequeños actos y se defiende con una pistola eléctrica para prevenir el acoso al que será sometida por haber tomado la decisión de ir sin hijab por la calle. El acoso es una forma de presión social desde el miedo. Las medidas francesas no lograrán quitar a nadie el hijab o el burkini sino hacer que la gente se quede en su casa o que vaya a las playas a montar escándalos para que se indignen en muchos lugares.
Sigo sin entender cuál es la estrategia tras las prohibiciones y el discurso de Valls. Imponer cosas por decreto y considerar delictivo y teorizar, como ha hecho Valls, explica porqué Francia tiene algunos de los problemas que tiene y que no ha sabido ver crecer. No ha evitado el radicalismo, solo lo ha metido debajo de la alfombra en guetos o cárceles. Lo de los "valores republicanos" es muy bonito pero hay que practicarlos, como le recuerdan a Valls algunos de su partido.
El mejor ejemplo para las libertades es hacer ver que las libertades funcionan y se respeta a las personas. Los discursos de Valls y las fotos francesas han hecho retroceder a los que defendían modelos de libertad representados por Francia. Volverán a escucharse los lastimeros quejidos de la "doble moral", el "doble rasero" y que se odia a los musulmanes, que se pretende privarles de su identidad.


Daily News Egypt nos trae un pequeño vídeo de tres minutos con la historia de Elva***, una chica de 26 años cuya pasión es la moda. Trabaja como diseñadora. Elva va enfundada en un niqab, decisión que tomó siete años atrás, con 19. Dice que la gente no entiende muy bien que se dedique a la moda vistiendo de negro, pero es su pasión y creado su propia marca —"Elva"— para las chicas egipcias. Muchos la juzgan. Su deseo, explica, es hacer una comunidad de chicas en la que puedan todas aprender cosas que les sirvan a largo plazo para sus propias vidas. En su taller de costura hay chicas con hijab y con el pelo suelto. Son solo chicas haciendo un trabajo. No sabemos cuál fue la experiencia vital que llevó a Elva a enfundarse dentro del niqab, del que solo salen sus manos finas para cortar las telas y colocar flores y unas zapatillas deportivas de lona con las que maneja los pedales de la máquina de coser. Un trozo de tela sirve, dice, para que cada chica exprese lo que lleva dentro. No vamos a juzgarla. En su taller no se le exige el niqab a nadie. El niqab es tela; dentro hay una mujer, una persona, una historia. No hay que olvidarlo por más que sea parte de su función.


Las muchachas que han dejado atrás  el hijab en el reportaje de Egyptian Streets no piensan que sean mejores, piensan —como señala una de ellas— que son ellas mismas. Es una gran diferencia.
A la complejidad de la cuestiones culturales se añade las personales, las de quienes viven en el interior de familias y grupos. Cuando has tenido trato suficiente con las personas, comprendes que no es el hijab donde residen nuestros problemas (o los de ellos). Allí donde alguien lo vive problemáticamente, se produce la lucha personal, que es la que hay que apoyar: han buscado su independencia, se han distanciado de los que les decían cómo tenían que ir, han roto relaciones familiares si ha sido necesario. Han defendido su derecho a no llevarlo, pero seguramente defenderán el derecho de las que quieran llevarlo; es una decisión personal. Convertirlo en una obligación es atentar contra lo que se dice defender.


El discurso francés sobre el burkini es contraproducente: juzga a las personas por la tela que llevan encima. El hábito sí hace al monje, al menos lo hace sospechoso y punible. Es como un discurso islamista invertido: cuanto menos muestras, mejor eres. Los islamistas piensan lo mismo pero al contrario: cuanto menos muestras, mejor, más piadosa eres. El razonamiento es absurdo. Se desarrolla además en un terreno desfavorable: los símbolos religiosos, que es la vía elegida para defender el laicismo de la República. Es meterse en la boca del lobo y llevar a la islamofobia el debate, que es lo que quieren los islamistas. Le Figaro ya habla de una propuesta del Frente Nacional: prohibir las cruces y las kippas judías en público. La tormenta perfecta.



* "In Photos: Egypt’s Untold Hijab Stories" Egyptian Streets 23/08/2016 http://egyptianstreets.com/2016/08/23/in-photos-egypts-untold-hijab-stories/
** "Burkini : Valls s'attire les foudres de ses ministres"  Le Figaro 25/08/2016 http://www.lefigaro.fr/politique/le-scan/citations/2016/08/25/25002-20160825ARTFIG00082-arretes-anti-burkini-valls-et-vallaud-belkacem-affichent-publiquement-leur-desaccord.php
*** "The niqabi fashion designer puts soul in clothes" https://www.youtube.com/watch?v=FhULmttBvEw

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