domingo, 14 de agosto de 2016

Los sueños y el despertar o el irritante artículo

Joaquín Mª Aguirre (UCM)
El titular del día 6 de agosto en The Economist, "The ruining of Egypt"*, levantó unas airadas respuestas en el gobierno egipcio. El titular de hoy mismo en Daily News Egypt, "Economic situation is critical, all Egyptians must work together to overcome this ordeal: Al-Sisi"** viene a reconocer una situación que difícilmente puede ocultarse. La situación no es nueva, pero el orgullo egipcio o si se prefiere la negación de la realidad apenas ayuda. Los discursos triunfalistas se escuchan con satisfacción pero cualquier insinuación sobre que los gobernantes no están cumpliendo las expectativas para mejorar la situación es considerada un ataque. La respuesta, una vez más, a si los egipcios viven en una burbuja es "sí". El desprecio por las advertencias desde todos los frentes se acaba pagando. El presidente les acaba de decir que "el gobierno solo" no puede sacarlos de la crisis.
Pero quizá lo que más molestó —aunque el término no sea el que mejor lo expresa— de lo publicado por The Economist unos días antes de reconocer la crisis profunda fuera el planteamiento general del artículo. Se decía en la introducción:

IN EGYPT they are the shabab al-ahawe, “coffee-shop guys”; in Algeria they are the hittistes, “those who lean with their backs to the wall”; in Morocco they go by the French term, diplômés chômeurs, “graduate-jobless”. Across the Arab world the ranks of the young and embittered are swelling.
In most countries a youth bulge leads to an economic boom. But Arab autocrats regard young people as a threat—and with reason. Better educated than their parents, wired to the world and sceptical of political and religious authority, the young were at the forefront of the uprisings of 2011. They toppled rulers in Tunisia, Egypt, Libya and Yemen, and alarmed the kings and presidents of many other states.
Now, with the exception of Tunisia, those countries have either slid into civil war or seen their revolutions rolled back. The lot of young Arabs is worsening: it has become harder to find a job and easier to end up in a cell. Their options are typically poverty, emigration or, for a minority, jihad.
This is creating the conditions for the next explosion. Nowhere is the poisonous mix of demographic stress, political repression and economic incompetence more worrying than in Egypt under its strongman, Abdel-Fattah al-Sisi.*


Estos escuetos párrafos contienen un resumen de lo ocurrido desde antes de 2011, lo que llevó a la Primavera Árabe, hoy denostada por el régimen. La situación ha sido invertida y lo que se saludaba como esperanza de modernización no ha traído más que represión más intensa y un aislamiento mayor para que los que allí viven realmente pierdan toda esperanza.
La otra noticia que hoy nos trae la prensa egipcia es la salida de la cárcel de la activista Mahinour El-Masry***, liberada por decreto presidencial y vuelta a encarcelar por desacato. Dijo lo que tenía que decir y el juez volvió a encarcelarla de nuevo. Como fondo desde hace varios días el escándalo de corrupción de miles de millones de libras egipcias del trigo, una inmensa estafa con los desajustes entre el trigo que se supone que debería haber y el que hay realmente. El Auditor General ha sido condenado recientemente a un año de cárcel por ponerle cantidad a lo que Egipto pierde por la corrupción; eso, decía, era un ataque al prestigio del país. Acaban de nombrar a su sucesor.


Este blog, lo he señalado en ocasiones, nació con la Primavera Árabe. Nació con un artículo titulado "Mundos sin futuro" en enero de 2011, con la gente en las calles de Egipto. Unos amigos, profesores egipcios, se habían quedado bloqueados en España y todos vivíamos angustiados la situación con las comunicaciones cortadas y la poca información que llegaba. Mi solidaridad con ellos me llevó a escribir; quería que entendieran que los que les estaba pasando me importaba, que estaba junto a ellos y sus aspiraciones.
Con el ánimo de complementar lo que escribió hace una semana The Economist, me permito reproducir algunos párrafos de lo que escribí entonces, 30 de enero de 2011:

La revolución del mundo árabe es la de los jóvenes a los que se fuerza a malvivir en sus países o a emigrar a otros donde son tratados, en muchos casos, como delincuentes potenciales. Atrapados entre estas dos opciones, la respuesta no puede ser otra más que la rebeldía, la rabia que estalla finalmente.
[...]
Occidente tiene mucho que aprender y mucho que aportar en esta situación. Tiene que aprender que crear generaciones sin futuro es muy peligroso y tiene que aportar al mundo árabe algo que este urgentemente necesita: esperanza y mano tendida. El gran problema del mundo árabe es la pérdida de la autoestima, el sentirse completamente abandonado por los que les gobiernan y despreciado y criminalizado por los que están fuera. El camino que emprenden ahora necesitará de mucha ayuda y comprensión, sobre todo. La necesidad urgente hoy es edificar un moderno islam que puede llevarles hacia el futuro, su propio futuro. De no entender esto, se corre el riesgo de que las fuerzas no vayan hacia el futuro, sino hacia el pasado, sacarlos fuera del tiempo. Los cientos de miles de árabes que hoy han vencido el miedo, que han quebrado el muro de los discursos recibidos durante décadas piden libertad y un mundo más justo, piden libertad y el derecho a poder trabajar dignamente; reclaman el derecho a tener gobiernos que se preocupen de sus pueblos y no de sus propios fines. No piden mucho más…, por ahora. Occidente necesita menos geoestrategia y más sentido común para entender estas situaciones, menos cálculo y más generosidad. [ver entrada]

La palabra que más aparecía en las canciones de los jóvenes, en una explosión creativa sin precedentes, quizá fuera "sueños". Era lógico que así fuera. Era la esperanza la que dominaba; habían conseguido levantarse y arrastrar a la gente en un mundo en el que protestar era un desafío reservado a muy pocos, los que tenían una extraña vocación por dar con sus huesos en las cárceles o aparecer destrozados en cualquier cuneta.
La gente se sumó a la protesta de los jóvenes que pedían un futuro. "Los jóvenes tienen razón", decían. "Estoy aquí", le dijo un viejo paria herido en Tahrir a una estudiante que le cuidaba, "por vuestro futuro, no por mí". Futuro, sueños de futuro.
Acabo de volver a ver y escuchar una de las canciones que recogí entonces para el blog del Taller de Periodismo "Otra Cultura". Se trata de la canción de Amir Eid y Hany Adel, "La voz de la Libertad" (Sout Al Horeya), grabada en la misma Plaza de Tahrir, con la gente manifestándose. Es una fiesta que poco tiene que ver con lo que ocurrió después o con lo que ocurre ahora.

La voz de la Libertad (Sout Al Horeya)
Hemos levantado la cabeza hacia el cielo
Ya no nos importa el hambre
Lo más importante es nuestro derecho
Y escribir nuestra historia con nuestra sangre
Si eras uno de nosotros, deja de despotricar y de decirnos
Que nos vayamos y olvidemos nuestros sueños
No sigas hablando en mi nombre
En todas las calles de mi país
Llama la voz de la libertad

He bajado a decir que no vuelvo
He escrito con mi sangre en todas las calles
Nos ha oído el que no oía
Y se han levantado todas las prohibiciones
Nuestras armas son nuestros sueños
Y tenemos un mañana claro ante nosotros
Hace tiempo que esperamos
Buscamos y no encontramos nuestro sitio
En todas las calles de mi país
Llama la voz de la libertad


Sueños, sueños... a falta de realidades. Lo que llamé entonces una revolución de los hijos contra los padres se ha convertido de nuevo en una nueva situación asfixiante, sin salida: fracaso económico y más represión. Nuestro idioma usa la misma palabra "sueño" para nombrar las ilusiones que se entrevén y el estado de somnolencia. Hay una gran diferencia entre "tener un sueño" y "tener sueño". La primera expresión reflejaba el espíritu de los jóvenes; la segunda el estado del régimen. Es la diferencia entre el canto ilusionado y el ronquido.
En un duro artículo reciente, "How Egyptians’ morals justify immoralities", Mohammed Nosseir escribía: "Inspired by their own logic and aided by their talent in justifying their sins, Egyptians tend to transform their disgraceful acts into morally acceptable practices."**** La indignación del régimen ante el espejo ofrecido por The Economist puede ser incluido en este modelo de transformación. La publicación fue acusada inmediatamente de servir a oscuros propósitos y conspiraciones extranjeras contra Egipto, la madre del mundo. Se pide a los egipcios más sacrificios cuando sigue sin cortarse el grifo de la corrupción y los escándalos políticos y económicos se suceden. Se apela a la moralidad para exigir a sabiendas de que la inmoralidad es constante, pero el mecanismo funciona. El razonamiento de  Nosseir es que cuando se vive en este estado doble, llamando a lo inmoral "moral" y viceversa, se acaba perdiendo el sentido de la realidad: "People who are not able to distinguish between virtues and vices won’t notice the difference between moral and immoral values. Attempting to persuade them to abide by moral values is therefore futile,"**** Las palabras son duras, como lo es el diagnóstico, y vienen de un egipcio. El principio social es claro: cuando se convierten en virtudes lo que no lo son, se acaba perdiendo la referencia y la capacidad de respuesta. Cuando se aceptó que las personas que dieron su vida en las calles, los jóvenes que salieron inicialmente a reclamar libertad, eran traidores a Egipto, cuando se dio por bueno para justificar la represión posterior, el encierro en las cárceles de las personas que pedían de nuevo lo mismo —pan, justicia, libertad—, el alma ya estaba vendida y la confusión asentada. Mientras se encierra a los activistas que quieren democracia, se suelta y exonera a los corruptos de entonces en u  trasiego infame y moralmente inaceptable.


Así se puede encerrar en la cárcel, uno tras otro, al que denuncia las situaciones mientras que se alaba al que reprime y ampara. La dignidad está en Mahinour El-Masry, a la que se saca a la calle con un perdón presidencial que no ha pedido y que vuelve apenas unos meses después a la cárcel porque le dijo al juez que la encarceló lo que pensaba cuando lo tuvo enfrente. Esa es la dignidad —¡levanta la cabeza!— que queda para el futuro y por la que deberían dar las gracias muchos egipcios. Sara las que les salve la cara cuando se escriba la historia.
Nadie valora fuera de las fronteras nada de lo que se aplaude precisamente por esa inversión moral que denuncia Mohammed Nosseir. Pero es el mundo el que está equivocado.
Los jóvenes tienen "sueños", los poderes tienen "fantasías" megalómanas que son arrastradas por los vientos de artículos como el de The Economist o de tantos otros que llevan advirtiendo de los males de la economía egipcia, del desastre absoluto de la gestión y de la incapacidad de afrontar los males. El mal principal viene de la incompetencia demostrada, de la corrupción galopante que hace perder millones y millones ante la mirada falsamente escandalizada de los egipcios. Apartar a los que nos dicen lo que no nos gusta escuchar tiene sus riesgos.


La capacidad de autoengaño egipcia es infinita. La conversión de la Primavera Árabe, de la Revolución del 25 de enero, en una conspiración de Occidente contra ellos es una de las manipulaciones más infames que se han realizado en la Historia. Los mártires llorados pasaban a ser espías, agitadores, saboteadores de un país perfecto gobernado por un amable presidente bajo cuya mano firme y recto proceder todo prosperaba.
El 25 de enero de 2011 muchos egipcios salieron a decir que esa fantasía era ya insostenible, que querían abrir un camino hacia el futuro. Cuando, unos años después, Shaimaa al-Sabbagh salió a llevarles una corona de flores como desagravio en el aniversario del 25 de enero, recibió un tiro en la cabeza a cargo de un oficial de Policía. Ella tenía memoria y no había perdido el sentido de la dignidad. Por eso estorbaba. La historia es otra infamia más que aquí hemos contado.
The Economist señalaba en el irritante artículo:

The regime is bust, sustained only by generous injections of cash from Gulf states (and, to a lesser degree, by military aid from America). Even with billions of petrodollars, Egypt’s budget and current-account deficits are gaping, at nearly 12% and 7% of GDP respectively. For all of Mr Sisi’s nationalist posturing, he has gone beret in hand to the IMF for a $12 billion bail-out (see article).
Youth unemployment now stands at over 40%. The government is already bloated with do-nothing civil servants; and in Egypt’s sclerotic, statist economy, the private sector is incapable of absorbing the legions of new workers who join the labour market each year. Astonishingly, in Egypt’s broken system university graduates are more likely to be jobless than the country’s near-illiterate.*

Los síntomas son alarmantes desde hace mucho tiempo, pero las cifras son negadas o mostradas como campañas contra Egipto. Las exigencias del Fondo Monetario internacional para los préstamos han sido también recibidas con mensajes contradictorios del tipo "nadie va a decir a Egipto lo que tiene que hacer". Pero los préstamos necesarios tendrán que salir de algún lado y los saudíes advirtieron hace tiempos que se habían acabado los préstamos a fondo perdido.


No se ha hecho nada, ninguna reforma, y así no puede mejorar la economía. La fantasía de que el carisma del elegido mariscal El-Sisi puede resolver por sí solo los problemas de Egipto se va desvaneciendo. Da igual lo que soñara en El-Sisi, da igual que en sus sueños se la aparecieran todos los que han tenido el poder en Egipto desde la primera dinastía faraónica. Es el gobierno de los militares, vestidos de paisano un día y de uniforme otro para las inauguraciones y mantener el prestigio del Ejército, lo que ha llevado a Egipto a la situación actual. Los pueblos son hijos de sus errores y aciertos. Confundirlos solo sirve para ahondar en las crisis.


Ahora el presidente sale a anunciar a los egipcios la crisis profunda de su economía. Todos los voceros que han señalado que iba muy bien y que había planes óptimos tendrán que callarse y tratar de justificar sus sueldos intentando hacer algo por el país y dejar de adular.
El artículo que causó indignación se cierra provocativamente, poniendo el dedo en la herida:

For the time being talk of another uprising, or even of another coup to get rid of Mr Sisi, has abated. Caught by surprise in 2011, the secret police are even more diligent in sniffing out and scotching dissent. But the demographic, economic and social pressures within Egypt are rising relentlessly. Mr Sisi cannot provide lasting stability. Egypt’s political system needs to be reopened. A good place to start would be for Mr Sisi to announce that he will not stand again for election in 2018.*

Sin embargo, ya hay gente trabajando en la mentalización social de que Abdel Fattah El-Sisi debe seguir al frente del país. Un régimen tan personalista, tan centrado en un hombre no admite muchos cambios.


Ahram Online recogía las palabras de contestación a The Economist a cargo del portavoz del Ministerios de Asuntos Exteriores. Por supuesto, todo es injusto, políticamente motivado, falso, etc.

He also said that the article did not acknowledge the Egyptian government’s plan for inclusive and sustainable growth by 2030.
Abu Zeid added that Egypt's discussions with the International Monetary Fund (IMF) on the economic package were undermined by the article, and that they should be considered "an indication that Egypt’s economy is moving on the right track."
“We hope that in the interest of maintaining its credibility, reputation and professionalism, The Economist will be less reductionist and biased in the future,” Abu Zeid said.*****


La argumentación de que cuando se advierte de los problemas es que se va en la dirección correcta es típicamente egipcia. Hoy el presidente ha salido a decir, sin más remedio, que esperan tiempos muy difíciles, de recortes y despidos, de decisiones impopulares pero necesarias tras décadas de corrupción y desidia. Ya no se puede jugar a ser popular, a la sisimanía. Comienza una nueva fase.
Las palabras finales de aquella canción que recorrió Tahrir con esperanza siguen resonando como un eco:

Hace tiempo que esperamos
Buscamos y no encontramos nuestro sitio
En todas las calles de mi país
Llama la voz de la libertad

No sé si ahora es tiempo para sueños en Egipto. Pero lo que está claro es que el tiempo de dormitar ya ha pasado, que las canciones que mecen la cuna tienen que ser otras. Estas está ya agotadas.


* "The ruining of Egypt" The Economist 6/08/2016 http://www.economist.com/news/leaders/21703374-repression-and-incompetence-abdel-fattah-al-sisi-are-stoking-next-uprising
** "Economic situation is critical, all Egyptians must work together to overcome this ordeal: Al-Sisi" Daily News Egypt 13/08/2016 http://www.dailynewsegypt.com/2016/08/13/economic-situation-critical-egyptians-must-work-together-overcome-ordeal-al-sisi/
*** "Mahinour Al-Massry, Youssef Shabaan released after finishing prison term" Daily News Egypt 13/08/2016 http://www.dailynewsegypt.com/2016/08/13/mahinour-al-massry-youssef-shabaab-released-finishing-prison-term/
**** "How Egyptians’ morals justify immoralities" Daily News Egypt 7/08/2016 http://www.dailynewsegypt.com/2016/08/07/530056/
***** "FM spokesman slams Economist issue criticising Egypt's economic policies" Ahram Online 8/08/2016 http://english.ahram.org.eg/NewsContent/1/64/238234/Egypt/Politics-/FM-spokesman-slams-Economist-issue-criticising-Egy.aspx


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