lunes, 15 de agosto de 2016

El crimen en Queens y la retórica de la violencia

Joaquín Mª Aguirre (UCM)
Ningún asesinato es una buena noticia. La muerte a tiros de un imam y su ayudante en Nueva York tampoco lo es por diversos motivos. El primero y más obvio es porque tienes que actuar de forma distinta si no quieres hacer lo mismo. No hay diferencia entre los crímenes del sacerdote francés degollado y el imam disparado en la cabeza en Queens. No la hay. Son dos seres humanos víctimas de la intransigencia y del odio. No sé si hace bien el responsable de hablar con los medios al decir que no hay evidencia de que hayan sido asesinados por una cuestión religiosa. Puede que no haya evidencia de ello pero es lo más probable. Llevaban una gran cantidad de dinero encima que nadie se llevó. Disparó y salió corriendo. Las opciones no son muchas. Se entienden los reparos policiales a etiquetarlo, pero habrá otra forma de expresarlo.
En segundo lugar, matando en las calles solo se consigue dar excusas a los que les matan cristianos en otros lugares del mundo, que lo usarán como argumento para seguir haciendo lo que hacen. Estas manifestaciones de violencia son reproducidas allí donde nadie tiene culpa de nada con más muertes. Ha ocurrido con anterioridad con otro tipo de manifestaciones gratuitas que solo han conseguido ser manipuladas para desencadenar más violencia. Los muertos que se puedan causar por parte de los que siguen la política del ojo por ojo también caerán sobre la conciencia del que disparó al imam y sus instigadores.


Los musulmanes que se han manifestado en Queens tras la muerte del imam piden "justicia" y hacen bien. Es la justicia la que debe actuar diligentemente para detener al responsable. La calificación del acto depende de otros factores, nos siempre fáciles de determinar. Es siempre problemático obtener una calificación, como crimen de odio en este caso, que se pide de inmediato. Podemos pensarlo, pero las autoridades se curan en salud hasta tener datos que puedan probarlo. Recordemos las discusiones tras los crímenes de Orlando.
Se trata de evitar los conflictos sectarios, de evitar reacciones demasiado rápidas en las que las comunidades descarguen las iras que se desatan. Pero tampoco se debe dar la impresión, ante las suspicacias, de que se carece de interés o se trata de negar lo evidente. En esto el sentido común hace mucho.
En tercer lugar, no se puede prescindir del contexto de la campaña electoral y del tono que ha adquirido. Una cuestión es lo que puede ser probado, que compete a los tribunales, y otra lo que puede ser pensado con un fundamento mayor o menor. The Washington Post señala:

But in an election year marred by anti-Muslim vitriol, from the Twittersphere to Donald Trump’s campaign stage, there is a feeling of certainty for many in this Queens community that what happened was a hate crime — a double murder perpetrated because the men were Muslim — and they want to hear the city say it out loud.
“As a community organizer, it is obvious,” said Rokeya Akhter, 55, a Bangladeshi American activist who drove to the Ozone Park mosque with two friends from the nearby neighborhood of Jamaica on Sunday to show their support. “They were targeted as Muslims.”*


La cuestión no es tanto lo que se piense —todo el mundo pude elaborar una teoría desde los datos conocidos— si cómo se actúa. La creencia en que es un crimen de odio, por ser musulmanes, puede llevar a varios tipos de reacciones. Y la diferencia es precisamente la confianza en la ley y el apoyo de la comunidad. Al menos en el espacio norteamericano.
La sociedad no es un laboratorio con las condiciones controladas. Es un sistema abierto en el que las personas tienen sus creencias-filtro por las que pasan los datos que reciben y los interpretan de una manera u otra. En el contexto de los ataques y desprecios recibidos por la comunidad musulmana en Estados Unidos por parte de Trump, lo normal es que surja esa opinión entre ellos.
Desde el comienzo de las primarias, el clima ha ido deteriorándose con el aumento consiguiente de los casos de ataques:

“There has been an increase in hate crimes against the Muslim American community . . . and people are scared,” said Ali Najmi, an attorney who is representing a Bangladeshi immigrant who was badly beaten on a sidewalk in May by a man yelling “F--- Indians.”
Najmi, who said hate-crime charges are difficult to secure because police must show a discriminatory intent, is struggling to get his client’s case classified as a hate crime.
“I think it’s directly related to the incitement leveled by Donald Trump,” he said of the attacks, including Saturday’s killings. “I believe there’s a correlation there and a causation. The community is really on edge between everything he’s doing and what we’re seeing on the ground.”
Trump’s campaign said in a statement that it was “highly irresponsible” to blame a political candidate for the attacks, the Associated Press reported Sunday.
On Sunday, mosque leaders held up the police sketch of the attacker, depicted as a bearded man with dark hair and glasses. They held the sketch in front of the TV cameras. Then they taped it to the mosque’s door.*

En las campañas electorales se produce una intensificación de los discursos y dentro de estos una concentración temática. Es implica una mayor intensidad de los mismos temas, que son repetidos como puntales de críticas y programas. El esquema "problema-solución" adquiere una intensidad inusitada ampliando la gravedad de los problemas y extremando la simplicidad de las soluciones. Donald Trump ha llevado este esquema a la máxima simplificación: "inmigrantes" (problema) - "muro" (solución); "hispanos = violencia, drogas" (problema) = "expulsión" (solución); "musulmanes = antiamericanos" (problema) = "expulsión" (solución"), etc. Este modelo adquiere unas dimensiones inusitadas, como ninguna campaña anterior, produciendo una violenta identificación final de los "otros" (problema) = ... (solución)". Es ahí donde Donald Trump juega la baza de la insinuación: Hillary os va a quitar las armas, ya sabéis lo que tenéis que hacer. Los seguidores lo tienen claro y así lo gritan, como recogió The New York Times: kill her!


Este tipo de cobardes e irresponsables insinuaciones han sido constantes en la campaña de Trump. La última (e igualmente irresponsable) es decir que si pierde será porque existe fraude electoral. Habrá descerebrados que lo crean. Si hay algún incidente cuando sean las elecciones, será responsabilidad suya.
Los argumentos de defensa desentendiéndose de lo ocurrido en Queens suenan ahora pobres en alguien que ha estado llamando a la violencia durante todo el tiempo. Él no aprieta el gatillo, pero llena la cabeza de odio. El otro día lo llamamos "apóstol del odio". Nos reafirmamos en ello.
La prensa norteamericana se ha desplegado por todos los ámbitos posibles para frenar a Trump y hacer ver el peligro que es para los Estados Unidos. The New York Times recoge hoy informaciones sobre las conexiones directas de su jefe de campaña, Paul Manafort, con el partido del anterior y prorruso presidente de Ucrania, el infame Yanukovich, una marioneta de Putin. Las noticias llegan desde Ucrania y de la Comisión Anticorrupción. Su empresa se dedicaba al asesoramiento político de Yanukovich. Anteriormente lo había hecho con el dictador filipino Marcos. Trump sabe dónde elegir sus empleados. Sus palabras pidiendo a Rusia que pirateen los emails de Clinton o la salida a la luz de los correos de los dirigentes demócratas adquieren una nueva resonancia.


La campaña electoral de 2016 será recordada como una pesadilla, con la intensificación del sectarismo, del racismo y de la intolerancia. Trump no quiere una "América grande", como reza su eslogan de campaña, sino un país intolerante dirigido por un narcisista megalómano. Los intentos de imaginar lo que Trump podría hacer, de sus relaciones con las instituciones, sus nombramientos, etc. son espeluznantes. La América que le apoya debe despertar en algún momento porque el futuro que depara es inimaginable en todos los órdenes.
Mientras tanto, los efectos acusadores de sus palabras, sumados al contexto internacional, hacen que vaya marcando "objetivos". El vídeo de The New York Times, que comentamos aquí el otro día, en el que se recoge el comportamiento de las personas que siguen a Trump, sus gritos insultantes y amenazantes hacia todos aquellos a los que el dedo de su líder señala, era suficientemente claro.
Mientras, la comunidad musulmana de Queens se pregunta qué hacer:

Now there are murmurs and debate, Uddin said, about what to do next. Should they protest? Should they wait? Should they trust the police to arrest the man who did this and charge him appropriately?*

La respuesta es importante porque las presiones de los que quieren que aumente la tensión serán grandes. Nada le vendría mejor a Trump que una protesta que acabara en enfrentamientos. Con las ya existentes en el campo racial, la campaña tendría por delante unos meses de crecimiento de tensiones con resultados difíciles de calcular.
La respuesta más sensata es alejarse del sectarismo y no ceder ante provocaciones como el asesinato del imam en Queens. Eso implica el apoyo a la comunidad musulmana, como están haciendo algunos políticos demócratas y otras comunidades. También el compromiso de las autoridades en tomarse el caso en serio. No hacerlo sería insensato.


Las condenas de un crimen cobarde deben ser claras y rotundas. Lo que separa de la barbarie es la ley y el funcionamiento de las instituciones por encima de cualquier circunstancia, color o religión.
El consejo más sensato lo dio la medallista norteamericana Ibtihaj Muhammad, la primera mujer en representar a Estados Unidos vistiendo un hijab. Muhammad ha conseguido el bronce formando parte del equipo de Estados Unidos y ha dado un paso al hacer visible que los musulmanes pueden formar parte de su equipo olímpico con todo orgullo, sin distinción. Muhammad es norteamericana y cuál sea su religión es cosa suya. Los Estados Unidos se formaron con muchas personas que venían huyendo de las persecuciones y guerras de religión. Trump no es América, sino inquisición. Su retórica de la discriminación y la violencia nunca puede acabar bien.



En diciembre pasado, Ibithaj Muhammad fue clara en un tuit a sus seguidores: "Friends don't let friends like Trump"***. La ya medallista ha dicho hace unos días:

“I’m hopeful that, in my efforts to represent our country well as an athlete ― that they change the rhetoric around how people think and perceive the Muslim community,” she said.***

Esperemos que el ejemplo que cunda sea el de ella y no el de un loco con una pistola esperando a la salida de una mezquita en Queens o en cualquier otro lugar. 



* "Tension roils Queens immigrant community after killings" The Washington Post 14/08/2016 https://www.washingtonpost.com/politics/tension-roils-queens-immigrant-community-after-killings/2016/08/14/deb00a14-6267-11e6-96c0-37533479f3f5_story.html
** "Secret Ledger in Ukraine Lists Cash for Donald Trump’s Campaign Chief" The New York Times 14/08/2016 http://www.nytimes.com/2016/08/15/us/politics/paul-manafort-ukraine-donald-trump.html

*** "Muslim Fencer On Team USA Takes Down Trump" ThinlProgress 7/08/2016 https://thinkprogress.org/muslim-fencer-on-team-usa-takes-down-trump-f557df98a644#.b9t5cpaak



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