sábado, 2 de julio de 2016

La discrepancia del deseo

Joaquín Mª Aguirre (UCM)
Después de un extenso artículo sobre la diversidad del deseo femenino y sus diferencias con el masculino, titulado "The Enduring enigma of female sexual desire", se recoge la opinión de la profesora de Psicología y Género, Lisa Diamond, de la Universidad de Utah, que apunta al elemento punto central, más allá de las cuestiones "orgánicas", por decirlo así:

“The issue is not low desire, it’s a desire discrepancy,” she says. “Rather than blame the woman, the better approach is to treat the couple and figure out how to negotiate the amount of sex that feels good for both people.”*

En el sexo, como en todo en la vida en lo que no estamos solos, lo importante es la gestión de las discrepancias. Las cuestiones sobre el deseo mayor o menor o sus picos y valles pasan a segundo término ante la relación con el otro involucrado.
Donde existe la discrepancia es necesaria una cultura de la negociación porque de no ser así las dos únicas salidas son el "autoritarismo" y el "caos". Y ninguna de las dos formas es aceptable para un buen fin ni en la pareja ni en la sociedad.


Creo que no es casual que se hable de "revolución sexual" y que está esté en el centro de la transformación social. Las culturas autoritarias lo son desde su núcleo: la pareja y la familia. Se comete un gran error cuando algunos tratan de disociar las cuestiones de "género" de la política en general. La primera política nace en la pareja y en la familia. Es ahí donde surge la primera relación de poder, como ya vieron antropólogos, sociólogos e investigadores de los campos que cubren la vida social. El núcleo de lo social —y por ello de lo político— reside en el modelo de relaciones de pareja y en el centro está esa gestión del deseo.


La diferencia entre un modelo de negociación de la discrepancia del deseo y un modelo autoritario del deseo, en el que uno se impone al otro, es lo que establece las diferencias en las personas. Muchas sociedades resuelven estas discrepancias legitimando el deseo de uno en detrimento del otro. Las culturas patriarcales autoritarias imponen el deseo del hombre sobre la mujer y no consideran, por ejemplo, que puede darse la violación dentro de la pareja. Es en ese punto en donde se ve precisamente el autoritarismo que se manifiesta en toda una serie de actitudes que tienen su origen en la negación del otro como sujeto y, por ello, gestor de su deseo.
Es también típica de las sociedades autoritarias patriarcales imponer el deseo del hombre y considerar a la mujer como una provocadora de ese deseo. La mujer debe ser ocultada para que el hombre no se vea arrastrado. En este modelo, la mujer se considera como libidinosa y promiscua en su estado natural. La ablación y demás mutilaciones tienen como fin reducir el deseo sin límite de la mujer. Mutilarla, taparla y encerrarla alejándola de las miradas de los otros hombres es la traducción práctica de ese modelo.

Es el que sirve para justificar el acoso sexual y considerar que es la presencia de las mujeres en las calles y trabajos lo que lleva a los hombres a perder el control. Son esas sentencias que nos escandalizan cuando se establece que era ella quien estaba donde no debía estar, vistiendo como no debía vestir, etc. Parten de este modelo doble de la provocación femenina y la falta de control masculina y son indicadores del machismo patriarcal y de un déficit en la transformación social y legal respecto a la mujer.
La teoría subyacente del deseo es que este es incontrolable, por lo que el mejor remedio es la segregación constante, mantener alejados a hombres y mujeres, y la vigilancia de padres, hermanos y maridos sobre las mujeres bajo su dependencia. Ellos son los responsables de que las mujeres provoquen a los hombres; ellas son las que arruinan el honor de las familias, su buen nombre.
En The Week se nos contaba un caso claro en Arabia Saudí:

Saudi women need to be accompanied by a male guardian known as a 'mahram' whenever they leave the house. The guardian is often a male relative and will accompany women on all of their errands, including shopping trips and visits to the doctor.
Such practices are rooted in "conservative traditions and religious views that hold giving freedom of movement to women would make them vulnerable to sins," according to The Guardian.
In one extreme case, a teenager reported that she had been gang-raped, but because she was not with a mahram when it occurred, she was punished by the court. The victim was given more lashes than one of her alleged rapists received, the Washington Post reports.**


El artículo de The Week es de febrero de este año, pero la prensa ha informado de un caso similar hace pocos días: una turista fue violada y ella resultó la condenada y castigada.
Todas las opiniones de expertos recogidas en The Week respecto a las diferencias, incluso ausencias, de deseo en la pareja se quedan en tecnicismos si no se da ese paso siguiente, que es considerarlo en el marco de la naturalidad de la discrepancia sobre el deseo. Lo importante es asumir su naturalidad y no partir de modelos irreales como ocurre hasta el momento.

La sexualidad sigue siendo un tabú que confronta a las personas, sus sentimientos más íntimos, con modelos sociales. La educación sigue considerando un campo complicado cuando debería ser el más sencillo pues todo el mundo lo experimenta desde el interior. Pero hablar es complicado. Aprender es desaprender los modelos sociales y tratar de encontrar los propios que permitan a las personas vivir una vida sin traumas y mentiras, dentro y fuera de las relaciones.
Bajo el titular del artículo, en la BBC se preguntan "Why have scientists been slow to understand women’s sexuality". La respuesta es muy sencilla: porque no les ha importado mucho. La Ciencia es un reflejo de la propia sociedad en la definición de sus intereses y objetivos, también en las respuestas posibles. Tiene que cambiar para que se amplíe su horizonte de intereses y respuestas aceptables.
El artículo se cierra con la siguiente conclusión:

If researchers know anything about desire, it is that variation is the norm. Whether male or female, desire can manifest in a seemingly endless spectrum of forms, and it can range from high to low to nonexistent. There is no right or wrong type or degree of desire for individuals or couples. “It would behoove us all to be more accepting of a very wide range of variability in desire,” Diamond says. “We need to be tolerant of diversity.”*


Descubrimos la diversidad de las personas, la diversidad de sus deseos, cuando dejamos de meterlas en categorías polares. Solo entonces empiezan a surgir las diferencias y lo descrito se acerca a la realidad permitiendo una mejor comprensión. Lo demás es vivir en el malentendido peligroso, traumático y excluyente. No hay "enigmas"; solo ceguera.
En este campo, como en los más importantes, el reconocimiento de las diferencias y discrepancias pasa por la buena negociación, por el diálogo abierto en la forma de vivir con el otro. 



* "The Enduring enigma of female sexual desire" BBC 1/07/2016 http://www.bbc.com/future/story/20160630-the-enduring-enigma-of-female-desire

** "Eleven things women in Saudi Arabia cannot do" The Week 4/02/2016 http://www.theweek.co.uk/60339/eleven-things-women-in-saudi-arabia-cant-do



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