martes, 5 de enero de 2016

La visita molesta o vivir en contradicción permanente

Joaquín Mª Aguirre (UCM)
El régimen egipcio sigue complicándose la vida. No teniendo bastante con lo que le viene dado, se crea sus propios problemas. El temor a lo que pueda ocurrir en el próximo aniversario de la revolución, que ya anticipamos, parece estar detrás de toda una serie de errores en cadena cuya consecuencia es la creación de más malestar. A los cierres de espacios críticos de cultura —lugares de arte o editoriales, clausura de seminarios...— se cierra ahora un incidente que solo le traerá más reproches y complicaciones.
Egyptian Streets nos traía ayer el siguiente titular "Tunisian Writer Deported at Cairo International Airport, Deemed ‘Security Threat’". Al igual que ocurrió con el escritor egipcio Alaa al-Aswani, cuyo seminario en Alejandría fue suspendido por motivos de "seguridad", esta vez ha sucedido con la escritora y profesora tunecina Amel Grami. Se señalaba en la publicación: 

An influential Tunisian writer was deported from Egypt’s Cairo International Airport on Sunday for being a ‘national security threat’.
Amel Grami, an academic who has also written periodically for private Egyptian newspaper Al-Shorouk, had been invited by Bibliotheca Alexandrina (the Library of Alexandria) to speak at a conference. Grami had been due to give a lecture on how to counter extremism and terrorism.
On Facebook, Grami revealed that she had been detained at the airport before being deported. Amel later found out that she had been listed as a ‘persona non grata’ by Egyptian security officials.
Writing on Facebook, Grami added that her passport was confiscated and she was interrogated by security officials without being told why.
“When my pen is treated like a sword or spear or a kalashnikov threatening the security of countries…that is inconceivable, what [crimes] have my hands committed?”
The academic described how she had been detained for many hours alongside other people who had been accused of smuggling drugs and traveling with fake visas, adding that she felt her dignity had been attacked.
“When stripped of your passport and left without an identity, you can only ask ‘who am I?” said Grami about the confiscation of her passport.
Despite her ordeal, Grami thanked the Library of Alexandria for their efforts and attempts to gain permission for Grami’s entrance to Egypt. However, Grami said that she had vowed never to enter countries in which she is designated as a threat to national security.*


La ironía de la doctora Grami es manifiesta; el ridículo del gobierno egipcio también. El intento de acallar todas las voces, internas y externas, hacen que su soledad y desesperación frustrada —por más que se revista de soberbia faraónica— siga aumentando a pasos agigantados. Solo la tensión creciente en la zona hace que el régimen egipcio —el que loa la revolución que teme se recuerde; el que dice que no dio un golpe de estado sino que siguió los deseos de democracia de su pueblo— no reciba más condenas internacionales.
El final de la hoja de ruta no era la democracia, como era previsible tras el abandono de los socios liberales, sino una parodia de democracia con un parlamento títere y un gobierno cuyos únicos aliados son las figuras del régimen corrupto de Mubarak y los salafistas, ¡pobre compañía para los sueños comenzados en la Plaza de Tahrir! Cada vez es más molesto tener que dar explicaciones por cada error cometido y el régimen se irá ensimismando, girando sobre sí mismo, sin posibilidad de comunicación, perdiendo el sentido de la realidad.


Pero el perfil que la Deutsche Welle tiene de la profesora tunecina es revelador sobre el tipo de amenaza que supone:

Amel Grami is a professor in the department of Arabic studies of the Faculty of Literatures, Arts and Humanities in Manouba, Tunisia. Her fields of specialization include Islamic and gender/women studies (with a focus on Maghreb), comparative religion and dialogue between religions and cultures. Grami wrote her doctorate on the difference in Islamic culture at the University of Manouba and holds a PhD in the topic of apostasy in Islamic thought from the University of Tunis. Amongst various academic publications she also wrote numerous studies and articles on “the voice of women” and gender analysis in the Arab media as well as human rights with a focus on the impact of (new) media. Her fields of interest include reforms in the Middle East as well as the new reformers in Tunisia. She is a member of several dialogue and research groups concerning religious media discourses and of the Association of Muslim Women Lawyers for Human Rights.**


La doctora Grami no iba a dar un mitin político a Alejandría. El régimen teme, sobre todas las cosas, la inteligencia, porque es algo de lo que rotundamente carece. Las personas inteligentes —en lo científico, en lo político, en lo religioso— se le han ido al régimen de al-Sisi, quedándole solo los aduladores y los aprovechados, es decir, los que siempre han prosperado en Egipto a la sombra del poder.
Grami es una especialista académica en un tema capital en la cultura islámica y el eje de gran parte de los problemas que se plantean: la apostasía. Es sobre este concepto sobre el que gira circularmente la política de represión en el islam. La imposibilidad de evolucionar bajo la amenaza de ser considerado apóstata, de atacar o insultar al islam es el recurso de contención que los teólogos usan para evitar el movimiento de evolución y dirigir sus ofensivas. La fatwa es la herramienta usada contra los que tratan de salir del monolitismo y acercarse a posturas más abiertas a los tiempos y a la realidad. 
El proceso de reislamización que comenzó en los 70 mayoritariamente es un proceso ideológicamente involutivo a través de nuevas formas que aseguraban que nadie saldría de una ortodoxia férrea. El error de quienes no se preocuparon por ello fue prensar que se trataba de un proceso político controlable y no de una lucha competitiva por la demostración de pureza y una forma de colonizar desde el Golfo. Wahabíes, salafistas, etc. compiten por el modelo que consideran puro, la lectura coránica correcta que evite la evolución hacia una apertura y una convivencia. En su lugar, lo que se propone es una promesa de victoria final que compense el error histórico de la superioridad alcanzada por Occidente, algo que no se ha asimilado históricamente.


Como señalan muchos historiadores, en el islam todavía se debate la contradicción histórica de cómo se pierde influencia y se derrumban los imperios musulmanes si se tiene la religión verdadera. No se entiende que la superioridad histórica occidental se consiguió cuando precisamente se logró separar la iglesia del estado y la ciencia de la creencia; pero estos cuatro elementos siguen formando una unidad, la creencia es la "ciencia" y la "ley divina" es la "ley de los hombres", la que rige el estado. La superioridad militar, técnica y científica que el islam tuvo durante siglos, su control del mundo, lo perdió. Todavía se juega con el deseo de recuperar el imperio perdido y extenderlo al mundo; es la promesa de la victoria final.
La visita de la profesora Grami tiene dos lecturas paralelas. No es un problema directamente relacionado con la revolución de enero y su conmemoración. Es el cierre de las fronteras a una especialista en apostasía, que lucha por los derechos desde dentro del pensamiento islámico. Este perfil intelectual es el más temido dentro del mundo musulmán y el veto tiene más visos de venir de la Universidad de Al-Azhar que de las instancias políticas. Es la Biblioteca Alejandrina la que invita a la doctora Grami.
En el foro celebrado en 2013 en Berlín con musulmanes progresistas sobre las consecuencias de la Primavera árabe, la profesora Grami señaló en su intervención:

Grami said that religion as a historical, social, and cultural phenomenon has been subject to constant change. Thus, as expected, there have been intense debates about the role of religion in Tunisia in the wake of the changes wrought by the Arab Spring. In the course of the protracted process leading to the drafting of a new constitution, the gaps between Islamists on one side and liberal or secular citizens on the other should become readily apparent.
During the rule of Zine Al Abidine Ben Ali, the religious sphere was subject to tight control by the state. However, since he was overthrown one can observe a clear upsurge in the signs of overt religiosity. Grami noted that ‚new discourses, new practices, new looks have emerged, as well as religious kindergartens, associations, and book stores.‛ In addition, a flood of preachers has come into the country from Egypt, Bahrain, Kuwait, and Saudi Arabia. To some extent they have been spreading a version of Islamic practice alien to Tunisia (and the Maghreb as a whole), up to and including advocating female genital mutilation, the veiling of girls, and the struggle against secularists. For months the central issue of political discourse has been how Tunisia’s Islamic identity might be displayed.
There are voices demanding that Sharia should become the basis of Tunisian law, which, if it happened, would turn the country from a secular into a religious state. Grami observed that these voices emanated primarily from certain Salafist groups, but definitely could also be heard within the Ennahda itself. They found expression in mass demonstrations in front of the National Assembly calling for, among other things, a prohibition on the sale of alcohol and the curtailment of women’s rights in family law.****


La distancia con el islam que se practica y viene de Egipto, entre otros países, es manifiesta. La falsa dicotomía entre identidad nacional e identidad religiosa es un lastre para ambas. Bajo la excusa de la identidad religiosa, se hace renunciar a las libertades que desean. Se entiende así que Egipto se vea como una presión política y religiosa a través de instituciones como Al-Azhar, controlada por el estado.
En 2013, cuando se celebra la conferencia en Berlín, Morsi estaba todavía en el poder y su afán expansionista a través de la internacional de los Hermanos Musulmanes (que incluye a Ennahda en Túnez) es evidente. Con Erdogan y Morsi en el poder en sus respectivos países, era cuestión de tiempo el que los islamistas se apropiaran de la Primavera árabe redirigiendo las reformas hacia estados islámistas. Eso es lo que denunció en Berlín la profesora Grami. Lo que viene de Arabia Saudí, de Egipto, etc. es un islam retrógrado, contrario a las libertades, los derechos humanos —Grami ha llegado a decir que no hay nada en el Corán que condene la homosexualidad, un tabú— y, especialmente, a los derechos de las mujeres, como se señala en el último párrafo. El Magreb es otra cosa, dice Grami, otra tradición y reclama su camino de libertades propio, sin condicionamientos externos. El tiempo le ha dado la razón en estos dos años.



Pero hay un segundo factor importante: Amel Grami es tunecina. Túnez es el recordatorio vivo de los errores cometidos por los egipcios en el desarrollo de su revolución. Los tunecinos comenzaron la Primavera y se han mantenido firmes frente al estado represor primero y a los islamistas después. Los egipcios, por el contrario, siguieron a los tunecinos para lanzarse mayoritariamente en brazos de los Hermanos Musulmanes (el Ejército, en otro error colosal, se lo puso en bandeja) para acabar retornando a un Golpe de Estado que se les ha convencido era la única solución. Hay que recordar que lo que el pueblo egipcio pedía (lean la carta de Tamarod que firmaron millones de egipcios) era la dimisión de Morsi y la convocatoria de nuevas elecciones. Lo que se le dio, en cambio, fue un baño de sangre y el regreso de los militares al poder primero y de los hombres de Mubarak después. Túnez es el ejemplo de la oportunidad perdida. Y eso lo lleva muy mal el orgullo egipcio, a menudo fuente de problemas.


La detención, retención y expulsión de la profesora tunecina es infame en varios sentidos. Lo es porque se trata de evitar que una persona hable, en primer lugar. Pero se trata también de una rabieta con humillaciones innecesarias. Afortunadamente la profesora Grami ha sabido darle la vuelta a la situación con ironía, declarando no ir a países en los que es declarada una amenaza para la seguridad. El ridículo del gobierno egipcio queda en evidencia. Puede que como en otras ocasiones, las embajadas estén actuando como indicadores de los "niveles de peligrosidad" de los visitantes. La profesora Grami ya tiene un nuevo mérito en su rico historial.

Pero las contradicciones se acumulan en la política gubernamental. Las promesas del presidente no pasan de ahí y —como señalábamos el otro día— su discurso sobre la renovación religiosa se queda en meros fuegos artificiales que el agua fría de la realidad apaga antes de que muestren sus colores en el cielo. No solo es el caso de la profesora Grami. El otro caso de estos días —lo hemos tratado ya— es el de predicador reformista Islam Beheiry.
Con el título "Fans protest as court reviews Islam Beheiry’s challenge to blasphemy sentence", el diario Egypt Independent daba cuenta ayer de las reacciones a su condena:

Fans of Islam Beheiry protested outside the South Cairo Court on Monday as the court considered a challenge by the media host, who was sentenced to one year in prison over blasphemy charges.
Beheiry was initially sentenced to five years over the charge that was later brought down to one year.
The protesters hoisted banners attacking Al-Azhar, Egypt and the Arab World’s top Islamic academy, whose request had prompted AlKahera wal Nas to halt the airing of Beheiry’s controversial show last year.
The show mainly focused on challenging the credibility of the narrators of Prophet Muhammad’s “Hadiths”' (quoted teachings), most specifically Imam al-Bukhari (810-870 AD), an almost unquestioned scholar in hadith narration.
Beheiry said in earlier statements that he was facing more than 40 lawsuits relating to his program.
“Al-Azhar vigilantes of the 20th century”, “Islam did not insult the Quran or the Prophet”, read banners being held up by the demonstrators.
“President Abdel Fattah al-Sisi has, more than once, urged a change to religious discourse and talked about religious reform,” said Marwa Khalifa, one of the protesters. “This is at odds with confining and sentencing religious modernists like Beheiry,” she said.*****


Las contradicciones son cada vez más obvias, así como la censura de la influencia de Al-Azhar, contra la que se dirigen cada vez más las iras de los reformistas. La necesidad de las reformas religiosas es de una gran obviedad si realmente se quiere resolver el problema de la radicalización, que se alimenta de esta intransigencia mostrada incluso por los que se presentan como "moderados". Su "moderación" debe ser explicada en otros términos más allá de lo religioso, en donde no renuncian al poder que significa el control de la ortodoxia. La Universidad de Al-Azhar es y ha sido un instrumento poderoso de control social y de expansión de la influencia egipcia, que se ve como un centro intelectual del islam. Nasser la convirtió en herramienta del estado para escapar del peso de los islamistas, de los Hermanos Musulmanes. Eso le valió un ataque constante de desprestigio por parte de los que se consideraban verdaderos representantes del islam, lectores correctos del texto coránico. Pero el papel de Al-Azhar está todavía por verse en estos momentos.
Como señalan los seguidores de Islam Beheiry los ataques vienen de Al-Azhar tanto por el reformismo de las ideas como por dejar en evidencia el inmovilismo de los demás. La disputa no es por un hadith, sino más bien por el derecho a imponer una verdad, como bien explicó Michel Foucault; es una cuestión de poder. Con los islamistas declarados terroristas, en vez de acometer unas reformas que permitan una mayor apertura, la universidad de Al-Azhar tira de prestigio para imponerse al estado y especialmente al espíritu aperturista que presidió la primavera árabe y del que la universidad del dogma tampoco fue partidaria, como ocurrió con los Hermanos Musulmanes, que dudaban de un movimiento que abogaba por una mayor democratización y laicidad en el país.


Hacen bien los seguidores de al-Beheiry en apuntar a Al-Azhar y señalar las contradicciones con el discurso presidencial. Como ya vimos, el discurso que les dirigió sobre la reforma del Islam tuvo que ser rectificado señalando que quienes debían llevar a cabo esa reforma eran los eruditos de Al-Azhar. Con ello queda en evidencia la dependencia que el poder del estado tiene de la universidad islámica, que purgada de los islamistas favorables a las enseñanzas de Al-Banna, el fundador de los Hermanos, han quedado en manos de los tradicionalistas. En su mentalidad no entra la posibilidad de una reforma exterior al sistema, mientras que desde la ortodoxia esta sí se puede producir. A ello contribuye la especial configuración del Islam en cuanto a su estructura y a su forma de discusión entre eruditos. Es más sencillo denunciar a al-Beheiry ante los tribunales por ofender al islam, por blasfemia —que es mantener una opinión distinta a la oficial—, que sentarse a discutir con él sobre la historicidad de unos hadices. Lo que en teoría es posible, en la práctica no lo es porque supone una erosión del poder, abrir una puerta peligrosa.


El hecho de que la universidad de Al-Azhar haya sido el instrumento para cerrar mezquitas radicales y unificar los sermones de los viernes, tiene como contrapartida que hay que reforzar su autoridad. En eso se mide su poder, no en los razonamientos entre eruditos. La capacidad de vetar o mandar a los tribunales es una muestra de su "eficacia". Pero Grami y Beheiry no son radicales. Pero con los Hermanos "fuera" del país o silenciosos, solo que tomar posiciones contra los reformistas.

La retención, detención y expulsión de la profesora Grami en una nueva-vieja mala noticia. Implica que el camino seguido para controlar al país es enfrentarlo a un islam cerrado a cal y canto, que en vez de abrirse y combatir desde dentro el radicalismo lo acabará fomentando como enseñanza de intransigencia. Apuntando como "peligrosos" en lo religioso o en la "seguridad nacional", ya sea a Islam Beheiry o a la profesora Grami, lo que el régimen egipcio está mostrando, apuntalado por Al-Azhar, es su incapacidad para ganar batallas culturales más allá de la sisimanía, que durará lo que dure la ilusión de que se puede cambiar algo así. Solo con las armas de la represión, física e intelectual, no se conseguirá ni modernizar el discurso del islam ni el democrático, como pretende el presidente El-Sisi.
Por ello, los mecanismos de renovación prescinden ya del estado o de Al-Azhar. Por eso mismo son perseguidos, como ha ocurrido con los editores y aristas de sitios emblemáticos de la cultura progresista egipcia. El aniversario de la revolución en enero está sembrando muchos temores. Y las soluciones buscadas no hacen sino agravar la cuestión.
Pero lo que no tiene premio en esta vida, lo tiene en la otra. El antiguo Gran Muftí, el jeque Alí Gomaa, hombre con fama de permisivo en cosas como el fumar, ha confirmado hace unos días que, según el Corán, los seres humanos podrán medir 24 metros en el Paraíso****. Para algunos, un aliciente más. Da igual lo que tengan que decir la doctora Amel Grami y el estudioso Islam Beheiry.



* "Tunisian Writer Deported at Cairo International Airport, Deemed ‘Security Threat’" Egyptian Streets 4/01/2016 http://egyptianstreets.com/2016/01/04/tunisian-writer-deported-at-cairo-international-airport-deemed-security-threat/
** "Conference 2011 Speakers: Grami, Prof. Dr. Amel" Deutsche Welle 2011 http://www.dw.com/en/grami-prof-dr-amel/a-6519822
*** "Fans protest as court reviews Islam Beheiry’s challenge to blasphemy sentence" Egypt Independent 4/01/2016 http://www.egyptindependent.com//news/fans-protest-court-reviews-islam-beheiry-s-challenge-blasphemy-sentence
**** " 8th Berlin Forum for Progressive Muslims, April 19 – 20, 2013
The Resurgence of Political Islam in the Aftermath of the Arab Spring:
Developments – Challenges – Perspectives / Convened at the Friedrich-Ebert-Stiftung, Hiroshimastraße 17, 10785 Berlin." http://library.fes.de/pdf-files/dialog/10284.pdf

****** "We could be 24 meters tall in heaven: Sheikh Ali Gomaa" Mada Masr 30/12/2015 http://www.madamasr.com/news/we-could-be-24-meters-tall-heaven-sheikh-ali-gomaa

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