lunes, 11 de enero de 2016

El esperpento inaugural

Joaquín Mª Aguirre (UCM)
El espectáculo dado en el nuevo parlamento egipcio es insólito. Pero está bien que así lo sea, que cada cual quede en el lugar que le corresponde y diciendo lo que es y cómo ve el mundo. Con el titular "Egypt's 2011 revolution against Mubarak attacked in new parliament", el diario estatal Ahram Online da cuenta sintética de la sesión de apertura de, parlamento egipcio.
Si Ahram Weekly titulaba el otro día "Back to Military" para describir los nuevos nombramientos de gobernadores por parte del presidente El-Sisi, señalando la vuelta masiva de los militares a los cargos civiles que controlan el país, hoy le toca a Ahram Online describir el esperpento parlamentario producido durante la inauguración después de tres años si cámara de representantes, tras la disolución por los tribunales del anterior, en época de Mohamed Morsi.
El parlamento actual, sin partidos fuertes y con la tarea de hacerlo dócil al gobierno a través de una suma de diputados cuya finalidad era evitar que el parlamento pudiera fiscalizar a la presidencia, se ha llenado de viejos conocidos de la época de Mubarak. Sin partidos políticos con capacidad real de liderazgo, jaulas de grillos muchos de ellos, el parlamento nuevo —como ya se dijo por la prensa— trae el retorno de muchos de los que fueron sacados por el pueblo en la Primavera árabe, en la revolución del 25 de enero. La novedad son las mujeres, en mayor cantidad que anteriormente; de ellas puede venir alguna esperanza.


El esperpento que describe Ahram Online de los ataques a la revolución de enero es la venganza de los que han conseguido regresar tras el blanqueo que el nuevo régimen ha hecho con ellos convertidos oficialmente en "representantes del pueblo egipcio".
El diario estatal ha dado cuenta de uno de los episodios más vergonzosos de la historia parlamentaria de Egipto. Sus señorías han puesto de manifiesto la distancia que hay entre las llamadas dos revoluciones, la del 25 de enero y la del 30 de junio. La primera derribó a Mubarak; la segunda fue un golpe de estado inconfeso —el "no-coup"—, como confirman las actuaciones posteriores de los intervinientes con la vergüenza del final de esta "hoja de ruta" que debía llevar a la democracia.
Nos cuentan en Ahram Online cómo se desencadenó el conflicto en el momento de la toma de juramentos:

The attacks against the anti-Mubarak revolution began when independent MP Mortada Mansour said he has so far not been able to "digest" it, and as a result cannot take the national oath because the preamble of the country's new constitution praises the 18-day revolt.
"The preamble of this constitution says that it reflects the principles of the 25 January revolution and the 30 June revolution, and I only believe in the second revolution," said Mansour.
Mansour also attacked Article 104 of the new constitution on the grounds that "it obliges MPs to pledge support for a part of the constitution we do not believe in."
In his speech after being elected parliament speaker, Constitutional law professor Ali Abdel-Al called on MPs to observe a minute of silence in respect for the "martyrs of both the 25 January and 30 June revolutions, as well as those among the police, military and judiciary."*


El conflicto producido es el resultado evidente del estado de autoengaño en el que Egipto vive desde enero de 2011. Los treinta años de Hosni Mubarak no eran realmente una dictadura propia, sino la degeneración de la revolución de los 50 que acabó convirtiéndose en pura retórica patriótica y el abandono del pueblo en manos de una clase política, surgida del empresariado y del ejército, corrompiendo las instituciones y dejando el control del país mediante una ley de excepción a unos servicios de seguridad con mano libre para hacer desaparecer a quien desearan.
La apatía del sistema se contagió al propio pueblo, que apenas respondía  antes la situación, prefiriendo moverse por el aparato corrupto del estado antes que oponerse a él. La mecha que se enciende en Túnez hace saltar lo que no esperaban, una revuelta popular incontrolable que la única forma de cortar es con un baño de sangre. Los sucesos de Alejandría con la tortura y muerte del joven Khaled Said, que había denunciado los manejos de la policía con la droga, colman en vaso. Y la gente sale a la calle, sobre todo los jóvenes, los que no tienen futuro, ante ese mundo sin aspiraciones que les han fabricado. Resisten a los intentos de calmarlos, de engañarlos y solo piden ya una cosa para irse de las plazas: que salga Mubarak del poder. Y el Ejército, el sostén del régimen, los que no han movido un dedo por cambiar la situación y se han beneficiado de ella, retira a Mubarak a un lugar más tranquilo y de presenta como "liberador". Se sale de un régimen militar y se llega a una junta militar, la SCAF, en un periodo siniestro.


Como siempre ocurre en las dictaduras corruptas de larga duración, mucha gente se adapta a ellas y medran y hasta hacen fortuna en muchos campos si son discretos y se suman al aparato del régimen, que se convierte en un sistema de recompensas y castigos según el comportamiento.
"¡Ya se ha conseguido que se vaya Mubarak!", dicen, "¿qué más queréis?". Pero muchos recelan de lo que realmente está haciendo el gobierno militar y quieren seguir manteniendo el nivel de reivindicaciones para asegurarse un sistema de libertades y progreso reales y no solo un cambio de caras. Comienzan ya las maquinaciones de militares e islamistas, cada uno intentando hacerse con el liderazgo de la entonces prestigiosa, gloriosa revolución de enero y la memoria de sus mártires.
Lo que llega después es una serie de errores garrafales provocados por los militares para poder imponer un candidato que gane a los islamistas jugando a lo de siempre: nosotros o el caos. Han medido mal sus fuerzas y, sobre todo, han socavado las posibilidades reales de cualquier candidato a la presidencia que no esté controlado por ellos o que sea parte de la misma institución. Shafiq, el candidato que se opone al islamista Morsi tras la primera vuelta, es un militar. Mucha gente vota a Morsi doliéndoles la mano porque saben que votar a los militares es votar al régimen anterior, al que quieren dejar atrás. Y la gente cree las promesas islamistas de que se gobernará para todos.


Siempre se había barajado que los islamistas no serían más allá del 20% de electorado. Esa era una cifra casi simbólica que todos manejaban. Pero el éxito de los islamistas es arrollador y su soberbia y falta de inteligencia política les pierde. En menos de un año, entre lo que la gente ve que hacen y las campañas en contra, se ganan la oposición de una mayoría del pueblo egipcio. Los islamistas quieran sacar una constitución a su media solos, sin contar con ningún grupo; no los necesitan, tienen el 80% del parlamento. La estrategia de los militares, para variar, ha sido un rotundo fracaso.
Llega entonces la "hermanización". Así es como llaman al asalto institucional que los islamistas realizan en todos los niveles, de las universidades a la Ópera de El Cairo. Comienzan los conflictos sectarios con los cristianos, se queman y atacan iglesias. La visita de Morsi a Europa lleva el desaire de advertirle Merkel que debe respetar los derechos humanos y a las minorías, especialmente las religiosas, y a las mujeres. Morsi se ríe y dice que no es asunto de nadie más que de los egipcios. Comienzan los enfrentamientos sectoriales contra los islamistas, que quieren controlarlo todo. Morsi da un decretazo y asume más poderes que los que tenía Mubarak. Los siguientes seis meses son de enfrentamiento y protesta, de prepotencia islamista.


El movimiento Tamarod (Rebel) se propone mandar tantas cartas de protesta como votos había tenido Morsi en las elecciones. Pronto consigue doblar la cantidad y pasan de los veinte millones de cartas. La gente sale a la calle a protestar y el gobierno islamista, que no entiende lo que ocurre, se planta sin aceptar las reivindicaciones ni dar soluciones. El-Sisi es el ministro de Defensa.
La gente sale a la calle a respaldar la propuesta de Tamarod, un movimiento juvenil de gran protagonismo sobre el que posteriormente caerán sospechas de que puede haber sido manipulado. Exigían  la dimisión de Morsi y del gobierno y la convocatoria de elecciones anticipadas. Eso es lo que pedía Tamarod en sus cartas; eso y otros puntos como la ruptura con los Estados Unidos, a quien acusan de haber apoyado a los islamistas para conseguir el poder.


Tras las inmensas manifestaciones callejeras que piden la convocatoria de nuevas elecciones, el ministro de defensa "urge" al presidente Morsi a que atienda a las peticiones del pueblo y dimita. Se le da un ultimátum. Morsi no lo acepta y se produce el golpe de estado. Así se quiere ver, como una segunda y definitiva etapa de la revolución, algo absurdo, pero retóricamente necesario para justificar el derrocamiento de un gobierno. Es la voluntad del pueblo. Todo eso después de más de treinta años ignorándola. Hoy son esos diputados que se niegan a aceptar la constitución los que se reivindican como héroes de la segunda revolución, considerándola la negación de la primera.
Evidentemente en este relato faltan muchos pasos, pero creo que permite llegar a la idea que me interesa exponer aquí: el pueblo egipcio no pidió un golpe de estado militar, sino la dimisión de Morsi. Una vez más, fueron engañados para acabar en manos de los militares y del aparato de la época de Mubarak. Ese engaño es relativo porque, hay que decirlo, una parte importante de las clases medias de Egipto forman parte de esa élite que no ha tenido reparos en vivir en una dictadura, justificando que el régimen de Mubarak representaba una modernidad frente a los peligros islamistas, algo que ya Nasser utilizó después de haberlos manejado para tener apoyos en su revolución.


Toda la retórica desde el 30 de junio de 2013 ha tratado de justificar el golpe de estado militar como una petición del pueblo. Todos los discursos han intentado unir el 25 de enero de 2011 —con sus reivindicaciones y sus muertos— a lo que ocurrió en junio y julio de 2013.
Inicialmente se forma un gobierno de amplio apoyo popular, con todos los grupos e instituciones menos los Hermanos Musulmanes para dar a entender que allí están todos unidos para evitar un enfrentamiento civil. Pero lo que ocurre después es una manifestación multitudinaria, no prevista inicialmente, a la que se pide que se vaya a manifestar su apoyo en el uso de los medios que sean necesarios para restablecer el orden. Probablemente nunca se haya hecho algo tan burdo en la historia de la manipulación política.

Se concentran cientos de miles de personas en una manifestación de apoyo al nuevo gobierno para que haga lo que tenga que hacer, según los que la organizan. Lo que ocurre después está en los periódicos: las matanzas de cientos de personas para desalojarlas de las sentadas de protesta. Tras días persistiendo en el mantenimiento de los campamentos, se producen las cargas policiales brutales que lejos de evitar un enfrentamiento civil, lo provocan y consolidan. El gobierno comienza a ver las dimisiones de personas que, como El-Baradei, se dan cuenta de que han sido utilizados y que quien gobierna realmente es el ministro de defensa El-Sisi y el de Interior, un verdadero carnicero represor ya experimentado en la época anterior.
Se pueden discutir muchas cosas sobre los manejos, manipulaciones, actuaciones encubiertas, etc. pero lo que es indiscutible es que el pueblo egipcio no pidió un golpe de estado sino elecciones anticipadas. Lo que le dieron, en cambio, fue un "golpe", claro y duro. La prueba es el abandono sucesivo de los miembros del grupo de gobierno. Fueron quedando como apoyo, los salafistas y los fieles del aparato de la época de Mubarak.


Este largo resumen trata de servir de introducción necesaria a lo que ha ocurrido hoy domingo (ya ayer) en el parlamento: la furia de los que fueron sacados del poder y ahora regresan. Nos explica su rechazo, su odio a una revolución, la del 25 de enero y su apego, en cambio, al golpe de estado que les ha permitido regresar al poder y la influencia.
Señalan en Ahram Online sus historiales:

Fierce critic
After Mubarak left office on 11 February 2011, Mansour faced charges that he had hired "armed thugs" to attack pro-democracy protesters at Tahrir Square on the first of February in what came to be known as "the Battle of the Camel."
Mansour and others, mostly leading officials who were affiliated with Mubarak's now-defunct ruling National Democratic Party (NDP), were acquitted of the charges in 2013. Since then, however, Mansour has been a fierce critic of the anti-Mubarak revolution.
Although Mansour was forced by Bahaaeddin Abu-Shoqa, an appointed MP who chaired the parliament's opening procedural sitting, to read out the oath completely and verbatim, his negative remarks about the anti-Mubarak revolution struck a chord with a lot of MPs.
Tawfik Okasha, an independent MP and owner of the private TV channel Al-Faraeen, also insisted that the new parliament "represents the 30 June revolution only".
Okasha, who submitted a bid for the post of parliament's speaker, said "it is a big honour for me to be one of those who urged people to revolt on 30 June and as a result the new parliament should represent the 30 June revolution only."
"I decided to run for the speaker's post because I was one of those who were about to sacrifice their life during 30 June and because this parliament represents its principles."
Okasha was an MP in 2010's parliament, which was dissolved after Mubarak's ouster. He used his Faraeen channel to defend the ruling military junta that took over in Egypt after Mubarak was ousted and to attack president Morsi.*


Esta es la nueva-vieja fauna egipcia que ha entrado en el parlamento, los pagadores de matones para episodios bochornosos como "la batalla del camello", en la que unos camelleros entraron en la plaza de Tahrir golpeando a diestro y siniestro a los manifestantes para sacarlos de allí. Mansour y Tawfik Okasha, otro espécimen de la misma calaña moral, presumiendo de ser héroes de la gloriosa revolución protagonizada por el Ejército. ¡Qué ironía!
Es en ese periodo cuando el que estaba al frente del gobierno, un militar, jura que no se presentará, que los militares no tienen ningún interés en estar en el poder. Hoy, sin embargo, gracias a los sueños proféticos y a su sentido del deber, es presidente de Egipto. No había interés militar, pero acaba de nombrar a los gobernadores sacándolos de los cuarteles. Back to Military, titulaba Ahram Weekly.


La hoja de ruta que había prometido debía llevar a la democracia ha traído a los corruptos del partido de Mubarak y del entorno económico de la dictadura. Ante los egipcios, se justificó todo ello por evitar una división de la sociedad y nunca ha estado tan dividida como ahora. El rechazo exterior no se debe, como se señala, a conspiraciones y presiones de los islamistas por el mundo; solo a los propios errores y abusos del nuevo régimen.
Resulta patético lo que se nos cuenta después, el intento de intervención de un joven diputado tratando de salvar la memoria de la revolución del 25 de enero:

One MP, Mohamed El-Itmani, was silenced by his peers when he attempted to defend the 25 January revolution.
Mansour and Okasha, alongside other MPs, intervened to prevent El-Itmani, a young MP affiliated with the pro-government bloc entitled The Pro-Egyptian State Coalition, from speaking about the 25 January revolution.
El-Itmani, who was introducing himself as a nominee for the speaker's post, said "we are here to represent the two great revolutions of 25 January and 30 June." No sooner had El-Itmani uttered the words when Okasha and Mansour led a chorus of MPs in attacking him.
El-Itmani defended himself by saying, "I, as a young man, had the honour of participating in the 25 January revolution, but I admit that the 30 June revolution came to correct the mistakes of 25 January revolution."
"But nobody can forget the people who sacrificed their lives in 25 January to build a more democratic Egypt and we have to respect their souls."*


Sin embargo, sobre aquellos que se dejaron la vida ya se ha escupido bastante, directa e indirectamente. La sola presencia de esos personajes en el parlamento es un insulto a su memoria, el hecho de que ellos mismos se proclamen héroes es un insulto a la inteligencia.
No hay forma de casar los dos acontecimientos, el 25 y el 30. Son de signo contrario y seguirán haciendo vivir en constante contradicción a muchos egipcios. Oficialmente, el 30 de junio "corrigió" los "errores" del 25 de enero, como señaló el joven diputado progubernamental. Pero eso es un intento imposible, histórica y lógicamente. Por eso —es en lo único— tienen razón los viejos admiradores y beneficiarios de Mubarak, no deben ir juntas, como ellos expresan, y se niegan a usar una constitución que "dice mentiras". La revolución del 25, dicen, fue una maniobra de los Estados Unidos. Nadie explica porqué si Mubarak era su aliado, pero eso da igual. Simplemente aprovechan el antiamericanismo galopante de los egipcios.


El artículo sobre el esperpento político de la inauguración del parlamento, después de tres años sin cámara de representantes, se cierra con algunas explicaciones conclusiones:

Egypt's new parliament includes a large number of MPs who were members of Mubarak's ruling party and who insist that the January uprising was a conspiracy led by the United States.
Saeed Sadek, a political analyst and a professor of sociology with the American University in Cairo, told Ahram Online that "early attacks against the anti-Mubarak revolution in Egypt's new parliament come as no surprise" to him.
"This parliament includes a large number of former Mubarak ruling party MPs who have a grudge against the Muslim Brotherhood and America, taking both to task for spreading chaos in Egypt in the past four years," said Sadek.
"It is not good for Egyptian MPs to begin their work by alienating a big sector of the Egyptian society who believe in the January revolution."
The opening procedural sitting of Egypt's new parliament comes one day after the Court of Cassation – the country's highest judicial authority – upheld the conviction of Mubarak on corruption charges.*


El párrafo último es de una fina ironía. Mientras los recién elegidos diputados defienden el régimen de Mubarak y atacan la revolución que le hizo caer o echarse a un lado, los tribunales han mantenido estos días los cargos por corrupción contra él.
Espero que en el parlamento pueda haber más voces sensatas que este tipo de personajes influyentes de los que Egipto no se libra. El presidente ha declarado 2016 el Año de la Juventud. ¡Triste futuro si no se libra de lo peor del pasado, un pasado-presente altanero y desvergonzado!
La descripción de la esperpéntica sesión inaugural del parlamento ha servido de recordatorio de lo ocurrido en episodios anteriores, como se dice al comienzo de los seriales. Triste panorama, si no se remedia, el que se presenta en el parlamento en un momento en el que Egipto necesita de toda la sensatez a su alcance para salir de la situación complicada, en todos los terrenos, en que se encuentra.
¡Y todo esto era para mantener unidos a los egipcios! El delirio pasa factura; la Historia también. No conviene alterar demasiado los hechos porque acaban volviéndose incontrolables. Cuando la realidad se retuerce demasiado, surge el esperpento.




* "Egypt's 2011 revolution against Mubarak attacked in new parliament" Ahram Online 10/01/2016 http://english.ahram.org.eg/NewsContent/1/64/180611/Egypt/Politics-/Egypts--revolution-against-Mubarak-attacked-in-new.aspx





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