viernes, 22 de enero de 2016

El diputado intransigente

Joaquín Mª Aguirre (UCM)
El diputado Mortada Mansour está consiguiendo el protagonismo deseado en el nuevo parlamento egipcio. Esto no es nuevo en él. Sabe que en Egipto, como probablemente en otros lugares del mundo, no hay mejor forma de conseguir la atención que la mezcla de la política y el fútbol. El hombre que dijo que "la revolución del 25 de enero fue el peor día en la historia de Egipto" tiene aún muchos por delante para convertir en una pesadilla los de mucha gente. De Mansour se sospecha que fue el financiador de la infame "batalla del camello" ocurrida en la plaza de Tahrir. Representa uno de esos lados perversos de la vida política egipcia, los prepotentes y autoritarios magnates, verdaderos demagogos en constante amenaza contra todo aquel que se les opone o les molesta. Mansour, como algunos otros, entra de lleno en esa categoría de aquellos de los que se sospecha que han entrado en el parlamento a golpe de talonario.
Sus enfrentamientos con la prensa son constantes porque suele estar en el centro de los acontecimientos, casi siempre caracterizados por esa prepotencia que le define. Hace un año, el diario británico The Guardian le retrató así:

Even though hundreds of Egyptian newspaper journalists are collectively refusing to mention him by name in print, Mortada Mansour, one of the world’s most eccentric football moguls, is a man of the Egyptian moment.
Whether he is being doused in urine, as he was in October, or sued seven times for libel, it is hard to keep him out of the news.
First there was his election last March to the chairmanship of Zamalek, the second-biggest team in Egypt. Then there was his tilt at the national presidency last summer. Mansour ultimately withdrew from the race, citing a divine vision, after an odd and brief campaign in which he threatened to rip up the peace treaty with Israel and force atheists to practice atheism in their bathrooms.
But it got him what he most desired: attention.*


Llamar la atención es cada vez más la forma en que uno se hace el hueco en unos medios a los que conviene tener excitados, provocados permanentemente. Vivimos en sociedades del exceso informativo en las que el peor pecado es la moderación y la mayor virtud es la desmesura. Es esta saturación la que exige que personajes como Mansour vayan configurando el panorama político arrastrando a los demás. Es lo que estamos viendo en los Estados Unidos con un Donald Trump que busca el mismo tipo de protagonismo, Se trata de mantener abierta una relación de amor odio mediante la cual está siempre situado en primera fila, satisfaciendo las necesidades de excitación que el electorado convertido en público necesita.
Mansour ya provocó en la apertura del parlamento los incidentes necesarios para atraer la atención. Fue a costa de generar el caos y la discusión: rechazaba la constitución que consideraba un logro la revolución del 25 de enero, el foco de la destrucción de Egipto, la gran conspiración, según su forma de ver la historia.
The Guardian cerraba así su retrato de Mortada Mansour:

Mansour is quieter in person than his on-screen belligerence suggests, a juxtaposition he ascribes to his Gemini star sign, which he claims has left him with 15 separate personalities.
Certainly, his career shows he is a man of many identities. He’s a media personality who many in the media refuse to report on, after he insulted one too many journalists. Before joining Zamalek, Mansour was a member of their arch-rivals, Ahly. Before entering football, he was a high-court judge, notoriously jailing one of Egypt’s leading actors in 1983, for making a film that poked fun at lawyers.
And though he is seen today as a product of the Mubarak era, he had his run-ins with the former dictator’s regime. During an earlier stint at Zamalek in 2005, the government forced him from office after he waved a shoe in the presence of a Mubarak aide. Separately, he was also convicted of assault.
All these contradictions make Mansour a difficult man to categorise – but for his opponents they also underscore what makes him a fitting metaphor for contemporary Egypt. “He is a symbol,” says Awady, “for the chaotic state the country is in.”*

Creo que acertó The Guardian en la interpretación del personaje público, de su búsqueda de notoriedad y su autoritarismo intransigente. Pero lo preocupante es su papel en la historia del Egipto actual, ese carácter simbólico representativo del que habla el periódico británico. El caos egipcio, en efecto, proviene de su falta de tradición democrática, de su intolerancia a través de personajes maximalistas como Mortada Mansour. Las personas que predican la tolerancia o la convivencia son aparcadas de mala manera, desplazadas de la evolución egipcia que acaba en manos de estos influyentes personajes autoritarios. Los moderados tienen que salir o son silenciados frente a los vociferantes como Mansour, capaces de cualquier cosa para conseguir el protagonismo.


Apoyo del presidente Al-Sisi, la prensa ya reflejaba sus nuevos intentos de protagonismo a través de la crítica al presidente en un programa televisivo. Es poco frecuente y Mansour apunta alto en el ejercicio del protagonismo constante. Conseguir titulares no es fácil y es a lo que apuntan sus esfuerzos.
Cuando se le critica, no se le ataca a él, sino al parlamento cuando se le critica. Es siempre la misma estrategia que funciona de manera rutinaria: las críticas nunca se hacen a las personas, se hace a Egipto, al parlamento, a la religión... Los personajes se revisten del manto de la totalidad para proteger sus privilegios y atacar a los demás haciendo ver que no se defienden de los ataques ellos sino que están realizando una heroica acción, en este caso, proteger al parlamento de los ataques de la prensa. Eso es lo que refleja el titular de Ahram Online —"Egypt MP Mortada Mansour opens fire on journalists who 'defame parliament'"de forma directa:

In a morning debate on Wednesday, the flamboyant independent MP Mortada Mansour fiercely attacked journalists and the local media, accusing them of doing their best to tarnish the image of the new parliament.
Mansour asked parliament speaker Ali Abdel-Al and other leading MPs that the House's new internal bylaws be amended to give MPs the right to file lawsuits against journalists accused of defaming parliament or covering parliament's news in "derogatory" terms.
"There is a concerted hostile campaign against Egypt's new parliament on the side of the local media," he claimed.
"In their smear campaigns,  journalists went as far as describing parliament as "the House of the Mad People"  or The House of the Hashasheen," said Mansour, warning that "if parliament did not move quickly to protect its reputation and honour, we all would leave this place."
Mansour also insisted that the armed forces and the police cannot be a subject of smear campaigns by the media.
Mansour referred to a local newspaper which seized its issue on Wednesday to accuse speaker deputy El-Sayed El-Sherif of exercising rigging practices.
"Today they accuse us of rigging without any evidence and I do not know what they will do tomorrow," said Mansour.
Mansour also lashed out at young leftist MPs - led by Alexandria's deputy Haitham El-Hariri - portraying them as "parliamentary novices."
El-Hariri and other leftist MPs distributed leaflets among deputies this morning, urging them to reject the new Civil Service Law, accusing it of doing a lot of injustice to state employees.
According to Mansour, "we are not here in a metro car or in a student union to have these leaflets and I think that the right place for this leaflet is to be dumped into trash cans."
Joining forces, speaker Abdel-Al said "Mansour's statement should ring alarm bells about journalists who deliberately aim to tarnish the image of parliament and deputies and that there should be a serious stand against this."
"While the media and journalists are independent and have complete freedoms in accordance with the new constitution, they at the same time are urged to exercise these freedoms responsibly," said Abdel-Al.
"I met with parliamentary journalists and I told them you have the right to cover parliament's news freely, but also wisely and responsibly," Abdel-Al said.**


Se "difama" al parlamento como se difama a "Egipto", al "Ejército" o al "islam". Es una fórmula viciada que buscar revestir de grandes palabras la incapacidad de aceptar las críticas y encubre el totalitarismo reinante en las mentes de muchos de los personajes que circulan por la vida egipcia. Es el recurso fácil amparado en los vicios intransigentes del sistema. En el fondo no es más que el cómodo encubrimiento de la incapacidad para el diálogo. Después siempre habrá un juez —como el propio Mansour— que decida que efectivamente eres culpable de ejercer la crítica.
El parlamento egipcio ha conseguido evitar que los ciudadanos puedan asistir en directo a las sesiones parlamentarias. Es solo una muestra de su miedo a que se vean sus formas de actuar, su pobreza dialéctica y el espectáculo bochornoso que han dado muchos en apenas unos días desde su constitución. El temor a tener que exponerse con sus carencias dialécticas e incapacidad de argumentar más allá de la amenaza o del disparate, como la idea obsesiva de Mansour de que la revolución fue una conspiración norteamericana.

Ahora tratan de evitar que no se pueda realizar crítica alguna con las amenazas contra la prensa y la petición de que se considere delito evaluar la situación del parlamento. La carencia de una clase política capaz de dialogar en Egipto es angustiosa y preocupante para su futuro inmediato. Los problemas reales que el país tiene se les escapan. No se improvisa una clase política después de tantos años de autoritarismo, pero el regreso de los partidarios de Mubarak, de sus hombres de negocios y miembros del partido, con los añadidos de otros personajes en busca de protagonismo no es la mejor forma de enderezar al país.
La imagen del parlamento no la manchan los periodistas, sino Mortada Mansour y los que como él representan el Egipto autoritario, excluyente e insultante, una parte del cual ha conseguido meterse dentro de la cámara. La libertad de información ya está bastante dañada y bajo constante amenaza como para que tenga que soportar el silencio sobre lo que ocurre en el parlamento. Se trata, como siempre, de controlar la información para seguir manteniendo el engaño.

Alguien a quien se considera responsable de la "batalla del camello" no debería estar sentado en el parlamento egipcio. Pero es lo que los egipcios, por una causa u otra, han querido. Aunque fueran solo una parte del 29% que participó en la elecciones.
Las advertencias a los periodistas parlamentarios de que cubran las noticias "sabiamente" y con "responsabilidad" no dejan de ser una amenaza y un paternalismo indecente, moneda corriente en el país. Conforme aumenten las críticas, sus señorías irán clamando por exigir a la prensa que los trate bien alegando que se "difama" al parlamento cuando los únicos que lo desprecian son personajes como Mortada Mansour y demás de su ralea. 

Por lo pronto, ya ha conseguido el protagonismo deseado y amenazar a la prensa, su vieja enemiga, que no le critica a él sino al "parlamento". Como padre de la patria, deja bastante que desear.



* "Mortada Mansour: the football eccentric dividing Egypt" The Guardian 5/01/2015 http://www.theguardian.com/world/2015/jan/05/mortada-mansour-football-eccentric-egypt-zamalek

 ** "Egypt MP Mortada Mansour opens fire on journalists who 'defame parliament'" Ahram Online 20/01/2016 http://english.ahram.org.eg/NewsContent/1/64/183506/Egypt/Politics-/Egypt-MP-Mortada-Mansour-opens-fire-on-journalists.aspx




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