miércoles, 13 de enero de 2016

Bowie

Joaquín Mª Aguirre (UCM)
David Bowie forma parte de eso que se suele llamar la banda sonora de nuestras vidas, en este caso, de la mía por cuestiones de gusto y generacionales. Bowie formaba parte de esos primeros descubrimientos musicales cuando empiezas a entrar en la adolescencia y que te marcan. 
Los años setenta fueron un momento de gran fecundidad y riqueza en cuanto a la variedad. Los sonidos que había explotado a mediados de los sesenta fueron explorados en la década siguiente por músicos que todavía no eran gobernables por la industria, como ocurrió finalmente. En esa época todavía el artista genuino podía acceder a través de medios a los públicos que se iban formando a su alrededor, educándose en las nuevas protestas.
El estallido se produjo, como suele ocurrir cíclicamente, por el control que había ejercido la industria tratando de imponer gustos y formar estilos y productos masivos desde principios de los años cincuenta. La creación de un público "juvenil", adolescente para el que se diseñaban productos para la recién creada sociedad de consumo tras las crisis de las dos Guerras Mundiales y sus periodos de crisis económicas, había estrangulado la creatividad imponiendo artistas, peinados, vestidos, bailes, etc. Los productores buscaban y modelaban para el gusto social.
A mediados de los sesenta, con The Beatles como referencia, muchos músicos abandonan esas posturas y quieren recuperar el control creativo y encontrar nuevos sonidos en vez de repetir hasta la saciedad los mismos modelos. Cuentan para ello con un fenómeno nuevo, las radios FM locales, focos de resistencia a las grandes cadenas de alcance nacional que logran imponer sus artistas creando tendencias apoyándose en la televisión y las revistas promocionales. Los movimientos de músicos alternativos logran llegar a grandes masas de todo el mundo y la cultura musical se hace más global, aunando a los jóvenes por tendencias que les llegan de fuera o exportando hacia el exterior sus nuevos sonidos y figuras.


Frente a la repetición de sonidos del pop anterior (no contamos aquí el jazz, que también tuvo su crisis por el papel negativo de la industria musical), hay un periodo que comienza a mediados de los sesenta y llega hasta el fin de la década siguiente en el que podemos encontrar una gran riqueza de sonidos que se irá desarrollando después. Encontramos artistas que trataban de encontrar su propio estilo, que eran evolutivos porque experimentaban con ellos. Fusiones y evoluciones, cambios, renovación, viajar en busca de nuevos sonidos.
En esa época se crea la primera "ópera-rock" (Tommy, con The Who), se rompen las barreras del tiempo asignado a las canciones en la música popular (con canciones como In-A-Gadda-Da-Vida, de Iron Butterfly, con 17 minutos), se crean los discos temáticos frente a la fragmentación de las canciones (Días del futuro pasado, de The Moody Blues), se publican discos dobles (Blonde on Blonde, de Bob Dylan o Tommy), se funden las músicas occidentales con las orientales (George Harrison), surgen poetas cantantes (Leonard Cohen, Dylan...), se revolucionan los musicales (Hair, Jesus Christ Superstar...), se recuperan las músicas tradicionales o se electrifican (folk y folk-rock), se crea el rock sinfónico y se introduce el sintetizador y su riqueza de sonidos con los que se experimenta y reescriben los sonidos anteriores (Tarkus o Pictures at an Exhibition, del súper grupo Emerson, Lake & Palmer)... y muchas otras innovaciones que se concentran en esos años.
Las músicas anteriores también se suman dando sus propias síntesis, como Dylan que provenía de la música folk de Guthrie que no se debe confundir con la tradicional o el jazz-rock o el jazz electrificado, al que se sumarán músicos como Miles Davis.


Bowie aparece en ese panorama de gran riqueza y libertad. Lo hace en el lugar donde había comenzado la revolución sonora, en Inglaterra, donde había más libertad que en la condicionada y segregada música de los Estados Unidos. Los grupos ingleses habían podido hacer suyo algo que los norteamericanos apenas podían, el blues. Los historiadores señalan la profunda ironía de que el público norteamericano recibiera a los grupos británicos que se habían formado escuchando los discos de blues negro. Los Rolling Stone eran un ejemplo claro de esto, pero hasta un irlandés como Van Morrison, con sus Them, estaba influido por la música negra norteamericana. En otros caso, la influencia del Blues era absoluta, como John Mayall, con quien se formó, entre otros grandes músicos, Eric Clapton.
Bowie era algo más que un cantante. Era un artista en un nuevo sentido global y mediático. Era parte de la vanguardia en un momento en que la vanguardia salía del emergente Londres de los sesenta. Era la vanguardia de la vanguardia.
Se ha resaltado estos días más la cuestión visual y sus cambios que la musical. Se repite sus cambios de aspecto, tratándolo como si de un fenómeno de moda se tratara. Quizá nos hemos acostumbrado a medirlo todo en esos términos, pero me parecen muy superficiales. Mientras escribo escucho las canciones del álbum doble recopilatorio titulado sin ironía "Nothing has changed". Son canciones 39 canciones que, excepto alguna de las últimas grabaciones, no han dejado de sonar desde entonces. Mientras las escuchas te vienen a la mente los momentos en que tenías aquel disco en las manos y lo escuchabas por primera vez. Otros siempre se quedaron ahí entre ese selecto grupo de canciones que te surgen en el tarareo interior de forma casi automática.


En aquellos años se producían muchas veces fenómenos de alteración del orden de publicación. El éxito de un artista hacía que se recuperaran discos que no se habían publicado antes, con lo que a veces escuchabas su discografía hacia atrás. Un éxito hacía que se recuperara la parte inédita de su trabajo. Es lo que pasó con Bowie tras Space Oddity, su enorme primer éxito. En otras ocasiones, la censura decidía que no se debía escuchar o vender un determinado disco por los motivos que fueran (sexuales, políticos, religiosos) y tenías que salir a comprarlo fuera de España o que te lo trajera algún amigo.
A Londres se iba para varias cosas, una de las más frecuentes era la compra de discos para completar tu discografía de algún artista que no se acababa de editar y que solo podías escuchar gracias a los DJ de la emisoras de FM, que se los hacían llegar o viajaban a comprar lo que aquí no teníamos. No existía ese desastre universal llamado radio-fórmula y muchos buenos aficionados a la música tenían programas en las FM de las ciudades. Era la forma de difundir a los músicos. Está por escribir el papel de muchos programas en la formación del gusto musical en aquellos años.


No quiero hacer aquí un recorrido por la música de Bowie; está ahí afortunadamente para acercarse a ella. Pero sí quiero resaltar que fue un artista completo, con conciencia de su propio arte. No creo que Bowie fuera un narcisista, pero sí que se expresaba a través de los medios que tenía para dar un mensaje integral del que él mismo formaba parte: sonido, forma, cuerpo, acción. No se trataba de llamar la atención, si no describir un mensaje con los medios disponibles.
Nuestra generación tuvo unos héroes iniciales que cayeron en los inicios, como Janis Joplin o Jimmy Hendrix; otros que cayeron a mitad, como Lennon; y los que comienzan a desaparecer tras una vida más o menos rica, como es el caso de Bowie, una ilustre pérdida para todos los que hemos nacido al gusto musical con él y otros muchos que nos acompañaron en soledades y compañía. Debemos ir preparándonos a estos golpes emocionales, en los que se nos va parte de la juventud o quizá solo se nos cierra definitivamente.


La música fue mucho para nuestra generación. En ella había músicos y poetas que expresaban la vida interior, con sus deseos y miedos, o exterior. Con Bowie se nos van una parte de nosotros. Pero ese nosotros es mucho más rico gracias a personas como él, que nos ayudaron a ir navegando por un mundo complejo, descubriéndolo.
La música forma parte de la educación estética, pero también de la sentimental en un sentido más allá del amoroso. Lo percibimos ahora, en la distancia, cuando suenan de nuevo canciones como The man who sold the world, Sorrow, Young americans, Rebel, rebel, Fame, Diamond dogs, Heroes ...


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