jueves, 13 de agosto de 2015

Se va una generación del cine egipcio, llega otra

Joaquín Mª Aguirre (UCM)
A Egipto se le están muriendo sus actores y actrices más queridos. También sus directores. Desde que comenzó el año, las noticias de fallecimientos de sus artistas llevan la tristeza a muchas personas que disfrutaron durante sus vidas de las películas que ellos interpretaban, escribían o dirigían. El cine tiene un lugar especial en el corazón de los egipcios. Desde sus estudios se alimentaron los sueños y fantasías de varias generaciones de espectadores de todo el mundo árabe. Muchos eran egipcios; otros venían de todos los rincones a buscar su oportunidad de la misma forma que los jóvenes de todas partes van a Hollywood. Ese papel de centralidad cultural lo representa en el mundo árabe Egipto.
En su "De la desgracia de ser árabe", el periodista libanés Samir Kassir —asesinado por las oscuras fuerzas que matan en Oriente Medio—, hace un repaso de la modernidad que en un tiempo caracterizó al mundo árabe yendo de un arte a otra. Cuando llega al cine árabe, lo describe así:

Entre todas las artes el cine es el que incontestablemente ilustra mejor la incorporación árabe a la modernidad. También en este caso Egipto dio el mayor impulso al medio y llegó a concentrar las tres cuartas partes, sino más, de la producción cinematográfica árabe. Pero la demanda de cine egipcio en todo el mundo árabe y el éxito que cosechó no es menos elocuente que la constitución de una auténtica industria cinematográfica.
Tras sus principios, en la década de 1920, de la mano de los primeros cineastas italianos, el arranque del cine egipcio coincidió con la llegada del sonoro, lo que sin duda determinó su éxito al permitir la eclosión del género musical, que muy pronto se convirtió en uno de los motores de la industria cinematográfica. La aventura comenzó en 1935 con la creación del Estudio Misr, financiado por el banquero Talaat Harb, prototipo del empresario y capitalista nacional. A pesar de los altibajos, Harb convirtió El Cairo en la tercera capital mundial de la cinematografía, Tras Hollywood y Bombay, y por delante de Cinecittà.
Tras el culto a la diversión que llevará al público egipcio y árabe en general a idolatrar a las estrellas de la pantalla, empezando por las que proceden del mundo de la canción, el auge del cine revela también la exaltación con que las sociedades de Oriente Próximo vivieron la transformación de la vida cotidiana y las representaciones simbólicas. A menudo secundados por grandes escritores que no tenían ningún reparo en ver sus novelas convertidas en películas o incluso en participar en la escritura de los guiones, los realizadores egipcios escribieron la modernidad en blanco y negro primero, y luego en Technicolor. Una modernidad que transfiguró desde entonces la imagen de la mujer, libre en su aspecto y en su cuerpo, siguiendo los pasos del gesto espectacular de Hoda Shaarawi, militante de los derechos de la mujer que fue la primera en quitarse en público el velo en la estación de trenes de El Cairo en 1922. Magnificado a escala monumental por los carteles de cine expuestos en la calle, fue sobrecogedor el cambio que hizo de la mujer, hasta entonces recluida, un ídolo de masas. Entre bastidores trabajaron también otras mujeres, cuya contribución a la modernización no fue menor. Si bien no hay aún realizadoras, sí existen en cambio productoras influyentes. (70-72)*


Las palabras de Kassir reflejan bien el papel que el cine egipcio tuvo en la vida y en la cultura del país. Pero también más allá. El cine egipcio ha sido su mejor embajador en el resto de los países árabes. Sus películas lograron despertar los sueños de aquellos que las veían gracias al árabe clásico que servía de lengua común ilustrada por encima de las variantes locales.
He vivido algún episodio en el que saliendo a comer por Madrid con amigos egipcios, si nos atendía algún camarero de algún país árabe, al detectar su origen comenzaba a recitar títulos de películas y nombres de actores. Era gente joven y todavía disfrutaban de esas viejas películas de los 50 y 60, películas que —como señala Samir Kassir los cantantes convertidos en protagonistas para difundir las canciones más populares.


El cine de esa época representó esa modernidad compartida y ese ascenso de la mujer. La afirmación final de Kassir sobre la inexistencia de mujeres directoras en la época ya no es cierta. Han pasado diez años desde que se publicó y el panorama ha cambiado. Hay mujeres que han tomado sus cámaras para retratar la sociedad y denunciar los retrocesos, que son también retrocesos de las mujeres. Especialmente de ellas.

El año de reinado de los islamistas en Egipto, el año de Morsi, se caracterizó por un incidente de un parlamentario que montó un escándalo en un avión para que retiraran la película que proyectaban y se salpicó de denuncias de abogados islamistas contra los actores que habían protagonizado películas como "Kebab y terrorismo", acusándolos de difamar al islam (es decir, a ellos, que tienen la exclusiva). Ejecutaban así un vieja venganza contra el cine —arte demoniaca— y contra los que les habían ridiculizado en las comedias durante años. Pero los tiempos habían cambiado y la falta de sentido del humor que les caracteriza se trasladó a los juzgados y ministerios.


Desde principio de año, es rara la semana que la prensa egipcia no nos traiga noticias de la muerte de algunos actores y cineastas. La más sonada internacionalmente ha sido la del gran actor Omar Sharif, pero ha habido otras. 
Hay un fallecimiento natural, por la edad, pero también han fallecido otros actores emblemáticos mucho más jóvenes, como el caso de Khaled Saleh, el protagonista inolvidable de la película de Yusef  Chahine, "¿El caos?", una obra desgraciadamente siempre actual. Saleh falleció en septiembre pasado. Tenía 50 años. Su interpretación del déspota policía en "¿El caos?" consigue que su personaje se  convierta en un recuerdo inolvidable. Un gran actor capaz de cualquier papel, trágico o cómico.


En enero, la prensa daba cuenta del fallecimiento de la actriz Faten Hamama, ex esposa de Omar Sharif, y una de las reinas del cine egipcio. Lo hacía a los 83 años y se perdía otro miembro de la generación más antigua. Junto a su marido, protagonizó en los años cincuenta películas que los convirtieron a ambos en los reyes del cine del mundo árabe. Cuando falleció en enero, The Thelegraph escribió de ella en su necrológica: "In 1996, as Egypt celebrated 100 years of the nation’s cinema, she was voted the country’s most important actress, and 18 of her films were named among the best 150 made. In 2000 Egypt’s film critics declared her the “Star of the Century”."** Sobra cualquier comentario sobre la popularidad alcanzada por Faten Hamama y lo que ha significado su pérdida para los egipcios. La muerte de Sharif, también a la edad de 83, ha dejado sin sus "reyes" al cine egipcio en este mismo año.


A los 69 años, fallecía el 11 de agosto otro de los actores importantes del cine egipcio, Nour El-Sherif. Un gran actor al que recordaré por su papel del filósofo Averroes enfrentándose al oscurantismo en la magnífica película de Chahine "El destino". 


La escena final de la quema de sus libros sabiendo que las copias han llegado a Egipto, donde estarán a salvo, buscaba señalar el país como un espacio de tolerancia y libertad intelectual con la que Yusef Chahine se identificaba frente a los radicalismos y la intransigencia. Nour El-Sherif interpretaba al personaje de Averroes con la fuerza y la ironía del filósofo abierto a la razón. ¡Magnífica película y gran actuación!


El 17 de junio fallecía a los 78 años la cineasta egipcio-libanesa, Nabeeha Lotfy, que se ocupó de dar una imagen realista de Egipto y su vida a través de los documentales. Lofty no solo quería reflejar el mundo, sino cambiarlo a través de lo que su cine mostraba. 
Había llegado a Egipto con la invitación de Nasser a los estudiantes del mundo árabe a ir a Egipto tras la revolución del 52 y se quedó allí para terminar de estudiar Literatura. Pero fue el cine lo que finalmente llenó su vida. 
Ahram Online le dedicaba un cariñoso recuerdo a su persona y obra:

Influenced by social, political and ideological changes of the time, and the ascension of leftist and progressive trends in the Arab region and the world, a neo-realist generation of filmmakers emerged. Members of this generation, including Nabeeha, Khairy Beshara, Ali Badrakhan, Ahmed Metwalli, Mohamed Khan, Atef El-Tayyeb and others, co-founded the New Cinema Group in 1968.
“We were preoccupied with social grievances and wanted to make films about the people. And this was expected given the political landscape of the time. Studying and graduating in the 1960s, what we encountered on the regional and global levels, the rise of national movements and anti-imperialism, fed into this,” filmmaker Khairy Beshara explains.
Taking their films away from studios and out to the street, these neo-realist filmmakers created a cinema more inclusive of nabd al-sharea (the street pulse).***


Es la otra vertiente del cine egipcio, no la de las súper estrellas sino la de la gente sencilla, la que se recoge en las historias de los documentales o de los dramas sociales que reflejan las vidas de personas próximas. Las dos corrientes fluyen del cine egipcio, idealización y realismo, comedia de teléfono blanco y el realismo de los problemas del día a día.
El 10 de julio nos daban la noticia de la muerte de otro querido actor, productor de cine y televisión, Sami El-Adl. Tenía 69 años y era también un rostro muy conocido. El-Adl llena de la década de los setenta en la que comienza y es una figura habitual, con 55 películas. Como productor, creó El-Adel Group, que se dedicó a la producción para el cine y la televisión, a través de múltiples series, incluidas las series estrellas para Ramadán, como en este último con "Jewish Alley".


El 2 de agosto, a los 73 años, moría el director, guionista y fundado de la Academia del Cine nacional, Raafat El-Meehy, apodado "el rebelde de la fantasía", otro pilar de la cinematografía egipcia. El-Meehy ejerció —y así quiso que fuera— una importante labor en la formación de cineastas, muchos de los cuales le han seguido como maestro. Consciente del papel del cine en la transformación social, quería cineastas mejores para hacer un país mejor.
Ahram Online decía de él:

Known for pushing fantasy into his films, El-Meehy hoped to go beyond obvious harsh criticism of society and state, a school of thought many of his generation perfected. He utilised fantasy to draw parallel societies, escaping the shackles of censorship and offering the viewer a challenging perspective on their community.****


Con su cine, muchos de estos directores mantuvieron vivo el espíritu de denuncia y reforma que habían tenido en sus orígenes o introdujeron elementos del exterior. El-Meehy, además de escribir sus guiones, adaptó a Eugene O'Neill en esa forma de la modernidad árabe dialogante a la que se refería Samir Kassir. En una época también compleja, no se cerraron, sino que trataron de hacer suyo todo lo que podía servir para modernizar al mundo árabe.
El cine egipcio vive hoy entre los dos extremos que hemos visto, de la popularidad de sus comedias y dramas a la necesidad de reflejar el mundo actual en constante cambio, necesitado de ideas. La mejor forma que tiene el cine de cumplir sus fines artísticos es conectar con su sociedad no para adormecerla o distorsionar su percepción, sino por el contrario para iluminar sus zonas de sombra e introducir nuevas ideas, enfoques, críticas del mundo en que viven.


Desde la revolución de 2011, las artes han tenido entre los jóvenes una perspectiva distinta, reclamando una voz para iluminar su propio futuro, que es el de Egipto. El cine ha sido una de las más actualizadas. Una generación joven ha tomado las cámaras. El documental The Square (2013), sobre la Plaza de Tahrir y la revolución, dirigida por la egipcio-americana Jehane Noujaim  estuvo nominada para los premios Oscar. Ha tenido problemas de censura, mostrando la otra cara del cine egipcio, el control político y religioso, siempre en conflicto y oscilante según quien esté en el poder. 

Otros jóvenes están consiguiendo hacer ver sus películas y consiguiendo premios en festivales de todo el mundo demostrando que ha prendido la semilla de los cineastas que ahora se van. Proyectos como "Women in the New Egypt" puesto en marcha por la productora Misr International Films (MIF) y la embajada de Reino Unido, para permitir un cine que lleve la visión de las mujeres o algunos otros de los que hemos dado cuenta en ocasiones, son indicadores de esa apertura a nuevas miradas y que el cine egipcio sigue vivo. También cineastas ya consagrados como Mohamed Kahn, compañero de aquel grupo de cineastas neorrealista que se creó en 1968, han estrenado películas como Factory Girl (2014), dando cuenta de los problemas sociales.


Son muchas pérdidas en unos pocos meses. Este texto no quiere ser una necrológica, sino un recordatorio de la importancia que el cine egipcio ha tenido, no solo para el país sino para la totalidad del mundo árabe. Es un protagonismo que se debería mantener con los jóvenes directores y actores que aman este arte y consideran que es un gran vehículo para poder trasladar esas ideas de renovación.

En estos tiempos en los que solo se pondera la puesta en escena del más macabro de los géneros, las snuff-movies de Estado Islámico con sus decapitaciones y torturas, Egipto debería recuperar —lo está haciendo aunque les pese a algunos— el deseo de realizar películas. No se trata solo de la industria sino del espíritu moderno del cine y de los artistas, directores, guionistas, actores, productores... que se comprometieron con un arte que les hacía soñar. Algunos reclaman hoy un "cine patriótico", pero el mejor ejercicio patriótico siempre es el compromiso con hacer que el país cambie a mejor, denunciando sus lacras y expandiendo sus mejores ideas.
Se va una generación muy querida, pero llega otra comprometida con el cine. No vivimos eternamente, por eso hay que asegurarse que dejamos el camino abierto a los que llegan. La generación que se va cumplió su tarea haciendo buen cine y dejando que entrara en los corazones de los que hoy toman la cámara.
Los egipcios saben contar historias y el cine les ha permitido hacerlo muy bien. Llevaron ideas de renovación por el mundo árabe. Las esperamos de nuevo.



* Samir Kassir (2014 2ª). De la desgracia de ser árabe [2004]. Almuzara, Córdoba.
** "Faten Hamama, actress - obituary" The Telegraph 18/01/2015 http://www.telegraph.co.uk/news/obituaries/11353604/Faten-Hamama-actress-obituary.html
*** "Remembering Nabeeha Lotfy: A people's filmmaker and loving soul" Ahram Online 2/07/2015 http://english.ahram.org.eg/NewsContent/5/32/134328/Arts--Culture/Film/Remembering-Nabeeha-Lotfy-A-peoples-filmmaker-and-.aspx

**** "Remembering Raafat El-Meehy through the eyes of peers, students" Ahram Online 2/08/2015 http://english.ahram.org.eg/NewsContent/5/32/136746/Arts--Culture/Film/Remembering-Raafat-ElMeehy-through-the-eyes-of-pee.aspx








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