viernes, 19 de junio de 2015

El odio racial

Joaquín Mª Aguirre (UCM)
Casi nunca es fácil seguir la pista al odio. En ocasiones se da en entornos claros en los que se ha aprendido a odiar, pero en muchas otras no llegamos a saber cómo se ha ido formando en la mente de quienes llevan a cabo masacres racistas como la de la iglesia de Charleston. Un joven que lleva una hora sentado en el interior del templo se levanta y comienza a disparar a los presentes hasta matar a nueve personas. Ha ido a "matar negros". The Washington Post se pregunta por la "deriva silenciosa" de la vida del asesino, Dylann Roof, de 21años, en la primera de las revisiones biográficas que van apareciendo, pero en la que ya hay síntomas de lo que finalmente acabará en una masacre de odio, un crimen racista.
El discurso del presidente Obama al respecto incide en las armas, pero las armas son solo el instrumento elegido para realizar el crimen. Son las mentes y su evolución las que deberían analizarse y estas son el reflejo de su entorno. Quizá no sea casual que esta intensificación del racismo y la violencia, que indudablemente padece una parte de los Estados Unidos, sea una reacción ante la presidencia de Obama, que ven como una humillación
Los ataques y críticas contra Obama no han sido solo políticos y muchos fueron de corte claramente racista. No se trata de que haya una relación directa; basta con la creación de un clima para que se intensifique la idea de que la "supremacía blanca" está en juego en aquellos que ya tienen esas ideas dentro. Las denuncias de racismo contra los ataques a Obama han estado presentes de forma constante y no solo por los "trolls" o chistosos en las redes. Con 21 años, Dylann Roof, lleva viviendo los últimos ocho años de su vida en este clima malsano, respirando racismo.


En mayo, The Hill, publicaba un artículo titulado "Anti-Obama trolls fuel questions about online hate, racism" sobre la naturaleza de los ataques recibidos por el presidente en su cuenta de Twitter, vigilada por los servicios secretos ante la virulencia de los ataques:

The president has faced racist attacks since long before he got to the White House. More generally, online environments have been hotbeds of harassment since the inception of the Web. But this week underscored how technology can amplify deeply personal slurs, even against the leader of the free world.*


Los límites de la libertad de expresión eran rebasados por la naturaleza racista de los mensajes. No se trata de crítica o discrepancia, sino de simple odio racial. Tendemos a pensar siempre en los entornos familiares, pero eso es una mentalidad naif del asunto. Nuestro entorno es toda la información a la que estamos expuestos, que nos va modelando con mayor o menor intensidad. Las redes sociales han dado un sentido nuevo, llevando al límite, la idea de libertad de expresión fundándose en la ausencia de responsabilidad que ofrece el anonimato. Y eso actúa como un intensificador de este tipo de sentimientos extremos que comienzan a encontrar entornos favorables en las comunidades virtuales.
Señalan en The Washington Post las reacciones de algunos miembros de la familia:

“The whole world is going to be looking at his family who raised this monster,” Roof’s ­uncle, Carson Cowles, said Thursday as he wiped away tears outside his mobile home here. While Roof was quiet and “did stay a lot to himself,” Cowles said, his mother “never raised him to be like this.”**


Nuestro sentido de lo controlable es demasiado optimista. El clima que se vive en Estados Unidos desde hace algún tiempo, con enfrentamientos por las muertes de distintas personas a manos de miembros de los cuerpos de Policía o de "vigilantes", tiene indudablemente un efecto social y psicológico. Esas reacciones son diversas y sirven para ir reforzando los caminos que cada uno pueda tener marcados por otros condicionantes de la experiencia.
Puede que el asesino nazca, pero el racista se hace. El asesino puede tener un deseo criminal, pero la elección del objeto de su odio toma forma gracias a las presiones exteriores; es canalizado hacia sus víctimas. Su mente lo acaba justificando en un sentido de inevitabilidad al que no puede sustraerse. Tiene que hacerlo.
En el periódico se señala que, pese al asombro de su tío por los asesinatos, sí había algunas marcas claras de racismo en su comportamiento y exteriorización de sus ideas:

His Facebook profile shows a picture of Roof in the woods, wearing a jacket with two conspicuous patches — old flags of former regimes in South Africa and Rhodesia, now Zimbabwe, where white minorities governed majority-black populations through racist laws and brutality. For American white supremacists, apartheid South Africa and renegade Rhodesia have often stood as cautionary tales of what happens when whites relinquish their political power.
When viewed early Thursday, the profile indicated that roughly half of Roof’s Facebook friends are African Americans.
Roof invoked his own country’s racial history with the emblems he chose to display. His car featured a license plate decorated with the Confederate flag, according to a law enforcement official and one of Roof’s friends.
Roof, who lived in Eastover, S.C., not far from Columbia, also had an apparent affinity for guns. Law enforcement officials said his father recently had either bought him a gun as a present or given him money that he used to buy one.**


Puede que muchos de los que le rodeaban no supieran de dónde eran esas banderas ni de lo que sucedió allí, pero seguro que otros sí. Esas banderas son, como todas ellas, señas de identidad personal y comunitaria. No son ya banderas de un espacio geográfico, sino mental, de una forma de ver el mundo que lleva implícita el racismo y la idea de "supremacía blanca". La bandera confederada tiene también un sentido simbólico sobre el "viejo Sur" y la "rebeldía" frente al "norte", que conlleva también una postura reivindicativa sobre la esclavitud y la superioridad de la "raza blanca". Es el regreso del "white power".

Ha coincidido la matanza de Charleston con la polémica sobre la "negritud" de la activista, blanca de nacimiento, Rachel Dolezal. Mientras escribíamos las últimas líneas ayer, nos llegaba la noticia de la masacre en la iglesia. La polémica decisión de Dolezal adquiere un sentido diferente bajo la luz de la matanza. También lo adquiere la polémica y el tono empleado contra ella por muchos, negros y blancos. El crimen de Charleston no es como otras matanzas en escuelas —odio a las personas con las que se ha convivido— o aleatorias —un odio general y aleatorio— realizadas en ciudades de los Estados Unidos. Es un "crimen de odio", como ha sido calificado, porque se dirige hacia personas escogidas por ser negras. Ese es motivo, en su visión del mundo, suficiente para matarlas.
El odio racial tiene su equivalente en otros tipos de odio, como el que practica el Estado Islámico en lo religioso. No son individuales sino que se crean mediante la adhesión a esquemas justificativos preexistentes. Se van modelando hasta hacerlos propios. En esto los individuos se retroalimentan con sus propias frustraciones. Los esquemas externos llegan a concordar con sus circunstancias propias, por lo que el mundo llega a ser "coherente" y la acción criminal "necesaria".
Las preguntas, como siempre, llegan tarde. El odio tiene muchas formas de pasar desapercibido, pero no así sus fundamentos, que suelen estar a la vista. El problema, como decíamos, no comienza en las armas. Son solo la herramienta que lleva a satisfacer un deseo de muerte que el odio ha provocado. El asesino ha seleccionado de su entorno los elementos que se ajustan a su deseo.
Hay muchos indicadores de que están volviendo ideas que no deberían volver. O nunca se fueron.



* "Anti-Obama trolls fuel questions about online hate, racism" The Hill 23/05/2015 http://thehill.com/policy/technology/243013-anti-obama-trolls-fuel-questions-about-online-hate
** "For accused killer Dylann Roof, a life that had quietly drifted off track" The Washington Post 18/06/2015 http://www.washingtonpost.com/politics/accused-killer-in-sc-slayings-described-as-a-quiet-loner/2015/06/18/a4127390-15d0-11e5-89f3-61410da94eb1_story.html?hpid=z2




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