domingo, 12 de abril de 2015

El miedo copto o siempre los otros

Joaquín Mª Aguirre (UCM)
La situación de los cristianos coptos en Egipto siempre ha sido complicada. Lo es porque es una minoría cuya existencia depende de cómo quiera percibirla la mayoría que la rodea. A diferencia de los otros, los coptos están obligados a jugar siempre con negras, a realizar sus actos en función de cómo sean tratados o considerados.
El diario Ahram Online dedica un largo, completo y complejo artículo a explicar la situación de la comunidad copta, el diez por ciento de la población egipcia, en distintos momentos de la historia reciente. Analiza los previos a la revolución que trajo la caída de Mubarak, el periodo revolucionario, la llegada de los islamistas de Morsi, su derrocamiento y el estado actual con el gobierno de al-Sisi.


Una de las imágenes que me gusta evocar de lo que quiso ser la hoy maltratada revolución del 25 de enero de 2011 es la de los egipcios que, independientemente de su religión, se consideraban iguales y con la obligación de velar el sueño del otro durante los descansos en la Plaza de Tahrir. Unían manos y cantos en la demostración de su reconocimiento de ser una misma realidad nacional. Esa imagen hace tiempo que dejó de ser real por múltiples intereses. Con la queja de una mujer copta en este sentido se da comienzo al reportaje: "It was only a few weeks after the revolution [of 25 January] when we thought, during our days in Tahrir Square, that we were simply Egyptians and that the religion barrier had fallen once and for all.”* Ser "simples egipcios" no es sencillo, ni para los coptos ni para muchos otros probablemente.
El reportaje de Ahram Online, titulado "The resurrection of the fearful Copt", acierta al situar en el centro de la cuestión el miedo, que es lo que caracteriza a una minoría que ha sido utilizada a los largo de décadas para mantener el poder.
En el artículo, los coptos lamentan que la política haya vuelto a un tratamiento de minoría protegida y no de ciudadanía completa en la que nadie tenga que proteger a nadie por lo que es. Esa política de protección ha hecho que los coptos se sientan condicionados por la situación en que se les pone.


La tibieza de las autoridades religiosas coptas por la revolución se debió a la "protección" que Hosni Mubarak les había dado. Eso les convertía en rehenes del sistema, al que tenían que agradecer que los males no fueran mayores. Sin embargo, los coptos desoyeron los llamados y fueron a las plazas a protestar contra un sistema que había llegado a sus límites de ineficacia.
El periodo de los islamistas, evidentemente, fue el peor para ellos y el miedo tenía un fundamento. Para los islamistas ganar significaba hacer sentir a los coptos no solo que eran distintos sino ver mermados sus derechos y aumentados sus miedos. Las quemas de iglesias y ataques a la comunidad están ahí. Esta vez no era el miedo a lo posible, sino a lo que estaba ocurriendo.


El hecho de que se vuelva a hablar de "miedo" es un indicador de que la situación se ha hecho más compleja con el régimen actual, una mezcla de los miedos anteriores en la que se teme exigir derechos por temor a perder la protección que se les brinda después de la etapa islamista en el poder:

Thabet calls this "a return to the Mubarak parameters”, in which the state obtains the political positions it wants from the Copts, in return for supposedly protecting them from the hatred or wrath of the Islamists. There was no state protection for example, he explains, during the concurrent attacks on Copts in 17 governorates after the forced dispersal of the Brotherhood sit-ins in the summer of 2013 following Morsi's ouster.
According to Thabet, this is how the state secured large participation from the otherwise very scared Copts in the demonstrations of 30 June 2013. “If Copts hesitated, the state was sure to remind them [how things worked].”
During the first day of the 2014 presidential elections, Thabet said, a TV anchor known for her exceptionally close contact with the state criticised the Copts for not turning out in large numbers.
“She was on air screaming, 'Where are you Copts? Have you forgotten what El-Sisi did for you? Or do you want the Muslim Brotherhood to come back?'” he recalled.
According to Thabet, on that day the Church acted with great eagerness to secure an immediate increase in the turnout of Coptic voters.
“I am not suggesting that Copts did not want to vote for El-Sisi,” Maher said. "I am just saying that in 2014, the Church was again having a direct and immediate influence on Coptic actions in a way that did not happen in 2012."*


Para quien no esté familiarizado con esta forma de hacer política, diremos que es bastante habitual. La mayor parte de los países árabes tienen minorías religiosas de algún tipo y el voto del miedo o el apoyo es invocado ante la posibilidad de que, como ocurrió en Egipto, la autoridades decidan mirar hacia a otro lado mientras arden las iglesias o se use la televisión oficial para lanzar a la gente contra los coptos, en uno de los episodios más vergonzosos de la historia moderna egipcia. El episodio de Maspero costó casi 30 muertos y cerca de 300 heridos, la gran mayoría coptos. Es un recordatorio de lo que les puede pasar si, como entonces, los salafistas les agreden y al protestar el ejército y la policía les remata.


El miedo vuelve a estar entre los coptos, como señala el artículo. La amenaza de que si no permanecen en el lado oficial, podrían verse atacados y quedarse sin defensores es una amenaza real, con precedentes. Ese grito de la presentadora oficialista recordándoles que los islamistas pueden volver no es una fantasía, sino una estrategia vieja, constante.
Para que esta estrategia funcione los coptos tienen que estar unidos y la única forma de hacerlo es que están bajo la tutela de las autoridades religiosas:

Georges Fahmy, a researcher at the Carnegie Endowment for International Peace, sees the relation between El-Sisi and Pope Tawadros II as those between former president Gamal Abdel Nasser and Pope Kyrolos.
“It is very close and very direct," he said. "It sets the grounds for the reduction of Copts to mere followers of the Church, and has established a three-way relationship between state, Church and Copts that is hard to escape.”
According to Thabet, this patriarch-president equation benefits both sides: “The Church gives the president the full support he wants, and in return that president gives the Church a free hand in directing the lives of Copts — as if they were just Copts and not Egyptian citizens.”
The state's decision to authorise the Church to work out “a highly controversial Personal Status Law is a very good example of this give-and-take,” said Thabet. “It is actually enshrined in the constitution upon the wish of the Church.”
Fahmy is not hopeful of any change in this equation "any time soon.”
“The Church, and I would dare say the patriarch himself, is under the influence of what we could call the ‘old-guard clergy’, who are very comfortable with being the sole representatives of the Coptic population," he said. "The expectations for reform inside the Church, that were announced on arrival of Pope Tawdros, have been shelved.”


El gobierno se beneficia del apoyo copto y la iglesia copta se beneficia de seguir manteniendo el control por miedo a lo que pueda ocurrir fuera del ámbito de la comunidad. A ambos les interesa que los coptos estén controlados, es decir, que exista la diferencia que divide a los egipcios en cristianos y musulmanes en una proporción minoritaria.
De hecho a casi todos les interesa esa existencia. Los coptos han sido el chivo expiatorio de los islamistas. Cuando han querido crean conflictos, los coptos son los enemigos que conspiran eternamente contra Egipto. Como decía un predicador islámico en una mequita italiana no hace mucho —lo comentamos en su momento— los coptos vestirán de negro hasta que logren recuperar Egipto, expulsando a los musulmanes. Es fácil creer las historias que se cuenten sobre las conspiraciones coptas porque se quieren creer. La mentalidad conspiratoria es una constante y el rumor es suficiente, como ocurrió en muchas ocasiones, para desencadenar una venganza piadosa por los que quieren creer las patrañas que hacen circular constantemente.


La misma explosión del yihadismo es trasladada como agravio contra los cristianos, coptos o no, señalando que se considera a los musulmanes como terroristas y a los cristianos no. Es una de las campañas más rastreras que se han visto en los últimos años. Porque trata de volver los crímenes del Estado Islámico en "afrenta cristiana". Pero lo que se cree es lo que se quiere creer. La obsesión de la división es la que realmente está causando su propia desgracia, esa incapacidad de ver a otro egipcio como egipcio por el hecho de ser cristiano. El cristiano copto, frente a otros traidores circunstanciales, es el traidor nato, del que todo se cree, del que cualquier rumor es verdad. La ilusión de la unidad durante la revolución duró poco, se nos dice varias veces en el reportaje.


La salida de esa situación en la que los coptos son considerados como una "minoría" y no como unos ciudadanos más es lo que recoge el artículo de Ahram Online en su parte final:

“When the president decides after the killing of close to 20 Egyptians, who happened to be Copts, at the hands of the Islamic State in Libya (in February) to go pay his condolences to the Pope at the cathedral, he is simply stating that those killed are the subjects of the Church, and not citizens of the state that he is heading,” he argued.
According to Fahmy, “Change would have to start outside the Church, maybe with the establishment of a truly representative Coptic political stratum that could find its way into parliament when legislative elections happen.”
According to Maher, it could also happen if the youth, who still have faith in change, manage to act more proactively to bring the attention of the wider Coptic community to grievances from "the state that claims to be protecting them when, in fact, it is only abusing them and prolonging their fear.”
Moguib agrees that a good start could be made from within Coptic youth groups, with the support of other Egyptian youth groups.
“It might take a while before this happens,” she however added, "because since Morsi's ouster, one cannot mark a clear difference in the positions taken by the Church and by groups of Coptic youth, although it is starting to happen."
Moguib insists that real change would have to be societal, in the large sense “that makes members of society, irrespective of faith or political creed, willing to perceive themselves, individually and collectively, as citizens in a state rather than as Muslims or Copts – on both sides.”*


En efecto la única solución —si es que le interesa a alguien— pasa por deshacerse de la idea de "minoría" y el pleno reconocimiento de la ciudadanía por encima de la religión. ¿Pero están en esa vía? Evidentemente no. Todos los hechos, no solo las señales, van a que el régimen egipcio sigue tratando de crear una nacionalismo musulmán a través del control de las instituciones oficiales, como ya hizo Nasser. La vieja idea de que la forma más fácil de controlar al país es a través de la religión sigue funcionando, aunque en la práctica no lo sea, como también ocurrió finalmente. 

De Nasser a al-Sisi, todos cometieron el mismo error, pensar que podían controlar al país encarcelando a la oposición religiosa y dificultando la organización política de fuerzas opuestas. Solo consiguieron el éxito en la segunda faceta, en el debilitamiento de las fuerzas políticas que podrían sacar a Egipto de este círculo vicioso en el que se encuentra. Les parecía que era más fácil hacer pactos con los islamistas y dejarles la calle mientras ellos tuvieran el control militar y policial del país. Pasado el tiempo, este principio ha dado de sí muy poco. Los islamistas siguen siendo la fuerza mayor porque se les dejó la sociedad a través de predicadores y cofradías, mientras que el estado confiaba en las prebendas de la corrupción para que le mantuvieran controlados los movimientos sociales.


El resultado hoy es que los grupos dedicados al terrorismo desafían a todos los estados, musulmanes y occidentales, porque se les ha dejado crecer. Ha bastado una señal para que las fuerzas se unan y se vuelvan contra aquellos lugares en los que habían crecido con la esperanza de que estarían controlados. Pues no lo estaban. Lo vemos todos los días y solo ahora algunos comprenden el tamaño y consecuencias de su error.
La única forma de combatir el radicalismo religioso es reducir su influencia social, no intentar controlarlo. Cuando creas que lo estás controlando, descubrirás que eran ellos los que te controlaban a ti. Fue lo que descubrieron con Morsi en el poder, lo poco fiables que son porque tienen un fin claro, pero aceptan muchos caminos, incluidos los que les ofreces.
Al ir a visitar, como bien señalan, al papa copto, el presidente está concediendo que los 20 coptos asesinados en Libia eran una clase diferente de egipcios. Por el mismo motivo, el papa le podría haber visitado a él para mostrarle las condolencias por la pérdida de 20 ciudadanos egipcios. Pero era más eficaz mostrarse como protector de la comunidad minoritaria que como presidente de todos los egipcios.


La posibilidad de que, más allá de las cuotas los coptos, puedan desarrollar una vida política y ciudadana plena, como se señala al final, es muy compleja y llevará tiempo. Pero necesitará, sobre todo, de la recuperación de aquel espíritu de los jóvenes que se sintieron egipcios, por encima de cualquier otra circunstancia, durante un tiempo. Fue posible; puede volver a ser.
Algo que se repite en el artículo es la rebaja de las exigencias coptas, de la ciudadanía plena a la mera supervivencia. Es la jerarquía de las necesidades. Primero sobrevivir, después lo demás. Lo malo es que la estrategia de supervivencia puede quedar enquistada como una dependencia que impida evolucionar más allá. 
Los coptos necesitan dejar de ser los "otros" y para que eso ocurra tiene que cambiar la mentalidad que les rodea, algo mucho más complicado de lo que simplemente parece. Hay demasiados intereses, demasiada hipocresía, demasiadas palabras. Es mejor tener un débil enemigo a mano sobre el que descargar las iras y frustraciones. De no ser así, pronto se corre el riesgo de que el incipiente "nacionalismo copto", alimentado por el acoso islamista, acabe dando frutos haciendo más complicada la situación. La violencia solo engendra violencia; la manipulación, manipulación.
Egipto dará un gran paso adelante cuando deje de mirar la filiación de sus ciudadanos, cuando considere a todos por igual y, más allá de la retórica, los considere por encima de su religión o falta de ella. Se dará un paso grande el día en que deje de haber "otros" a los que proteger o perseguir.



* "The resurrection of the fearful Copt" Ahram Online 11/04/2015 http://english.ahram.org.eg/NewsContent/1/151/127386/Egypt/Features/The-resurrection-of-the-fearful-Copt.aspx

  



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