viernes, 30 de enero de 2015

Nacionalismo, revolución y la identidad robada

Joaquín Mª Aguirre (UCM)
La psiquiatra social y activista egipcia Sally Toma, especializada en la rehabilitación de personas torturadas y sometidas a abusos sexuales, desarrolla una interesante teoría sobre la evolución producida en el país en estos cuatro años de posrevolución. Lo hace en términos de fusiones y exclusiones en las luchas identitarias, de estratégicos fraccionamientos cuando llega el momento de la confrontación.
La cuestión identitaria es fundamental porque es la que permite identificarse como miembro de un grupo, por un lado, y la reducción de los otros a una "identidad" a la que se le asignan valores y comportamientos.
Una revolución se produce porque se logra crear una identidad común frente a un poder. Sally Toma recurre a los teóricos de la Psicología Social para explicar el fenómeno:

Steven Reicher, a social psychologist who was concerned with issues of collective identity and mass mobilization, identified a common pattern across a variety of crowd events he studied, including a student protest, a mass demonstration and cases of football crowd “disorder.” These events would start with a heterogeneous crowd (different identities and goals). A minority were “radicals” who antagonized authorities. The majority, however, identified themselves as moderates who simply wanted to express their views to the authorities.
Reicher based a lot of his findings regarding social identity and crowd behavior on the Poll Tax Riots in 1990. The conservative government of Britain led by Margaret Thatcher introduced a poll tax which led to a series of protests in many British cities. Things soon escalated into violent riots. Crowd members understood their initial behavior as “legal and legitimate protest,” while police defined it as a “threat to public order.” Police understood their actions as a defensive response, the crowd understood the police action as unprovoked and “heavy-handed.”
Although this crowd was heterogeneous, they were perceived by authorities (especially the police) as a homogeneous threat. Self-proclaimed moderates were oppressed, which, in turn, led to their radicalization. They came to change their views about the authorities, and hence about their own identity in relation to authority. The need to escalate became organic.
Police assumptions concerning the homogeneity of the crowd imposes a common and brutal fate on all crowd members. It lead to a self-fulfilling prophecy on a collective scale: the initially heterogeneous crowd became homogeneous. Cutting off communication on January 28 and the massive use of force created a violent conflict out of a non-violent protest. Being treated as radicals, people came to see themselves as such and united in opposition as radicals. A common radical self-categorization emerged within the crowd, leading to feelings of consensus and empowerment: to take on the police and remove a tyrant.*


Los acontecimientos producidos este fin de semana con motivo del cuarto aniversario de la revolución del 25 de enero plantean de lleno estos conflictos identitarios en los que la justificación de las acciones se basa en ampliaciones y en reducciones de las finalidades y comportamientos. ¿Por qué un reducido grupo, pacífico, de personas llevando flores es tratado como si de una amenaza terrorista se tratara y se abre fuego sobre ellos con munición real?

Indudablemente, el caso va más allá de una cuestión identitaria, aunque esta es muy importante. La igualdad de tratamiento necesita la justificación en la igualdad de fines. Y es en ese momento cuando se hace necesario fabricar los discursos que crean una imagen peligrosa del otro, de aquel al que se ha atacado. Si se compara la manifestación pacífica, con flores para los mártires de la revolución —que oficialmente va a "ser protegida por ley" (estratégicamente junto a la del 30 de junio) — con los sucesos violentos del Sinaí de ayer, con ataques con cohetes contra los puestos militares y de policía, la desigualdad del tratamiento dado hace ver que algo falla en el planteamiento oficialista.
El hecho de la igualdad de tratamiento necesita, además, crear una corriente social de apoyo —la identidad oficialista— que respalde esas acciones justificándolas como amenazas a "todos". El gran cinismo de todo esto es que la "represión" se disfraza de "seguridad" y la "divergencia" como un peligro para esa seguridad. La insistencia del gobierno egipcio, dentro y fuera de Egipto, en que se hable de los ataques contra la "seguridad" de los egipcios es de una ingenuidad pasmosa porque ninguna amenaza puede justificar la represión y muerte de personas que están. Es un aspecto más que demuestra lo poco inteligente de sus posturas. Los medios que han decidido participar de ese espectáculo de magnificación de los enemigos, reales o ficticios, para que sirva de justificación, han pasado a formar parte del aparato de propaganda y hacen un flaco servicio a la construcción de un futuro Egipto en el que la democracia real sea posible.

Es indudable que en Egipto hay terrorismo; es indudable que en Egipto hay amenazas a la seguridad de todos. De lo que estamos hablando aquí es de la utilización interesada de estos fenómenos para el control de cualquier disidencia o divergencia en cuanto al futuro del país. La maniobra consiste en tratar al discrepante con los mismos medios que al terrorista, considerarlo como parte de una "amenaza" más amplia y meterlo en la categoría de los peligros de los que hay que defenderse.
La muy conservadora sociedad egipcia está metiendo en la categoría de "peligros" demasiadas cosas que en una sociedad democrática —como a la que dicen aspirar— son simplemente "diferencias". La democracia es una forma de articulación social de las diferencias. No casa bien con las grandes palabras o conceptos con los que unificamos a los que quien piensan como nosotros, que "somos el pueblo", y condena a los que opinan, sienten, aman, disfrutan, etc. de forma diferente y a los que se pasa a considerar "enemigos del pueblo".


El creciente y complejo nacionalismo egipcio está entrando en un peligroso camino al convertirse en un fenómeno social que excluye las diferencias negándoles el derecho a opinar y, especialmente, a ser egipcios, como los demás a los que tienen ideas diferentes.
Solo en ese movimiento de trazado de una línea de separación tajante, se pueden entender unas declaraciones como las que se recogían hace unos días en la prensa egipcia. Con el titular "Minister: State saboteurs don't deserve Egyptian nationality", Mada Masr señalaba:

Endowments Minister Mokhtar Gomaa is reiterating his demand to strip citizens of their Egyptian nationality if they are found to promote acts of violence against national security.
Gomaa made these comments on Tuesday to the "Hunna al-Asema" program on the privately owned CBC channel, and again to the “Ala Masou'ouleyati” show on the privately-owned Sada al-Balad channel.
[...]
"We are calling for, and continue to call for, the stripping of citizenship from such criminals. This is an honor that they do not deserve," Gomaa said. "Such individuals are traitors and agents, and they do not deserve the honor of belonging to this country."
Gomaa's comments may be buttressed by constitutional Article 86, which stipulates: "Maintaining national security is a duty, and citizens’ commitment to it is a national responsibility, guaranteed by the law. Defense of the nation and the homeland are an honor and sacred duty."**


El autor del artículo recordaba al ministro:

However, Gomaa's comments also directly contravene the rights of citizenship enshrined in the 2014 Constitution.
Article 6 stipulates that "citizenship is a right to anyone born to an Egyptian father or an Egyptian mother. Citizens have the right to legal recognition and official documentation that proves their personal information, as regulated by the law."**


Pero la propuesta del clérigo ministro Gomaa es reveladora de ese sentido identitario que ve "bandos" y no "problemas". La cuestión no es que se retire la nacionalidad a los "terroristas", especialmente si, como en el caso de los yihadistas han renunciado ya a sus nacionalidades para embarcarse en una lucha común, que va de Marruecos a Irak. El problema está en definir qué o quién es una amenaza para la "seguridad nacional". El mismo ministro Gomaa consideraba no hace muchos días que una amenaza para Egipto eran los ateos, a los que hay que combatir con psicólogos y herramientas para evitar que se destruya la "identidad" islámica de Egipto. Otra fuente de peligros nacionales son los homosexuales, también amenazas a la "seguridad nacional" porque atentan contra la religión, la moral y las familias. Son buenos padres, buenos ciudadanos y estupendo egipcios los que denuncian a sus hijos ateos u homosexuales, como recogíamos hace unos días de la propia prensa egipcia, en donde se decía que no eran infrecuentes las denuncias familiares.


El recurso fácil es reducir las divergencias a amenazas a la seguridad nacional en incluirlas junto a los peligrosos terroristas. Cada vez son más las voces, interiores y exteriores, que denuncian este burdo procedimiento, tomado de las viejas dictaduras nacionalistas que buscaban crear esa identidad convirtiéndola en misión sagrada.
Sally Toma señala que la revolución del 25 de enero fomentó la creación de una "identidad revolucionaria"; se creó, dice, por la presión del propio régimen contra los que allí estaban unidos, gente distinta, heterogénea, que acabó sintiéndose parte de la misma idea: acabar con un régimen y la dictadura y corrupción que arrastraba. Las maniobras desde entonces, señala, han sido fragmentar aquella unidad para hacerle perder fuerza y volver a recuperar lo que tuvieron que retroceder.

Many fragmenting events took place in the years to follow. Maspero targeted the isolation of Coptic Christians and excluding them from the revolution. Shortly after, those who opposed parliamentary elections and fought in Mohamed Mahmoud were excluded too, and portrayed as anti-democracy thugs by the Supreme Council of the Armed Forces (SCAF) and Brotherhood leaders who secured a parliamentary majority. The Salafis who learned to protest and “go against the ruler” were subjected to what the Maspero Christians faced, and the Abbasseya clashes resulted in the slaughtering of many. As months and years passed, more of us were targets of smear campaigns and moral exclusion, in order to secure the extinction of our kind. Our collective identity born in Tahrir was subject to smearing, killing, detention, rape and even internal treason and sell-outs. And, of course, the polarization of Egypt aided the targeting of Brotherhood supporters and resulted in a carte blanche to kill thousands, and to wage war against our collective identity under the guise of the “war on terror.”
The fact that propaganda, torture and divisive tactics to fragment the social identity we established in Tahrir took place does not mean we too did not play a role, whether active or passive, in the events that happened post-Tahrir. Many would argue that our collective identity was naïve, or perhaps too pious for politics, or even too radical to negotiate real change. But maybe the change Reicher described never had the potential to be sustainable. A collective identity might just be related to an event, and is therefore intrinsically temporal and unstable.*


La maniobra —también la hizo Morsi y su constitución islamista— era quedarse con la revolución desde el preámbulo y desprenderse de los revolucionarios; que los discursos y celebraciones y fastos fueran por un lado y las reivindicaciones quedaran enterradas.
Solo así es posible entender la situación en la que mientras los países e instituciones  internacionales condenan la situación de los derechos humanos en Egipto —con todas las excepciones antidemocráticas, como Rusia—, el gobierno proclame que está defendiendo la democracia. Egipto no tiene parlamento y gobierna por decreto. Las fuerzas políticas se plantean estos días el boicot a las elecciones legislativas que saben que es un gesto inútil en el que serán utilizados, como en las presidenciales, para justificar la existencia de un "movimiento nacional", repetición del que disponía Mubarak para su simulacro de democracia. No es de extrañar que se estén planteando la participación ante el papel de comparsas que tendrán en un parlamento diseñado para ser controlado desde el poder y al que ya se le ha insinuado, ante de existir, que no debe ser un "obstáculo" para los caminos nacionales.


Antes de los incidentes graves producidos en el fin de semana por el aniversario de la revolución, Daily News Egypt, publicaba un artículo titulado "Parliament caught in political ambiguity: will the president respect legislative independence?", en donde se planteaba la posibilidad de un parlamento realmente independiente y eficaz en términos políticos y legislativos:

Parliamentary elections are the third and final step of the roadmap that was announced to achieve democratic transition. After months of delay and two years of political ambiguity, there is much to expect in terms of democracy and political stability from the next parliament.
Similarly, there are challenges. Yousry Al-Azabawy, a political expert at Al-Ahram Centre for Political and Strategic Studies stated that one of the challenges is knowing to what extent this parliament will have an influential representative force. Will the president respect and accept the legitimacy of the parliament and the power that derives from it?
“This also depends on the seriousness of its members and their willingness to accomplish things. It is also the people’s responsibility to make good choices,” Azabawy argued. “Bear in mind that since the revolution of 25 January, and then 30 June, people have not seen any concrete results they can consider ‘fruits’ of the revolution,” he continued.***


El final de la "hoja de ruta" no parece que vaya a revelar finalmente un sistema político más democrático, sino un sistema de caudillaje, presidencialista, para el que se crea un sistema de adhesión "nacionalista", con exclusión de los que disienten y lo manifiestan —mediante la aplicación de la "ley anti protesta", verdadera constitución egipcia hasta el momento—. Solo hay una forma de ser egipcio: la oficial. También hay una apropiación del sentimiento de orgullo que trajo la revolución: "levanta la cabeza, eres egipcio". Se olvidan algunos, que los que les habían hecho bajar la cabeza son los mismos que ahora les piden que la levanten.
Conforme el sistema vaya mostrando su autoritarismo como única forma de tratar con los que se deja fuera, los mecanismos de identificación exigibles serán más forzados y estridentes, más histriónicos; se usará más el miedo como arma de cohesión primaria. Los conceptos excluyentes de "nosotros somos el pueblo" y los demás son "enemigos del pueblo" no son el camino de la democracia. Hoy mismo, el diario Egypt Independent publica un noticia: los activistas y defensores de los derechos humanoas advierten que se está abriendo el camino a nueva nueva revolución ("Activists: Interior Ministry's approach to lead to new revolution"): 

A number of lawyers and partisans warned of the Interior Ministry's approach in dealing with peaceful demonstrations, and citizens at police stations saying it would lead to the outbreak of a new revolution.
They added during a conference at the Egyptian Center for Public Policy Studies on Wednesday held under "A vision for the development of the Interior Ministry to meet the current challenges and keep up with the desired development of the Egyptian system," that the non-disclosure of the killers of activist Shaima al-Sabbagh, Socialist Popular Alliance Party leader, would increase tension against the Interior Ministry.****


El ministerio del Interior es algo más que un ministerio: es la línea de continuidad que va de Mubarak hasta hoy mismo. Las mismas personas, las mismas prácticas, la misma impunidad. Los mi8litares no dejaron que se tocaran los dos ministerios desde los que realmente se gobierna el país, los militares, con Al-Sisi al frente durante el periodo islamista, y con el ministro del Interior Ibrahim, que sigue contabilizando muertes en su haber en todos los periodos en los que tiene autoridad y del que ahora sostienen fotografías junto a la su víctima, Shaima El-Sabbag, responsabilizándolo de las muertes y pidiendo su dimisión. Hace mucho que advirtieron que había que cambiar ese ministerio, pero nadie hizo caso.


Los que hicieron la revolución, los que forjaron sus identidades dispersas en una común, se ven, como apunta Sally Toma, marcados como enemigos. El politólogo entrevistado, Yousry Al-Azabawy, señala también que mucha gente no encuentra esos "frutos" de la pregonada Revolución triunfante. Solo quedan palabras vacías. El intento de llevar flores a los caídos en Tahrir en los dieciocho días de lucha son un recordatorio de la distancia existente entre las palabras y los hechos, entre los muertos con las ideas claras y los vivos con las ideas confusas, convertidos ahora en enemigos de los que se proclaman garantes de la revolución. Ir a la plaza era un gesto de homenaje a los muertos, pero también a intentar recuperar allí, en aquel lugar, la identidad diluida por los acontecimientos tras cuatro años.
Ayer la prensa egipcia recogía la marcha de las mujeres portando flores en recuerdo de Shaimaa al-Sabbagh. Intentan recordarla a ella como ella trataba de recordar a los que cayeron antes. Esas flores son recursos para mantener vivo, ante la confusión de los días, lo que una vez se dijo, una vez se hizo, una vez se soñó como futuro. La identidad del 25 de enero de 2011 se está recuperando, como dignidad, rechazando el estigma que se les intenta crear. Son egipcios y siguen pensando en que se puede serlo dignamente. La injusticia siempre une más que el miedo. Ya lo demostraron una vez.



* Sally Toma "The shared identity of Tahrir: Four years on" Mada Masr  28/01/2015 http://www.madamasr.com/opinion/shared-identity-tahrir-four-years
** Minister: State saboteurs don't deserve Egyptian nationality Mada Masr 28/01/2015 http://www.madamasr.com/news/minister-state-saboteurs-dont-deserve-egyptian-nationality
*** "Parliament caught in political ambiguity: will the president respect legislative independence?" Daily News Egypt 22/01/2015 http://www.dailynewsegypt.com/2015/01/22/parliament-caught-political-ambiguity-will-president-respect-legislative-independence/
**** "Activists: Interior Ministry's approach to lead to new revolution" Egypt Independent 30/01/2015 http://www.egyptindependent.com//news/activists-interior-ministry-s-approach-lead-new-revolution


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