martes, 11 de noviembre de 2014

Los nuevos indignados o un clavo no saca otro clavo

Joaquín Mª Aguirre (UCM)
Tenemos tales cantidades de corruptos y corruptelas de todos los colores y tamaños que hasta ellos mismos empiezan a reivindicar categorías en sus fechorías. El caso de los viajes del presidente de Extremadura a Canarias tiene todo los componentes del culebrón y la prensa se ha hecho eco de los detalles con avidez. También la prensa tiene que repasar sus "protocolos" de seriedad para tratar ciertas cosas. El trato con la corrupción no debe convertirse en un género sensacionalista, sino en una denuncia que busque esclarecer, pero no convirtiendo los casos en espectáculos. Que al menos los sapos que nos tragamos cada día estén bien condimentados.
El caso de los viajes canarios del entonces senador y hoy presidente de Extremadura ha permitido la increíble queja de los afectados por las tarjetas "opacas" o "black" de Cajamadrid, que ha sacudido a todos en el llamado "octubre negro", el mejor arranque liguero en el curso de la corrupción con récord de imputados. Los acusados se quejan ahora de trato desigual. Nos cuenta el diario El Mundo:

Usuarios de las tarjetas opacas de Caja Madrid se reivindican tras el escándalo de los gastos del presidente de Extremadura, José Antonio Monago, y aseguran que el caso de éste es más grave y, sin embargo, es tratado con menor dureza por el Partido Popular y por la Fiscalía.
"Monago ha gastado al año más que nosotros y no actúa el Fiscal", critican varios de los consultados por este diario que resaltan que el extremeño fue uno de los que pidió más contundencia al partido contra los usuarios de las tarjetas de Caja Madrid. Uno de ellos profirió ayer sus críticas a Monago incluso en público.
El ex presidente de la Comisión de Control de Caja Madrid y ex militante del PP Pablo Abejas afirmó en su cuenta de Twitter que "Monago ha gastado 64.000 euros de dinero público en satisfacer sus amoríos (...) más al año que [nosotros] con las tarjetas que era dinero privado".*


No sé cómo no les da un poco de reparo, ya que no espero vergüenza. No sé si esperan que se haga un ranking de corruptos o que los pongan en fila según gravedad de sus asuntos. La "queja" de unos respecto a otros puede ser una señal de que empezamos a estar afectados, mareados, intoxicados por tantos gases fétidos y estamos perdiendo un poco la perspectiva.
La argumentación del agravio comparativo se ha extendido más allá del partido de Monago, al que critican por ser duro con sus compañeros caídos pidiendo su expulsión. El Mundo recoge las declaraciones de otros "indignados":

"Es increíble la hipocresía que han tenido con nosotros, en mi partido sabían lo de las tarjetas", asegura un socialista envuelto en el escándalo. "Diputados y senadores gastan más que nosotros sin justificar y con clarísimo dinero público, pero ellos no se critican a sí mismos", lamenta otro ex miembro de los órganos de gobierno de la caja por Izquierda Unida.*


Ya no tienen pelos en la lengua, ya no se callan. La mejor defensa siempre ha sido un buen ataque y estos no parecen dispuestos a sus compañeros los lapiden así como así. El efecto de esto es muy malo, porque da la impresión de que se rebelan porque los que les acusan también tienen lo suyo. ¿Qué es lo suyo? ¡Pues vaya usted a saber! Ya nos enteraremos mañana, si ha lugar.
El argumento de que ellos (mal) gastaban dinero privado mientras que los demás gastan dinero público tiene su gracia porque demuestra unos escrúpulos excluyentes que no están demasiado claros. Habrá alguno que no la haya hecho ascos a nada. Tratar de crear a estas alturas de la película la imagen del "buen ladrón" y del "mal ladrón" no tiene demasiado sentido y no se debe caer en esa trampa burda. La petición de dimisiones las deben hacer los que no tienen nada que reprocharse, aunque vayan quedando menos. No son los más adecuados para escandalizarse ni para levantar la voz.
El refranero castellano heredó del latino la idea de que "un clavo saca otro clavo". En los casos de corrupción, ningún dolor tapa otro. Ningún caso de corrupción debe ser disculpado por otros peores; independientemente de la gravedad penal; desde la necesidad moral ninguno debe ser disculpado ni se debe consentir.
Aquí nadie nos libra de acostarnos cada noche, como los faquires, sobre lechos de puntiagudos clavos, uno por cada caso.


* "Los beneficiados por las tarjetas B de Caja Madrid critican: 'Monago gastó más que nosotros, que dimita'" El Mundo 10/11/2014 http://www.elmundo.es/economia/2014/11/10/546073b8ca4741a8688b456e.html



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