lunes, 21 de julio de 2014

El delirio ruso

Joaquín Mª Aguirre (UCM)
La situación creada por Vladimir Putin y su absurda e inconsciente estrategia en Ucrania comienza a ser un despropósito encadenado en el que se ve enganchado por sus propias acciones. No se sabe muy bien a qué juega Putin, qué consigue o simplemente a dónde va respaldando de forma ambigua, poética, cínica y sentimental a unos grupos de milicianos enloquecidos situados en un limbo mortífero y delirante, que solo está causando muerte, dolor y destrucción. Las repúblicas autoproclamadas no tienen futuro. Ni Ucrania las va a dejar, ni Rusia las puede acoger.
A estas alturas, nadie duda de la responsabilidad de Rusia en el asunto y las únicas dudas se refieren a hasta qué punto esa implicación es oficial o fruto de escuadrones paralelos que apoyan a los "autoproclamados". El derribo del avión de pasajeros es un hecho que ha dejado de ser una cuestión de política "interna" ucraniana o de "vecindad" para Rusia, según el ánimo con el que se levante el dirigente ruso cada mañana. Nos afecta a todos.


Independientemente del resultado al que se pueda llegar en las investigaciones, de las maldades que esas gentes estén haciendo con pruebas y cadáveres en clara demostración de lo que son, lo que nadie niega —solo el Kremlin— es que Rusia es responsable por no cortar lo que hace tiempo que está claro que es una locura. ¿Cuándo tiene pensado pararla?
Hasta el momento, Putin se jugaba su fama de hombre al que no le tiembla el pulso en ordenar cualquier cosa, incluida la invasión de un vecino si no se hace lo que él considera que se debe hacer. La comunidad ha dado la espalda a Rusia y solo los que nos se atreven a llevarle la contraria se han abstenido, con la excepción de China, que le negó su apoyo a sabiendas de que supondría un retroceso en su consideración internacional. Solo han estado con Putin algunos folklóricos de la revolución en el  asunto imperialista de Crimea (paradojas de las ideologías) o sus padres biológicos, como Fidel Castro, que seguirán sosteniendo que han sido los Estados Unidos los que han derribado el avión malasio, como otros han sostenido antes que los que tripulaban los aviones del 11-S eran agentes de la CIA. Pero las tonterías se califican solas y lo importante es la creciente petición de responsabilidades a Putin.


El presidente ruso ha llevado la guerra hasta los límites de sus fronteras, las ha traspasado dentro de una mentalidad imperial y ahora ha traído la muerte a ciudadanos civiles de los que ya no es posible dudar de dónde son. Esas muertes internacionalizan más el conflicto y hace intervenir a los gobiernos implicados más allá de los desplantes en las cumbres.
Cerca de trescientas personas ajenas al conflicto han muerto porque Vladimir Putin se encuentra atrapado entre sus fanfarronadas interiores y exteriores. Ya no es una "cuestión rusa". Hace tiempo que debía haberlo entendido, cuando Ucrania iba a firmar sus acuerdos elaborados en el tiempo con la Unión Europea y dio la orden a su marioneta Yanukovich de no firmar. Con posterioridad se ha podido apreciar hasta qué punto Putin manejaba los resortes militares de su "vecina" Ucrania, especialmente su armada en Crimea, cuyo almirante se pasó a Rusia. Putin no solo tenía "topos", sino bien colocados y obedientes.

A Putin se le han dado muchas oportunidades. No ha servido de mucho y él lo toma como una muestra de su poder. Su excusa de que el derribo del avión en tierras de Ucrania es responsabilidad de los que han creado un "estado bélico" es una muestra más del cinismo y de la cerrazón de quien sabe que ningún estado puede aceptar, en pie de igualdad, una negociación de ningún tipo con una parte en manos de milicianos, y que si no se han tomado más medidas es por temor a que la propia Rusia interviniera con la doctrina hitleriana de que "allí donde haya "rusos", Rusia defenderá sus intereses". Estas muertes inocentes traerán más muertes pues la salida de muchos milicianos será hacia adelante, con poco que perder.
Esas políticas son las que le han costado el aislamiento internacional y la condena de la comunidad. Pero, ¿ha ganado prestigio en el interior de Rusia? Los medios rusos hacia el exterior dan muestras de delirios colectivos dando por buena la idea de que todo se trataba de atentar contra Putin. El despropósito es de tal calibre que roza el ridículo, de no ser porque se está utilizando para vender conspiraciones y magnicidios. En una sociedad paranoica y conspiratoria como en la que vivimos, basta con leer los delirantes comentarios que suscita esa idea como para ver que sí le sale rentable. Me refiero especialmente a los seguidores "hispanos", a los que, por si les faltaba algo, han recibido las bendiciones conspiratorias de Castro. De alguna forma tenía que agradecerle el ex dictador cubano a Putin la condonación de la deuda histórica de Cuba con la antigua Unión Soviética. Rusia le ha regalado lo que nunca tuvo esperanzas de cobrar y el cubano le ha dado a cambio su imagen gastada.

Las maniobras de Putin para intentar salir de la marginación, en la que él mismo se ha situado, han sido constantes. Después de Sochi y la invasión de Crimea, ha desplazado su foco hacia Asía, acordando un negocio de suministro de gas a China. Él se hizo la foto y China ha obtenido un mejor precio por salir en ella, a sabiendas de la necesidad que tiene Putin de vender "éxito" y prestigio ruso por el mundo. La reciente gira por América Latina, de Cuba a la Patagonia ha sido otro intento de realizarse fotografías e intentar liderar países que le puedan aceptar frente al Occidente que le rechaza en sus pretensiones y formas.
La jugada que realizó con Siria animó a Putin —que pasó a ser considerado por Forbes el más influyente del mundo— a seguir confiado en el resultado de sus estrategias. Sin embargo, lo que ganó en Siria evitando la intervención directa de Occidente, entrampado por las confusas políticas de Barack Obama, lo ha perdido posteriormente.
Putin ha estado en el punto de mira por el crecimiento de su política autoritaria en Rusia, el aumento del nacionalismo, la homofobia militante, el imperialismo frente a Ucrania, entre otras acciones. Si las Pussy Riot pidieron a la Virgen que librara a Rusia de Putin, cantos similares han debido surgir por muchos puntos de Rusia y países vecinos.


Ni las giras por el mundo ni  el perdón de las deudas ni los descuentos en gas van a conseguir que Vladimir Putin logre convencer a nadie de la bondad de sus acciones. Aunque eso no quiere decir que no se intente. Sin pudor, la RT de Putin da el siguiente "breve":

Dos tercios de los ucranianos creen que el MH17 fue derribado por el Ejército de Ucrania
Publicado: 21 jul 2014 | 8:00 GMT
La mayoría de los ucranianos cree que el avión de Malaysia Airlines fue derribado por el Ejército de Ucrania, según muestran los resultados de una encuesta.
El sitio web ucraniano 'Korrespondent' decidió preguntarle a sus lectores quiénes fueron, en su opinión, los responsables de la tragedia del vuelo MH17.
Dos tercios de los participantes aseguraron que el avión fue derribado por militares ucranianos.*


Así se escribe el periodismo, la historia y la biografía. Intentos tan burdos de manipulación son un insulto a la inteligencia y sobre todo a la memoria de los muertos en el derribo del avión de pasajeros.
No quiero creer que el derribo fuera intencionado pensando que era un avión civil. No llego a concebir tanta maldad. Prefiero pensar que los que juegan con fuego acaban provocando incendios, que entre tanto incontrolado siempre puede haber alguien que no sepa distinguir las cosas y se produzca un error fatal. Eso no quita ninguna responsabilidad a Rusia por mantener en pie esa fantochada nacionalista mediante la que se está vengando cruelmente del deseo ucraniano de alejarse de una relación que solo le ha traído sometimiento, corrupción y dependencia.

Ucrania está pagando la soberbia de Putin, su incapacidad de asimilar que sus antiguos lacayos puedan decirle que ven su futuro en la Unión Europea, aspirando a una democracia en condiciones, y no ser un apéndice de un imperio que quiere volver a surgir a través de las maneras que sean necesarias. Rusia acusa a los demás de poner en marcha la "guerra fría", pero ¿cómo se puede llamar a esto?
Esperemos que este hecho trágico sea suficiente para que se aclare su visión, aunque no confío en ello. También es de esperar que todos aquellos que se manifiestan tibios con el comportamiento ruso se den cuenta de qué este no se va a detener. Una cosa es la prudencia y otra la tibieza. Putin toma una por la otra y se siente más poderoso.
La muerte de casi trescientas personas nos afecta a todos, pues ha traído a Europa una guerra de otro tiempo con una vieja mentalidad. Las consecuencias de las acciones de Putin son el rearme de los países que temen que el viejo casero venga a reclamar viejas rentas y un aumento en los presupuestos de defensa de los demás. Todo ello en un momento en el que sería bueno poder destinar los presupuestos a otro tipo de tareas. Nunca es bueno que crezca el gasto en armarse.
Pero por encima del gasto, está la distorsión del pensamiento: el paso a unas políticas de prevención en las que Rusia no sea solo un socio económico al que comprar y vender, sino un peligro para sus vecinos, que ahora somos nosotros.
Hay fotografías nos muestran a Vladimir Putin guardando un minuto de silencio por las víctimas. Mucho no tememos que ese minuto se le habrá hecho eterno. Ha señalado que estas tragedias "deben unir" y no "separar" a las personas en un mensaje. Un poco tarde para la buena voluntad, aunque no dudo que lo lamenta.




* "Dos tercios de los ucranianos creen que el MH17 fue derribado por el Ejército de Ucrania" RT (Russian Television) 21/07/2014 http://actualidad.rt.com/ultima_hora/view/134622-dos-tercios-ucrania-avion-mh17






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