lunes, 9 de junio de 2014

El ratón en la esquina

Joaquín Mª Aguirre (UCM)
The Washington Post dedica un artículo a hablar del estudio publicado hace unos pocos días en el Journal of Neuroscience sobre un comportamiento complejo, entre la impotencia y la desesperanza, "helpless". Así lo ha definido el autor del estudio: “This helpless behavior is quite similar to what clinicians see in depressed individuals — an inability to take action to avoid or correct a difficult situation”* Se trata del sentimiento que niega la posibilidad de hacer porque no ve sentido a nada ni cree que lo que se haga sirva para cambiar el rumbo de los acontecimientos ni la situación en la que uno se encuentra. En este estado, como en las depresiones, todo se vuelve inútil y penoso, un esfuerzo colosal para un mínimo beneficio. Todo parece imposible de cambiar.
El artículo nos habla de que esa impotencia puede ser "aprendida", condicionada:

In his famous 1967 experiment on dogs, American psychologist Martin Seligman discovered that helplessness can be learned. He put a dog into a box with two chambers divided by a barrier that could be jumped over. When one chamber became electrified, the dog ran around frantically, finally scrambling over the barrier to escape the shock. In later trials, evading the shock becomes easier and easier for the animal until it would just stand next to the barrier waiting to jump.
But the outcome is much more grim if a dog first learns that electric shocks are uncontrollable and unavoidable. If animals are repeatedly shocked while tied up beforehand, then later placed in the same box free to roam, most didn’t jump the barrier. Instead, they lay down while whining and taking the jolt. Subsequent trials showcased the animal’s same passive, defeatist response.
Seligman formed a theory he called learned helplessness. It occurs when an animal or human has learned that outcomes are uncontrollable and thus fails to take any action in the future despite a clear ability to change its situation.*


La "impotencia aprendida" es mucho más frecuente de lo que pensamos y puede tener  carácter social a través de lo que llamamos "derrotismo", la sensación de que nada puede ser cambiado, con la frustración consiguiente y abandono de metas. ¿Para qué actuar, si nada cambiara con lo que hagamos?
Como seres humanos necesitamos del estímulo de creer en lo que hacemos; necesitamos objetivos que nos parezcan factibles y nos proporcionen la gratificación necesaria para seguir adelante. Ni en lo personal ni en lo social es posible avanzar si se tiene esa sensación de impotencia y desesperanza que encierra el término "helpless", que va creciendo con la constatación de que nada cambia o que nada cambiará hagamos lo que hagamos.


Dice una de las investigadoras del estudio realizado que en los experimentos, el 20% de los ratones a los que se ha sometido a estos procesos desarrollan un comportamiento que refleja esa "impotencia aprendida", y señala:

“They sit in the corner and just take the shock,” said study author and biologist Zina Perova, who worked on the study in Li’s group as a graduate student. “It’s this belief of ‘No matter what I do, it won’t change anything’ — it’s hopelessness.”*


Creo que cada vez hay más gente que desarrolla un comportamiento similar al de esos ratones que se limitan a recibir la descarga porque no tienen ninguna esperanza de cambio y no piensan que esté en su mano.
En estos días postelectorales han sido frecuentes las conversaciones sobre las distintas formas de "impotencia aprendida" que se manifiestan en la sociedad española y en la europea. Al poco de hablar, salía a la luz un sentimiento de frustración con el sistema y, ante todo, por ese sentimiento de incapacidad de cambiarlo que caracteriza a los ratones del experimento.
Es necesario invertir ese comportamiento porque nada hay más peligroso en la vida política —o simplemente en la vida— que esa sensación de que nada puede ser cambiado y tirar la toalla quedándose en un rincón. Lo inevitable negativo hace mucho daño; creer que nuestro destino no está en nuestras manos es la forma efectiva de renunciar a él. El destino de esos ratones deprimidos, en realidad, está en las manos de los que suministran las descargas. Todos los días recibimos muchas y con intereses muy distintos, pero con el mismo objetivo: quedarse, como el ratón, en una esquina.

En lo político, la "impotencia aprendida" tiene aplicaciones distintas y tiene también sus propios suministradores de descargas condicionantes. Los hay interesados en transmitir que el sistema no cambia, como principio general, y también los que realizan sus descargas para recoger la frustración parcial (son los otros los que no cambian).
Vivir la política, la vida misma, desde la depresión es un gran peligro. Hay que encontrar proyectos más allá de la desesperanza para no quedarnos en las esquinas, pensando en que nda se puede hacer, que nada cambiará con lo que hagamos. En lo personal y en lo social, hay que vencer la sensación de impotencia. Todos podemos hacer algo, pero necesitamos creerlo para encontrar la energía para hacerlo.
La poeta y activista recientemente fallecida Maya Angelou tiene un vitalista poema titulado "Life doesn't frighten me at all", un canto contra esas descargas de frustración con las quedamos paralizados, como niños acosados arrinconados en las escuelas:

Don't show me frogs and snakes
And listen for my scream,
If I'm afraid at all
It's only in my dreams.

I've got a magic charm
That I keep up my sleeve,
I can walk the ocean floor
And never have to breathe.

Life doesn't frighten me at all
Not at all
Not at all.
Life doesn't frighten me at all.**

Ante la desesperanza y el miedo, el canto valiente que nos hace salir del rincón.




* "Why are some depressed, others resilient? Scientists home in one part of the brain" The Washington Post 06/06/2014 http://www.washingtonpost.com/national/health-science/why-are-some-depressed-others-resilient-scientists-home-in-one-part-of-the-brain/2014/06/05/db638498-e83f-11e3-a86b-362fd5443d19_story.html?hpid=z5
** Maya Angelou (1994) "Life doesn't frighten me at all" en The complete collected poems of Maya Angelou, Random House, Inc., NY p. 168



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