martes, 13 de mayo de 2014

Tres minutos que conmovieron al mundo o ¿a qué piso va usted?

Joaquín Mª Aguirre (UCM)
Si la Historia, nos han dicho siempre, la escriben los vencedores, no se sabe muy bien quién escribe las de la Economía. Quizá no haya vencedores ni vencidos en estas historias. No lo sé. En cualquier caso, parece que los héroes son cambiantes
En uno de los blogs del diario 5 Días, me encuentro el llamativo título "¿Por qué es tan difícil asociar a emprendedores e inversores?". La pregunta es relevante, aunque me imagino que no será fácil de contestar. El artículo, como si se tratara de coger carrerilla para lo que llegará después, arranca así:

El cortoplacismo del inversor queda opuesto al espíritu soñador del emprendedor. Esto último lo pudimos comprobar la semana pasada, en un desayuno organizado por Creaventure y MasterCard España, donde se pudo realizar un following de los proyectos presentados en la pasada edición del concurso Elevator Pitch del Salón MiEmpresa.
Finalizado este encuentro, surgen conclusiones que ayudan a entender por qué es complicado que emprendedores e inversores completen el puzle perfectamente. Por un lado, encontramos una mentalidad soñadora, con ilusión de sacar adelante su proyecto y, por otro,  unas ganas inmensas, no sólo de invertir sino de encontrar proyectos que realmente merezcan la pena. Ambos grupos pusieron en común los errores que, bajo su punto de vista, cometen los otros a la hora de cerrar un acuerdo entre inversores y emprendedores.*


Uno encuentra loable que se celebren encuentros con motivos tan sanos en este mundo rastrero en donde solo entra en discordia ese ser que ni sueña ni desea encontrar proyectos que merezcan la pena, que se guía solo por su "espíritu animal", más animal que el de los demás. Me estoy refiriendo, lo habrán adivinado ya, al "trabajador", causante de que el beneficio del inversor se retrase más allá del deseable corto plazo y molesto zumbido en los sueños del emprendedor, que le acaba finalmente despertando, como los bebés más molestos, a base de gritos de hambre.

Es cierto que el blog se llama "Mi empresa" y que dentro de ese concepto es sobre todo importante el "Mi", algo que le debe quedar bien claro a todos, a trabajadores e inversores. Como el "mi" afloje, se te llena la "empresa" de vagos que además quieren cobrar, que diría doña Mónica de Oriol antes de disculparse por el tonillo más que por la teórica dada, con etiquetas insultantes incluidas. Dicen que la presidenta emprendedora se disculpó por el tonillo, aunque algunos titulares resaltaban que quien lo hizo fue el Círculo de Empresarios. Piempre queda bonito que un círculo pida disculpas porque, por ejemplo, los triángulos nunca lo hacen.
Después de desmenuzarnos los mutuos reproches que los sectores que verdaderamente cuentan en el mundo económico, los que tienen ideas y los que tienen dinero, se llega a algunas conclusiones sobre lo avanzado tras los resultados del concurso Elevator Pitch. Algunos habrán pensado que lo de Elevator Pitch es el patrocinador del encuentro. ¡Pues, mira por dónde, no! Nos lo aclaran en otro lugar, esta vez un espacio para mujeres emprendedoras:

¿Elevator qué?  Dirán algunos. Por definición, el 'elevator pitch' es la presentación de tu negocio o empresa a un potencial inversor en breves minutos. La idea surge a partir de un escenario hipotético: cómo vender tu proyecto a un posible inversor si te lo encuentras en un ascensor. Debes ser directo, concreto, trasmitir pasión y lograr hacerlo en menos de 3 minutos.  Esto te servirá para definir en forma clara y concisa tu negocio o emprendimiento**


Hay un truco, claro, que es el ascensor estropeado del que no dejas salir al inversor hasta que te da el "sí", pero se suelen echar para atrás en cuanto que se pone en marcha de nuevo. No sé cuántos negocios salen de este tipo de procedimientos mediante los cuales los teóricos del marketing recreativo pretenden arreglar la economía del país. Realmente no sé si hay datos al respecto.
En estos tiempos en los que reclamamos seis minutos para la asistencia sanitaria, once minutos —eso nos decían hoy— para atender a los ciudadanos por parte de las delegaciones de Hacienda, etc., tres minutos para sacar adelante el país no parece ni mucho ni poco sino todo lo contrario. En esta web emprendedora dan sabios consejos sobre cómo prepararse para triunfar en esos tres minutos que conmoverán al mundo. Sin embargo, en un universo tan competitivo, como en el atletismo o la Formula 1, la tendencia es a pulverizar los tiempos, a —cronómetro en mano— entrar en el mundo de los récords y encuentro manuales de estas cosas que rebajan el tiempo de convencimiento a segundos. Aquí ya no hay metáfora del ascensor que resista y hay que recurrir a la NASA y a la velocidad de escape de la desgracia terrenal. ¡Ya nos parece ver al emprendedor alejarse del planeta a lomos de su idea financiada!


He visto esta técnica del "ascensor" en alguna película romántica en la que algún personaje sosainas trata de congeniar con alguien en plan maratón. Hay versión presencial, en local al efecto, o versión virtual por teleconferencia. Tienes apenas unos minutos —no sé si tres— para convencer a la inversora de turno de que eres un emprendedor galante competente, que merece la pena invertir en ti, aunque sea de forma cortoplacista. Mucho enredo, pero al final lo de siempre.


En este juego del ascensor virtual para emprendedores e inversores, el galanteo lo tiene que hacer el emprendedor, ya que es mediante este cortejo de pavo real como intenta llevarse al huerto al capital necesario para que pueda cumplir su papel de soñador que la Naturaleza le ha asignado. Los trabajadores, por supuesto, no pintan nada en este juego —tres son multitud— y lo mejor es que vayan por el ascensor de servicio, el montacargas o por la escalera si no hay otra cosa. Esto es cosa de dos.
Veamos qué conclusiones sacaban nuestros blogueros de 5 Días sobre lo que ocurría tras los encuentros en los ascensores:

Entre las conclusiones expresadas por emprendedores españoles, encontramos una visión cortoplacista sobre los inversores, dado que según expresan buscan una rentabilidad casi inmediata o incluso un exit del proyecto, sin proponerse mantener una financiación a la vez que las compañías crecen en volumen.
Asimismo, echan en falta una generación de “inversores emprendedores” que rescaten su antigua esencia y apuesten por la creación de créditos flexibles y financiación de proyectos, donde prime el crecimiento global frente al beneficio inmediato que comentábamos anteriormente. No menos importante consideran la falta de rondas de inversión más “valientes”, que permitan lanzar sus compañías de forma segura, sin tener que seguir buscando permanentemente financiación.
Los emprendedores destacan como negativo la posición defensiva de algunos inversores frente al camino elegido por los fundadores y en base al contrato firmado tras su aporte de capital, puesto que legalmente puede desvirtuar el proyecto o incluso adueñarse de él.  De la misma forma, expresaron que algunos inversores se preocupan más por disolver la unión con el proyecto para recuperar su inversión que por la aportación de valor a la compañía cuando ésta atraviesa momentos difíciles.*


Tras el divertido juego del Elevator Pitch, la dura realidad. A los inversores solo les importa de los bonitos sueños de los emprendedores que les den rápidamente el mayor dinero posible. Si el emprendedor sueña, el capitalista es un insomne crónico, no cierra el ojo ni abre la mano. Ni la depravada jerga de los cursis del marketing — ¿un exit del proyecto? ¿un following?— logra esconder la naturaleza despiadada del prestamista. Se va porque encuentra otro más beneficioso y punto; porque es infiel por naturaleza y a mucha honra, deberían de decir los manuales. Ni siquiera te dice que se va a comprar tabaco.
El divertido juego —¡hay gente para todo!— de los ascensores no garantiza la recuperación, ni el crecimiento, ni la estabilidad, ni nada de nada; solo es un ritual, tirando a tonto, mediante el cual no solo la economía tiene que ser divertida sino también el acto de rechazar proyectos.


Cuando las cosas se ponen difíciles, los que hacen su agosto son los vendedores de consejos. Este viejo negocio nunca falla, porque la materia prima es muy barata y la demanda elevada por la angustia. Todos están ávidos de consejos sobre cómo venderse a sí mismos, con la buena idea dentro, que viene a ser el consejo final para ganar ese precioso tiempo. ¡Que le pongas pasión!, te dicen; ¡que no seas un brasas!, te advierten. Y finalmente:

Si la oportunidad no llega; ¡generala tú! Si tienes claro a quién y dónde quieres hacer un 'elevator pitch', propicia esa ocasión. Sé consciente de que en los foros de inversión y en los encuentros puedes encontrar inversores, pero estarán muy solicitados y te será difícil captar su atención. Crea momentos que resulten menos obvios.**


¡Como si fuera tan fácil! Pero al final se trata de decirte que no mereces la atención del inversor si no eras capaz de hacer tu propio Elevator Pitch. Tienen respuestas para todo.
La pregunta que se hacían en 5 Días"¿Por qué es tan difícil asociar a emprendedores e inversores?"— solo tiene un respuesta: van a pisos diferentes. Pedirle al inversor que ame la idea es contraproducente, pues otros le enseñan que ese amor ciega. Por eso prefieren escoger a los menos manirrotos de los soñadores. Ellos no están para romanticismos.
  

* "¿Por qué es tan difícil asociar a emprendedores e inversores?" 5 días Blog Mi empresa 12/05/2014 http://blogs.cincodias.com/miempresa/2014/05/asociar-emprendedores-e-inversores.html
 ** "Consejos Para Hacer Un Elevator Pitch" Blog Mujeres Emprendedoras 26/6/2013 http://mujeresemprendedorasamerica.com/portal/herramientas-para-tu-negocio/507-consejos-para-hacer-un-elevator-pitch#.U3FH8Pl_sdg






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