lunes, 5 de mayo de 2014

El debate o lo que nos faltaba

Joaquín Mª Aguirre (UCM)
Se medio queja Bernardo de Miguel, desde su blog en Cinco Días "La UE, del revés", de que el debate televisado —por primera vez en Europa— con los candidatos a la presidencia de la Comisión no haya sido ni chicha ni limoná o, por ajustarnos más a su crítica, con poca sangre sobre la arena. Señala de Miguel en su entrada del blog titulado "Debates sin contendientes":

El problema estriba, tanto en el debate como en esos comicios, en la ausencia de batalla ideológica. Sin choque de propuestas ni presentación de alternativas, la campaña electoral se convierte, a nivel europeo, en unos juegos florales sin excesivo interés.
Los contendientes, en especial los representantes de los tres grandes grupos políticos (Populares, socialistas y liberales), no tienen a quien atacar o defender. Primero, porque no hay un Ejecutivo europeo al que reprochar los errores o alabar los aciertos. Y segundo, porque las tres formaciones son corresponsables de las políticas aplicadas en Europa en los últimos cinco años. De modo que no pueden criticar con dureza ni ofrecerse como relevo.*


Parece que esa "Europa" a la que es fácil atacar desde los espacios nacionales se diluye cuando tiene que hablar de sí misma y que no hay dónde morder o hacer sangre. También es cierto que por estos lares estamos acostumbrados a la puñalá trapera de continuo y esto hace que todo lo demás parezca un poco descafeinado
El otro día, en una de las habituales tertulias televisivas, uno de sus también habituales participantes intentaba encontrar un momento en el que en España no se estuvieran peleando y haciendo demagogia electoral. No consiguieron entre todos encontrar un momento que fuera bueno —quiere decir que no estuviera algún partido metido en campaña o discusiones de algún tipo— porque cuando no es uno es el otro y si no los dos. Llegaron a esa penosa conclusión después de constatar que en España ya no se hablan unos con otros, sino que más bien interpretan sus papeles como el actor que declama ante el espejo, sin importarles demasiado que alguien les conteste. Con el calendario en la mano no había momento para quitarse la cimitarra del cinturón. Y eso marca por selección natural a nuestros políticos, crecidos en los campos de batalla, nacidos para discutir, no para debatir, que son dos cosas distintas. Y luego, claro, nos aburrimos.


Las europeas plantean, a los ojos del comentarista de Cinco Días, que los observa desde Bruselas, el inconveniente de que más que por problemas de calendario es por problemas de ideario, llegando a la conclusión de que nadie puede pelearse porque todos son corresponsables de la situación actual y nadie puede lanzar demasiadas críticas a los demás porque sería como tirarse piedras a su propio tejado. Es una forma de verlo.
Quizá estemos confundiendo el efecto y la causa. No creo que en la naturaleza de los políticos esté el pelearse y que se dediquen a buscar motivos para hacerlo, como podría desprenderse de la observación diaria. Creo que más bien debería ser lo contrario, la política como arte del acercamiento inteligente para aunar voluntades y conseguir el máximo consenso alcanzable. Deberían aspirar al mayor número posible de acuerdos, sin confundirlos con el cambalache, que es el entendimiento oculto y poco confesable bajo la apariencia de discrepancia. 
Le parece al comentarista que han sido contendientes de guante blanco, que no han entrado en debates de más enjundia o precisos y proclama sus esperanzas:

Confiemos en que el próximo debate (15 de mayo) sea menos complaciente y se aborde, por ejemplo, la insolvencia de Grecia o la hecatombe del mercado laboral en España. Con diferentes soluciones, para que el votante pueda elegir.*


Me deja bastante perplejo esta petición porque será precisamente en estas cosas en las que Europa no entramos más que de forma reservada, librándonos del combate cuerpo a cuerpo con el que se lucha en las batallas locales. Tampoco entiendo muy bien por qué no puedo —como votante— elegir a la vista de lo que me han puesto delante, porque entiendo que sí ha habido diversidad de enfoques.
Me gusta que todos estos candidatos, que piensan de forma diferente, hayan mantenido las formas en su debate. Creo que quien presida la Comisión tiene que ser alguien con maneras, capaz de relacionarse con las personas que opinan de forma muy distinta, persona de claridad de principios y con quien los europeos podamos identificarnos por encima de los problemas que nos causemos unos a otros o de nuestras sorderas.


La queja de que Europa ha estado muy de acuerdo en ciertas cosas, mientras que las confrontaciones locales tienden a discrepar en todo, es el resultado probablemente de que los políticos europeos y las instituciones de la Unión deban actuar de otra manera y abordar los problemas desde otras perspectivas. Europa está haciéndose.
Todos los candidatos participantes, nos dice Bernardo de Miguel, tienen las manos manchadas con los desastres europeos de los que han sido copartícipes. Todos son responsables de las políticas desde sus puestos y grupos. No se libra nadie. Bueno, sí. La pobre candidata de los Verdes, tan joven y simpática, le merece un comentario condescendiente:

[...] la candidata Verde, Ska Keller, quien al parecer se ganó el favor del público más europeísta con un discurso muy happy: "Lo que necesitamos realmente es invertir en el futuro (...). Invertir en educación y salud (...) pero también crear empleos, empleos de calidad". Por supuesto, nadie la contradijo.*


Aquí, con eso mismo, te aplauden a rabiar. Aunque les parezca raro, si no nos van a solucionar directamente nada, como piensan algunos, prefiero que se comporten educadamente, porque inútiles maleducados ya los tenemos aquí. Al comentarista, el debate le ha parecido un partido de exhibición, mientras que a él le apetecía ir a un estadio en el que los dos equipos se disputaran la plaza de descenso en la última jornada de la liga, por poner un símil que nos permita mucha patada y zancadillas, iras del respetable y una sarta de tarjetas rojas.
Agradezco sus palabras, las de todos, aunque fueran light o discursos happy, como dice de Miguel. Lo agradezco. Hoy por hoy, con euroescépticos poniendo verde a Europa y a los europeístas, lo que nos faltaba para ponérselo cómodo era demostrar que nos unimos para pelearnos mejor. Para eso se queda uno en casa. Realizan una estimación de voto euroescéptico y nacionalista del 30%; no creo que sea el momento de pelearse ante las cámaras para dar juego.


Mientras escribo esto otro debate en los estudios de Euronews nos muestra a un euroescéptico belga que quiere echar de Europa a Grecia, mientras una federalista europea también belga apuesta por más Europa, pero en otra dirección. ¡Qué tranquilidad da ver un debate en el que la gente no tiene intención de escucharse!
Prefiero tener debate sin contendientes, que contendientes sin debate, como nos ocurre por aquí con frecuencia. Si se da la paradoja de que los que van a votar en masa en las elecciones europeas son los que están en contra de Europa, euroescépticos y nacionalistas, y que los que creen en ella se quedan en su casa, me temo que vamos a tener unas instituciones de la Unión Europea muy movidas.



* Bernardo de Miguel "Debate sin contendientes" Cinco Días Blog La UE, del revés 2/05/2014 http://blogs.cincodias.com/la_ue_del_reves/2014/05/debates-sin-sentido.html







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