viernes, 18 de abril de 2014

El acuerdo

Joaquín Mª Aguirre (UCM)
Los efectos de lo que ha ocurrido en Ucrania serán profundos y marcan una nueva etapa en las relaciones internacionales. El acuerdo alcanzado ayer por las "partes", si pueden ser llamadas así los intervinientes, marcan el fin de un periodo y el comienzo de otro incierto. No actuamos solo por lo que ocurre, sino por lo que puede ocurrir y Rusia ha destapado una caja peligrosa, ha abierto una nueva era del recelo. Creo que Rusia es la gran perdedora, tras Ucrania, de este fin de periodo. Lo que durante la crisis siria llamamos irónicamente la "Pax Rusa" puede darse por cerrado.
De Siria a Ucrania, Vladimir Putin ha dejado claro en qué consiste su "liderazgo" y su manera de actuar. El fin de los recelos entre bloques permitió la expansión comercial y el establecimiento de nuevas relaciones internacionales basadas en el crecimiento. Ahora se ha demostrado que Rusia es un peligroso vecino y un socio comercial poco fiable. Europa —básicamente nosotros— hemos comprendido que Vladimir Putin no tiene reparos en saltarse los acuerdos comerciales y utilizarlos como forma de chantaje e intimidación. Ha demostrado también que las fronteras no son un problema para él y que puede recurrir a las manipulaciones más burdas para conseguir lo que quiere. Ha querido mostrar lo que significa "poder" para Rusia. La reacción occidental ha sido solicitar el aumento inmediato del gasto militar.

Está por ver si puede controlar el frenazo en seco que supone el acuerdo de ayer sobre la situación de Ucrania. Las reacciones de los que se han sumado a las iniciativas favorecidas desde el otro lado de la frontera no parecen confirmarlo. Tendrán que aplicarles la terapia que Moscú sabe para mitigar sus deseos de unión federada a la madre Rusia, que tanto les quería y que promete velar por ellos a distancia. Quizá descubran ahora que lo único que le importaba de la "tierra santa" de Crimea era la seguridad de las bases militares y que la desestabilización organizada y fomentada desde Rusia del Este de Ucrania no era más que una maniobra para crear una "zona segura" entre una Ucrania proeuropea y Rusia.
Putin llevó hasta el límite el peligro para después avisar —¡qué generoso por su parte!—  que Ucrania estaba al borde de la guerra civil. Las declaraciones de Serguei Lavrov señalando que nadie debe tener armas más allá de los cuerpos institucionales, una forma eufemística de ordenar el desarme de los prorrusos, soslaya el hecho de saber cómo se armaron.


Putin ha vuelto a poner en el centro de las relaciones internacionales el recelo. Y esto tendrá consecuencias en Europa, pues somos los primeros afectados por la tela de araña comercial tejida por Rusia apuntalando su influencia. Lo que ha quedado muy claro es que Europa no puede depender de Rusia energéticamente o en cualquier otro sentido.
¿Qué tipo de negocios se pueden hacer ahora con Rusia? Es dudoso que se pueda avanzar, visto lo ocurrido, hacia una mayor relación. Los gobiernos medianamente inteligentes se habrán dado cuenta de hasta dónde puede llegar Rusia. Lo sabían en cuestión de democracia y derechos humanos (acusaciones de fraude, encarcelamiento de opositores, desapariciones, homofobia, presiones a países como Armenia...), algo en lo que se transige demasiado si hay prósperos negocios de por medio. Pero esta vez ha ocurrido ante los ojos del mundo, sin posibilidad ni demasiada voluntad de esconderlo. Rusia se ha quedado sola.
Y se ha salido, en gran medida, con la suya: los cambios propuestos le aseguran la posibilidad de intervención o desestabilización de Ucrania, partiéndola por la mitad, en cuanto se sienta amenazada. Rusia siempre será, en el mejor de los casos, el vecino molesto o, peor todavía, el propietario que tiene alquilado el "suelo ruso" al gobierno ucraniano.


El broche retórico lo ha puesto Vladimir Putin en su programa televisivo particular en el que el pueblo ruso, incluso los nuevos rusos de Crimea, le preguntan en directo. Allí ha exhibido su última "broma".  Estas son las preguntas que Edward Snowden, no sabemos en calidad de qué, le realizó:

“Me gustaría preguntar – decía Snowden – ¿Intercepta, almacena o analiza Rusia de cualquier forma las comunicaciones de millones de individuos? y ¿Cree que simplemente por el hecho de mejorar la eficacia de los servicios de inteligencia y las fuerzas del orden, se puede justificar el poner a sociedades enteras – y no sólo a individuos – bajo vigilancia?
Putin respondió: “Señor Snowden, usted es un ex agente. Antes yo también estuve ligado a los servicios de inteligencia, así que usemos lenguaje profesional. Por supuesto, todos sabemos que los terroristas y criminales pueden servirse de los medios modernos de comunicación para sus actividades criminales. Los servicios secretos también tienen que usar medios modernos para luchar contra esos grupos criminales y por supuesto que lo estamos haciendo, pero no a escala masiva. Espero que nunca permitamos algo así”*


Recuerdan las preguntas preparadas de los diputados a sus ministros. La escena lleva a los momentos estalinistas en los que se exhibía a los prisioneros para que confesaran sus crímenes y leyeran comunicados contra sus países. La preocupación de Vladimir Putin, después de lo que ha hecho, por el espionaje masivo es conmovedora. La habilidad para usar a Snowden como arma propagandística es característica de la Guerra Fría y contribuye a crear su imagen interior como defensor de los derechos de los demás. Ese "espero que nunca permitamos algo así" es de un cinismo tal viniendo de alguien que, como él mismo señala, "estuvo ligado a los servicios de inteligencia", que se hace difícilmente digerible. El caso ucraniano tendrá, lógica e irónicamente, el efecto de la intensificación del  espionaje —masivo o personalizado— ante el clima creado por la intervención rusa.
En el mismo programa en el que Snowden aparecía como invitado estrella, Vladimir Putin ha lanzado tres breves frases importantes, Cuando le han preguntado sobre la presencia rusa en Crimea ha reconocido, por primera vez, que los soldados rusos vigilaron el referéndum en apoyo de lo que él llama las "fuerzas de autodefensa". En la misma sesión televisiva, Putin ha negado que haya soldado rusos u otros operativos en el este de Ucrania, señalando como "prueba" que van con la "cara descubierta", algo que ya es un indicio de quién es quién.


Las tres cortas frases son: "No pueden irse a ningún sitio. Es su tierra. Hay que dialogar con ellos." Para los que se han levantado contra el gobierno de Kiev con la esperanza de federarse con Rusia es un jarro de agua fría en su momento de mayor euforia, tras hacer exhibiciones callejeras derrapando con los tanques requisados a los soldados que tenían la orden de no disparar. Lo que fue posible en el caso de Crimea —desplazar la tierra y a sus habitantes federándoles—, parece que no va a serlo en el caso del resto de Ucrania. Las aspiración de algunos de dejar de ser "ucranianos" tendrá que esperar. Al menos, por ahora. Moscú se reserva todas las cartas.


¿Será sostenible en esas condiciones la política de un país? ¿Es posible desarrollar una política coherente bajo la amenaza permanente de la intervención exterior y el desmembramiento interior? Ese es el reto que tiene Ucrania desde hoy mismo. Lo que tiene por delante es muy complicado y doloroso, lleno de desafíos y trampas. Es también el reto de Europa, junto a ella; apoyarla para que se pueda adentrar en lo que era su aspiración y exigencia de democracia y regeneración.
Ucrania no debe quedar como tierra de nadie. Extraño y complicado camino el que tienen por delante.


* "Snowden, invitado sorpresa del programa televisivo de Vladimir Putin" Euronews 17/04/2014 http://es.euronews.com/2014/04/17/snowden-invitado-sorpresa-del-programa-televisivo-de-vladimir-putin/
** "Putin reconoce la presencia de tropas rusas en Crimea" Euronews 17/04/2014 http://es.euronews.com/2014/04/17/putin-reconoce-la-presencia-de-tropas-rusas-en-crimea







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