viernes, 28 de febrero de 2014

Creer o no creer a pie juntillas

Joaquín Mª Aguirre (UCM)
Empiezo por el final. Confieso que me sorprende la forma en que termina el artículo del diario El Mundo sobre las opiniones de los periodistas del Telediario de Radiotelevisión española. Después de haberles realizado el Consejo de Informativos una encuesta de diez preguntas, el artículo del diario termina con la siguiente afirmación:

Leopoldo González-Echenique, presidente de la corporación RTVE, compareció este jueves en el Congreso ante la Comisión mixta de control parlamentario y catalogó la labor del Consejo de Informativos como "enriquecedora", si bien aseguró: "No es palabra que debamos creernos a pies juntillas".*

No sé si el señor González-Echenique, presidente de la corporación, es un escéptico por naturaleza y duda de todo, o si solo duda en estos casos, incluso no sé si tenemos derecho a dudar de él de la misma manera que él lo hace con los demás. Es decir, si debemos creer a pie juntillas lo que dice el señor González-Echenique y simplemente enriquecernos con lo que nos cuenta.
Algunos indican que la expresión "a pie juntillas" —que debemos entender como "ciegamente". "firmemente" o "sin dudar"— proviene de un juego en el que uno con los ojos vendados debía moverse siguiendo las instrucciones de los compañeros. Se supone que con la información suministrada, el participante vendado podía llegar a la meta. La base del juego es la confianza en los compañeros, sin ella no se puede cumplir el objetivo.


A lo que yo no le veo mucho sentido es a que se haga una encuesta y luego se nos diga que no hay que creerse a pie juntillas sus resultados. Debo confesar que me parece más preocupante considerar lo que los demás opinan simplemente como "enriquecedor", casi un eufemismo para decir que le trae al fresco. El objetivo de la encuesta no es que el señor González-Echenique se enriquezca, me imagino, sino medir un sentimiento, que en este caso es de malestar, descontento o insatisfacción.
Lo que el señor González-Echenique no se acaba de creer o, perdón, le enriquece es lo siguiente:

Dos tercios de los redactores de los telediarios se declaran insatisfechos con el contenido informativo de la pública. Una encuesta planteada por el Consejo de Informativos de TVE al núcleo de los trabajadores de los Servicios Informativos de la cadena arroja este dato sobre Torrespaña. Además, el 44,64% de los profesionales se siente presionado por sus jefes y el 39,28% considera que los temas de los que se encargan carecen del interés y la relevancia pública que exige la Ley.
El descontento se dispara si se atiende al área de Sociedad, en la que "se dan las tasas más altas de insatisfacción y de crítica al trabajo que se realiza", tal y como reflejan las conclusiones del cuestionario, un documento al que ha tenido acceso EL MUNDO y que ya ha sido trasladado por el Consejo de Informativos tanto a la directiva de Julio Somoano como a los trabajadores del Telediario.
Tanto es así que el 84,6% de trabajadores de Sociedad se manifiesta presionado por sus jefes. Asimismo, el 92,3% de los redactores de esa área entiende que los temas que sus superiores les adjudican no tienen la relevancia necesaria. En ambos casos, el descontento es hasta 40 puntos mayor que en el resto de secciones de Informativos. Educación y Sanidad forman parte de las materias cubiertas por Sociedad.*


Aunque se nos diga que el cuestionario "entregado a 102 redactores, fue rellenado por 56 de éstos", pienso que no es cuestión de creerlo o no creerlo, sino que simplemente son las respuestas obtenidas. Si es mala la fe ciega, también lo es el escepticismo inaclarado, puesto que no se nos dan más explicaciones de por qué debemos dudar de la sinceridad de la gente que contesta un simple cuestionario compuesto de diez preguntas a las que se responden las tres clásicas "sí", "no" y "no sabe". No veo dónde se encuentra la duda en las respuestas.

No se nos dice, en cambio, cuáles fueron los resultados de la undécima pregunta, esa sí, un poco más complicada por ser "abierta", referente a "propuestas para mejorar". En esta última sí podría el señor González-Echenique mostrar todo su escepticismo o sus limitaciones interpretativas. Pero sobre la undécima cuestión, ni una palabra. Quizá porque consideré que ya son perfectos, no lo sé.
Que el 92'3% considere que los temas que se les encomiendan "no tienen relevancia" o que el 84'6% se sienta presionado por su jefes, todo ello en Sociedad, no es que haya que creérselo o no, sino que es el resultado.
Si ahora se hiciera otra encuesta con una sola pregunta, "¿se considera usted ninguneado en sus respuestas por el señor González-Echenique?", saldría obviamente un 100%, a lo que el director contestaría de nuevo que las encuestas no hay que creerlas a pie juntillas, aunque se haya enriquecido de nuevo.
Lo que me parece relevante y sujeto a interpretación, puesto que es dudoso, es que solo haya participado poco más del cincuenta por ciento de los preguntados. Es ahí donde el director de Radiotelevisión Española puede ejercer sus dudas especulando sobre esa cuestión. Sin embargo, no se entra en ella. Y no se hace porque es la real, la división entre los que contestan y no contestan, que es ya en sí un acto significativo.
Sea cuales sean las causas, nunca se insistirá bastante en que la independencia de los profesionales es una garantía para la información que reciben los ciudadanos tratándose de un medio público. En los privados pasa igual, pero allí los que pagan consideran que además de comprar el tiempo laboral, se incluyen en él voz y conciencia. Algo que no debería ser así.


La profesión periodística es un ejercicio diario de vencer las tentaciones exteriores, pero también las interiores, los cantos que surgen de la propia condición de lo que somos, de nuestros conocimientos y experiencias. Se insiste mucho en la luchas con los jefes, pero se indaga menos en el conflicto interno que el periodista, como ser humano, vive como los demás.
Lo más sano es no creerse a pie juntillas tampoco a uno mismo, permanecer lo suficiente escéptico y modesto ante los propios pensamientos, teorías y prejuicios con los que —sería de tontos pensar que en esto el periodista es un privilegiado— tenemos que vernos todos. El periodista no puede renunciar a pensar por sí mismo, pero tampoco puede dejar de pensar que se puede equivocar. El drama de un juez es que tiene que convivir con la posibilidad de equivocarse, vivir en la tensión de lo justo. El periodista, de forma similar, vive en la tensión de lo objetivo. Eso significa que no puede vivir de forma absoluta una verdad, sino en la aspiración trágica a equivocarse lo menos posible. Las sirenas periodísticas que le reclaman se llaman dependencia, inadecuación y soberbia. La primera nos secuestra la voz; la segunda nos hace hablar de lo que no sabemos, y la tercera nos canta sobre nuestra capacidad de entenderlo todo.


Lo que parece desprenderse de la encuesta realizada es que una parte de los profesionales sienten que no son ellos los que tienen la posibilidad de equivocarse sino que son sus jefes quienes les impulsan a hacerlo, ya que discrepan sobre la relevancia de lo que se les pide que cubran o la forma en que se acaba presentando ante el público. Podemos pensar que esto es verdad o no, pero lo que no podemos pensar en modo alguno es que sea una cuestión de que nosotros les creamos o no. Eso es soberbia y desprecio.
Está fenomenal que el señor González-Echenique se enriquezca con la opinión de los demás, pero deje a los demás la posibilidad de creer que tras lo que han dicho está lo que sienten, que no es ni verdad ni mentira, sino lo que ellos opinan con todo el derecho del mundo. Creo que es una grosería, es decir, una falta de detalle fino, no hacerlo.


* "Dos de cada tres trabajadores del 'Telediario' están 'insatisfechos'" El Mundo 28/02/2014 http://www.elmundo.es/television/2014/02/28/530fb58e268e3ebf7f8b4596.html?
a=0d7e93e36300570f7cda93ca10eebb35&t=1393565748





jueves, 27 de febrero de 2014

Cambios

Joaquín Mª Aguirre (UCM)
En 2011 el mundo cambió. En el resumen de aquel año —que fue en el que comenzó este blog— escribí algo que me ha venido muchas veces a la cabeza: no es el año de las protestas; es el año en que se empezó a protestar. De forma irónica titulé la entrada "El año demo"; me parecía un anticipo de lo que llegaría. Creo que los acontecimientos que se han vivido desde entonces permiten pensar que no iba demasiado desencaminado, que efectivamente aquel año en el que comenzaron las protestas en ciudades del norte de África, en Madrid, en Grecia, no eran más que las señales de un cambio global en la forma de entender la política y el poder. Mientras algunos siguen pensando en el poder en términos gastados, los sociólogos, ensayistas, etc., advierten que el mundo está cambiando. Digitales, encuadernados o en pancartas, las palabras del cambio circulan globalmente.
La crisis económica ha acelerado la situación y ha cambiado las reglas del juego; ha dejado al descubierto en su crudeza y descaro las estructuras resultantes de las combinaciones de los poderes de la política con los de la economía, hasta unos niveles desconocidos, por la globalización. Se estudia los efectos de la globalización económica, pero no tanto la globalización de las actitudes que provoca. 
La salida de las informaciones sobre lo que ocurre en los entresijos del poder —la conexión perversa entre unas castas políticas profesionalizadas, que rotan en el poder, y unas fuerzas económicas, financieras, que van desmantelando los estados— tiene su efecto. El crecimiento de la desigualdad y el desmantelamiento de los estados tiene sus consecuencias, dentro y fuera. Ya hay una "internacional" del rechazo.


Los escándalos de Erdogan, de sus ministros y sus familias, lanzan a la calles a los turcos que protestan ante lo que van sabiendo. En Ucrania, los que han derribado a Víktor Yanukóvich han dejado las piedras para armarse con secadores de aire para recuperar los documentos que el desaparecido ex presidente había lanzado al lago artificial de su mansión lujosa para evitar que llegaran a manos peligrosas para él. Miles de papeles, documentos y facturas que los ucranianos —que saben cómo se las gastan algunos— están colgado directamente de la red antes de que ocurra algo con ellos.

Ucrania ha pasado de la corrupción soviética a la propia, encarnada por los mismos que sirvieron a los intereses anteriores. Rusia es Rusia, con hoces y martillos o con los aros olímpicos de Sochi, "atea" o "santa". Probablemente ha sido Sochi, como ya señalamos el otro día, lo que ha salvado de una reacción rusa más contundente e inmediata. Pero Putin estaba a lo que estaba, y no quería que lo que no habían conseguido estropearle los islamistas con sus amenazas terroristas se lo estropearan al final los ucranianos.
Las declaraciones de muchos de los ucranianos que han aguantado tiros, golpes y heladas han sido que no quieren a la clase política que les ha gobernado hasta el momento; quieren renovación, no solo caras nuevas. No querían cambio de gobierno, quieren otra forma de gobierno, honestidad y compromiso con el pueblo, que es quien ha padecido las crisis provocada por la falta de interés y de vergüenza.

Lo que la gente pide en muchas partes del mundo es otra forma de enfocar y realizar la política. El prestigio de gobernantes recién elegidos en países de tradición democrática —pensemos en el caso de Hollande, incuso de Obama en sus horas más bajas— cae en picado. Hay una frustración creciente respecto al poder; ya no se aguanta tanto. Esto ya no es una cuestión que ataña solo a las "dictaduras". Ahora se ha extendido a las democracias, escenarios de protestas y revueltas, tal como ocurría antes en la dictaduras. El descontento ante el autoritarismo se daba por supuesto, se manifestara o no. Pero en las democracias aumenta el autoritarismo como respuesta física o legal contra el descontento por la forma de gobernar de espaldas a los intereses comunes. Así se percibe, sea justo o no. Y eso produce una erosión, una desconfianza y un desengaño.
Estos cambios que se exigen se centran en la necesidad de transparencia y honestidad,  del alejamiento de la retórica fácil y engañosa a que se nos tiene acostumbrados. Pide que se trabaje realmente para ellos y que no se contemplen los países como fábricas, que se piense en los países como comunidades, como grupos humanos en los que la emigración o el desempleo representan un fracaso del sistema y no un defecto de las personas.


Los políticos siguen pensando que estas protestas son simples consecuencias de los "ciclos", que cuando llegue la bonanza la gente se dedicará a sus cosas y ellos podrán seguir como siempre. Creo que se equivocan. Las protestas en países como Brasil desentendiéndose, hartos, de tanto estadio de fútbol y carnaval, y la exigencia de que se inviertan esas cantidades escandalosas en escuelas y servicios sociales, es una demanda contagiosa. Es un rechazo del doble modelo de la política-espectáculo y la política-negocio, las dos caras que se han ido construyendo con el tiempo. La gente ha empezado a sentirse soberana y exige decidir, que se cumplan promesas y compromisos. Ha dejado su pasividad y se moviliza. Tiene ante sí herramientas y ejemplos. El descrédito de la clase política va en aumento y eso es responsabilidad exclusivamente suya, provocada por sus dependencias, escándalos e ineficacia.
La visibilidad de las protestas es mayor, la capacidad de organización crece. Como respuestas unos dan tímidos cambios y otros aumentan la represión aprobando leyes más restrictivas de las libertades que —como en Turquía— causan más disturbios o que —como en Ucrania— acaban con las caídas de los gobiernos.


Se mire por donde se mire, todo ha cambiado, está cambiando. La cuestión ahora es si se van a buscar fórmulas nuevas que realmente hagan sentirse a los ciudadanos como tales y no como seres fabriles o votantes comparsas. En estos movimientos afloran los nuevos demagogos que llegan con viejas propuestas tras nuevas sonrisas. Nada más fácil de seducir que el descontento. Eso es preocupante.

Los primeros diez minutos del noticiario que vi a las seis de la mañana mostraban, en partes muy distantes del mundo, gente irritada, profundamente irritada. Todas manifestaban su disgusto por la forma en que se hace política en sus países. Todas piden cambios. Luego, llegaron los deportes.










miércoles, 26 de febrero de 2014

Una marmota peligrosa

Joaquín  Mª Aguirre (UCM)
Tenía dudas sobre qué escribir, si sobre la muerte de Harold Ramis o sobre el "debate de la nación" y las dudas se resolvieron por sí mismas al darme cuenta que nada explica mejor el "debate de la nación" y la política española que pensar en el "Día de la marmota" y en "Una terapia peligrosa". Con ambas referencias en mente, todo se explica mejor.
La sensación de que esto se ha visto antes, de que no hay novedad alguna en los discursos, perfectamente previsibles, una y otra vez, hace que el debate sea el acontecimiento político menos deseado del año por puro desvío de sus fines reales que son la búsqueda conjunta de soluciones posibles, con alternativas serias, y no el diálogo de sordos entre mundos separados con estrategias particulares que buscan cumplir a través de la escenificación parlamentaria. ¿Recuerdan esos prodigios tecnológicos de sincronización en el que un cantante puede compartir pantalla con uno fallecido? Pues a veces se tiene la sensación cansina de que es algo así, de que sus posibilidades de diálogo real son las mismas. 


Sí, decididamente, el debate de la nación tiene algo del Día de la marmota. Ramis creó con "Atrapado en el tiempo" una poderosa imagen en la que lo metafísico se mezcla con lo físico,. La idea de que una vida es insuficiente como para poder aprender de los errores, que son en realidad lo determinante de la existencia, tiene un gran fondo y mucho de fáustico. Los políticos suelen decir lo mismo de las legislaturas, su propia unidad de tiempo, que siempre son insuficientes para alcanzar esa perfección prometida.  No entro en si alguno vende su alma.
A diferencia del periodista encarnado por Bill Murray, que aprende por amor, el político sigue siendo un tanto seductor y tarambana. Los cálculos que algunos forofos de la película —que son legión— han realizado sobre el tiempo que le llevó aprender todo lo que al final ha aprendido para conseguir el amor —que en el fondo es vencerse a sí mismo, olvidar su egoísmo— suponen miles de años. Es algo que a un político, en cambio, no le molestaría repetir, siempre y cuando le encuentre el día de la marmota en el poder y no en la oposición, donde también se debería producir un aprendizaje similar.

La sabiduría de Ramis fue convertir en algo dinámico la parálisis del tiempo o lo que es lo mismo hacer una película divertida sobre el aburrimiento, uno de los ejes de la modernidad, de Flaubert y Baudelaire en adelante. El mundo, nos dice Eliot, desaparecerá tragado por un bostezo.
No sabemos con exactitud —varían mucho los cálculos— cuántos años, siglos o milenios le costó al periodista comprender que el único camino para salir del bucle era intentar evitar sus errores egoístas. En la vida no se tienen esas oportunidades y todo sucede una vez. Sobre eso teorizó Kundera en su "La insoportable levedad del ser". Ramis dio a su protagonista lo que la vida nos niega a todos: la posibilidad de aprender y rectificar nuestros errores en cada punto. Y para eso necesitaba reconocerlos como tales para rectificarlos.
Sobre esta posibilidad se ha filosofado. La base de la culpa es precisamente la incapacidad de rectificar en muchos casos el daño hecho. El arrepentimiento es un posibilidad interesante, pero no deja de ser un apaño, ya que no arregla el daño causado. Está muy bien que te arrepientas de haber matado a alguien, pero eso no devuelve la vida a la víctima. Por eso la cultura ha inventado sistemas de compensación que van desde el "ojo por ojo" a otros más negociados.


La película tiene algo de cuántico, de que en cada punto convivan varias posibilidades con sus derivaciones particulares. En la mayoría de los universos abiertos —que no son narrativamente interesantes— el protagonista es un desagraciado y no consigue lo que quiere, entre otras cosas porque en muchos de ellos ni siquiera lo sabe o quiere conseguir otras objetivos. Harold Ramis nos muestra un universo posible, mientras que en los que se quedan por el camino, los que nos vemos, seguirá siendo un incorregible gruñón egoísta.
No sé cómo serán los universos alternativos de nuestros políticos —ya tengo bastante trabajo con imaginarme los míos— pero se les ve con pocas ganas de rectificar. Me temo por lo escuchado —una y otra vez— que nos ha tocado uno de los universos chapuceros, de los que no acaban bien, en los que el protagonista no tiene la paciencia de aprender a tocar el piano o interesarse por el arte, sino que delega y acaba siendo alcalde del pueblo y especulando con los terrenos del ayuntamiento.


No planteo —ante lo que escucho— si la economía va a mejor o no; discuto sobre si ellos van a mejor. Es más fácil que la economía mejore a que lo hagan ellos. Y esto es lo que me complementa —gracias de nuevo, Harold Ramis—, Una terapia peligrosa. No sé cuántas veces ha hecho Robert de Niro de gánster desde que apareció en El padrino, pero seguro que nunca se divirtió tanto haciendo el revés de la fachada del delincuente.
El centro de la película no es la humanización del criminal, sino, en clave de comedia de nuevo, mostrarnos que lo que nos hace sobrevivir es que los demás nos teman. El terror que lleva al preocupado gánster al diván psicoanalítico es que los demás descubran su debilidad y la aprovechen para arrebatarle el poder, para quitarle de en medio.


Dios me libre de establecer comparaciones entre los políticos y los gánsteres —habría que estudiar caso a caso—, pero esa necesidad de fachada constante, de no poder mostrar debilidad o reconocer los errores cometidos ante los demás tiene un precio doble, para ellos y para los demás. El "sostenerla y no enmendarla" para no aparentar debilidad es una de las líneas desastrosas que determinan nuestra política, con los partidos empeñados en no reconocer los fracasos de políticas o personas.
El político sigue acudiendo a la terapia para no mostrar debilidades, ni internas —no le vaya a devorar los fieras de su partido— ni externas —no le vayan a arrinconar en los debates y se hunda en las encuestas—. Ese miedo se extiende por los subordinados, a los que no se defiende muchas veces por ellos —probablemente se les maldice por el trance que hacen pasar— sino por no mostrar debilidad ni errores ante los demás. Eso lleva a la perversión política de que el ministro, consejero o concejal más seguro en su puesto sea el más criticado, el que más la pifia.

La pantomima navarra que tratábamos ayer —a la que pusimos el ramisiano título de "Nunca pasa nada"—, con sus rifirrafes y sus juegos retóricos, creó, por boca de su presidenta Barcina, un eufemismo innovador con la calificación de "administración cercana" al hecho de que las empresas utilizaran a los políticos para "interesarse" por su situación fiscal. No sé cuántas sesiones de terapia habrá tenido que realizar antes ni cuántas tendrá que realizar después, pero es un ejemplo más de esa negación de la realidad que se repite una y otra vez por todos los rincones y estratos. El diario Noticias de Navarra titula señalando que se considera "víctima de un complot", algo que la define como una auténtica política de raza. Los divanes están llenos de políticos que se sienten perseguidos, víctimas de complots. Y eso vale de Turquía a Navarra, de Madrid a El Cairo. Allí donde nadie se equivoca y todos te envidian hay un futuro paciente necesitado de terapia.
El efecto final es esta mezcla entre marmotas y terapias, entre una realidad que solo varía ligeramente y que parece ser una eternidad —¡solo llevamos media legislatura! y me siento como Emma Bovary mirando por la ventana— y la necesidad política de no mostrar debilidad para no morir en el empeño político.

Quizá padecemos un empacho de política. El tiempo que les dedicamos es excesivo y el que ellos dedican a convencernos de lo que es o no es también. Quizá la repetición constante con ligerísimas variaciones de debates, sesiones de control, comisiones, consejos de ministros, jornadas domingueras, reuniones con los jóvenes, congresos autonómicos, congresos nacionales... no haga sentirnos a nosotros como al protagonista de "Atrapado en el tiempo" y a ellos como al de "Una terapia peligrosa". Quizá ya no nos importa saludar al mismo pesado todos los días en la misma esquina, como ya nos hemos acostumbrado a la colonización de nuestras pantallas y portadas por parte de esas caras eternas, de esos argumentos fractales desplegados hasta el infinito.

Harold Ramis, además de reír, nos hizo pensar y ese ha sido el éxito de algunas de sus películas, que han prendido en la cultura popular. Nos dio metáforas para vivir con ellas y nos hizo sentir un pequeño escalofrío, seguido de una sonrisa, en el momento de apagar el despertador cada mañana. Descanse en paz.


 




martes, 25 de febrero de 2014

Nunca pasa nada

Joaquín Mª Aguirre (UCM)
No sé cómo definir el sentimiento que me causa la lectura en el diario El Mundo de las declaraciones de algunos de los responsables de esa comisión que han organizado en Navarra para taparse las vergüenzas e incurrir en un escándalo aún mayor que el inicial.
Ya son malas las prácticas señaladas por Idoia Nieves en su denuncia de las presiones a las que se vio sometida en función de su cargo. Pero si los hechos son graves, la actitud ante los hechos es todavía peor por parte de aquellos que juran todos los días sus compromisos para acabar con la corrupción, que son los más honestos, que no se debe hacer pagar a políticos justos por pecadores o que "no les temblará la mano" cuando llegue el momento en el que, como representantes del pueblo soberano, tengan que mirar de frente al morlaco de la corrupción, cuadrarlo y lanzarse con fe a acabarlo de una estocada hasta la bola. Así se las prometen. Pero luego la realidad, nos cuentan, es muy otra.
Nos dice el diario El Mundo:

La segunda sesión de la comisión de investigación se ha iniciado con la comparecencia del secretario técnico de Economía del Gobierno foral, Pedro Ugalde, que ha respaldado la "legal" actuación de la consejera de Hacienda, que ha calificado de "lógica" para ejercer sus competencias, por lo que ha rechazado de forma categórica que Goicoechea se haya "extralimitado" en sus funciones en lo que él conoce. "No puede afirmarse que haya injerencias", ha aseverado.
Ante las acusaciones de "intromisión" de Nieves, Ugalde ha considerado "lógico" que la consejera de Hacienda "disponga de la suficiente información para actuar con conocimiento de causa y poder tomar decisiones más adecuadas en cada caso" dentro de su competencia de "planificación, dirección y tutela del organismo departamental". No obstante, sí ha admitido que Goicoechea no puede tener acceso al plan de Inspección Fiscal que Idoia Nieves asegura que la actual titular de Economía le pidió cuando era consejera de Desarrollo Rural.
En relación al "trato de favor" que reclamó Goicoechea a Nieves sobre determinados contribuyentes, el secretario técnico de Economía del Gobierno foral ha reconocido que no son prácticas "frecuentes", pero "tampoco absolutamente alejadas de la realidad", y ha enmarcado estas peticiones no como tratos de favor pero sí "diferenciados" en atención a circunstancias especiales. A este respecto, ha afirmado que "no parece fuera de lugar" que Goicoechea solicitara "información sobre aspectos técnicos de la actuación" al tener constancia de determinadas inspecciones fiscales y que "pueda ser objeto de comentario, no de imposición, actuaciones muy específicas porque afectan a un contribuyente relevante o a un colectivo significativo".*



Conforme vas leyendo la actuación del señor Ugalde, te van entrando una serie de calores y necesitas refresco para evitar el sonrojo, la vergüenza de todo esto. Ya anticipamos el otro día que la denuncia ante el parlamento autonómico de la responsable tras dimitir de su puesto, la exponía a todo tipo de viacrucis. Y así es.
¿Se puede decir que no son prácticas "frecuentes" pero "tampoco absolutamente alejadas de la realidad" sin que les tiemble la voz o se les suba el color a la cara? ¿De qué "realidad" estamos hablando cuando se habla de "trato de favor"? ¿Por qué al señor Ugalde "no parece fuera de lugar" que la "jefa" se interese por la situación fiscal de determinadas personas inspeccionadas? ¿Cómo se puede decir que "pueda ser objeto de comentario, no de imposición, actuaciones muy específicas porque afectan a un contribuyente relevante o a un colectivo significativo"? ¿Qué tipo de superior "hace comentarios" y recurre a "prácticas poco frecuentes sobre antiguos clientes?


Se demuestra, una vez más, que la voluntad de arreglo por parte de la clase política es nula y que lo único que se puede pedir es que sean los jueces los que intervengan, aunque esto suponga una judicialización excesiva de la vida política, pero ¿qué otra opción dejan?
Los periódicos de hoy mismo nos comentan cómo la comisión y sus ímpetus se van desinflando cuando entran en juego los cálculos electorales de los partidos centrales. ¿Conviene o no conviene ser apoyados por Bildu; nos perjudicará esto en la celebración de la europeas? Así nos lo cuenta hoy El Mundo. Primero, el PSOE:

Un dirigente federal apuntaba ayer que la coincidencia de las elecciones europeas y unas hipotéticas elecciones navarras sería negativa para el PSOE en el resto del Estado, porque permitiría al PP agitar en toda España el fantasma de Bildu y Sortu como supuestos aliados de los socialistas, lo que perjudicaría a la candidatura europea de Elena Valenciano.**

Y después el PP:

Entretanto, y no por casualidad, el PP apostó ayer sin medias tintas a que no habrá elecciones anticipadas en Navarra. «No creo que debamos estar ante un proceso electoral in pectore», afirmó la secretaria general, María Dolores de Cospedal. «Creo que si el PSOE quiere plantear una moción de censura, que la plantee. Pero, si no, no entiendo por qué va a haber elecciones anticipadas», insistió.**
Así, la dirigente popular se situó entre los que, desde dentro y fuera de la política, están presionando a la presidenta de Navarra, Yolanda Barcina, para que reconsidere su opción de adelantarse a la anunciada moción de censura convocando ella misma los comicios.**


¿Dónde se puede ir con este tipo de planteamientos por parte de los dos "grandes partidos"? La voluntad, tantas veces coreada, de acabar con este tipo de casos se pierde ante el cálculo constante de sus efectos electorales. No son conscientes o no les importa la erosión que esto produce en la ciudadanía, su efecto destructivo y desmoralizador. El desencanto va en aumento, pero ellos cargan sus baterías a golpe de campaña, alentando miedos y temores.
En Navarra todos han perdido —una vez más— la posibilidad de redimirse más allá del cálculo interesado. En Navarra, como en otros rincones de España nunca pasa nada. No hay verdadera intención de solucionar un problema que todos deberían ver como de todos. Sin embargo, lo único que ven es su propia erosión, su propio interés.


No sabemos en qué quedará esto, pero los argumentos dados y las respuestas de los que en vez de investigar tratan de justificar las actuaciones, no hacen presagiar nada bueno. Hemos llegado a unos niveles en los que los escándalos se tapan escandalosamente.
Mientras, en otro punto de nuestra geografía, en Extremadura, se acaban de anular los resultados de las oposiciones en las que una antigua consejera había conseguido un 9'33 sobre 10***. Desde que salió de la consejería lo gana todo y con la misma persona presidiendo los tribunales Debemos estar contentos de tener cargos públicos con tales capacidades intelectuales.

A juicio de los recurrentes, los hechos evidencian "una íntima relación amistosa entre ambos", que debería haber sido un motivo de abstención por parte del Presidente del Tribunal, o bien ser un motivo de recusación como se indica en los recursos.
Hay que recordar que, como publicó también este periódico, la propia ex consejera se presentó dos días después de cesar en el cargo a un examen para conseguir una plaza de interinidad de la misma especialidad y quedó también primera, con la máxima nota, un quince sobre quince, mientras que el segundo opositor se quedó en un 5 sobre 15. En ese tribunal también se encontraba como examinador Luciano Santonja. La plaza no se había ocupado en los cuatro años anteriores en los que ella fue consejera.***

¡Vaya cortijo, señorito!



* "La consejera de Hacienda de Navarra recibe el respaldo a su gestión" El Mundo 24/02/2014 http://www.elmundo.es/espana/2014/02/24/530b50c522601d071c8b4585.html
** "El PSOE se plantea presentar sólo una reprobación contra Barcina" El Mundo 25/02/2014 http://www.elmundo.es/espana/2014/02/25/530bf81b22601d111c8b4591.html

*** "Extremadura suspende las oposiciones donde 'arrasó' la ex consejera de Sanidad" El Mundo 24/02/2014 http://www.elmundo.es/espana/2014/02/24/530aee81e2704e37298b456b.html







lunes, 24 de febrero de 2014

La campaña filosófica o cómo ahorrar en carteles

Joaquín Mª Aguirre (UCM)
Rasheed Abou-Alsamh es un periodista saudí radicado en Brasil, país muy distinto del suyo en muchas cosas, desde luego. Nos enteramos por un artículo suyo  en Arab News que, como él señala, las elecciones municipales saudíes están a la vuelta de la esquina. Y de otra novedad: las mujeres podrán votar y ser elegidas en los municipios. El periodista nos cuenta emoción que sintió cuando pudo votar por primera vez:

When I voted in the first municipal elections in 2005 I felt the excitement of participating in a historic event of the Kingdom. I registered and was given a voter’s ID card with my photo on it. I recall not liking many of the candidates, but felt it was my duty as a Saudi to participate and vote for the 50% of Jeddah’s municipal council that were being picked by male voters. The other 50% of all councils across the country were being appointed by the Ministry of Municipal Affairs.*


Diez años después, los saudíes podrán votar tras registrarse. Según señala, el hecho de que las mujeres pudieran votar ofrecía problemas técnicos (logistical reasons) cómo, por ejemplo, dónde podían votar, pues debían estar separadas de los hombres. Él ofrece, como solución rápida, los colegios destinados a las chicas, en los que podrán instalarse las urnas destinadas a las mujeres. Abou-Alsamh se felicita de que por fin haya mujeres en los municipios porque así podrán incorporarse esos toques femeninos, olvidados hasta el momento, "[...] as improving public spaces for children to play in, and transportation solutions for women who work."*
El periodista —al que sin duda Brasil ha cambiado— realiza una reflexión sobre un aspecto que le parece grave:

Now news that female candidates won’t be allowed to use their photos in campaign materials is being raised as an issue that makes for an uneven playing field between male and female candidates. It is true that humans are extremely visual beings, so having an attractive face on your election posters can be a vote drawer. Perhaps men should also be banned from using their photos on election campaign material, that way voters can focus on matters of real substance such as a candidate’s platform and philosophy rather than on their looks.*


El problema, como se aprecia, se puede enfocar desde la perspectiva de que siendo los seres humanos "extremadamente visuales", las mujeres se vean perjudicadas como candidatas al no poder aparecer fotografiadas más que detrás de un velo igualitario que las convierte en un "todos a una". Es extraño que no mencione la posibilidad de que todas las candidatas se presenten bajo una misma fotografía, ya que son indiferenciables. Esto supondría un abaratamiento de la campaña notable, teniendo en cuenta el peso económico que la parte gráfica tiene en las campañas. Así, bastará con cambiar los nombres bajo la misma fotografía.

Desde Brasil, en cambio, se ve todo de otra manera. El que se le prohíba a las mujeres mostrar su cara puede ser un momento interesante para el mundo de las campañas electorales, ya que si se prohíbe también a los hombres mostrar sus rostros, para así compensar su ventaja ancestral en lo facial, los votantes, no se distraerán con veleidades o fruslerías y se concentrarán en lo importante de las elecciones: el mensaje.
De todas formas, me parece que la interpretación que hace el periodista saudí es un poco distorsionada porque no se prohíbe a la mujeres aparecer fotografiadas, según parece, sino mostrar su rostro. Para ser realmente equitativos, habría que "velarlos" también a ellos, lo que me parecería más ejemplar y equitativo. No creo que el Reino esté por la labor y si lo estuviera, me imagino que la lucha sería para entrar en el cupo de los designados directamente sin necesidad de campaña.


El argumento de que en las votaciones uno se deja seducir por el "look" antes que por "matters of real substance such as a candidate’s platform and philosophy" es algo que debería uno utilizar después de un poco más de experiencia en ello. Me refiero a experiencia democrática, claro, algo que no abunda en Arabia Saudí. Si empezamos ya a ponerle pegas, pues...

Parece ser que al señor Rasheed Abou-Alsamh, en su oasis en el distante desierto brasileño, no le parece suficientemente filosófico el problema de que las candidatas tengan que ir como les dicen, cubiertas de arriba abajo. Eso es más bien extra filosófico, porque está por encima del pensamiento y entra en lo incuestionable. Tampoco le parecen filosóficas los cuestiones relacionadas con decidir aquello para lo que las mujeres están capacitadas para afrontar en los consejos municipales. Él ya ha señalado dos tareas: espacios para que los niños jueguen y la forma en que las mujeres se puedan desplazar al trabajo, dada la prohibición de que conduzcan debido a los males teológicos y fisiológicos que supone ponerse al volante. Es algo que debe solucionarse con urgencia porque muchos saudíes no están dispuestos a que además de que quieran trabajar tener que llevarlas y traerlas. Todo lo demás le debe parecer que excede las competencias filosóficas de las candidatas.
Con todo y en términos relativos, el periodista saudí es un revolucionario porque  considera que el hecho de que las mujeres voten es un avance, acepta que haya mujeres que trabajen, aunque eso cause problemas, como qué hacer con los niños y cómo traerlas y llevarlas. Seguro que si dedica un poco más de su filosófico tiempo brasileño, se le ocurren algunas respuestas a qué hacer con los niños y cómo pueden ir por sus propios medios al trabajo. Espero que vote a alguna candidata. Ahora la cuestión es saber cuántas saudíes logran salir de las urnas y continuar sus cambios, los que ellas estimen y no tanto los que les dejen, aunque esa barrera la van a tener delante. Pero las electas en 2015 seguro que harán como las que cogen el coche y se lanzan a la carretera a demostrar que no les pasa nada. Reciben insultos de unos y aplausos de otros que las jalean desde su automóviles al cruzarse con ellas. Pero así es la vida de las pioneras.


Seguro que las que resulten elegidas ofrecen ideas en más campos que los que algunos tienen en mente. No olvidemos que las primeras mujeres que juraron sus cargos como miembros del consejo de la Shura, hace ahora un año, fueron tildadas públicamente de "prostitutas" por algunos clérigos que incluyen en esa categoría laboral todo lo que sea salir de casa. Así de duro. Pero ellas siguen, con foto o sin foto.


* "Women’s participation will give a booster shot to Saudi election" Arab News 23/02/2014 http://www.arabnews.com/news/529821