miércoles, 22 de enero de 2014

Egipto y la batalla de la comunicación

Joaquín Mª Aguirre (UCM)
La prensa egipcia recogía ayer los lamentos del ministro de Asuntos Exteriores, Nabil Fahmy*, por el tratamiento dado por los medios extranjeros al referéndum para la enmienda de la Constitución. Fahmy debería darse cuenta —y con él todo el gobierno egipcio— de que hay un tercer tipo de batallas que sumar a las que se dan en las calles o en las urnas: las que se dan en los medios de comunicación. Esa batalla es esencial y se la están ganando los islamistas gracias a los errores comunicativos que se cometen cada día. No basta con hacer las cosas, hay que saber contarlas y saber hacer que los otros las escuchen y entiendan.

Los Hermanos Musulmanes, una vez fuera del gobierno, han sido capaces de dar la vuelta a la situación informativa pese a haber salido con una gran mayoría de la sociedad egipcia en su contra y con el silencio de la mayor parte de sus socios internacionales, que pronto decidieron que no era bueno comprometerse demasiado con personas que cometían tanto errores y que podían arrastrarles. Es el caso de los islamistas tunecinos que tomaron ejemplo de lo que podría ocurrirles allí si no eran capaces de capear el temporal de críticas y protestas que sus pretensiones de momificar la sociedad estaban causando. Los islamistas tunecinos recogieron velas y se dedicaron a intentar salvar su propio desastre. El islamista Erdogan ya tiene bastante con lo suyo en Turquía, con un escándalo que le está valiendo la condena de una parte del pueblo turco y de la opinión internacional ante su deriva claramente autoritaria en su intento de acallar los escándalos que han salido a la luz y seguirá saliendo. Todo el mundo escribe sobre el "fin del islamismo político" en los medios internacionales, pero los únicos que parecen que ganan con el desastre son los islamistas egipcios, convertidos en extraños paladines de no se sabe muy bien qué extraña "libertad".


A veces el "orgullo egipcio" se vuelve contra ellos al pensar que el mundo les sobra y que a nadie le importa lo que allí ocurre. Sí importa. Y a ellos les debería importar que a los demás les importe. Ese fue precisamente el error de Mohamed Morsi cuando visitó Alemania, seis meses antes de que le sacaran del gobierno, cuando se le advirtió que la comunidad internacional no veía con buenos ojos su pisoteo de los derechos de mujeres y minorías religiosas, su falta de diálogo con la oposición y sus decretazos y censuras. Les dijo a todos que Egipto era cosa exclusivamente suya y así le fue. Si hubiera hecho un mínimo de caso, no estaría donde está ahora y Egipto se habría ahorrado mil muertos y unos cuantos desastres.
Los islamistas de la Hermandad tienen una red internacional forjada durante años en la oposición y sus propios contactos con los medios e informadores, que saben manejar. Con su desprecio hacia los demás, son sin embargo capaces de presentar sus mejores sonrisas ante los medios, enviar a sus becados en las universidades extranjeras a repetir consignas, como hicieron cuando la caída de Morsi. Los únicos que se les opusieron en las conexiones eran hombres y mujeres, blogueros, que conectaban a través de Skype con las cadenas televisivas para intentar contrarrestar, con imágenes borrosas, la impecable presencia, llena de modernidad, que aquellos encantadores jóvenes de ambos sexos proclamando lo demócrata que había sido el gobierno islamista en su año de control de Egipto.

La mejor intervención de un egipcio defendiendo la necesidad de avanzar en la hoja de ruta y encaminar a Egipto hacia una democracia explicando las situaciones y planteando argumentos verosímiles, se la he escuchado hace unos días al actor, productor y director de cine, Amr Waked, ante las preguntas de la Televisión Rusa (RT) internacional. Waked es además economista y una persona que ha estado al tanto del proceso de la revolución. Es una cara conocida por sus papeles en películas como la prestigiosa Syriana (2005), dirigida por Stephen Gaghan e interpretada por George Clooney. Explicó sus razones y la situación de Egipto contestando a todo lo que se le planteaba con argumentos, que podrán convencer o no, pero que están ahí. Lo hizo mejor que todo el gobierno egipcio.
El gobierno, con su desprecio comunicativo, ha dejado que los islamistas se apropien de los signos de la revolución, como la Plaza de Tahrir, que pretendieron hacer suya el día del referéndum y solo el bloqueo material, cercada por vehículos militares, consiguió evitar. Le sirvió a los islamistas para hacer ver al mundo que la plaza estaba llena de uniformes y tanquetas, como en la época de la SCAF; con eso les bastó.
Una cadena europea hablaba el otro día como de un "pequeño atentado" de la voladura de la fachada de un edificio. RTVE comentaba que como los islamistas había preconizado el boicot al referéndum, eran los ganadores por la baja participación ignorando que fue menor a la del referéndum anterior. Otra calificaba de "innecesario" el referéndum. Los ejemplos de falta de control de la información hacia el exterior, del desastre comunicativo se podrían multiplicar.

Teniendo un grandísimo respaldo social y de grupos inicialmente, han dejado que les abrieran una brecha en su unidad política frente a los Hermanos, creándose una tercera vía que rechaza tanto a los militares como a los islamistas, por ser incapaces de calmar los recelos y gestionar lo que tenían en su mano, el control del país. Las muertes innecesarias, el exceso de uso de la fuerza son un arma que se vuelve contra ellos, pues la estrategia islamista pasa por dejar las calles sembradas de "mártires" que podrán utilizar en su contra. El mantener un ministro del Interior, que "trabajó" con Mubarak y después con Morsi, le ha sido advertido incluso desde la prensa egipcia. Las "caras" son también comunicación; renovarlas es un mensaje que se envía al exterior.
Fahmy se ha mostrado irritado porque los medios solo se hayan fijado en las muertes islamistas y no hayan dado cuenta de las muertes de cristianos en las represalias. En esto no le falta razón, dentro de su ingenuidad. Es cierto que eso ha ocurrido y que los medios internacionales se han fijado en lo que les parecía más adecuado. Esa es la guerra de la información, cuyas batallas se ganan o pierden consiguiendo los enfoques deseables de los problemas o situaciones
Puede que algunos recuerden que yo califiqué aquí mismo como "infamia" el hecho de que el diario El País "explicara" los ataques a las iglesias coptas diciendo que les hacían "responsables" del golpe de estado. Esa "infamia" era la transmisión de las ideas islamistas al respecto y no otra cosa [ver entrada], una forma injusta y falsa de sembrar el odio contra los cristianos coptos, un argumento que la base integrista recibe muy bien y que algunos medios deben considerar progresista aceptar. Todo es una "conspiración cristiana" para "acabar con el islam"; eso es lo que se vende a sus seguidores, proclives a creerlo, buenos musulmanes que luchan por impedir el ateísmo. Unos días tocan los cristianos y otro los judíos. De esa forma el gobierno de la Hermandad esconde su propio fracaso político ante sus seguidores, que se lanzan a las calles a defenderse de la invasión mundial.


Desde el punto de vista comunicativo, los Hermanos han conseguido crear un signo y unos colores —los cuatro dedos—, un logo que puede ser reproducido en cualquier lugar alcanzado notoriedad si se hace y también si se sanciona por hacerlo, como ha ocurrido con jugadores de fútbol que lo han realizado tras marcar un gol en los partidos de la liga egipcia. Las sanciones posteriores por hacerlo no hacían más que reavivar el caso.
El signo es una buena construcción gráfica, una imitación del gesto revolucionario de "Los juegos del hambre", perfecto para aquello que necesitan, mantener la protesta viva. No requiere ni pancarta o pegatina; les basta con la mano.
Se dejaron comer el terreno simbólico que, sin embargo, habían ganado con los signos de "Tamarod" y que tanto daño hizo a los islamistas recogiendo 23 millones de firmas presionando para que Morsi abandonara el gobierno y convocara elecciones anticipadas. Pero cuando se llega al poder en Egipto, se seca la imaginación y se agota la inventiva.

Se han metido en una lucha cuerpo a cuerpo con Al-Jazeera que no evita que la cadena qatarí diga lo que quiera y les perjudica porque pone en contra a todos los periodistas del mundo. Qatar mantiene el apoyo a Morsi y lo hace a través de Al-Jazeera, transmitiendo los puntos de vista de la Hermandad. Eso es conocido y supuso el hecho insólito de la renuncia de la redacción egipcia de la cadena qatarí al completo cuando se dieron cuenta de ello. Pero esos elementos se pierden sepultados ante las noticias posteriores de las detenciones que permite a Al Jazeera convertirse en paladín de la "libertad de información" frente a los censores.
Con unas instituciones que no han necesitado de comunicación en un sentido integral ni exterior ni interiormente durante décadas, la capacidad de hacer llegar sus posiciones y razones se ve muy limitada. La creencia en que lo oficial es lo verdadero desconoce que convierte así los límites de lo oficial en los límites de la verdad y que más allá de ellos son otros quienes los escriben. Las palabras dichas ayer por Mostafa Hegazy a las preguntas sobre la presentación del general Al-Sisi a la carrera presidencial en su rueda de prensa “Egyptians don’t have to justify anything but to themselves" explican la dificultad en comprender la diferencia entre "justificar" y "comunicar" con los demás. Decir eso es dejar que otros lo expliquen, permitir que otros lo cuenten como lo están haciendo.
No basta con querer un futuro democrático y decir, como Hegazy señaló en la misma rueda de prensa, que se han cerrado las eras de Mubarak y Morsi, de la "corrupción" y el "fascismo religioso". En sus propias palabras:

 “Both Mubarak-era and Brotherhood regimes don’t belong to the future in Egypt, as we won’t forget that there are Egyptians who revolted against the situation pre-January 25. We can’t twist facts, and whoever says January 25 was not a revolution, is just as delusional as the Brotherhood who say the June 30 revolution was Photoshopped.” **


Sin embargo, la historia de cada día nos muestra que los hechos se pueden retorcer hasta límites increíbles, que desaparecen en ese extraño fenómeno que se llama "tiempo" y que lo que queda son los textos y documentos, las fotos —con o sin photoshop— y una memoria voluble con tendencia a la infidelidad según sea el presente en cada momento.
Puede que a la Historia le importe lo que ocurre y ocurrió, pero a la política, que es lo que afecta a la vida de todos, le importa lo que los demás creen que ocurrió y esa es la batalla que se libra en cada edición de un periódico o noticiario. Ignorarlo es pecar de ingenuo y perder una batalla que es la de la opinión pública. No se puede vivir solo.

La idea de que los egipcios no tienen que justificar nada ante nadie es muy repetida con distintas formulaciones. Tremendo error. Egipto solo podrá ser una verdadera democracia y salir de esos dos males que Mostafa Hegazy señala, si consigue salir de sí mismo y entender que es en su apertura internacional, en sus relaciones amplias en donde podrá desarrollarse plenamente. La tendencia al encierro, al autismo político, tiende a crear una gran distancia entre cómo nos vemos y cómo nos ven los demás. Alejándonos de os demás es alejarnos de nosotros mismos. La mejor huida de los males integrista y de la corrupción es precisamente la salida al exterior. Es el encierro el que permite proliferar el integrismo —que trata de aislarte de todo lo exterior y rechaza la diversidad— e igualmente hace proliferar la corrupción, que es el resultado de la falta de renovación.
La misión de un ministro de Asuntos exteriores no es regañar a los medios internacionales por no decir las cosas que esperas que digan, sino entablar contacto con ellos hasta el aburrimiento. La misión de un portavoz no es decir que no se tienen que justificar ante nadie, sino lo contrario, dar argumentos de apoyo a las propias posturas.
No basta con hacer las cosas. Hay que saber comunicarlas o corres el riesgo de perder otras batallas. Comunicar no es lo mismo que informar; implica una voluntad de ser comprendido en un proceso continuo y dinámico, ganar espacios interpretativos para que se entienda de la mejor manera posible lo que haces. Pretender lo contrario es un despropósito suicida.

* "Foreign minister chides international media" Egypt Independent 21/01/2014 http://www.dailynewsegypt.com/2014/01/21/foreign-minister-chides-international-media/

** "Hegazy: MB and Mubarak regimes don't belong to Egypt's future" Mada Masr 22/01/2014 http://www.madamasr.com/content/hegazy-mb-and-mubarak-regimes-dont-belong-egypts-future





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