viernes, 31 de enero de 2014

Marguerite Duras y la moralidad periodística

Joaquín Mª Aguirre (UCM)
Cae en mis manos de nuevo, por pura casualidad compradora de segunda mano, un volumen de Marguerite Duras, perdido hace tiempo entre cajas de libros, titulado Outside, que recoge una selección de sus textos periodísticos realizada en 1984 y publicado entre nosotros dos años después traducida por Clara Janés. El volumen recoge artículos que comienzan a finales de los cincuenta y llegan hasta las puertas de la edición, 1980, en que ella realiza una breve presentación. En ella escribe:

No hay periodismos sin moral. Todo periodista es un moralista. Es absolutamente inevitable. Un periodista es alguien que mira el mundo, su funcionamiento, que lo vigila cada día muy de cerca, que lo ofrece para que se vea, que ofrece, para que se vuelva a ver, el mundo, el acontecimiento. No puede lleva a cabo este trabajo y a la vez no juzgar lo que ve. Es imposible. En otras palabras, la información objetiva es una añagaza total. Es una mentira. No existe el periodismo objetivo. Yo me he liberado de muchos prejuicios, entre ellos este que a mi juicio es el principal. Creer en la objetividad posible del relato de un acontecimiento. * (5)

Vincula Duras la "objetividad" con la "moralidad", que es la forma de vincular el mundo con la mirada primero y con su escritura después. Pensar que la moralidad es un obstáculo para contar el mundo es pensar erróneamente, porque en efecto el problema no es la objetividad imposible sino el tipo de moral que pueda usar para convencernos de que su mediación es transparente.
En este aspecto se amontonan toda una serie de equívocos acumulados durante siglos sobre el lenguaje, la comunicación y nuestro conocimiento del mundo, incluidos nosotros mismos. La creencia en la existencia de un lenguaje preciso, claro, que habla por sí mismo, que describe a la perfección la "cosa"; el pensar que entrar en contacto con los otros puede hacerse sin una retórica, una estrategia de manipulación para la consecución de un objetivo, loable o despreciable; creer que podemos ver el mundo tal cual es, sin que existan filtros y procesos que condicionen mirada y comprensión... todos ellos son falacias culturales acumuladas en un pensamiento que sigue vigente en muchos campos.
En la medida en que el periodista mira y cuenta —pone en marcha su cerebro y usa el lenguaje para construir un mundo de palabras— está sujeto a todas las limitaciones señaladas, idénticas para el resto de los seres humanos. No es una máquina: es un sujeto cultural. Eso implica que es una intersección entre su cultura y su propia experiencia acumulada. Trabaja con las informaciones que acumula desde ambas fuentes. Su cerebro las acumula y las usa como fondo de las experiencias posteriores.


Duras usa el término "moral" como una forma de tensión entre el mundo y quien lo observa, una tensión judicial. No se puede dejar de juzgar lo que se ve, nos dice. Y, en efecto, así es. Como todo juicio, su calidad depende de nuestra capacidad de comprender. En eso el periodista, también como cualquier ser humano, nos ofrece una reacción comprensiva a lo que ocurre. Nos habla de lo que es capaz de comprender con los medios con los que es capaz de construir. Comprensión analística y sistémica, por un lado, y capacidad constructiva a través de los recursos comunicativos de que disponga.
El elemento "moral" —el juicio— surge ya con la contemplación, está ya en la mirada misma. La cuestión está en si ese juicio debe estar en el resultado final, en el relato del acontecimiento. Para Marguerite Duras esa cuestión es falsa porque ese juicio está inexorablemente en el discurso. Es un prejuicio considerar que se puede hablar del mundo sin juzgarlo.

Que Marguerite Duras plantee estas reflexiones ante el texto periodístico no es casual. De hecho hay cierta contraposición indicada desde el título de la selección "Outside", lo exterior, entre el mundo interior de quien crea y el mundo exterior en el que vive y convive. Duras señala que escribía artículos por dos razones poderosas: salir de su habitación y comer. Cuando escribía libros, no escribía artículos. Eran ocho horas diarias de escritura aislada; el mundo quedaba fuera. El periodismo, por el contrario, la hacía salir de su encierro, física y mentalmente.
Y añade una tercera causa para la escritura periodística:

Las razones, además, por las que he escrito y escribo en los periódicos, ponen de manifiesto el mismo movimiento irresistible que me llevó hacia la resistencia francesa o argelina, antigubernamental o antimilitarista, antielectoral, etc.; y que también me indujo, como a ustedes, como a todos, a la tentación de denunciar lo intolerable de una injusticia, sea del orden que sea, sufrida por un pueblo entero o por un solo individuo...* (6)

Muchos de esos artículos son sus respuestas morales frente al mundo. No hay pretensión alguna de esa objetividad y sí una construcción poderosa de los argumentos y razones por los que se juzga una situación. A Duras le tocó vivir una época, especialmente en la cultura francesa, en la que se teorizó mucho sobre la moralidad y la objetividad. De Gide y su "inmoralista", Camus con su "juez penitente", en La Caída, o toda la reflexión de la "escuela de la mirada" que supuso el "nouveau roman" o los debates sobre Sade de los estructuralistas.
La "indiferencia" pasó también a primer término por los intentos de explicar lo inexplicable: la participación de la "culta" Europa en las masacres de las Guerras Mundiales, cómo la población había mirado hacia otro lado, de los colaboracionistas franceses (o de toda Europa) a los pueblos enteros que aceptaron la barbarie sin tapujos, gozosamente algunos.
Quizá tras los 60, la palabra "moral" quedó desprestigiada y convertida en objeto de burla, como algo burgués, con los aspectos peyorativos que la palabra adquirió. Pero la moralidad de la que habla Duras para el periodismo es otra forma, menos "social" o convencional y más próxima a la ética, al compromiso con la conciencia y al distanciamiento de la indiferencia. En el campo del Periodismo, esa ética es doble, un compromiso con el mundo y la conciencia propia, tal como lo señala Duras, y un compromiso comunicativo con los que lo reciben, los lectores. El periodista escribe para que otros se hagan una representación del mundo desde su propia construcción. Su moralidad es en dos direcciones: es responsable de su comprensión del mundo (para ello trabaja sobre sí mismo, en su formación para comprender) y es responsable de la que otros se hacen desde su interpretación (mejora sus cualidades comunicativas).

Creo que las palabras de Duras, su defensa de la moralidad de la escritura como forma de no mantenerse indiferente ante lo que ocurre en el mundo son de nuevo muy pertinentes, si es que alguna vez dejaron de serlo. La objetividad no implica ausencia de juicio, sino por el contrario un deseo de justicia. 
A la mirada justa, le sigue la palabra justa, en el doble sentido judicial y flaubertiano, la adecuada para lograr un objetivo. ¿Son verdaderas ambas, mirada y palabra? No lo sabemos, pero entre una objetividad imposible y una moralidad razonada, creo que es superior la segunda opción, con la que al menos es posible el diálogo que quien lee entabla con el texto. Si no es posible escribir prescindiendo de esa moralidad es porque tampoco es posible hacerlo en la lectura. No hay escritura objetiva porque no hay lectura objetiva.
Puede que renunciemos a la verdad desde un punto de vista filosófico o empistemológico, pero eso no significa renunciar al deseo de verdad, que es lo ético en sí, la aspiración. De igual forma, por ejemplo, la Justicia puede ser imperfecta, pero no debe por ello renunciar a su aspiración a ser más justa porque cuando deja de hacerlo se caerá en la indiferencia. Y eso, creo, es el gran mal que trae todos los demás males en cadena.


* Marguerite Duras (1986): Outside. Plaza & Janés Editores, Barcelona.




jueves, 30 de enero de 2014

Ellas están donde no deben o el argumento universal

Joaquín Mª Aguirre (UCM)
Uno de los argumentos más perversos con los que se justifican los asaltos y violaciones, un argumento universal, puesto que surge en México, en El Cairo, o, como en este caso en la India, es el de la culpabilidad de la mujer por estar donde no debe, por vestir como no debe y encontrarse en las personas que no deben. En la realidad, el argumento del "no debería" se maneja fácilmente porque es universal porque acierta siempre, ya que se formula cuando los hechos ya han ocurrido. Es el equivalente a aquel "si ya lo decía yo", aunque no te hubieran dicho nada.
El argumento acaba de ser puesto en marcha para justificar (siempre se niega) el gran escándalo de las violaciones múltiples en la India que sacuden a ese país desde hace meses. Lo ha hecho una mujer, Asha Mirje, miembro del Partido Nacionalista del Congreso, una diputada. Por eso el escándalo ha sido mayúsculo y una parte irritada de la sociedad ha pedido su renuncia. Les ha parecido vergonzoso que una mujer razonara de esa manera justamente allí donde hay necesidad de mostrar firmeza y solidaridad. Asha Mirje ha dicho que si alguien se han sentido molesto, lo lamenta, pero que piensa que las mujeres a las que les pasan estas cosas es porque —se recita el mantra— están donde no deben, a la hora indebida y con personas poco aconsejables. Y eso lo explica todo; está clarísimo.


La mejor crítica que he visto a este argumento es una formulación plástica realizada por la artista egipcia Omneia Naguib y tiene que ver con el caso llamado "la mujer del sujetador azul". El nombre viene de un hecho recogido de forma casual por un vecino de la brutal y cobarde paliza propinada, durante una protesta, por la policía egipcia —patadas, porrazos...— a una mujer velada que, fruto de ser arrastrada sin miramientos dejó a la vista de todos su sujetador azul. "La mujer del sujetador azul" pasó a convertirse en un símbolo, casi un arquetipo de la resistencia y del valor. La indignación que aquella salvaje agresión, absolutamente injustificada y desproporcionada, causó y causa en cualquier persona que lo vea queda sin embargo limitada por el argumento universal, que se pegunta qué hacía ella allí, allí donde no debía.
Omneia Naguib realizó una comprensión del fenómeno mediante un cuadro en el que un sujetador azul estaba rodeado de otros sujetadores blancos. La superficie del cuadro está salpicada por las mismas palabras repetidas "¿por qué estaba allí?" que son el argumento universal. Esos sujetadores son los de la incomprensión, los sujetadores normalizados de la sociedad que reprocha a la mujer haber estado allí. Ella es la responsable; ella se lo buscó.


La universalidad absoluta del argumento considera que el hecho de golpear a una mujer brutalmente o una violación en grupo hasta matarla es equivalente al impacto producido, pongamos por caso, por la caída de un meteorito desde el espacio. En realidad, el meteorito no tiene nada contra ti, pero te has interpuesto en su trayectoria. Si hubieras estado en otro sitio o hubieras leído las noticias te habrías enterado que no era buen día para salir a la calle.

Los que utilizan el argumento conceden el mismo grado de inevitabilidad al impacto del meteorito y a la naturaleza masculina, que es gravitacional, se siente irresistiblemente atraída por la materia femenina que se le aproxima. Esta "atracción" se desencadena por proximidad o por provocación, de ahí la insistencia en los efectos perversos de la vestimenta  o de los "contoneos", palabra que solo se usa en castellano para hembras casquivanas y pavos reales.
Como era de imaginar,  el argumento tiene defensores y algunas defensoras que le hacen el trabajo sucio a los partidarios tradicionales. La visión del tradicionalismo es que las cosas no cambian y que lo más a lo que se puede aspirar es a evitar que se produzca, es decir, tratar de evitar que te pille el meteorito. La forma de evitarlo debe partir del agente provocador, del que con su conducta o presencia hace que se despierte el volcán que yace tranquilo, en reposo.
Cuando son los hombres los que justifican los actos violentos contra las mujeres la gente los llama brutales e insensibles —y bastantes cosas más—, pero cuando los argumentos vienen de mujeres, el efecto es doble. A la afrenta se le suma los efectos nocivos que supone ver que además de defender a los hombres eximiéndoles directa o indirectamente de responsabilidad se transmite la idea de que existen comportamientos inadecuados en las mujeres. "Comportamientos inadecuados" es la forma en que se trata de perpetuar una forma de vida, un concepto de las libertades y los derechos de las mujeres, que en esta visión del mundo tiene sus limitaciones. Estas limitaciones provienen de los derechos preferentes de los hombres y de la aceptación de que su voluntad es la que rige el mundo, que el resto se debe plegar a sus deseos y defectos.


Es grave que ante un problema importante como es el de las violaciones múltiples en la India, cuando una parte de la sociedad exige justicia en las calles, una representante cualificada de un partido político salga señalando que las mujeres tienen responsabilidad en ello. La ropa o cualquier otro tipo de elemento con el que se justifique solo sirven para condenar el cambio en la sociedades tradicionales e inmovilistas. No solo se condena a las mujeres sino su voluntad de cambiar en sociedades en las que el cambio está proscrito. Es precisamente esa identificación entre "mujer" y "cambio" y unas consecuencias, "la violencia", lo que muestra que el argumento universal no es más que una tapadera para consagrar el estado social reinante, dominado por una forma institucional en la que los roles están fijados de forma inamovible. 

El "patriarcado" no son los hombres; es una estructura social, un sistema de relaciones que implica a hombres y mujeres mediante un juego de reglas. La mujer tiene asignado también un rol que algunas rechazan, pero en el que otras se pueden encontrar cómodas, como le ocurre a la señora diputada. Ella, como las diputadas islamistas en el parlamento egipcio, responsabilizaron a las mujeres violadas, acosadas, por estar donde no deben; por salir de sus casas y alejarse de la protección que la familia supone. En esa protección frente a lo exterior se esconde mucha violencia interior, silenciada callada que la mujer también padece. El arte femenino consiste, según esta visión del mundo, en tratar de pasar por la vida sin provocar ni a los de dentro ni a los de fuera, en bajar la vista, sumisa, y ser astuta para tratar de sobrevivir, en saber qué gusta y qué disgusta a los seres que han recibido el mandato de no se sabe bien qué deidad de mantenerlas en el buen camino a fuerza de látigo y bofetada, con la sola advertencia de que no quede muy marcada la mercancía, lo justo para que aprenda.
En el diario International Business Times se recogen las reacciones ante las palabras dichas por la dirigente política —fue durante una intervención ante estudiantes de medicina, para colmo— y sus propias reacciones antes el escándalo causado:

In a short telephonic interview with CNN IBN on Wednesday, the leader apologized for the comment and clarified that she was only giving her opinion and a "motherly advice" to women. She said that she was of the view that women are always equal to men and that rapes are condemnable but the responsibility to be careful and alert also lies in women themselves.
"Women are twenty percent responsible for the rapes that take place," she said in a bizarre assessment.
But the comments have sparked outrage within social thinkers, politicians and public.*


La diputada se olvida de que la responsabilidad principal de que esto ocurra la tienen los políticos que son incapaces de establecer las líneas de actuación para que las sociedades se modernicen hacia posiciones más abiertas, a través de la educación y las leyes. Por eso sus palabras son ofensivas no solo como mujer hacia otras mujeres —aunque diga que lo haga con intención "maternal"—, sino una confesión de que el mundo en el que vive le parece justo y satisfactorio o, al menos, inamovible.


Esa clarividente facilidad cuantificadora que le lleva a determinar que las responsabilidades del 20% de las mujeres en las violaciones, debería emplearla en luchar para que se destinen recursos educativos para que algunos de sus compatriotas entiendan que si una mujer sale del cine a las 11 de la noche acompañada de un amigo, como fue uno de los casos, no es justificación para atacarlas y violarlas, en grupo o individualmente.

Hace apenas unos días nos quedábamos consternados por el caso de una violación en grupo como pena decretada por un consejo de ancianos en otro pueblo de la India. Ante el contacto de una joven de la comunidad con alguien de fuera, se decretó la violación grupal de una de las jóvenes de la familia. El caso ha sido un gran escándalo y deja en evidencia los orígenes de este tipo de violencia. Así quedan perfectamente claros sus orígenes y mentalidad.

"This is our way. We don't go to the police. If there is a problem, we settle it among ourselves," said Fulmoni Tudu, 40, whose husband is among the 13 men currently detained for the alleged gang-rape. Even W's brother backed the system, though he said a "beating" would have been a fair punishment.**

El problema de la justificación de la violaciones va más allá de las declaraciones de esta diputada, de la que, por cierto, el Hindustan Times de ayer señalaba que podía ser cesada de sus cargos. En noviembre se dio otro caso escandaloso:

Central Bureau of Investigation (CBI) director Ranjit Sinha has sparked a controversy by comparing the legalizing of betting in sports to 'enjoying rape'.
He said that if one can't prevent a rape, then one should enjoy it. He made the comment while speaking on why betting should be legalised in India.
"What is the harm if we legalise betting, above all do we have enforcement agencies? It is very easy to say... It's like if you can't prevent rape you enjoy it, so its better to have it legalised and earn some revenue," said Sinha on Tuesday in the backdrop of the conference held in New Delhi to celebrate 50 years of the CBI.***


El argumento del señor Sinha —se me ocurren muchas barbaridades— forma parte de esa misma universalidad de lo inevitable: si no se puede evitar la violación, disfruta. El titular del Hindustan Times habla de él como de otro más que se suma a la "caravana de insensibilidad", una carreta más en la lista de casos que el periódico destaca en los últimos tiempos. Los casos de violaciones son aprovechados por todos estos ineptos explicadores de lo inexorable del universo en el que vivimos y las consecuencias de irritarlo con nuestros comportamientos inadecuados.
Todos estos casos no son más que la confirmación de que no hay mucho interés en una parte de la sociedad en que esta cambie. Y menos todavía que cambie porque las mujeres puedan tener voluntad propia. Los argumentos teológicos, culturales o genéticos no son más que las resistencias ante el peligro de que las libertades de unas sean la pérdida de privilegios de otros. Y no hay que darle más vueltas.
Yo creo que los que realmente están donde no deben no son las mujeres, sino todos aquellos que no utilizan sus cargos para mejorar la sociedad y solo los aprovechan para justificar lo injustificable.



* "Woman’s Clothes, Behaviour Lead to Rape, Says NCP Leader Asha Mirje; Latest Reactions" International Business Times 29/01/2014 http://www.ibtimes.co.in/articles/536361/20140129/rape-cloths-behaviour-place-asha-mirje-reactions.htm
** "Village 'justice' in West Bengal: 'This is our way. We don't go to the police'" The Guardian 24/01/2014 http://www.theguardian.com/world/2014/jan/24/india-village-gang-rape-violence-poverty-illiteracy-west-bengal
*** "Outrageous 'rape' remarks: Ranjit Sinha joins the insensitive bandwagon" Hisdustan Times 13/11/2013 http://www.hindustantimes.com/india-news/outrageous-rape-remarks-ranjit-sinha-joins-the-insensitive-bandwagon/article1-1150605.aspx









miércoles, 29 de enero de 2014

Pete Seeger

Joaquín Mª Aguirre (UCM)
Ayer supimos que Pete Seeger había fallecido a los 94 años de edad. En estos tiempos en los que la música es sobre todo espectáculo y negocio, la figura de Seeger se muestra como algo del pasado, distante, casi incomprensible.
Hace mucho que no escuchaba sus canciones, por más que muchas de ellas me hayan acompañado de forma activa en la vida. Escogí unas cuantas y las puse como homenaje para compartirlas y que las pudieran escuchar. Más que un cantante, creo que Seeger era un maestro de canciones, alguien que se dedicaba a enseñarnos a cantar, alguien cuyo interés es que penetren en nuestros cerebros y en nuestras vidas, que no salgan de allí por el resto de nuestra existencia.
Entre las canciones que escogí, la más antigua era de Seeger en un teatro abarrotado, en 1956. Se trata de If I had a Hammer y Seeger maneja al auditorio para hacerles vibrar con el poder de la canción. Todos debemos desear tener ese martillo en nuestras manos, reclamarlo con nuestras voces. Nos anima, una y otra vez. No quiere que le escuchemos, quiere que nos escuchemos a nosotros mismos, que nos descubramos cantando, formando parte de esa voz común. Seeger, como hará el resto de su vida, adelantará los versos de cada canción para que podamos cantarla junto a él. Es el cantante que quiere que cantemos; su voz es algo accesorio, un reclamo para que nos unamos.


La última de las canciones que pongo nos lo muestran cantando This land is your land, la canción de Woody Guthrie, que Seeger interpreta en el Lincoln Memorial, de Washington, ante 400.000 personas que celebran la llegada a la Casa Blanca de Barack Obama, en el concierto "We are One". Aunque el nombre del concierto no fuera por él, ninguno me parece más adecuado, pues no era otro su viejo sueño que el de la unidad. La idea del coro, de las voces que se van sumando enganchándose a un mensaje que hermana. Cantar es compartir ilusiones, no un acto solitario, distante o narcisista.


Aquella actuación junto a un admirador constante, Bruce Springsteen, cantando a Woody Guthrie, con ese himno paralelo, Esta tierra es tu tierra, debió ser un momento muy feliz para él. Un Seeger animoso y generoso con noventa años, tocado con un gorro de lana, compartiendo los restos de su voz con los presentes, ante la estatua de Lincoln, celebrando la llegada a la Casa Blanca de un presidente negro. Para un  Seeger que se jugaba el tipo en los cincuenta y sesenta cantando para sacar adelante el movimiento de los derechos civiles, debió ser un momento especialmente emotivo, el signo de que su vida, sus miles y miles de canciones recorriendo el mundo, enseñando a juntar las voces para que se unieran las voluntades, había tenido un sentido. 
En el movimiento folk se habían juntado la idea de legado musical, de mantener vivo lo que había sido historia, pero también la rabiosa actualidad de los problemas, la protesta. Era la música como tradición y la música como arma para combatir y ayudar a combatir en el presente. Era música conciencia, música energía, música denuncia, música arma, música poesía. Había nuevos problemas que requerían nuevas canciones, pero había problemas eternos que podían ser cubiertos con los lamentos y advertencias musicales de siempre. Las cadenas del hombre no eran nuevas, ni su sufrimiento, ni la injusticia. Había que recordar las canciones para no olvidar los problemas.


Cuando se llega a la edad de Pete Seeger y se tiene tanto reconocimiento como él tuvo, la vida se justifica a sí misma. Se adquiere el sentimiento de plenitud, del trabajo realizado, de que se acertó en el camino elegido, por muchas dificultades y duro que fuera en sus inicios.

La primer vez que escuché a Seeger fue en un viejo disco, un "Tributo a Woody Guthrie" que reunió para cantar sus canciones a gente como Tom Paxton, Odetta, Joan Baez, Bob Dylan, Richie Havens, Judy Collins, y su hijo, Arlo Guthrie. La portada del disco mostraba el rostro de Woody y en la base, pequeños, aquellos cantantes sobre un escenario. El disco recogía las canciones interpretadas en dos conciertos, de 1968 y 1970. Aquel disco me sirvió de introducción a Guthrie y a todos aquellos cantantes, que  fueron enriqueciendo mi colección de discos con sus obras. En los setenta habría muchas otras formas musicales y el llamado "folk" se fue perdiendo con las nuevas corrientes que iban entrando de mano de los sintetizadores y demás movimientos de la música. De las canciones con "mensaje" y del "folk" se pasó a la música disco, el heavy metal, el glam rock, el punk o cualquier otra línea musical que fueron llegando. Después el vídeo mató a la estrella de la radio (video killed radio star), como cantaron proféticamente The Buggles. Pero la semilla sembrada creció de la mano de los que habían escuchado a Dylan, a Seeger, a Guthrie, y brotaba esporádicamente, navegando contra los torrentes de imágenes y sonidos, contra la potencia de los watios y los dólares.


Y mientras todo esto ocurría, Seeger siguió siendo él, que era ser todos. Porque lo más curioso es que Pete Seeger seguía siendo la persona empeñada en enseñarnos a cantar, en que lo hiciéramos con él, una y otra vez. Y siguió diciéndonos las cosas que otros habían dejado de decirnos, que éramos cajitas (Little boxes), todas iguales, con pretensiones de ser distintas, que nuestras vidas se parecían horriblemente, que eran vulgares, aunque nosotros no nos diéramos cuenta. Nos contaba que las guerras solo servían para acabar con las flores con tantos funerales y que si se quería de verdad a los hijos de la patria había que traerlos de vuelta a casa e invertir en otras armas más eficaces:


The world needs teachers, books and schools,
Bring them home, bring them home.
And learning a few universal rules,
Bring them home, bring them home.

Y a fuerza de repetirnos esas canciones, se hicieron parte de nuestras vidas. Y él, un hombre con un modesto banjo, con su aspecto de anciano simpático, seguía cantando y haciéndonos cantar para que no olvidáramos aquellas cosas que eran importantes para nosotros. El mundo cambiaba y vivía de las modas. Seeger no tenía necesidad de cambiar porque él vivía de las verdades que permanecen y nos las repetía periódicamente para que siguieran junto a nosotros en nuestras vidas triviales y evitar que nos devoraran.
La mentiras son de cada uno, pero lo que es verdad nos pertenece a todos. Y esas verdades son las que quedaron en esas canciones que podemos hacer nuestras y seguir cantando ahora que nos ha dejado el hombre que unía nuestras voces, que nos adelantaba los versos para que nadie se quedara fuera y perdiera el ritmo o la palabra.
Descansa en paz, Pete Seeger. Nos enseñaste a cantar juntos para que pudiéramos ser por separado. Nos enseñaste que se puede pasar por la vida recitando versos en los campos, en las fábricas, entre edificios de hierro y cristal, en las granjas o en las escuelas, que es una vida noble. Que las canciones que vale la pena cantar son las que nos unen a los demás y nos despiertan del sueño prolongado en que vivimos.

Little boxes on the hillside,
Little boxes made of ticky tacky,
Little boxes on the hillside,
Little boxes all the same.
There's a green one and a pink one
And a blue one and a yellow one,
And they're all made out of ticky tacky
And they all look just the same.


If I Had a Hammer (1956)












martes, 28 de enero de 2014

Sochi como trampa

Joaquín Mª Aguirre (UCM)
Los grandes eventos que organizan los estados como elemento propagandístico pueden volverse contra ellos y convertirse en trampas de las que sea difícil escapar. Los medios coinciden en que Sochi —ya se ha convertido en un tópico señalar que serán "los juegos de invierno más caros de la historia"— es una gigantesca operación de una Rusia que plantea cada vez más incógnitas en muchos campos.
Si Brasil se ve inmerso en una gran contestación social porque muchos entienden que las inversiones que el país necesita son otras, que la construcción de estadios es más una operación que dejará el beneficio a unos pocos y las deudas a todo el país, el caso de Rusia con Sochi tiene una características diferentes, en gran parte definidas por la forma en que Rusia es gobernada por Vladimir Putin. A unas semanas del comienzo de los Juegos, son cada vez más los campos que se abren a las especulaciones políticas, sociales, económicas y de seguridad.
En el campo político, Sochi es una demostración de fuerza de Putin con la que pretenden reforzar su imagen a través de la proyección del país. La imagen de una Rusia poderosa es la culminación de un proceso de restauración desde la desaparecida Unión Soviética. Rusia necesita crearse su propio imperio y para ello realiza una mezcla de viejos métodos y modernos manejos económicos. El caso de Ucrania o Armenia lo demuestran. Sochi es una demostración de poderío mundial a sus aliados actuales y futuros.


Desde el punto de vista social y de los derechos, el poder de Putin se convierte en una gigantesca manifestación en contra de la homosexualidad, sin precedentes fuera de los ámbitos fundamentalistas religiosos en los que es perseguida y castigada incluso con la muerte. La "modernidad" rusa pasa por la intransigencia sexual. Por qué ocurre esto no tiene más explicación que la fundamentación del nuevo nacionalismo ruso en la iglesia ortodoxa. Las declaraciones de Putin —que comentamos aquí— sobre que los homosexuales pueden estar tranquilos, pero que "dejen en paz a los niños", es un mensaje destinado a una sociedad que se quiere mantener a la defensiva frente a unos grupos que quedan estigmatizados.
El diario El Mundo nos ofrecía ayer las declaraciones del alcalde de la ciudad sede:

El alcalde de Sochi, Anatoli Pajomov, ha asegurado que los homosexuales serán bienvenidos a los Juegos Olímpicos de Invierno que arrancan en febrero siempre y cuando respeten las leyes y no traten de "imponer sus hábitos", pero ha dado a entender que no hay ninguna persona gay en la ciudad rusa.
Pajomov, miembro del partido gobernante Rusia Unida, ha negado que los homosexuales vayan a ser perseguidos con motivo de los Juegos Olímpicos. "Ofreceremos nuestra hospitalidad con todos los que respeten las leyes de la Federación Rusa y no impongan sus hábitos", ha declarado el alcalde a la cadena británica BBC.
El gobernante ha negado que las personas gays o lesbianas vayan a tener que esconder su orientación, ya que es "su vida". Sin embargo, acto seguido ha dicho que este tipo de personas no son "aceptadas" en Sochi. "No las tenemos en nuestra ciudad", ha apuntado.
En una pregunta posterior, el alcalde ha introducido un leve matiz a su aseveración: "No estoy seguro [de que no haya gays], pero al menos no los conozco".*


La mezcla de los discursos "tolerantes" y "estigmatizadores" crea una especie de "doble pensar" orwelliano en el que el elemento central viene a ser la "contaminación", evitar que extienda a una población a la que se dice "proteger" para evitar que el elemento "contaminante" imponga —como se señala— sus "hábitos". Como es característico de este tipo de discursos, lo malo llega de fuera. Su ciudad, por alguna extraña bendición o jugada del destino, está libre de la peste, aunque, como tolerantes que son, aceptarán a los apestados durante la celebración de los juegos.
La información de El Mundo, que cita a la BBC, se cierra con una aparente contradicción:

Pese a la declaración de Pajomov sobre la población de Sochi, el corresponsal de la BBC en la zona ha podido visitar un bar gay en la ciudad. El líder opositor Boris Nemtsov también ha hecho hincapié en la contradicción entre las palabras del alcalde y estos establecimientos: "¿Cómo sobreviven? ¿Por qué no se han ido a la quiebra?".*


Es de imaginar que a la política de Putin le interesa el discurso interior de la "pureza" y el exterior de la "tolerancia". No le interesa, en cambio, el conflicto, que se volverá contra él si se producen incidentes en este sentido. Probablemente no pueda evitarlos y será obligado a quedar en evidencia. Pero es característico de Vladimir Putin transmitir la sensación de que puede controlar cualquier situación; forma parte de su imagen. Siempre podrá usar los locales gay de la ciudad como ejemplo de tolerancia y, especialmente, para concentrar y controlar a aquellos que le interese. Con el mismo sentido de control y tolerancia, se ha habilitado un espacio para protestas. No se permitirán manifestaciones a menos de 20 de kilómetros de Sochi. Se haga lo que se haga, se debe hacer en el lugar señalado para ello.
El tercer problema que se le plantea —y no es menor— es el relacionado con las finanzas de Sochi, cuyos costes se han desbordado hasta quintuplicarse. La revista económica Bloomberg señala este crecimiento respecto a los planteamientos iniciales de 2007:

But since then, as costs have increased, Russian officials have grown less eager to boast about the size of the final bill. “In the beginning, money was a reason and argument for Russia to win the right to host the Olympics,” says Igor Nikolaev, director of strategic analysis at FBK, an audit and consulting firm in Moscow. “But it turned out we spent so much that everybody is trying not to talk about it anymore.” Dmitry Kozak, deputy prime minister in charge of Olympic preparations, has argued that the $51 billion number is misleading. Only $6 billion of that is directly Olympics-related, he says; the rest has gone to infrastructure and regional development the state would have carried out anyway. That may be true, though it’s hard to imagine the Russian government building an $8.7 billion road and railway up to the mountains without the Games.**


En el mismo artículo de la misma revista, con el expresivo título " The Waste and Corruption of Vladimir Putin's 2014 Winter Olympics", se señalaba:

How the Sochi Games grew so expensive is a tale of Putin-era Russia in microcosm: a story of ambition, hubris, and greed leading to fabulous extravagance on the shores of the Black Sea. And extravagances, in Russia especially, come at a price.**

Son ya muchas fuentes las que van desvelando los entresijos económicos de Sochi, el entramado económico que ha utilizado las olimpiadas de invierno para realizar unas infraestructuras costosísimas y dejar un "ressort" de lujo, del que se aprovecharán posteriormente los más allegados al poder. En este sentido, la revista Vanity Fair publicó un revelador artículo sobre la gestación de Sochi como sede de unos juegos olímpicos:

The path to Sochi’s successful bid started on a trip to Austria in 2002, when Vladimir Potanin, one of Russia’s most influential oligarchs, joined Russian president Vladimir Putin and Austrian chancellor Wolfgang Schüssel for an afternoon of skiing during a World Cup competition. Taking in their Alpine surroundings, Potanin and Putin asked themselves why Russia lacked a ski resort of Austrian quality. Potanin’s firm, Interros, hired Paul Mathews, an American who lives on the slopes of the Whistler resort, outside Vancouver, to look into the options. Mathews is one of the most respected winter-resort designers in the world, and he had scouted the North Caucasus before. The area is about the size of the Alps, with elevations to match, but its history of strife and economic depression has left it under-developed. Mathews focused on Krasnaya Polyana, a mountain village where a flank of the Caucasus rises steeply from the Mzymta River, 30 miles from the Black Sea coast. Potanin announced the start of construction on his ski resort, which would be called Rosa Khutor, or Rose Farm, at a Moscow press conference in 2005. By February 2007, I.O.C. representatives had arrived in Krasnaya Polyana on an inspection tour, and Mathews was prepping Russian Olympic authorities. “I told them it would be good if we picked up the garbage on the road from Sochi to Krasnaya Polyana,” Mathews says. “And it would be good if the road had a white line down the middle of it.”
[...]

Beneath every modern Russian achievement lies a hidden story that may be more telling. In Sochi, the hidden story is about Putin, and about the small circle around him, who have profited handsomely from the construction. The winners are a tight group, with a history going back to early careers in St. Petersburg. Russian prime minister Dmitry Medvedev was once the C.E.O. of Gazprom, the world’s largest extractor of natural gas and Russia’s biggest company. In the 1990s, he and Alexey Miller, the current C.E.O. of Gazprom, worked in the St. Petersburg city administration, along with the young Vladimir Putin. In St. Petersburg, they met Boris and Arkady Rotenberg. The Rotenberg brothers once instructed Putin in Sambo, a martial art developed in the 1930s to aid Soviet infantrymen in close-quarters combat. The Rotenbergs made their first fortune in the gas-pipeline business, as Gazprom’s principal supplier. They also control the largest thermal-generation company in the world, a Moscow-based firm called TEK Mosenergo, a subsidiary of Gazprom. Mosenergo won the contract to build a new power plant in Adler, meant to feed the electricity needs of the Olympic skating venues. All told, Rotenberg-controlled companies have won Olympics-related contracts worth $7.4 billion. In the last two years, according to a report compiled by Russian political-opposition figures Boris Nemtsov and Leonid Martynyuk, the Rotenbergs’ personal fortune has increased by $2.5 billion.***

Como bien señala la revista, son historias que merecen ser contadas. La ironía del título del artículo se justifica con lo señalado: " Putin’s Run for Gold".
El último apartado es de distinto orden a los anteriores y es quizá el más conflictivo por sus consecuencias futuras para todos: el terrorismo. Sochi no solo es una sede olímpica megalómana, un conflicto con los derechos humanos y la comunidad gay o un sucio entramado de negocios de los allegados a Putin y sus socios internacionales; es una ciudad sitiada en prevención de atentados. Los periódicos nos daban cuenta estos días del desplazamiento de navíos de guerra norteamericanos a la zona por si se hacía necesaria una evacuación de Sochi de sus ciudadanos por un ataque terrorista. Sochi ha marcado la agenda de Rusia y Putin, pero también la de toda la zona. Desgraciadamente no son solo los atletas y seguidores de los deportes de invierno los que están haciendo sus maletas para ir a la ciudad.
Sochi puede estallar por muchos lados. Nunca unos juegos olímpicos, ni probablemente otras manifestaciones de este tipo, han estado sometidos a esta clase e intensidad de presión extrema desde tantos puntos. Sochi es una gigantesca trampa en la que algunos pueden caer.



* "El alcalde de Sochi asegura que no hay homosexuales en la ciudad" El mundo 27/01/2014 http://www.elmundo.es/internacional/2014/01/27/52e68269268e3ee1078b4572.html
** "The Waste and Corruption of Vladimir Putin's 2014 Winter Olympics" BloombergBusinnessweek 02/01/2014 http://www.businessweek.com/articles/2014-01-02/the-2014-winter-olympics-in-sochi-cost-51-billion

*** "Putin’s Run for Gold" Vanity Fair febrero 2014 http://www.vanityfair.com/culture/2014/02/sochi-olympics-russia-corruption