lunes, 25 de noviembre de 2013

El arte de estar en medio y estorbar

Joaquín Mª Aguirre (UCM)
Por algún extraño motivo, el ex presidente José Luis Rodríguez Zapatero, un político joven con mucho futuro por delante, ha decido dar serios consejos a un presente que es, en gran medida, hijo suyo, pues tuvo en sus sabias manos, nada menos que durante ocho años, el timón de la nave en la que nos ahogamos todos. Por si estuviera poco revuelto el PSOE —y el resto de la manada política—, el ex presidente confía de nuevo en ser útil, aunque no se sabe muy bien a quién. Mientras el editorial del diario El Mundo titula abiertamente "La renovación generacional o cómo decir adiós a Rubalcaba", señalando, nadie sabe muy bien qué hacer con Rodríguez Zapatero. Si se habla de renovación generacional, no se dará por aludido pues tiene cincuenta y tres años, la flor de la vida. Si se trata de posiciones ideológicas, no hay problema: las tiene todas. Si se trata de oponerse a los recortes de Rajoy, ¡qué mejor símbolo del otro extremo que el pródigo ex presidente!
El diario El País nos trae a un Rodríguez Zapatero pletórico, encantado con que por fin alguien la haya dado cancha, pasado el tiempo de su expulsión temporal de terreno de juego para estupefacción de unos y lamento de otros. No sé si hay alguien, por la derecha o la izquierda, que se alegre de verle otra vez danzando, en el candelero político. Pero está ahí, de nuevo sobre el césped, explicando, imaginando, interpretando.

La entrevista está llenas de perlas en las que le vemos en su salsa. Quizá una de las más espectaculares sea esta: "El Rey era la persona a la que podía confiar determinadas reflexiones, que en muchas ocasiones no hacía ni en el Consejo de Ministros."** La verdad es que no me imagino los despachos oficiales del Jefe del Estado y el Presidente del Gobierno como una especie de confesionario, aunque sea de "determinadas reflexiones". Nos ha dejado con la curiosidad. Pero hay que ser así, sencillo y natural con la realeza.
La verdad es que su alejamiento del poder no parece haberle afectado demasiado, quizá porque ya estaba alejado de la realidad en su momento, y así todo es más sencillo. Para Rodríguez Zapatero todo suele estar clarísimo: España se divide en "autonomistas, federalistas y nacionalistas". De estos últimos, nos dice, "algunos se han ido al independentismo. Y ya está. Como los federalistas están en el centro, son los demás los que se deben desplazar: los autonomistas y los nacionalistas se desplazan hacia el centro y se vuelven federalistas. ¿Dónde está la complicación?


Cuando no estás en el poder, la gente te pregunta sin reservas. Por eso los entrevistadores tratan de indagar —bajo su propia responsabilidad— en las respuestas dadas. Es un gran riesgo preguntar a Rodríguez Zapatero, como hacen los periodistas, sobre "si reformaría muchas cosas". Si estando en el gobierno ya era peligroso hacerlo, estando en ese limbo en el que se encuentra, sin responsabilidades de ningún tipo, ni en el partido ni en el gobierno, lo es mucho más. Pero Rodríguez Zapatero sigue siendo un misterio para muchos y se le pregunta, algo que le causa todavía cierta extrañeza:

P. ¿Se arrepiente de haber prometido en un mitin que aprobaría el Estatuto que saliera del Parlamento de Cataluña?
R. ¡Eso fue hace 10 años! Después de eso gané dos elecciones. Es curioso porque ese tema, que ya expliqué, ha resurgido ahora. Y lo expliqué una y otra vez…
P. ¿Cómo lo explicó?
R. El debate entonces era si íbamos a apoyar un nuevo Estatuto catalán o no. No era sobre el contenido de ese Estatuto. La frase literal es cierto que podía haberla matizado mejor. Pero el sentido era evidente. Pascual Maragall proponía una reforma del Estatut y el PSOE tenía que tomar posición. Lo que pasa es que luego la frase ha ido transmutándose y ya todo el mundo piensa que dije que apoyaría cualquier Estatuto. No. Es verdad que el tenor literal que utilicé da lugar a que se pueda interpretar así. Es evidente que hay que medir cada coma de lo que se dice en los mítines... Pero el sentido es que yo sí estaba por la reforma del Estatuto, obviamente dentro de la Constitución.


Esta teoría sobre la "transmutación de las frases" —una especie de anti alquimia del verbo político— debe quedar, no se debe perder, aunque alguien dentro de unos años la haya interpretado mal y parezca que se ha dicho otra cosa. Efectivamente, en un mundo lleno de malas interpretaciones hay que "medir cada coma" y, a ser posible, lo que haya entre ellas.
Pero donde el hombre que se confesaba con los reyes, que se arrepiente de no medir la comas porque luego le malinterpretan, y que lo reformaría casi todo, deja su impronta política es cuando se le pregunta por la Constitución y las relaciones con la Iglesia católica.

P. ¿Pensó durante su etapa de Gobierno en revisar los acuerdos con la Santa Sede?
R. No. Porque no me parecía un tema prioritario en cuanto a las leyes que directamente benefician a los ciudadanos. No dudé en la ley del matrimonio homosexual, no dudé en la de interrupción voluntaria del embarazo, no dudé en Educación para la Ciudadanía, porque incidían directamente en los ciudadanos, en sus derechos y libertades. Pero siempre tuve presente lo que decía la Constitución acerca de la cooperación con la Iglesia católica. Tuve una relación de disputa pública con la Iglesia por las leyes que hice en materia de libertades. Pero releí muchas veces ese artículo siendo presidente y le tengo respeto a ese artículo.
P. Si hubiera consenso, ¿lo eliminaría?
R. Sí, con consenso sí. Pero si me dieran la posibilidad de hacer una lista con los 10 puntos para una reforma de la Constitución, no metería este [de la Iglesia].
P. ¿No apoya por tanto la propuesta de su partido de revisar los acuerdos con la Santa Sede?
R. Sí, sí, siempre estoy de acuerdo con las propuestas de mi partido. Eso no tiene que ver con la Constitución ni con la Iglesia católica. Algún tipo de colaboración singular tiene que haber porque lo dice la Constitución, a lo mejor no con lo que conocemos como Concordato.


Después de una semana en la que Pedro Solbes explicaba el poco caso que se le hizo en materia de Economía y los avisos ignorados de la gravedad de la crisis económica, la afirmación de Rodríguez Zapatero de que "siempre estoy de acuerdo con las propuestas de mi partido" debería matizarse señalando que siempre que las del partido sean las suyas. Lo mismo parece querer decir, como explicación, con lo del Estatuto catalán, que él apoyaba cualquier estatuto que saliera del Parlamento, siempre y cuando fuera el propuesto por el PSOE, el de Maragall.
Puestos a encontrar justificación, Rodríguez Zapatero la encuentra incluso para el caballo de batalla actual de su partido, lastrado por su decisión de incluir el "techo de gasto" en la Constitución, que para él sí debía ser entonces un asunto prioritario. Tan prioritario debió ser que nos dice que la alternativa era acabar con el gobierno defenestrado y con uno de tecnócratas, como ocurrió con la Italia de Berlusconi, descabezada para poner a alguien, Mario Monti, que mereciera la confianza europea:

P. ¿Aquella reforma de la Constitución fue una cesión de su Gobierno para evitar el rescate de España?
R. Fue en aquel momento una especie de iniciativa cautelar para no tener que verme en la tesitura de tomar otras medidas mucho más duras socialmente. Máxime en un momento, agosto de 2011, en el que ya estábamos en la recta final del mandato [las elecciones generales se celebraron en noviembre de 2011]. Entonces el escenario era llegar a las elecciones o a la campaña electoral como acabó Italia y Grecia, con Gobiernos técnicos, o tomar alguna iniciativa de calado que supusiera una imagen de fortaleza y de credibilidad.
P. ¿Esa iniciativa fue autónoma o inducida por alguien desde el exterior?
R. Completamente autónoma.
P. ¿Nadie le exigió...
R. Completamente autónoma.

No sé si esta reaparición de José Luis Rodríguez Zapatero es beneficiosa para alguien. Sinceramente, no lo sé. ¿Por qué va a tener él menos derechos que el Guadiana? Puede que a él le haga algún bien airear sus logros con las libertades, pero no sé si sus colegas ven en él el ejemplo que él ve en sí mismo, un hombre condenado eternamente a ser malinterpretado, incluso por él mismo. Plantea un interesante problema teórico e histórico: él fue el relevo teórico a los que después le relevaron. Y ahora los que quieren relevar a los que le relevaron, ¿qué han de hacer con él?
Mientras unos y otros discuten de ascensos y descensos, de salidas y entradas, de relevos y continuidades, él sigue su camino de ex presidente en activo. No sé realmente si José Luis Rodríguez Zapatero, después de dos legislaturas y algunos cameos, es así o se lo hace.




* "“Estamos lejos de poder acometer una reforma de la Constitución”" El País 24/11/2013 http://politica.elpais.com/politica/2013/11/23/actualidad/1385241338_816422.html







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