miércoles, 2 de octubre de 2013

El reality político

Joaquín Mª Aguirre (UCM)
Los ejemplos —los malos ejemplos— de las situaciones políticas en Estados Unidos y en Italia, además de las detenciones de los líderes de la ultra derecha griega están mostrando, cada uno a su manera, que la política es un arte enrarecido. Por si lo que por aquí padecemos no fuera suficiente —la mala política debería tener su propio canal temático—, nos llegan también los malos ejemplos de fuera. ¿Consuelo? ¡Ninguno! Al contrario, pesimismo global ante lo que parece un deterioro de la única forma a la que debemos aspirar y que todas estas prácticas contribuyen a pisotear. Los dictadores son malos porque son dictadores, hagan lo que hagan; los electos son malos por lo que lo hacen mal y porque pervierten el mecanismo selectivo, que nos muestra sus fallos e imperfecciones, sus fisuras, perjudicando al sistema en su conjunto. La democracia es imperfecta porque es humana, pero hay una gran diferencia entre el que no es perfecto y al que no le gustaría ser mejor. Que, pudiendo elegir, elijamos a algunos que elegimos no deja de ser triste, una buena ocasión para ejercer la melancolía otoñal.


El espectáculo dado por los republicanos, con el cierre de la administración federal y el envío a casa de decenas de miles de funcionarios, demuestra un mal estilo profundo y su falta de sentido cívico. Entiendo que ya no saben qué hacer para hundir a Barack Obama, pero sigue siendo igual de impresentable. Estuvieron a punto de hacerlo no hace mucho tiempo, lo han hecho ahora y parece que tendrán varias ocasiones de practicar el bloqueo institucional como arma de hacer política, mala, pero política. 

Las tácticas de Berlusconi en Italia, el tratar de hacer saltar el precario gobierno por los aires, se ha saldado con un duro revés para el líder mejor peinado de la política europea: el desmembramiento de su partido. Me imagino que todos aquellos que tienen la mitad de años que Berlusconi y una milésima parte de su fortuna estarán pensando en un mundo futuro, una cercana Italia sin él. Berlusconi, por su parte, es incapaz de ver una Italia sin él. Su ego se debe sentir, como el de los republicanos, fortalecido ante la simple constatación de que un estornudo por su parte hace bajar o subir los mercados, arrastra la prima de riesgo. ¡Eso es erótica del poder! 
Además de extraña es vil la política en Grecia que hace, a la vez, manifestarse en las calles contra Alemania y almacenar retratos de Adolf Hitler en casas y sedes de eso señores, los cachas de la política griega, que se llaman una cosa tan tonta como Amanecer Dorado, probablemente pensando en aquello de a quien madruga, Dios le ayuda, aunque en este caso, por muchas cruces que se tatúen por todo su cuerpo, no es otro que el demonio del racismo y el odio al que invocan. Insulto a la política, insulto a Europa e insulto a la Historia es lo que representan estos señores asentados en la cuna de la democracia y la lógica, negación del pensamiento. 


Con su peculiar "europeísmo", estos testosterónicos políticos han reunido en sus sedes, según muestra El País gráficamente, lo peor de la bazofia racista del continente, en su caso, "incontinente" europeo. La policía griega les responsabiliza hasta de diez asesinatos. Ya es triste tener a estos ocupando escaños en un parlamento.
La oposición brutal al "Obamacare", ya sea por motivos ideológicos o intereses económicos, ha traspasado el límite de lo aceptable —los norteamericanos solo le aplican las "líneas rojas" a los demás— para cualquiera que trate de pensar en cuál es el sentido de la política. Algo falla en el sistema político norteamericano cuando se llega al extremo de paralizar las instituciones de esta forma, dejando a cerca de un millón de funcionarios en su casa, sin cobrar, a la espera de que el gobierno federal salga de la tumba presupuestaria.


Los republicanos han aumentado su odio contra Obama y atacan su futura memoria en el único proyecto estrella que le ha quedado de su ristra de promesas —ni cerró Guantánamo, ni encarceló medio Wall-Street"—. Decía un representante de los republicanos, en palabras llenas de odio contra su Comandante en Jefe, que tenían "un presidente que negocia con autócratas y terroristas y que se niega a negociar con ellos", evidenciando por dónde van los tiros de la política norteamericana.
Berlusconi da una vuelta de tuerca más en su confiscación de la política italiana y obliga a su delfín, mano derecha o lo que se pueda ser de Berlusconi, a la rebelión interna para evitar la anarquía externa. Habrá muchos italianos que vayan los domingos a la Plaza de San Pedro a rogar devotamente que al líder le dé un yu-yu en algún exceso bunga-bunga, que para él sería una manera digna de caer en el campo de batalla. Yo lo haría.

¿Qué nos queda de la "política" cuando es practicada de estas formas: como obstrucción, como chantaje o como agresión? La verdad es que muy poco. No creo que eso deba ser llamado "política", ni —como le gusta a algunos ludópatas intelectuales— "juego político". Es demasiado amplio el concepto de juego, de las olimpiadas a la ruleta, como para medir la política con ese rasero. Es sencillamente perversión.
No sé si la política ha sido alguna vez limpia, pero me parece que nunca ha sido tan visiblemente sucia como estamos viendo en los últimos tiempos. Pongo el acento en los dos elementos, en la visibilidad y en la suciedad. Hemos pasado de la política al reality político, al destape más vergonzoso.
Esperemos que los ciudadanos —no nos engañemos: la política solo la regeneran los ciudadanos, no el Espíritu Santo— tomen nota de estas acciones en cada rincón del planeta. Quizá sea esperar demasiado.





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