miércoles, 30 de octubre de 2013

El prestigio

Joaquín Mª Aguirre (UCM)
No sé  si es una muestra de humor británico o si forma parte de la reciente paranoia por la observación del otro, pero lo cierto es que la BBC nos informa de "Los secretos de las alcobas reales"*. Temeroso de que Barack Obama vea en pantalla de 52 pulgadas lo que ocurre entre las sábanas y edredones de la realeza, incluida Camila —me produce escalofríos recordar las metáforas amorosas de Carlos, ¡brrrr!, que salieron a la luz gracias al espionaje benéfico de los tabloides— y que lo comente con los "mayordomos" de la Casa Blanca o, peor, que entren las niñas a dar el beso de buenas noches y los pillen a todos tomando notas, pero, no, me tranquilizo cuando leo:

Cuesta imaginar que acompañar a una persona al baño —mientras hace sus necesidades— pudiera ser una actividad codiciada por muchos. Pero sí, lo era en la corte inglesa de los siglos XVII y XVIII. Una de las mejores cosas que podía pasarle a duques, aristócratas, cortesanos, militares y amigos del rey de turno, era poder compartir ese momento de intimidad con él.
Quien desempeñaba esa labor era la persona más importante del entorno real, y se le conocía como el groom of the stool (una suerte de peón encargado del retrete). Pero el trabajo más sucio no era ese, sino el que realizaba la necessary woman, una mujer que todas las mañanas se encargaba de vaciar la bacinilla que había utilizado el monarca al ir al baño.*

Debo confesar que la expresión "necessary woman" me parece deliciosa, un prodigio semántico capaz de dignificar cualquier situación gracias a las bondades del idioma, mientras que en cambio "groom of the stool" es de un explicito que dista mucho de querer verlo en las tarjetas de visita, aunque se imprima junto a ella una coqueta coronita.

La información de la BBC nos demuestra cuánto hemos avanzado en estas cosas, aunque haya gente que se siga matando por llevarle el papel higiénico a los poderosos hasta el borde mismo de la puerta en una generosa demostración de que al ser humano, tras empujarle la evolución natural a ponerse en pie, el desarrollo cultural le impulsa a agacharse de nuevo, por las buenas o por las malas, sin gusto o con gracia.
Desde el punto de vista laboral, las cosas no han cambiado mucho. Un trabajo que depende de la necesidad de ir al baño, exige una disponibilidad completa, no sea que falles en los momentos esenciales y las "necesidades reales" se vean frustradas porque el especialista no esté donde debe. Y así nos lo señala la BBC:

Trabajar para la monarquía era una actividad intensa, las personas tenían que estar a total disposición del rey (o la reina), a cualquier hora y por todo el tiempo que se les solicitara, pero era muy bien remunerada.
"Quienes hacían estas labores tenían la posibilidad de influir en el gobernante de turno y recibir favores. Podían ganar alrededor de US$1.500, lo que equivale a cientos de miles de dólares en la actualidad, y era un trabajo de por vida", señala Edwards.
Bridget Holmes, por ejemplo, fue la necessary woman de cuatro monarcas (Carlos I, Carlos II, Jaime II y Guillermo), y a los 96 años, todavía se encontraba al servicio del último de ellos.*

A los 96 años de Bridget Holmes, dado la naturaleza de su trabajo, debía tener un pulso envidiable. No se especifican sus formas de influencia, pero su simple presencia tan cerca de los monarcas y sus deposiciones debía darles el prestigio de proximidad. Las deposiciones reales no dejan de ser reales por distanciarse físicamente de su real productor, sino que, investidas de un inmarcesible prestigio, deberían recibir hasta el último momento el debido respeto y homenaje que se debía a su noble origen. Solo así era envidiable el puesto.


Creo que es un punto de la Historia que no ha merecido la debida atención y que alguien debería explicarnos. La mirada de la Historia suele acompañar a sus grandes personajes hasta las puertas de retretes y aseos momento en el que —por un mal entendido pudor, un efecto moralista victoriano probablemente—, se desvía hacia otros derroteros. Sin embargo, como insinúa la BBC —influencias y favores—, ¡cuántos grandes acontecimientos se gestaron en esos momentos del día! ¡Cuánta Historia por escribir!

Un socialista revolucionario nos retaría a que fuéramos capaces de distinguir las deposiciones de un rey y de un obrero sin comprender que el hecho diferencial es el rito, la ceremonia, las operaciones culturales  con lo que se rodea lo natural para que deje de serlo. El prestigio del poder  —entre otras cosas, pero con el mismo objetivo— proviene de hacer que alguien, mostrando el respeto debido, de forma reverencial, traslade con parsimonia aquellos nobles restos hasta lugares adecuados, transformando aquello en una especie de exequias parciales, en funeral de estado diario. Nada de los reyes puede dejar de ser real. Todas sus partes y producciones merecen respeto.
Ayer, un par de amigos me pidieron que les explicara rápidamente "qué era eso de la Semiótica" y les dije que el estudio de cómo las cosas llegan a tener sentido, a significar algo para nosotros, de cómo pasan de objetos naturales a signos. La labor de los "grooms of the stool" y de las "necessary women" ofrecen un interesante ejemplo de cómo se puede transformar lo natural y común en algo reverenciado y con todo un ritual a su alrededor. Hoy son de otra manera, pero también existen, pues los poderosos siempre han tenido a su alrededor a alguien que disfruta con llevarles la cartera o el orinal, sin que en ocasiones sea fácil diferenciar entre ambos, simbólicamente hablando, claro. La proximidad a los poderosos anula las diferencias y produce la misma gratificación y prestigio, de la corte inglesa al Instituto Nóos, del que lo busca y lo exhibe ante los otros, que se admiran. ¡Cuántos envidiarían esas tareas!
Los trabajos sucios, como bien señala la BBC, siempre han estado bien pagados.




* "Los secretos de las alcobas reales" BBC 29/10/2013 http://www.bbc.co.uk/mundo/noticias/2013/10/130919_curiosidades_secretos_alcobas_reales_kv.shtml



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