martes, 28 de mayo de 2013

Muerte de un ciclista

Joaquín Mª Aguirre (UCM)
En mi pueblo la bici es una institución. Familias enteras salen a pasear montados en sus bicis. Los padres flanquean a los niños pequeños protegiendo la formación que avanza pedaleando. Casi siempre los veo con sus cascos protectores cuando salen a hacer el recorrido urbano, nuestro camino de asfalto rojizo que da la vuelta al pueblo cruzando calles, parques y zonas peatonales. Nuestro pueblo está hecho para las bicis; nuestro pueblo es nuevo y moderno; la mayor parte de las ciudades no.
Me ha llamado la atención, desde que lo leí por primera vez hace unos días, el empecinamiento reticente de ciertos ayuntamientos contra el uso del casco obligatorio en las ciudades. Mientras leía las últimas manifestaciones de Madrid y Barcelona contra el uso obligatorio, los periódicos digitales nos daban la noticia de que anoche, en Madrid, a las diez y media de la noche, moría un ciclista arrollado por un coche de la Policía en la salida de un paso subterráneo. El diario El Mundo nos lo describía así:

El accidente se produjo por causas que están siendo investigadas cuando el ciclista, que no llevaba elementos reflectantes ni luces ni casco, se cruzó en la vía. El coche patrulla de la Policía Nacional, que en ese momento no estaba activado para ningún servicio, no pudo esquivarlo y lo arrolló.
El hombre sufrió politraumatismos y entró en parada cardiorrespiratoria debido al fuerte impacto. En un primer momento, un agente de la Policía Nacional que acudió al lugar en labores de refuerzo, que además es voluntario de Protección-Civil, inició en un primer momento las labores de reanimación.*


En plena campaña contra el uso del casco, el accidente deja sin argumentos —al menos momentáneamente— a los que insisten en que su uso en ciudad no debe ser obligatorio. Esta insistencia me llamó la atención porque entra en contradicción con todos los casos anteriores de seguridad vial y nos muestra la irracionalidad (u oscura racionalidad) de ciertos argumentos llevados al extremo.

La bicicleta es algo más que un vehículo. Para unos es una especie de forma de vida alternativa, para otros un negocio. Unos se manifiestan contra el sistema pedaleando; otros la convierten en parte del sistema mismo transformándola en floreciente negocio urbano a través de distintas fórmulas turísticas (recorridos guiados, alquileres, etc.).
El debate sobre seguridad vial estos días en el Congreso, con motivo del nuevo Reglamente General de Circulación, ha sido el desencadenante de un sorprendente rifirrafe político y social con la bici como centro. El Heraldo nos resumía así las posiciones políticas hace ya veinte días:

En cuanto al casco obligatorio en la ciudad, según determina el borrador del nuevo Reglamento General de Circulación, que presentará la directora general de Tráfico previsiblemente el próximo día 24 en la Cámara Baja, el PP ha rechazado dos proposiciones no de ley, una del PSOE y otra de la Izquierda Plural (IU-ICV-CHA) que pedían que esta protección no fuera obligatoria en las vías urbanas.
El portavoz del PSOE en el Congreso en materia de Seguridad Vial, Carles Corcuera, se ha opuesto a esta medida por considerarla "desproporcionada". A su juicio, los beneficios de la obligatoriedad son "mínimos" y sólo se justificarían si se hiciera una recomendación, cuando los perjuicios para el interés general son mayores porque se desincentiva su uso.
Desde el punto de vista de la seguridad, el socialista ha insistido en que el diseño de los cascos está hecho para evitar pequeñas lesiones pero no aquellas procedentes de choques con coche o atropellos con vehículos a motor. "Supondría un golpe a la industria del cicloturismo", ha sentenciado.
Precisamente, el PSOE, la asociación de usuarios de bicicleta 'ConBici', y la de Ciclistas Profesionales, con el exciclista Pedro Delgado, han pedido a la Dirección General de Tráfico (DGT) que no acometa en la reforma del nuevo Reglamento General de Circulación (RGC) la obligatoriedad del uso del casco en la bicicleta por las ciudades.
Todos han participado este martes en unas jornadas convocadas por el Grupo Socialista en la Cámara Baja y la secretaria de Política Municipal del PSOE sobre la obligatoriedad o no del uso del casco de la bicicleta en las ciudades.
Según ConBici, más de 20 ayuntamientos, entre ellos Barcelona, Murcia, San Sebastián, Sevilla, Valencia, Vitoria o Zaragoza, se han opuesto a la medida.**


La bicicleta se convierte en asunto político. Esta politización hace que afloren los intereses dobles confluyentes de la izquierda a la que le gusta pedalear con los intereses económicos de los negocios del pedaleo. Llama la atención el argumento de que el uso del casco va a hacer decrecer el uso de la bicicleta o que va a suponer "un golpe a la industria del cicloturismo". Si estos argumentos se hubieran esgrimido en otros casos de seguridad en la circulación, se habría producido declaraciones denunciando los intereses tras las medidas. Sin embargo, los intereses de la izquierda alternativa del pedal y los económico capitalistas tras la bici, ya sea de la industria o de los ayuntamientos y empresas que han montado servicios de alquiler en las ciudades —como ocurre en mi pueblo— coinciden en este caso. Cada uno a lo suyo. El argumento general es que a los ciclistas no les gusta ponerse caso. Ni a los conductores el cinturón de seguridad, pero no es cuestión de gustos.


Frente a mi casa, siete u ocho modernas bicis esperan que los visitantes del pueblo alquilen alguna para hacer los recorridos urbanos propuestos. Es una forma de ingresos que busca recuperar las inversiones realizadas y atraer visitantes de la próxima ciudad de Madrid para que se acerquen a pasar los festivos en mi pueblo. La inversión en un gran circuito urbano ha sido millonaria para disfrute de vecinos y visitantes. Obligar a usar el casco significa que hay que multar a los que no lo hagan y eso es una forma disuasoria que entraría en contradicción con el fomento del uso de la bici, convertida en emblema de la vida sana, sin humos, etc. Si no te atropellan, claro.

El uso de la bici es sano; eso es indudable. Pero es más sano hacerlo en las zonas preparadas, parques, circuitos, etc. a la vista de los accidentes en ciudades especialmente peligrosas por su trazados, velocidades medias, etc. Y eso es mucho más caro.
No recuerdo un solo caso en el que la oposición al uso de un mecanismo de seguridad suscitara tan variopintas muestras de rechazo. Madrid, por ejemplo, es una ciudad muy peligrosa para las bicicletas. Puede que el casco sirva de poco en muchos golpes, pero eso no ha sido nunca un obstáculo para la aceptación de otros mecanismos de seguridad en distintos vehículos si contribuía a limitar los daños posibles. Fomentar el uso de la bici en las ciudades sin invertir en las infraestructuras es crear el caldo de cultivo para más accidentes.
La politización de la bici es un ejemplo más de la irracionalidad de nuestra política al mostrarnos la variedad de los argumentos que camuflan los intereses reales. El diario El País explicaba ayer mismo:

El pleno del Ayuntamiento de Madrid ha aprobado por unanimidad una declaración institucional en contra del uso obligatorio del casco para ciclistas en vías urbanas, tal y como propone la Dirección General de Tráfico (DGT) en su borrador de modificación del Reglamento General de Circulación. Así, el Partido Popular, el Partido Socialista, Izquierda Unida y Unión Progreso y Democracia “instan al Gobierno (PP) a reconsiderar esta propuesta, teniendo en cuenta las opiniones de usuarios y asociaciones a favor de implantar medidas de seguridad activas para mejorar la prevención de los accidentes”.
En la declaración institucional se afirma que “el uso del casco no es exigible en los países con un elevado uso de la bicicleta como medio de transporte”, y se apunta que su imposición “afectará negativamente tanto al uso del servicio público de alquiler”, que en este momento no existe en Madrid, “como al de la bicicleta particular”. “Todo ello podría conllevar una reducción de usuarios, y por tanto una disminución de seguridad de los ciclistas”, se añade, que afectaría “a los negocios y puestos de trabajo directamente relacionados con el sector”.***

Debo confesar que las razones de muchos argumentos se me escapan. No entiendo que el que haya más usuarios implique más seguridad, pues lo lógico es lo contrario. Además si disminuye el número de vehículos motorizados, aumentará la velocidad de circulación. Hay países muchos más educados al volante que el nuestro; no es solo el número. No entiendo que se anteponga el "alquiler" (mi universidad, por ejemplo, tiene servicio de alquiler de bicicletas en el campus) a la seguridad o que se antepongan los "negocios" cuando esos argumentos no se han aceptado nunca respecto a la seguridad de las personas. Me imagino que fabricar cascos también será una industria y que tendrá también sus puestos de trabajo.
Se puede llevar casco o no. Pero lo irritante son los argumentos que unos y otros utilizan.No sé si la muerte de anoche hará reflexionar a alguien o si la política seguirá siendo, una vez más, el arte de ignorar la realidad.

* "Muere un ciclista tras ser atropellado por un coche patrulla de la Policía Nacional" El Mundo 28/05/2013 http://www.elmundo.es/elmundo/2013/05/28/madrid/1369694581.html
** "El Congreso respalda el uso obligatorio del casco en bici" Heraldo 07/05/2013 http://www.heraldo.es/noticias/nacional/2013/05/07/rechazada_propuesta_hacer_obligatorio_casco_bici_ciudad_233290_305.html
*** "Madrid se opone al uso obligatorio del casco para ciclistas en vías urbanas" El País 27/05/2013 http://ccaa.elpais.com/ccaa/2013/05/27/madrid/1369659752_974114.html






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