jueves, 25 de abril de 2013

Preguntas sobre el odio

Joaquín Mª Aguirre (UCM)
Los investigadores y los medios de comunicación con ellos de devanan los sesos intentando explicarse por qué los dos jóvenes chechenos, los autores del atentando de Boston, actuaron como actuaron, por qué devolvieron con odio un historial de ayudas sociales, becas, oportunidades ofrecidas, etc. Casi nunca se aclara demasiado. Las explicaciones, finalmente, no suelen ser más que una cadena de tópicos que constituyen nuestra intento de ponernos en la mente de alguien que no comprendemos.
Intentar encontrar explicaciones al odio no suele ser sencillo porque su función precisamente es la de deformar la percepción, cambiar los valores que nos hacen filtrar las situaciones, a los demás y a nosotros mismos. Buscamos los motivos que llevan al odio y, sin embargo, suele ser el odio el que engendra la motivación amplificándola y dándole coherencia para justificar el acto. No nos encontramos ante situaciones racionales, sino justo ante lo contrario. Pedimos racionalidad donde no hay sino una combinación anómala de motivos distorsionados por la lectura de la propia situación, una conjunción de motivos externos que se utilizan para ajustar los internos.


El diario El Mundo recoge esta necesidad de comprensión que todos albergamos, la que nos hace preguntarnos sobre los motivos y causas:

La investigación se centra ahora en encontrar pistas sobre la radicalización de los hermanos y qué contactos tuvieron en Boston y en Daguestán y Chechenia, donde Tamerlan pasó más de seis meses el año pasado.

Un tío asegura que su sobrino se convirtió en fanático por culpa de un amigo armenio que "le lavó el cerebro". "Quiero subrayar lo del origen armenio... Empezó ahí", dijo a la prensa el parlanchín Ruslan Tsarni.
Watertown, la pequeña ciudad a 14 kilómetros de Boston donde se dirigieron los hermanos en su fuga, tiene la tercera comunidad armenia más grande del país. La ciudad alberga el mayor museo sobre la historia armenia de Norteamérica.*



La extraña combinación entre chechenos —que dicen que solo son enemigos de los rusos—, de musulmanes —que los hermanos dicen defender—, ahora de armenios —que tienen como foco de su odio a los turcos— y de causas personales por determinar configuran un laberinto motivacional que el propio sujeto no tiene porqué comprender. No siempre los motivos se pueden explicar de forma clara. Lo que está "claro" en la mente, puede dejar de estarlo cuando se trata de convertir en palabras, cuando se intenta que otro lo comprenda.

Los interrogadores aseguran que el estadounidense de origen checheno explicó que asesinó a un niño de 8 años y a dos veinteañeras e hirió a casi 300 personas para defender el Islam. Dzhojar dijo que su religión está permanentemente "amenazada" y los yihadistas tienen que "luchar" para contraatacar. El chico citó las guerras de Afganistán e Irak, según varias fuentes de la investigación.
La obsesión con la invasión de Estados Unidos de estos dos países concuerda con la conversación que tuvo Dzhojar al día siguiente del atentado, en su Universidad de Dartmouth, a una hora y media de Boston. Zach Bettencourt, de 20 años, se encontró por la noche con su compañero en el gimnasio e hizo una referencia al atentado, que era lo más comentado en el campus. Dzhojar no se alteró y, según el estudiante, dijo: "Estas cosas pasan en otros países, en Irak o en Afganistán. Tragedias como ésta pasan todo el tiempo. Y es triste".*



¿Qué es triste? ¿Que ocurran? Hablaba de ello como si fuera un testigo, no el causante, como si se hubiera enterado por la prensa. ¿Cinismo hipócrita, disimulo? La dislocación de la mente, su capacidad de pensar desde esquinas opuestas, de tener el odio para matar y apenarse por las muertes que se causan es una de esas cosas que no llegamos a entender o que consideramos falsas. Los detalles que vayan saliendo a la luz, incluidos los que aporte con su testimonio, irán componiendo un retrato irregular de motivaciones y frustraciones, de distorsiones en el tiempo, de auto justificaciones.
The New York Times, como otros medios, busca igualmente qué hace "distinto" a alguien por los pequeños detalles de su vida virtual, a través de sus perfiles en las redes sociales:

The younger brother, Dzhokhar, in particular, seemed utterly immersed in American pop culture, and concerned with the sorts of things that preoccupy many young men — girls (“miss u.s.a. is so sexy”) and good times (“I am the best beer pong player in Cambridge. I am the #truth”). In fact, much of his Twitter feed is distinctive only in its ordinariness — ordinariness that stands in such startling contrast to the horror of what happened last week in Boston.
There are lots of references to musicians like Chris Brown, Jay-Z and Michael Jackson; television shows like “Breaking Bad” and “Game of Thrones,” and movies like “Spider-Man” and “Finding Nemo.” He prattles away about Nutella and Frosted Flakes, complains about typos and losing his remote. “Pop-up adds are the worst, on par with mosquitoes,” he tweets on June 17, 2012.**

¿Cuál es el salto que hay que dar para pasar de "Buscando a Nemo" a poner una bomba que destruya vidas, de llenar una olla de clavos y bolas de rodamientos? Quizá, en su mente, no haya tanta y el mundo sea para él mar abierto lleno de peligros, una agresión constante. 


La relación entre los hermanos añade un componente más en la construcción del odio, multiplica la dificultad de su comprensión. A las preguntas de la radicalización de Tamerlan, se unen las de la transmisión a Dzhokhar, personalidad distinta formada en la relación con el hermano. La prensa se pregunta igualmente por el proceso de "lavado de cerebro" de la esposa norteamericana del hermano mayor, la que mantenía con su trabajo a la familia. Son extrañas historias sobre fascinación, sobre seducción, que esconden debilidades y extrañas atracciones.
El testimonio de la víctima que les pudo identificar —Jeff Bauman, el hombre que perdió ambas piernas en la explosión y que pidió dar una descripción a la policía— dijo que uno de ellos le miró fijamente a los ojos antes de depositar la mochila con la bomba a sus pies. Es en esa mirada, en su intensidad, es donde radica el secreto oscuro del odio. Lo que pasó por su mente en esos instantes, rodeado de personas que disfrutaban del momento, que reían junto a sus familias, solo lo sabe él.

* "Dzhojar dice que atacó el maratón de Boston por las guerras de Irak y Afganistán" El Mundo 23/04/2013 http://www.elmundo.es/america/2013/04/23/estados_unidos/1366744371.html
** "Unraveling Boston Suspects’ Online Lives, Link by Link" The New York Times 23/04/2013 http://www.nytimes.com/2013/04/24/us/unraveling-brothers-online-lives-link-by-link.html?ref=bostonmarathon








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