lunes, 11 de marzo de 2013

El cargo o manos largas sobre la ciudad

Joaquín Mª Aguirre (UCM)
La explicación elemental de por qué no hay debates ideológicos en los partidos es porque no hay ideologías. ¿De qué van a debatir? 
La teoría de que en los lugares pequeños los más ambiciosos se introducen allí donde pueden medrar organizadamente, que trabajan para crearse y mantener un feudo acompañados de colegas tan necesitados de puesto y conexiones como el patrón que les lidera, se confirma una vez más. Luego están los ambiciosos deslocalizados, esos que aspiran a dejar su pueblo y marcharse a la capital, con maleta y un folleto con el programa para echarle un vistazo en el tren por si les preguntan al llegar. La política local es intereés a flor de piel, patrulla de calles, nombre y apellidos, familiares en primer y segundo grado. Están los de aquí y luego los de Madrid, que vienen a mangonearnos.
El ejemplo de Ponferrada es realmente sangrante por lo que tiene de descarado apego al cargo, antes que a cualquier principio. La renuncia a hacer carrera en el PSOE del renuente alcalde, presentándolo como un gran sacrificio personal, nos conmueve. Pensará el interesado y los que como él pululan por la geografía española: «—¿Y para esto me he estado yo currando la localidad, poniendo cara de interés con todo lo que me contaban?» Cuando se mira de cerca, la patria chica no resulta ser tan chica, da mucho de sí. Tan solo se trata de cambiar el discurso y contarle a los del pueblo que ha renunciado a un futuro prometedor por ellos para que se sientan en deuda con él el resto de sus vidas. Todo por Ponferrada. Acabarán fundando un partido nacionalista ponferradino, racial, por encima de las ideologías, solo con intereses, que así hay que gastar menos en propaganda.


El caso ponferradino no es más que una anécdota sobre la estirada piel de toro nacional, ya se pinten rayas municipales, autonómicas o nacionales, incluso, europeas. El sillón para el que se lo trabaja. El poder es el poder. Más vale ser cabeza de chinche que rabo de torito bravo; te agarras y no hay quien te quite. Anécdota, sí, pero vergonzosa, obscena; el más allá de la política.

El estado ideológico calamitoso en que se encuentran los partidos nos muestra claramente que es la aritmética más elemental —suma o resta de votos, multiplicación de ingresos y división de intereses— la que cimenta la política española.
Como estamos en el País del Revés, la cuestión se ofrece como si se tratara de un plante (o un desplante) a Alfredo Pérez Rubalcaba. La manía de los partidos españoles de quedarse tranquilos cuando el vecino tiene la casa empantanada no permite que se arreglen las cosas nunca. «—¡Ponga en orden su casa!», les gusta gritarse unos a otros en cuanto que tienen ocasión, que es con frecuencia. ¡Como si eso supusiera algún alivio de los problemas generales!
En el caso ponferradino, tenemos un ex alcalde del PP con las manos muy largas, del que dio buena cuenta explicativa Juan José Millás en su libro reportaje ‘Hay algo que no es como me dicen. El caso de Nevenka Fernández contra la realidad’ (2011). Quiso la casualidad que me invitaran a compartir "conferencia entrevista" con él, fórmula de debate público, y le propuse centrarnos en el "caso Nevenka" que me pareció interesante por muchos motivos. Durante un par de horas debatimos ante el público asistente sobre lo que era algo más que una anécdota política, más bien el síntoma de una sociedad patriarcal fuertemente enraizada, donde "poder" significa poder sobre lo divino y lo humano.


Esto no es un caso ideológico. Entenderlo así es hacer un flaco servicio. Es, precisamente, una ocasión de oro para dejar al descubierto a todos estos individuos que acaparan poder y clientela en pueblos y ciudades, por encima de ideologías o principios, que reducen la vida política al derecho primario a doblegar cualquier voluntad que se les resista. Bien haría Ponferrada en desprenderse de los que primero venden en el nombre del partido y después venden al partido mismo o lo que haga falta con tal de seguir manteniendo las riendas de la vida local. Ponferrada es solo un nombre, un lugar, pero como diría Gustave Flaubert, hay uno de ellos en cada pueblo de nuestra geografía. Uno por lo menos, añadimos nosotros.



Pedimos la renovación de los partidos, sí. Ahora el pueblo de Ponferrada tiene la ocasión mostrar sus virtudes cívicas; los que llevaron de nuevo al ex alcalde al ayuntamiento, tras ser condenado, ya dieron de sí todo lo que podían. Que no se molesten; que se abracen.
Sería interesante, para entenderlo, releer el texto de Juan José Millás. El País publicó un capítulo de la obra, como promoción, unos días antes de que saliera a la venta. Esta es la descripción que hizo de su motivación inicial y de lo que se encontró:

El asunto me interesó profesionalmente, pues pensaba que si lograba entrevistarme con esa concejala quizá podría sacar alguna información sobre determinadas operaciones urbanísticas algo dudosas que se estaban llevando a cabo en Ponferrada. El PP gobierna allí con mayoría absoluta y métodos caciquiles. Todo es hermético porque ha logrado crear una red de intereses tan brutal que nadie da un paso sin la autorización del alcalde. En Ponferrada no se cae una hoja de un árbol sin que Ismael Álvarez lo autorice. La posibilidad de entrar en contacto con una persona que conociera el Ayuntamiento por dentro y que además hubiera trabajado en el área de economía era muy apetecible. Si esa persona había salido rebotada, mejor. Me puse, pues, en marcha para conseguir una cita con Nevenka Fernández, y el caso es que la conseguí.
Ya te digo que mis intereses eran completamente egoístas, profesionales, pero todo cambió cuando estuve frente a ella. Habíamos quedado en un Vips cercano a la plaza de España, aquí, en Madrid. Éramos cuatro: Nevenka, su novio, otra persona que había actuado de contacto y yo. Cuando vi a Nevenka me quedé espantado: parecía una criatura recién salida de un campo de concentración. Estaba en los huesos. Miraba a un lado y a otro cada vez que decía algo, como si flotara en el ambiente un peligro indeterminado que en cualquier momento pudiera materializarse, y encendía un cigarrillo con la brasa del anterior. También hacía un gesto raro con las manos, como si se las estuviera lavando continuamente o como si quisiera deshacerse de unas ataduras invisibles. Te ponía los pelos de punta. Me sentí mal por haber pretendido obtener alguna información de una persona en esas condiciones, así que cuando nos contó la situación de acoso que había padecido le aconsejé que pusiera una denuncia, pues creo que es lo que las mujeres tienen que hacer en casos como éste, y me ofrecí a ayudarla si se decidía a dar ese paso. Luego me quité de en medio. *

Los casos de acoso, por mucha condena que tengan, siempre encuentra personas que los disculpan, los empequeñecen y consideran que son culpa de las mujeres que se lo buscan. Se puede llegar muy lejos siendo acosador convicto. Se puede incluso presumir de ello. Un voto es un voto, dicen desde la derecha y la izquierda, según toque. Hay cosas que son difíciles de cambiar. Y otras de entender.
Nunca fue la vara municipal símbolo tan fálico como en Ponferrada.



* Juan José Millás. "Nevenka. Historia de una humillación". El País 02/2011 http://www.elpais.com/elpaismedia/ultimahora/media/201102/02/espana/20110202elpepunac_3_Pes_PDF.pdf






No hay comentarios:

Publicar un comentario

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.