martes, 26 de febrero de 2013

La familia (y unos más)

Joaquín Mª Aguirre (UCM)
Durante décadas las familias españolas tenían una amplitud que iba desde el solitario hijo o hija "únicos" hasta el tope de "familia numerosa", cifra marcaba año tras año, de forma implacable, la familia Fragoso del Toro, que batía todos los récords. Una familia era, pues, un matrimonio (no valían parejas entonces) que tenía de un hijo hasta el número que hubieran tenido los Fragoso del Toro ese año. 
Recuerdo que cada año llegaba a casa la felicitación navideña de los Fragoso, consistente en una fotografía de toda la familia  y nos poníamos a contarlos porque a nosotros —que éramos tres hermanos y nos quedábamos en las puertas de la "familia numerosa" oficial mínima— nos parecían una enormidad y se podía soñar no ya en riñas de hermanos, sino en gigantescas batallas en las que hubiera infantería, artillería y hasta caballería, que entonces con el palo de una escoba ya tenías bastante. 
Los Fragoso del Toro arrasaban todo los años en esta modalidad y se llevaban de calle los premios de Natalidad, que eran algo que se concedía entonces y que hoy sería considerado extemporáneo porque el progreso, nos decían los que habían leído a Wilhelm Reich, era el placer sin descendencia. Y a eso, claro, muchos sí se apuntaban. 


Chiste de J. Fragoso del Toro, "Chuchi"

Jesús Fragoso del Toro, conocido como "Chuchi", fue celebrado periodista deportivo —Marca y As—, dibujante y escritor, cuñado de Miguel Delibes, y padre de veinte hijos. Con el padre y la madre de porteros podían jugar partidos de fútbol ellos solitos.
Antes, cuando veías a una persona que trabajaba sin parar se decía "¡tiene cinco hijos!" o los que fueran. El llamado "pluriempleo" —¡qué tiempos!— consistía en que la gente tenía que tener tantos trabajos como hijos dividido por dos, que era una fórmula que funcionaba bien para el cálculo. Que tenías cuatro hijos, pues necesitaban dos trabajos; seis, pues tres.  O que te ascendieran en alguno, que con eso salían los decimales. Y así llegaban a fin de mes y, si no llegaban, para eso estaba el Monte de Piedad y los pendientes de tu abuela o similares, que permitían pasar los días finales con menos apuros. Es la España en blanco y negro que no nos gusta recordar. Hoy tenemos color y, aunque se ha reducido drásticamente el tamaño de las familias, las denuncias de nepotismo se suceden. Tenemos "color" y sonrojo.


Ha destapado el diario ABC otro caso de la corrupción más universal que es la "colocación familiar". Ha ocurrido además en el seno de una institución tan sería como la Academia Gallega de la Lengua en la que se ha descubierto que además de hablar todos gallego, lo habían aprendido en el mismo sitio. Nos cuenta el diario:


Pese a que los intentos por que la propia institución o alguno de sus empleados confirmase extremo alguno fueron inútiles, según la documentación a la que ha tenido acceso este periódico, uno de los empleados de la Casa-Museo Emilia Pardo Bazán, ubicada en la sede de la propia Academia en la coruñesa calle de Tabernas, responde al nombre de Manuel González Prieto, hijo del Manuel González González, tesorero de la RAG bajo la dirección de Xosé Luis Méndez Ferrín.
Con ellos son tres los hijos de los principales responsables de la Academia que forman o han formado parte de las 33 nóminas declaradas por esta. La hija pequeña del presidente se ocupó, al menos hasta enero de este año, de la página web que aloja boletines, información institucional y diaria y el diccionario elaborado por los académicos. En idéntico periodo lo hizo Alberto Lema, licenciado en filología y pareja de la hija del presidente.
Los hijos de los número dos y tres de la directiva académica están actualmente en nómina, extremo contrastado por este medio en la correspondiente al mes de febrero.*




Ya han comenzado las dimisiones que serán, además, dramáticas porque saldrán familias enteras a la calle dejando la institución desolada y a las familias igual de unidas pero en casa. En ABC, en cambio, no dimitirá nadie por redactar de esa manera.

Esto de meter a los hijos en los trabajos es el verdadero aliciente del poder y algo de "principesco" sí tiene el asunto. En un país con más del cincuenta por ciento de sus jóvenes en paro y con un veinticinco por ciento de paro general, tener a los hijos colocados es algo que permite dormir mejor. Yo, que tengo a dos hijos en edad de estar parados, lo entiendo perfectamente. Pero la verdad es que esto del "nepotismo" se está ampliando. Aquí hay que encontrar trabajo hasta para Iñaki Urdangarín, al que, sin problemas para llegar a final de mes, querían colocar para dar ejemplo de laboriosidad. Dice en el diario El Mundo "Su Alteza Serenísima la princesa Corinna zu Sayn-Wittgenstein" (lo ponen tan historiado porque tienen la exclusiva) que

"Fui la primera sorprendida cuando Iñaki no aceptó el trabajo. Yo sólo traté de encontrarle un empleo digno", afirma la princesa, que entre 2004 y 2005 intentó conseguir para Urdangarín la presidencia del capítulo español de la prestigiosa Fundación Laureus, que otorga anualmente los denominados óscar del deporte. "Yo sólo traté de ayudarle a encontrar, tal como me pidió, un empleo compatible con su posición", agrega la princesa.**


"Su Alteza Serenísima la princesa Corinna zu Sayn-Wittgenstein" no es familia, pero como si lo fuera. La posición ofrecida debió parecerle al advenedizo duque poco "compatible" o muy "florero", expresión que hay que consolidar para ámbitos más amplios, por lo que decidió —¡en mala hora!— lanzarse a la economía práctica, medio independizarse.

Se empieza por decir "¡qué no haría uno por los hijos!" y continuamos con los yernos, las novias de los primos, los primos de las novias, etc., y al final nos ha salido más familia que a Jesús Fragoso del Toro que era un ejemplo nacional de dedicación y entrega familiar.
Aquella famosa película "La gran familia" y su secuela "La familia y uno más" representaba a familias luchando por llegar a fin de mes, cargadas de hijos, pero contentos. Hemos pasado del "pluriempleo" de mañana y tarde y de llevarse trabajo a casa, a los "miniempleos" que son como Zenón y la tortuga, la mitad de la mitad de la mitad. Por eso sienta mal que "coloquen" así a la familia y que, además de colocarla, lo hagan con sueldos o en puestos que exceden a los méritos y entrando por las puertas traseras. Como bien decía un chiste, no se sabe si es el árbol genealógico o el organigrama. Luego todo son quejas: que si eran los mejores expedientes, que si yo me salí en la evaluación, que si no sabía que estaba ahí, que si nos habíamos separado, etc.


Hoy el más poderoso es el que puede dar empleos. Y algunos abusan de ello. Lo que nos falla de la clase empresarial, lo ocupan políticos y caciques que colocan y recolocan a su gusto. Y eso les da más poder en un país con cinco millones de parados. La mitad de estas cosas se solucionarían con una política de empleo eficaz y que no se tuviera que buscar uno la vida más allá de lo razonable y lo legal. La familia está muy bien para comer todos juntos los domingos y festivos, pero no debería ser la forma de colocación o adjudicación allí donde no debe.
Esperemos que el gallego no se resienta.

* "La Academia Galega también da empleo a los hijos de su secretario y su tesorero" ABC 25/02/2013 http://www.abc.es/comunidad-galicia/20130220/abcp-academia-galega-tambien-empleo-20130220.html
** "'Traté de encontrar a Iñaki un empleo compatible con su posición'" El Mundo 25/02/2013 http://www.elmundo.es/elmundo/2013/02/23/espana/1361645057.html






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