sábado, 11 de agosto de 2012

El destino turístico o quien paga manda

Joaquín Mª Aguirre (UCM)
Lloret de Mar vuelve otro verano a las primeras páginas de los periódicos [ver entrada]. La trampa del turismo degradado, cuyo nivel te exige la clientela —el que paga manda— se vuelve bronca en época de crisis. Todo el mundo desea turismo elegante, educado y con el bolsillo lleno, pero luego te llega lo que te llega y hacen de ti lo que esperan que seas: el lugar en el que hacer lo que les apetece, sexo, drogas y alcohol. El verano es para divertirse y el verano es España.
Fue a principios de los años ochenta y lo he recordado siempre; una de esas frases que se te quedan grabadas y vuelven de vez en cuando, como banda sonora en situaciones como esta:
—Nunca le perdonaré a Franco habernos convertido en el chiringuito de Europa.


La persona que me lo dijo lo hizo con tristeza y rabia. Año tras año, verano tras verano, realizaba la misma rutina: acompañar a los alemanes de su familia política a tomarse su gin tonic y bailar al ritmo de la orquesta de turno. Para los venidos de fuera, España era la playa por la mañana y la terraza con música por la noche, la ocasión de recuperarse un poco del duro trabajo del oscuro norte. Las cosas hoy han empeorado bastante y ya no es culpa de Franco sino de una clase empresarial ciega y de una clase política necia, incapaz de crear una línea nacional, un futuro deseado y deseable más allá del chiringuito, siempre dejándose arrastrar por las circunstancias y llevándonos a todos detrás. La especulación inmobiliaria de los ochenta y noventa dejó en mantillas a la de los sesenta. Benidorm quedó como un paraíso urbanístico en comparación con las monstruosidades playeras posteriores con las bendiciones autonómicas preceptivas. De la dictadura al pelotazo; de los alcaldes del Movimiento, a los alcaldes de la movida. Del Spain is different se pasó a la "marca España", pero no varió mucho el programa: que vengan. Y, en tiempos duros, que vengan como sea y a lo que sea.


La amenaza de la ciudad de Lloret de Mar de declarar "persona non grata" a los máximos responsables del reality del canal alemán privado ProSieben —a ese esperpéntico "Don Francis"—, en el que cuatro chicos y otras tantas chicas se encierran en un chalet de Lloret para demostrarnos que donde nacieron Kant y Goethe también pueden nacer animales de bellota, nos imaginamos que nos les intimidará demasiado. Incluso les hará gracia, aunque nos jugamos las propinas. Da igual que la audiencia alemana —nos dicen como consolación— haya decaído, harta de ver ordinarieces sobre suelo hispano a cargo de sus hijos menos aplicados. We love Lloret, se llama la joya audiovisual, en donde "love" no es más que un eufemismo. Lloret es Lloret, el Lloret que ellos aman, el del exceso, el estereotipo del peor turismo posible, el que te reduce a espacio servil, la consecuencia lógica de una deriva que ahora quieren remediar. Preso en su propia trampa, Lloret se debate entre el turismo monstruoso que ha creado por permitirlo durante años, y su imagen mediática perversa, su orgullo herido por un programa tan hortera y chabacano que hasta se parece a otros que se han hecho aquí con gran éxito de público.

Nos cuenta La Vanguardia:

Tras enviar la semana pasada una carta al canal privado ProSieben, responsable del programa, este jueves el ayuntamiento ha amenazado con "emprender las acciones legales pertinentes a fin de penalizar los daños que la emisión de este programa ha ocasionado a nuestro destino".*


No saben los del ayuntamiento de Lloret lo acertados que han estado al escoger el término "destino" para referirse a ellos mismos, pues en efecto es de su "destino" —en el sentido de "lo inevitable",  de lo que "está escrito"— de lo que están hablando. Que un pueblo hable de sí mismo como de un "destino" nos muestra hasta qué punto se ven tan solo como un espacio receptor, un lugar en el que los clientes de pago ejercen su derecho de pernada y vómito. ¿Persona non grata? Otro gesto inútil de los inútiles, un brindis al sol, brindis torero: ¡ Va por usté, mein Herr!
Me imagino que a la mayoría de los alemanes les dará vergüenza ajena ver a sus vástagos desmelenados y más tiempo tumbados que de pie en esa "Villa Finca Fiesta", tal como han llamado al lugar, con promesa de dos semanas de desmadre. A los de Lloret, en cambio, lo que les da vergüenza es ser el escenario del descontrol, el "destino turístico" convertido en pesadilla de marca, en el que se proclama el reinado de la ordinariez adinerada de ocho niñatos que hacen de este rincón mediterráneo de Europa —de ese sur de vagos de piel morena, de camisa abierta, de PIIGS— el lugar en el que exhibir su maneras zafias y horteras. Una forma infame de usar el espacio Schengen, la libre circulación de animales de corral por el territorio europeo.


Las noticias que nos dan, en paralelo, es que, mientras aquí nos llegan en busca de sexo, drogas y alcohol, ha crecido en un 11% el número de "trabajadores españoles disponibles" que han marchado hacia Alemania. Cada uno busca lo que no tiene en casa: ellos el desmadre, nosotros el trabajo. Nos dice el diario El Mundo:

En total, de acuerdo con la estadística del organismo elaborada con cifras del pasado mayo, cotizan como trabajadores en Alemania un total de 46.026 españoles, 4.753 más que un año atrás.
Siguen a los españoles los trabajadores griegos, con un incremento del 9,8% y un total de 117.744 ciudadanos de esa nacionalidad empleados en Alemania.
En términos absolutos, el mayor colectivo entre ese grupo de cuatro países lo forman los italianos, con 232.772 personas y un incremento interanual del 4,2%, mientras que el número de portugueses subió un 5,9%, hasta situarse en 55.560.
De acuerdo con esas estadística, el total de trabajadores de esos cuatro países se sitúa en 452.102, lo que representa un aumento global del 6,5% respecto a mayo de 2011.
Dentro del cómputo de población laboralmente activa de Alemania, integrada por 34,09 millones de personas, los trabajadores de estos cuatro países representan un 1,3%.**



La salida de nuestros trabajadores más cualificados —si no los alemanes no los querrían— es un auténtico suicidio nacional, la consumación de un "destino" fatal que dirían los del ayuntamiento de Lloret de Mar. No van solo a Alemania; se van a Francia, a Inglaterra, defraudados por una generación que no ha sabido defender un futuro posible para ellos. Nos lo hemos buscado a pulso.

No es de extrañar el suspenso generalizado a toda la clase política, cuya propuesta final —¡y quieren que se les aplauda!—es el asalto a supermercados de un alcalde y diputado autonómico. Es el reconocimiento de nuestra incapacidad para crear un tipo de economía distinto al que hemos creado, en parte, sí, por las exigencias europeas, que nos han dirigido en una dirección predominante y subordinada, el chiringuito de Europa, el retiro de jubilados, el lugar fácil de la cana al aire. Pero no hay excusa para nosotros.
No es cierto que la locomotora alemana esté en marcha, como dicen algunos. Al contrario, su economía se ralentiza: el importar trabajadores es una forma de abaratar costes y ser más competitivos. La recomendación de bajar los sueldos en España, con el paro que tenemos, es mandarlos directamente a Alemania, o a cualquier otro lugar, con unas pretensiones económicas muy bajas, mínimas, agradeciendo como grandes sueldos los propios de los "minijobs" que ya Angela Merkel nos recomendaba hace unos meses. España, Italia... están jugando el mismo papel que jugó en los noventa la mano de obra bien preparada de la Europa del Este, con los mismos beneficiarios siempre, los países más industrializados. Solo nos queda esperar a que sean ricos para que vengan a gastárselo en Lloret, en tantos lugares que creamos para su esparcimiento. Se lo merecen, trabajan duro todo el año. Seamos el reposo del guerrero europeo.


Sí, han causado irritación las recomendaciones del BCE de que se bajen más los sueldos en España, con un 24% de paro y un 52% entre los jóvenes. El BCE hace política alemana porque es un modelo de banco alemán, diseñado para satisfacer las exigencias del marco alemán para entrar en el euro. No se creará aquí empleo, se reducirá el consumo y saldrá más y mejor personal cualificado para Alemania, que no tendrá así que deslocalizar sus fábricas, sino importar los ingenieros, licenciados y doctores españoles que hartos de servir mesas a turistas, de limpiar vómitos de madrugada, en Lloret, en Marbella, en Ibiza, en tantos otros lugares..., hará sus maletas huyendo de su cruel destino turísticoHeute beginnt die Party.
Cuando crees que controlas el turismo, el turismo te controla a ti. Quien paga manda. Habrá que ir a trabajar a Alemania para venir después a España de vacaciones.

* "Un 'reality' alemán alimenta los tópicos de sexo fácil y alcohol barato de Lloret de Mar" La Vanguardia 9/08/2012 http://www.elmundo.es/elmundo/2012/08/09/barcelona/1344531961.html
** "El número de trabajadores españoles en Alemania crece un 11,5% en un año" El Mundo 9(08/2012 http://www.elmundo.es/elmundo/2012/08/09/economia/1344522318.html







1 comentario:

  1. Me ha encantado la definición de Schengen como "la libre circulación de animales de corral por el territorio europeo", cierta en muchos casos de travase de gente del norte al sur, sobre todo en época estival...

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