lunes, 18 de junio de 2012

Parábolas

Joaquín Mª Aguirre (UCM)
Los amaneceres del que escribe sobre el mundo son terribles. ¿Hay que escribir sobre la premio Nobel birmana, ejemplo de valores y principios firmes, saliendo de la cárcel tras décadas de encierro y sufrimientos, o hay que hacerlo sobre el descerebrado al que se le ocurrió meter el pene en un tubo metálico y que ha tenido a una brigada de bomberos y un equipo de cirujanos practicando un rescate (préstamo o ayuda) en toda regla?
Lorenzo Silva, que es una persona seria, ha intentado una tercera vía y no se ha resistido a la tentación de dejar pasar un tema como el del tubito de marras*. Lo ha hecho mediante el recurso parabólico, que es algo siempre muy socorrido y didáctico. Consiste en  hablar de una cosa como si estuvieras hablando de otra. En este caso, a Silva, lo del “pito” le ha servido para hablar sobre la economía española, la falta de instrumental adecuado en los quirófanos españoles y así criticar los recortes presentes y futuros en la Sanidad.
Es una forma de afrontar el problema matutino y así, aunque lo titule sin metáforas (el artículo lleva el explícito título “El pito en el tubo”), pudo escribir lo siguiente:

Mientras examina el órgano excarcelado y aventura su pronóstico ("no lo perderá, no se preocupe") al cirujano le asalta de pronto una idea peregrina. Lo que acaba de ver y vivir, el salvamento del pito encerrado en un tubo por la poca cabeza de su usuario, se le antoja una metáfora de lo que sucede en el país en cuyo sistema público de salud presta servicios. También los cirujanos que tienen tendido en la mesa de operaciones al país se revelan impotentes, con su instrumental y sus conocimientos, para remediar el arduo problema que llevan entre manos.*

¿Está la economía española atrapada por la rigidez del euro? ¿Es Rajoy el de la sierra? ¿Impedirán los recortes el crecimiento? Todo esto debería surgir en nosotros ante la lectura de la noticia. Todo el mundo puede comprender que Silva utilice su buen hacer literario para meterse en la cabeza de los personajes —ya no son personas— y transmitirnos lo que se les pasa por allí. Lo poético está precisamente en que no se les pasaba a ellos, bomberos, cirujanos y mucho menos al paciente, sino a nosotros. Por eso el artículo le ha salido parabólico en vez de naturalista; se concede la licencia poética de hacer que todo el grupo de cirujanos y bomberos curiosos, mientras le sacan a un señor el pene de un tubo, se pongan a pensar en los recortes presupuestarios, la economía española, etc. Ese es su juego literario, partir de una realidad deprimente y llegar a conclusiones también deprimentes pero por el camino más largo. 


Y es que a todo le damos doble sentido. Y la vida no lo tiene, sino que es absurda, sin sentido, porque si lo tuviera, la gente no metería los penes en los tubos, aunque fuera para ilustrar el estado de nuestra economía. Como dice Silva: “Esto es una parábola. O no”.
Podríamos pensar también en las elecciones francesas, y en vez de hacer un análisis de las consecuencias políticas, decidirnos por la frivolidad de lo del twitt de la segunda mujer de Hollande hundiendo en la miseria electoral a la primera, la madre de sus hijos. Escenas de la vida político-familiar, que diría Balzac. Ahondaríamos en esta cuestión, cuya autoría perversa ha asumido un periodista italiano especializado en suplantar a la gente en las redes sociales o —no se sabe bien— en decir que la ha suplantado, que son dos cosas muy distintas. ¿Es un suplantador genuino o un falso suplantador? ¿En la mente de quién hay que entrar esta vez?

Por mucho que el malvado periodista italiano —teórico de la inseguridad identitaria de la redes— lo diga, por mucho que afirme ser el autor del twitt traicionero, la gente se ha quedado con la versión frívola y celosa, que permite deslizarse por los terrenos escabrosos de las pasiones. ¡Pitos, todo es cuestión de pitos! ¡Pitos parabólicos! Hemos pasado de Carla Bruni tocando la guitarra para Sarkozy, a un auténtico culebrón político sentimental, un reality con la participación interactiva del público elector. Me gusta – no me gusta; te voto, no te voto. Parábola político sentimental. La vida en un twitt ex machina.
Corre el riesgo François Hollande de seguir la senda de la “pipolización”. Si se entra en el Elíseo, se entra en el cuché. En el fondo, cada personaje político lleva su propia agenda, sus temas paralelos y definitorios al margen de los políticos, que los marca la actualidad. ¿Cómo podemos pasar del explosivo Sarkozy al correcto Hollande, del bunga-bunga Berlusconi al fúnebre Monti sin que nos estalle el cerebro? No corramos riesgos: el enfoque es la solución. Parábolas.

Entre un pene liberado de su sarcófago metálico con instrumental de fontanería casera por bomberos y cirujanos, y un twitt envenenado de una segunda esposa, pero ahora primera dama, apoyando a un disidente opositor pero con aval oficial, absorbemos la vida como un pañal biodegradable.
La tinta que corre por las venas del mundo está tan seca como el corazón de los hombres que la leen. ¡Oh, musa del día a día, escúchanos! ¡Cubre tu escandaloso cuerpo desnudo y canta con pudor antes de que los demonios del aburrimiento nos lleven hasta la guarida del gato y la alergia se apodere de nosotros! ¡Permítenos sobrevivir hasta que el próximo descerebrado meta algún miembro donde no debe! ¿Qué haríamos sin parábolas? ¿Qué sería de nosotros sin ellas? ¡Oh, realidad traidora, nos haces reflexionar sobre la nimiedad de la vida desde el vacío pretencioso de las portadas!
¡Prometeo, ha llegado el momento de tu trasplante de  hígado! ¡Tu águila desconsolada así lo exige!

* Lorenzo Silva: "El pito en el tubo" El Mundo 17/06/2012 http://www.elmundo.es/elmundo/2012/06/16/cultura/1339877754.html



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