miércoles, 16 de mayo de 2012

La broma

Joaquín Mª Aguirre (UCM)
The New York Times da cuenta de la muerte del periodista Mike McGrady*, a los setenta y ocho años. Licenciado por Yale y becario de Harvard, McGrady ha pasado a la historia no por su excelente trabajo periodístico, sino por ser el “autor intelectual” de una broma literaria que convulsionó el panorama norteamericano a finales de la década de los sesenta, cuando apareció publicada una escandalosa novela titulada “Naked came the stranger”, firmada por una desconocida ama de casa de Long Island, Penelope Ashe. El hecho de que la autora fuera desconocida se debía principalmente a que no existía, ya que no era más que el pseudónimo elegido por McGrady para lanzar una obra colectiva, escrita por 25 periodistas, compañeros suyos en Newsday.

“It came after a night of reading ‘Valley of the Dolls,’ ” he later told Newsweek, “which I couldn’t put down because I was asleep.”
Surely, he reasoned, a newsroom full of journalism’s best and brightest could together produce something just as schlocky — and just as successful. He fired off a memo to his colleagues.
“As one of Newsday’s truly outstanding literary talents, you are hereby officially invited to become the co-author of a best-selling novel,” it read. “There will be an unremitting emphasis on sex. Also, true excellence in writing will be quickly blue-penciled into oblivion.”
Two dozen journalists — mostly men and a few women — signed on, each contributing a chapter. True to his word, Mr. McGrady rejected submissions that were too well written.*

Dice The New York Times en su obituario que cumplió su advertencia de dejar fuera todo lo que estuviera bien escrito. No se trataba de hacer un buen libro, sino de demostrar las raíces del éxito: sexo, vulgaridad y más sexo. Si los malos escritores pueden escribir mal y tener éxito, ¿por qué los buenos escritores no pueden hacerlo?
La pregunta no es baladí y suele ser una de las tentaciones de la gente que escribe bien, la pregunta que se hace en muchas ocasiones cuando ve el triunfo de público de tanto indocumentado literario, de tanto bobo con un lápiz. En la pugna entre la inmortalidad de la gloria  y el éxito mundano, aquellos que tienen en alguna estima la Literatura suelen tratar de escribir lo que les gustaría leer, frente a los que escriben páginas que ni ellos mismos son capaces de terminar.
McGrady realizó su broma y consiguió demostrar que lo que está voluntariamente mal escrito puede llegar a vender 20.000 copias, como ocurrió con la novela de marras. Antes de que se hiciera público que Penelope Ashe era una ficción tan ridícula como las páginas que supuestamente había escrito, la novela fue un éxito de público. Después de saberse, llegó a vender 400.000 copias. Deprimente..., para algunos.


La fórmula del éxito está al alcance de aquellos sean capaces de emplearla sin escrúpulos o son tan tontos que la creen inspiración. Hay de todo, desde luego. Hay tan vanidosos y soberbios que confunden el éxito de público con escribir bien, que miden su gloria por la longitud las colas para firmar sus ejemplares en las ferias o el puesto en la lista de los más vendidos. Pura vanidad. Pero la vanidad es uno de los motores más poderosos. Lo malo es cuando se creen merecedores de algo más, cuando reivindican su puesto en el parnaso literario, academias y libros de historia. El que vende su alma a buen precio no debería pedir esas cosas y contentarse con la cuenta bancaria, que no es poco. Pero lo quieren todo.

En realidad, McGrady puso en evidencia a un sistema que ya se había puesto él mismo en evidencia. La literatura importa poco, se trata de vender. Y de vender lo que sea. 
De ser cierto que la inspiración de la broma le llegó tras la lectura del bestseller de Jacqueline Susann, El Valle de las muñecas, descubrió allí la panacea de las ventas y no necesitó más que concretar el encargo a sus compañeros de redacción, sexo y mala escritura. Definió así al público que hace crecer los bestsellers a través de sus intereses y capacidades. Ya no queda sino tratar de encontrar una débil estructura que justifique una escena de sexo tras otra, que es lo que desarrollaba en cada capítulo de la obra. Se ponen uno detrás de otro y ya está. Tienes un bestseller.
La portada de la novela no tiene desperdicio. Una mujer desnuda de espaldas y una barra de labios con la que se han realizado distintas marcas de conteo. No hace falta mucha imaginación para comprender qué significan, en el contexto creado por el título y la fotografía, las siete marcas labiales. Una buena semana. Como a los toros, solo se trata de agitar un poco el capote frente a los morros para que embistan.
Habrá quien argumente que todos los días hay gente que fracasa en su intento de lograr bestsellers, pero eso no es más que la vanidad literaria que les traiciona y pretenden, además de vender, escribir bien o ser originales o cualquier otra circunstancia que les adule el ego y salve la conciencia. Los escritores de bestsellers, como decía alguien de los guionistas, no se pueden permitir tener ego, solo cuenta corriente. Antes tenían que ser impermeables a los críticos. Ahora ya no hace falta ni eso.
El único ingenio que se permite suele ser en el título, que es la influencia decisiva de la publicidad, el reclamo. El caso extremo del funcionamiento lo ha dejado en evidencia el libro —bestseller, por supuesto— “What every MAN thinks about apart from SEX”**. Toda la literatura que encontrarán es la expresada en el título, pues no contiene una sola letra más, el libro está en blanco. ¿La lógica?: no se piensa en otra cosa. Es el bestseller total. Otra broma que se ha vendido por millones en todo el mundo y que novias, esposas y amigos regalan con distintas intenciones.

Sheridan Simove, el “autor”, ha dejado el listón muy alto para la próxima broma. De hecho puede ser la última de este tipo porque está claro que la broma solo es posible en un libro de papel y no es transferible a un libro electrónico. Las doscientas páginas en blanco que el lector compraba al precio de 4’69 euros no tienen sentido en un dispositivo digital. El chiste encuadernado —pues no de otra cosa se trata— solo es eficaz si muestra una gran cantidad de papel en blanco, traducción material del vacío mental. En la esquina superior derecha de la cubierta, un resaltado chillón nos advierte: “Amazing Truth Inside!”. Maravillosa y amarga verdad.
Si siempre se habló del miedo del escritor a la página en blanco, parece  que algunos se lo han perdido y hasta lo han rentabilizado. McGrady se esforzó en realizar una depurada mala escritura. Ya no llegamos ni a eso.



* "Mike McGrady, Known for a Literary Hoax, Dies at 78". The New York Times 14/05/2012 http://www.nytimes.com/2012/05/15/business/media/mike-mcgrady-known-for-a-literary-hoax-dies-at-78.html?_r=1&hpw
** "Libro en blanco se convirtió en bestseller" Viarosario.com 07/03/2011 http://www.viarosario.com/noticias/noticias/libro-en-blanco-se-convirtio-en-best-seller-23767.html




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