miércoles, 25 de abril de 2012

Tribunales egipcios, entre civiles y militares

Joaquín Mª Aguirre (UCM)
Cartel Terrorismo y kebab (1992)
En la misma edición digital de Al-Masry Al-Youm (Egipto Independiente) que consulto hoy tenemos dos muestras evidentes de la deriva política de Egipto. Son dos casos llevados ante los tribunales, militares y civiles, que marcan el sesgo que va tomando la situación. Del primero de ellos nos ocupamos no hace mucho cuando dimos cuenta del juicio al conocido actor cómico Adel Imam* en el que un abogado próximo a los grupos islamistas, controladores hoy del parlamento egipcio en un setenta y cinco por ciento, le había denunciado por “insultos al islam” y sus símbolos, es decir, barbas y ropajes con los que algunas personas piensan que serán recibidas mejor que otras en la otra vida. Las películas fueron  “Al-Irhab Wal-Kabab” (Terrorismo y Kebab 1992), “Al  -Irhabi” (El Terrorista 1994) y “Teyour al-Zalam” (Pájaros de oscuridad 1995), según nos cuenta el diario egipcio. 
Terrorismo y kebab, una de las películas por las que ha sido sancionado, es una de las más populares del cine egipcio. La crítica la ha incluido en el puesto decimoquinto de las mejores películas nacionales. Se considera un clásico de la comedia satírica. 

El edificio Mogamma, en Tahrir
Transcurre en el Mogamma, el monumental y faraónico edificio administrativo existente en la Plaza de Tahrir. El edificio es un río humano, un auténtico torrente de reclamantes en un escenario digno de una obra kafkiana. Ahmed (Adel Imam) trata de realizar un trámite administrativo relacionado con la escuela de sus hijos. La locura del edificio le sirve al cómico para mostrar la ineficacia del sistema y los vicios nacionales. En una de las oficinas en las que tiene que resolver su problema se encuentra a dos administrativos, un piadoso funcionario que no para de rezar y no trabaja, y una mujer colgada al teléfono o realizando tareas al margen de su función, que frustran cualquier posibilidad de resolución. Nadie trabaja. Ahmed tendrá que localizar funcionarios incluso en los servicios, salir a buscarlos por los alrededores, etc. Finalmente, harto del espectáculo dantesco de tantas “almas” vagando por ese purgatorio administrativo, de tanta ineficacia, estallará. Acabará tomando rehenes y el edificio se verá rodeado por la policía militar. Finalmente, a petición de los rehenes, saldrá camuflado entre ellos para evitar ser matado en la toma del edificio por la policía. Una fábula. Un crítico, Wahid Hamed, escribió sobre ella: “People don't know what they want ... They are crushed, their dreams are impossible, they can't believe their demands can be fulfilled, so they ask for kebab”. Al final, ante tanta ineptitud, solo pides pan.


El hecho de que hayan pasado exactamente veinte años desde que se realizó la película, 1992, nos muestra el actual talante de reescritura de la sociedad y la historia egipcia. Adel Imam es una huella incómoda, como lo serán otros a este paso. Puede que esto no haya hecho más que empezar.

Sancionar a Adel, además, significa sancionar la película y, por supuesto a los que la vean, algo para lo que no quedará espacio futuro. No es una manía de un abogado fundamentalista; es un mensaje a la sociedad en su conjunto. Da igual que Imam no vaya a la cárcel y se pueda pagar una multa compensatoria por los tres meses de condena. Lo importante es que la teoría que señalaba que Imam había sido condenado en primera instancia por no haberse presentado y que sería absuelto en la apelación, no se ha visto confirmada. Sí lo ha sido, en cambio, la sentencia que lo condenaba. Si en la época de Mubarak —se ven sus retratos de fondo en los despachos del edificio Mogamma— se podía criticar al funcionario que reza en vez de trabajar, ahora, veinte años después, la censura viene del otro lado. El que reza es el héroe humillado que necesita ser reivindicado públicamente. La pregunta es la del viejo chiste: ¿rezaba para no trabajar o no trabajaba porque rezaba? El futuro de Egipto lo verá.

La oficina en el Mogamma

El otro juicio del que se nos habla hoy el diario incide en la otra vertiente más preocupante junto a la censura, el caso de la activista por la paz británica que fue violada por el oficial encargado de un control militar mientras se dirigía a Palestina.
Si el edificio Mogamma y lo que ocurre dentro es absolutamente kafkiano, lo que ocurre en los tribunales militares es todavía peor. Cualquier caso que involucre a un militar queda bajo la jurisdicción militar. Vimos, no hace muchos días, como se absolvió al médico militar que realizó las ofensivas y humillantes pruebas de virginidad a las manifestantes en Tahrir. El parlamento mismo se encuentra enfrentado en estas fechas con la cúpula de la SCAF por si se puede juzgar a militares ya jubilados por delitos al frente de las empresas, uno de los nidos de corrupción más importantes en Egipto. Al ponerse a los militares de alta graduación retirados como directores de las empresas, lo que hayan hecho allí queda bajo la jurisdicción de los mismos que les nombraron y de donde proceden, del estamento militar. Como vemos, un pulso en la lucha entre unos y otros, islamistas y militares.

Los pasillos, un río de reclamantes 

En el caso de la activista, el militar que llevo a cabo la violación fue acusado y condenado a tres años de prisión por “asalto indecente”, no por violación, ya que se negaron a realizar a la víctima las pruebas pertinentes en estos casos para atestiguar la violencia contra ella. Por ser un juicio con militares, se lleva en secreto, por lo que la acusación apenas puede hacer nada, ni tan siquiera intervenir en el proceso. Lo absurdo es que la pena del juicio no fue ratificada por las autoridades militares. Se abrió un segundo juicio en el que como gran avance, se permitió participar a la acusación y recibir información sobre el proceso. El resultado, el mismo. Fue condenado exactamente a la misma pena menor, pero el régimen justificaba que había hecho mejor las cosas.
La activista, cuando pudo tener acceso a la información del proceso y a las declaraciones de los testigos en la segunda ocasión, manifestaba una inquietud:

In the statements of the witnesses — the other soldiers who were outside the room — they testified that they heard her screaming, saw the bruises and blood on her face and that she was shaking and in a state of severe collapse when walking out.
“It seems surprising to me that no one did anything to help me,” Tanya said. “None of them did anything.”**


Es la misma “escuela militar” que pateaba mujeres en Tahrir. No sé qué es lo que juran defender cuando entran en la milicia, pero debe ser algo muy importante para anteponerlo a la violación de una mujer, escuchar sus gritos y saber que su oficial está realizando un delito con total impunidad al otro lado de una puerta. Esa es una buena manera de defender al país. Quizá siguiendo la argumentación el otro día por la diputada del Partido de los Hermanos Musulmanes, fue ella la que provocó al militar. La recompensa que la activista británica tuvo por ir a defender a los palestinos fue ser violada en un control por un oficial egipcio. Buena muestra de solidaridad con los hermanos palestinos.
Entre la creciente censura islamista y la censura militar, Egipto se debate a la busca de un porvenir que permita a la gente vivir y dejar vivir. Solo unos pocos trabajan en esa línea. Los frentes se multiplican ahora. Intransigencia y sufrimiento tapan las luces de una revolución que quería un futuro mejor para todos. Los ideales van quedando atrapados entre los escombros de la revolución del 25 de enero dinamitada. Las voces de los que quieren un Egipto más libre van quedando tapadas por el estridente coro que unos y otros han creado para hacerse con el poder.

* "Court upholds sentence against ‎comedian for offending Islam". Al-Masry Al-Youm 24/04/2012 http://www.egyptindependent.com/news/court-upholds-sentence-against-%E2%80%8Ecomedian-offending-islam
** "No justice from military courts in British activist's rape case". Al-Masry Al-Youm 23/04/2012 http://www.egyptindependent.com/news/no-justice-military-courts-british-activists-rape-case




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