domingo, 8 de abril de 2012

La musa (o tú agrega)

Joaquín Mª Aguirre (UCM)
El intento por parte del diario El País de convertir a Arianna Huffington en la nueva Melina Mercuri, la nueva Bernadette Devlin, la Jane Fonda del siglo XXI, solo es explicable como parte del proceso promocional de la aventura que el diario madrileño ha emprendido con el lanzamiento de El Huffington Post anunciado para junio. Con motivo de la publicación de su nuevo libro, el diario nos cuenta:

El último libro de Arianna Huffington desprende aromas a 15-M. O, mejor dicho, a Occupy Wall Street, el movimiento de los indignados neoyorquinos. El viaje ideológico de esta exitosa empresaria de la comunicación, que a mediados de los noventa fue ferviente militante conservadora y ahora es una musa de la izquierda liberal, sigue adelante.*

De seguir así —como nos avisa el diario—, pronto será conocida como la Patty Hearst de las comunicaciones, abandonando sus millones y dándose a la militancia revolucionaria armada. El salto de musa de la izquierda liberal a tomar la bandera del motín y encabezarlo no es tan grande.
Lo de “musa” es relativo ya que las cosas que Arianna Huffington cuenta en la entrevista no son ninguna novedad y se pueden leer en cualquier libro posterior a 2007. Que los políticos han favorecido a los banqueros y que se ha arruinado a las clases medias, que han crecido las diferencias sociales entre los más ricos y los menos, etc., son ya hoy tópicos reconocidos, puntos comunes en cualquier discurso medianamente objetivo sobre la situación de los Estados Unidos.
Lo interesante del caso no es cómo es Arianna Hufftington —ella sabrá—, sino cómo nos la presentan. Lo realmente interesante es saber cómo logra el diario conjugar el "modelo" que supone el Huffpo con las audiencias que el periódico se ha lanzado a captar tras la crisis (y antes) del diario Público. Las lágrimas de cocodrilo que los medios lanzan cuando alguno desaparece, no debe ocultarnos la feroz competencia por hacerse con las audiencias de los demás. Y el mejor exponente empresarial del "todo por la audiencia" es Arianna Hufftington. El excandidata a gobernadora tenía como lema "arregla el sistema" y ella se ha arreglado el suyo, desde luego. De eso no hay duda.

Exmujer de un magnate del petróleo y excandidata a gobernadora de California, hace siete años, en 2005, fundó la web The Huffington Post, el gran fenómeno mediático del nuevo siglo, un éxito de audiencia sin precedentes. Política, famosos, incorporación de legiones de blogueros, mucho debate, conversación abierta en la red y marketing viral fueron las claves de su fórmula maestra. En tan solo seis años, en mayo de 2011, arrebataba el liderato de los diarios en Internet a The New York Times.*

Ya lo comentamos hace unos días [ver entrada], el modelo Huffington es una aventura complicada para los medios europeos. La constante mención a cómo el Huffington Post ha arrebatado el “liderato” a The New York Times ignora que, por encima de las audiencias, el diario neoyorkino sigue estando a años luz informativamente hablando de lo que el Hufftington ofrece y que supone una apuesta distinta. Basta con ver las primeras páginas y los titulares de ambos medios para darse cuenta de por dónde camina cada uno de ellos.


La fórmula que el diario El País califica como “maestra” —“Política, famosos, incorporación de legiones de blogueros, mucho debate, conversación abierta en la red y marketing viral”, en su propia descripción— es un avance hacia fórmulas que acaban con los enfoques informativos tradicionales. Algunos dirán que los enfoque informativos tradicionales ya están muertos y es probable que sea cierto en algún sentido. Pero el modelo Hufftington es el de la consecución de audiencias, no el de la información.

El diario El País utilizó el verbo “tumbar” referida a la acción del tribunal, para titular la información en la que se notificaba el rechazo de las demandas de los blogueros, trabajadores voluntarios sin ánimo de lucro, algo reservado exclusivamente, según dejaba claro la sentencia, a Arianna Hufftington y sus accionistas. Pero los trabajadores sí querían obtener algo del beneficio que Arianna obtiene con el trabajo ajeno. Son múltiples las protestas y las críticas realizadas al modelo —al "fenómeno mediático del siglo", como lo llama El País— y a la musa Hufftington. Ignorarlo no es bueno ni objetivo. Tampoco descalificar a los trabajadores, a los freelances que contribuían a la entrada de dinero en la arcas de la "plataforma agregadora".
Este hecho —el tumbado judicial de las pretensiones de cobrar por tu trabajo— no podía dejarse fuera de la entrevista —aviso para navegantes— y la cierra:

Entra un mensaje en su Blackberry al final de la entrevista. Sus abogados le informan de que acaba de ganar el pleito que le montaron hace un año el ejército de blogueros impagados de su plataforma. En abril de 2011, un grupo de los que contribuyen sin cobrar a The Huffington Post demandaron a Arianna Huffington reclamando una parte del pastel tras la venta de la plataforma a AOL. Solicitaban 72 millones en concepto de compensación. Huffington sigue pensando que para la mayoría de sus blogueros es normal no cobrar porque la plataforma les da visibilidad. “No es distinto de cuando vas a una televisión o a la radio para participar sin cobrar”. Y se mantiene firme en sus postulados sobre la agregación de contenidos. The Huffington Post se nutre de muchas noticias generadas por otras webs, de las que publica un pequeño avance, y enlaza para que la gente pueda leer el contenido original. “Esto es la economía del enlace. La agregación es una parte muy importante del futuro”.*

Y es aquí cuando se nos muestra la faz solidaria de la amiga  del 15-M, del Occupy Wall Street, que es Arianna Hufftington, la musa de la izquierda liberal. Los blogueros no buscaban “compensación”, sino ser pagados por su trabajo. Esta venta de visibilidad, sitúa a Arianna más cerca del 1% que del 99. Y a los otros, los que trabajan para que ella sea más rica y pueda seguir inspirando e inspirándose, los deja en esa clase en vías de extinción por la que ella se lamenta.


La “economía del enlace”, como con gracia la describe la musa informativa, no es más que una fórmula parasitaria que los tribunales no pudieron parar en su momento más que en parte. Presupone que los demás elaboran las informaciones y tú das “un pequeño avance”, ya que es lo que la ley les permite sin tener que pagar por ello. Es la lucha que todos los medios de calidad han mantenido con aquellos que se aprovechaban de su trabajo. De esta forma, estos nuevos medios de la “agregación” se convierten en “portales” —en “índices” resumidos de los demás—, algo que no admitirán. Se saca el máximo rendimiento económico por la concentración de atención (gracias a la publicidad) con el mínimo esfuerzo. ¡Brillante y progresista! Pero que no se dé una vuelta por un campamento de “ocupas”, por si acaso.
La calidad la tiene el que es enlazado, no quien enlaza. La profesionalidad, quien paga a sus trabajadores y no el que se aprovecha del trabajo ajeno.

* "¿Norteamérica tercermundista? El País 8/04/2012 http://internacional.elpais.com/internacional/2012/04/04/actualidad/1333540150_907119.html

Portada de hoy de The Huffington Post

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