miércoles, 4 de abril de 2012

Está claro

Joaquín Mª Aguirre (UCM)
Bruselas ha descubierto a estas alturas que “España es diferente”, algo que se pensaba desterrado por nuestra inmersión en el europeísmo como mentalidad y en Europa como continente. “Algo no funciona, al margen de la crisis”, cita en su titular el diario El Mundo. Hemos tenido que llegar al borde de la bancarrota y a los cinco millones de parados para que se den cuenta. Tienen un mérito grande, todo hay que decirlo, porque por aquí muchos no se han dado cuenta de ello hasta ahora. Y siguen debatiendo cuál es el origen del “mal español”.
El artículo ha suscitado casi trescientos comentarios hasta el momento en los que los lectores expresan sus teorías particulares sobre el “estado de la nación” y el origen de sus males. No es sencillo acertar, siquiera ver el problema porque es, como el agua para el pez, envolvente y es fácil confundir las causas con los efectos y los efectos con las causas. Como en las novelas de crímenes, hay un muerto y muchos sospechosos.
Los problemas llevan tanto tiempo con nosotros que ya no parecen problemas; son el pan nuestro de cada día. Esta especie de problemas trenzados son tan difíciles de desenrollar que muchos, pasado el tiempo, viven de la maraña, como los animales que se acostumbran a comer de la carroña para sobrevivir. Y la triste realidad es que este a este estado se ha llegado por dejadez y falta de miras, pero también por aclimatación de los que ven cada crisis una “oportunidad” por mala que sea. No podemos seguir haciendo lo mismo; es un suicidio.


El Mundo recoge los comentarios de Amadeu Altafaj, portavoz de Asuntos Económicos de la Comisión Europea:

"El paro no sube en toda Europa, hay 8 Estados miembros donde el paro ha bajado" y que registran "cifras alentadoras" de empleo, ha indicado. "Esta alta tasa de paro no refleja sólo los efectos de la crisis actual, sino también los efectos de importantes desequilibrios económicos", ha agregado el portavoz.
En este sentido, ha citado el caso de España, que antes de la crisis "no tenía déficit sino que incluso estuvo en cifras positivas en sus cuentas públicas durante varios años" y "de repente pasó a cifras de más del 10%, con un nivel de paro que casi llega al 24%".
"Está claro que hay algo que no funciona aquí más allá del impacto de la crisis económica, financiera y de la deuda", ha resaltado Altafaj.*

Lo importante aquí es el “de repente”, ese tránsito súbito de lo que parece que está bien a lo que no hay duda que está mal. El “derrepentismo” es una enfermedad del espíritu que se deriva de la “ceguera interesada” y que, en términos populares, se enuncia como “no hay más ciego que el que no quiere ver”. La ceguera interesada hace que todo suceda de repente.

Decir que está claro que algo no funciona es decir que el muerto está muerto, una gran observación porque hace tiempo que el cadáver está frío. La economía española lleva tiempo caminando engañosamente. Ha pasado de viva con reparos a zombi sin tapujos, es decir, se mueve, pero entre este mundo y el más allá. Cuando parece que "va bien", lo va para algunos, los que se benefician del modelo, pero produce desastres colaterales que van erosionando el futuro, que se parece cada vez más al presente negro. Y eso es muy malo.
Lo que está muerto realmente es el “modelo español” y lo está porque el mundo ha cambiado y nuestros responsables económicos y políticos no han sabido darse cuenta no ya de los problemas, sino de que es muy peligroso dejarse llevar en esto de la economía, porque enseguida te endosan el papel de primo en la partida.
España sigue discutiendo cada día las mismas cosas una y otra vez mientras se sume en el desastre que es desperdiciar su potencial productivo convencida de que su modelo consiste en ser el solárium de Europa, una especie de Habana precastrista continental. Turismo, ocio, entretenimiento, gastronomía —y todo lo que gira a su alrededor— y ahora casinos. Con esto no se consigue más que trabajo precario, estacional y despilfarrar lo invertido en las próximas generaciones, condenadas a la emigración a países en los que se construya algo, se innove o se investigue. España ya no compite con Alemania, Japón o cualquier otra potencia industrial; lo hace a la baja con el tomate marroquí y se beneficia del turismo que deja de ir a los países con revueltas. Pronto decidiremos que ya tampoco es rentable la agricultura y pondremos más campos de golf, chiringuitos y casinos.
Europa, una vez más, vuelve a empezar en los Pirineos. Sí, está claro.


* “Bruselas, sobre el paro en España: 'Algo no funciona, más allá de la crisis'”. El Mundo 02/04/2012 http://www.elmundo.es/elmundo/2012/04/02/economia/1333382911.html



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