sábado, 11 de febrero de 2012

Sobre el humor

Joaquín Mª Aguirre (UCM)
“El límite del humor es que no haga gracia”, ha señalado Joan Lluís Bozo, uno de los integrantes del grupo Dagoll Dagom, en la columna de Justo Barranco*, en La Vanguardia. La frase surge al hilo de la polémica planteada por la gala del cine catalán para la entrega de los premios Gaudí. No ha hecho gracia a nadie.
Poner la falta de gracia como límite del humor no deja de ser gracioso por tautológico. Bozo y otros profesionales presentan sus consideraciones sobre los límites de humor, una cuestión que preocupa mucho, pero irresoluble siempre porque pedimos que se rían con nuestras gracias, pero no solemos aplicar el mismo criterio cuando se invierte la cuestión. Nada hay más falso que la pretensión de universalidad del humor. No es fácil encontrar chistes que gusten a todo el mundo y si lo hacen puede ser por distintas causas. El humor necesita del contexto y por eso los viejos chistes, cuando regresan, necesitan nuevas víctimas para poder encontrar la risa cómplice. Si queremos que se rían, por ejemplo, con un chiste de la época de Sagasta, habrá que buscar un político de ahora.

Los premiados con los Gaudí
La retórica sobre el humor se está volviendo un tanto extraña, ya que se ha convertido en un tópico creer que se puede decir cualquier cosa si se hace con humor. Es lo que quiere decir Bozo. La frase que Dostoievski pone en boca de Iván, en Los hermanos Karamazov: “Si Dios no existe, todo está permitido” se convierte hoy en Si el humor existe, todo está permitido.

Reírse parece una obligación. El tópico viene a decir que si te enfadas es que careces de sentido del humor, por lo que recibes un segundo ataque acusándote de aburrido intransigente, sin aguante, etc. Y nadie quiere que le acusen de eso. ¡Antes la muerte!
Por eso se explica el aparente absurdo del titular con el que la crónica de Justo Barranco se encabeza: “Los expertos consideran que el guión de los Gaudí fue desafortunado”, que es en sí una obra maestra del humor que trata de evitar ser acusada de falta de humor, el gran pecado del que no hay quien te libre. Su traducción airada es “¡maldita la gracia que tenía!”, pero eso sería correr el riesgo de ser blanco de las iras de un humorista contrariado, que es una de las especies más peligrosas de enemigos. Para evitarlo se interroga a los expertos que, bajo su perfil profesional y riesgo, dicen probablemente lo mismo que cualquiera que lo haya visto, ¡qué horror!, pero de otra manera. Todo muy pulcro y aséptico.
No es el único caso, con diversas consecuencias y alcances, que tenemos últimamente sobre la cuestión del humor y sus límites, quién tiene derecho a sentirse enfadado, etc. En el diario El País de hoy mismo, las periodistas Rosario Gómez y María Sahuquillo se preguntan ya en la primera frase de su artículo: “¿Puede un ministro replicar a un moñigote?” [sic]**. Una vez que te metes en el terreno del humor ya no sabes si estás ante una errata o ante la creación de una humorística palabra que fusiona “boñiga” y “monigote”, es decir entre un “excremento de ganado” y un “muñeco”. El artículo en sí tiene dos fines, el primero indagar sobre los límites del humor (sí, de nuevo) preguntando a otros expertos y, el segundo, demostrar que el ejecutivo no tiene sentido del humor, el pecado gravísimo antes mencionado. Es sorprendente la cantidad de expertos en el humor y sus límites que tenemos en España, pero este país es así.

Los deportistas españoles según Canal + Francia
La cuestión se plantea, precisamente, por la reacción en Francia ante la sanción por dopaje al ciclista Alberto Contador, que a través del humor los muñecos de Canal + de aquel país han hecho extensivo a muchos otros deportistas españoles. Me imagino que a los afectados por esta operación retórica de tomar el todo por la parte, es decir, convertir en fraudulento a todo el que lleve la camiseta española y gane algo —un partido, una carrera, una regata…—, no les habrá hecho mucha gracia. Varios ministros han protestado y se ha presentado, según nos dicen, una queja formal a través de la embajada ante la empresa mediática. Todo ello, claro, muestra de falta de sentido del humor.
¿Debemos reírnos a mandíbula batiente y demostrar lo abiertos que somos para no ser acusados, además de dopados, de faltos de sentido del humor? ¿Debemos reírnos por fuera y ponerlos verdes por dentro? ¿O debemos ponerlos verdes por fuera y reírnos por dentro? Las alternativas son muy variadas. Yo por mi parte, me limito a solidarizarme con las víctimas injustas de los chistes indiscriminados y a no hacer el boicot a los productos franceses, que no tienen la culpa. Podría también decir que dejaré de ver Canal + Francia, pero como no lo veo nunca, no creo que tenga ningún mérito.

Mucho más serio es el caso del popularísimo actor cómico egipcio Adel Emam, condenado estos días, en ausencia, a tres meses por “burlas contra el islam” en Egipto por las demandas presentadas contra él por un abogado vinculado con grupos islamistas. Las “críticas” se refieren principalmente al uso de la barba y del “jilbab”, una prenda típica, una especie de túnica. Imam, embajador de buena voluntad de las Naciones Unidas,  ha criticado y realizado su humor a costa de los gobernantes y vicios patrios durante más de cuarenta años, si bien ha perdido parte de su popularidad por su actitud última hacia la revolución. 
Algunas fuentes han señalado que la condena se llevó a cabo por su ausencia en el juicio y que será ganada la apelación, pero nos muestra cómo algo que nos parece tan obvio como el humor no siempre es sencillo ni gratuito. El hecho de que prospere ahora esta demanda  contra el cómico, en un momento en el que el islamismo se sienta en el parlamento holgadamente, puede ser un aviso para navegantes. Los límites de la tolerancia, además de los del humor, serán puestos a prueba. Si en Egipto no se puede hacer humor ni con el ejército ni con las barbas, los temas se van a ver muy reducidos. Pero tienen ingenio sobrado.

La caricatura de Andeel
El diario egipcio Al-Masry Al-Youm demuestra que sí es posible todavía el humor publicando hoy esta pequeña obra maestra de sarcasmo político del caricaturista Andeel, en el que se juega en el límite,  acumulando elementos de la actualidad y de la historia, y construyendo un sentido explosivo. El tema central es la corrupción de los negocios de exportación del gas a Israel por precios por debajo del mercado, un tema candente en Egipto por ser uno de los principales negocios sucios de las tramas alrededor de Mubarak y por tratarse del Estado de Israel. La crítica a la Junta militar y su uso de los "gases" contra los manifestantes acaba de cerrar el sentido de la viñeta.
Como todo chiste político irritará a unos y permitirá la carcajada de otros; pueden darle un premio o meterlo en la cárcel. El humor no es universal ni pretende serlo. Solo los tontos o los ingenuos pueden llegar a pensar tal cosa. No sé de dónde se sacan la idea. Es un arma de primer orden. Puede ser justo o injusto con quien se aplica o a quien describe, cruel o amable, obsceno o educado. Por eso el humor por el humor es un planteamiento absurdo, como ya sabía Sigmund Freud. Si el humor solo tiene por objetivo que nos riamos, para eso están las cosquillas. Nos reímos de algo o de alguien y en esas risas caben todos los sentimientos humanos, de los más elevados a los más rastreros, de los más inteligentes a los más zafios. Cualquiera que conozca a los grandes provocadores de la risa, de Aristófanes a Mark Twain, sabe que nunca fueron ingenuos y que no buscaban hacernos sentir bien, sino hacernos conscientes de algo. Lo último que busca el auténtico humor es distraernos.
Todo lo demás es opinión de expertos.

* “Los expertos consideran que el guión de los Gaudí fue desafortunado” La Vanguardia 09/02/2012  http://www.lavanguardia.com/cultura/20120209/54252040688/expertos-guion-gaudi-desafortunado.html
** “No disparen al bufón” El País, 11/02/2012 http://sociedad.elpais.com/sociedad/2012/02/10/vidayartes/1328906928_494163.html

Una de las películas que causó la demanda contra Adel Emam "El jefe"

Kentucky Freud Chicken


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