martes, 21 de febrero de 2012

Libertad y verdad

Joaquín Mª Aguirre (UCM)
Escribió Walter Lippmannn:

Una definición útil de la libertad solo puede obtenerse buscando su principio en la actividad principal de la vida humana, es decir en el proceso por el cual los hombres dan forma y mejoran la respuesta a su entorno y aprenden a controlarlo. Bajo esta perspectiva, la libertad es el nombre que damos a las medidas mediante las cuales protegemos e incrementamos la veracidad de la información sobre la base de la cual actuamos.(55)

El pasaje es notable porque Lippmannn logra vincular dos conceptos haciendo que el fundamento de la libertad se encuentre en la calidad de la verdad recibida. De manra pragmática, los dos conceptos son alejados de cualquier forma de abstracción y llevados al terreno de la acción. La libertad no se puede dar sin la verdad y esta es el objetivo, en un sistema democrático, de la información. Sin la verdad no es posible la libertad. Lippmannn considera que la libertad no es tanto un bien abstracto y esencialista, sino la capacidad de tomar decisiones ante situaciones y retos del entorno. De ahí que la verdad, entendida también de forma pragmática, sea la información requerida para salvar los retos del entorno. Como una verdad darwiniana, la información es lo que nos ayuda a sobrevivir ante los desafíos del mundo que nos rodea.

La vida es decisión porque es acción. Y la decisión requiere de la máxima y mejor información para poder ser resuelta de forma satisfactoria. La verdad nos ayuda a tomar nuestras decisiones. Tampoco aquí se adentra Lippmann en un concepto de verdad esencialista, sino útil: podemos considerar verdadera una información que nos ayuda a tomar correctamente una decisión.
La libertad y la verdad son para Walter Lippmann cuestiones que afectan a la vida en sociedad, no bienes abstractos. Los desafíos del entorno suelen ser en su mayoría sociales, resultado de la convivencia. Son políticos en el sentido etimológico del término, resultan de nuestra vida en comunidad.
Lippmann fue perfectamente consciente —y muy crítico— de los peligros que acechaban a la libertad si el objetivo de la información no era acercarse a una verdad sino la manipulación intencionada o la falta de rigor. La lucha del profesional de la información es consigo mismo, tratando de liberarse de sus propios condicionamientos negativos, y con todos aquellos elementos del entorno que están interesados en recrear una visión del mundo favorable a sus intenciones. No chocamos con la libertad de los otros: lo hacemos con sus intenciones manipuladoras.


El mundo no es el que es, sino una reconstrucción guidada por nuestros prejuicios y sometida a todo tipo de manipulaciones. La mente es un campo de batalla, un escenario en el que se desarrollan grandes conflictos cada día, cada hora. La batalla por nuestra conciencia, por plantar en ella las banderas de las ideologías y visiones del mundo, es constante. Lippmann era consciente de ello y sabía que a nada plantea más resistencia el ser humano que a cambiar sus prejuicios y que estos actúan como filtros de toda su experiencia.

Por eso el papel de la información honesta, que busca con sus imperfectas herramientas abrirse un hueco en las mentes individuales y constituirse en opinión pública, es esencial en un sistema que aspira a hacer más libres a los que viven en su entorno.
La proliferación de micromedios y de alternativas a los medios de comunicación convencionales puede interpretarse como un malestar en la información, como una situación social en la que se percibe una respuesta negativa ante los medios. La Sociedad de la Información ha crecido en alternativas comunicativas precisamente por la insatisfacción reinante.
El carácter pragmático de la formulación de Walter Lippmann no resuelve el principal obstáculo para la verdad necesaria para poder ser libre: el deseo de control de los otros que anida en el ser humano. La lucha por la verdad se convierte en la pugna por adueñarse de la mente ajena, a la que se trata de llegar para que sus decisiones sean vistas como propias. Por eso la lucha informativa es la lucha por el control y no por una verdad que sea útil al que toma las decisiones, sino útil a quien quiere privarnos del deseo de decidir libremente, es decir, bien informados. Tanto la imposición como la manipulación buscan eliminar la posibilidad de una decisión libre de las personas, una decisión pensada por ellos mismos y para ellos mismos. No hay muchas diferencias, en este sentido, entre una dictadura y una democracia manipulada y pervertida. En una, la libertad está ausente; en la otra, la libertad es solo una apariencia que oculta el secuestro de las conciencias.

— Lippmannn, Walter (2011): Libertad y prensa. Tecnos, Madrid.


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