sábado, 14 de enero de 2012

La renuncia de El Baradei

Joaquín Mª Aguirre (UCM)
La renuncia a la carrera presidencial egipcia de Mohamed El Baradei es uno más de los síntomas de los derroteros que ha tomado la revolución egipcia, cada vez más alejada de sus objetivos y dirigiéndose mediante un movimiento extraño hacia un nuevo escenario de partida al término de casi un año. Un extraño recorrido. El Baradei llegó y apoyó el cambio; cuando vio que el cambio era difícil, se ofreció para liderar un gobierno civil de transición a la democracia; y ahora, finalmente, renuncia ante el panorama previsible. Lo ha intentado.
Hacia el exterior, el prestigio de El Baradei podía ser una garantía de credibilidad. Su retirada ¿es un duro golpe para el régimen militar o un alivio? Mucha gente apostaba por él y ahora se han quedado sin la figura que para ellos representaba el compromiso y la independencia frente al sistema anterior, la persona capaz de comenzar la transformación necesaria sin ataduras.

Pero el escenario egipcio ha cambiado tras las elecciones y lo que se dibuja en el horizonte está bastante alejado de lo que El Baradei y muchos otros podían desear para Egipto. Hace unos meses señalamos que se estaba hablando mucho del “modelo turco” pensando en términos de un islamismo moderado capaz de respetar principios de convivencia democráticos que garantizaran libertades individuales en el marco de los derechos humanos universales. Pero —recordamos entonces y ahora—se olvidaba que el “modelo turco” podía entenderse también como un estado dividido entre los poderes civiles y militares, como hemos tenido ocasión de comprobar una vez más en estos últimos días con el encarcelamiento de ex jefe del ejército turco, el general Ilker Basbug. Lo dejado al descubierto no deja de ser interesante:

La Policía descubrió hace cinco años las primeras pruebas de la trama ultranacionalista denominada Ergenekon (mítico valle originario de la etnia turca), que conspiraba para crear una atmósfera de caos que allanase el camino de una intervención militar para derribar al Gobierno del Partido Justicia y Desarrollo (AKP) a causa de las raíces islamistas de sus dirigentes. Erdogan niega que su partido, religioso y tradicionalista, tenga una agenda integrista oculta.*

El ex jefe del ejército turco detenido
La coexistencia de un estado militar paralelo y uno civil enfrentados pudiera ser una de las salidas que los restos del régimen de Mubarak, personificados en el ejército, podrían considerar como viable. Es algo parecido a lo que tenemos en estos mismos momentos, con las variantes específicas egipcias respecto al régimen turco. La existencia de conflictos permanentes, violencia y atentados, que justifiquen la existencia de un ejército fuerte en Turquía —que se presenta como laico y aliado de Occidente a través de la pertenencia a la OTAN— se parece demasiado a la situación egipcia, en la que el caos está despertando la animadversión hacia los que realizaron la revolución contra Mubarak y siguen manteniendo su espíritu, a los que se acusa de ser agentes extranjeros, arruinar la economía, sembrar la inseguridad, espantar al turismo y toda la retahíla de cargos y rumores que hacen extenderse por la población.

Las estimaciones más optimistas hacia el islamismo egipcio no daban más de un veinte por ciento en la mayoría de los casos, incluidas las consideraciones de los propios Hermanos Musulmanes, antes e inmediatamente después de la revolución de enero. El resultado de las elecciones egipcias ha dado un setenta por ciento al islamismo, repartido más de un cuarenta por ciento a la Hermandad y  más de un veinte por ciento a los salafistas, islamismo radical conectado con los saudíes, el integrismo religioso puro. Para el resto de los partidos, de los liberales a los socialistas, solo queda un tercio. ¿Cómo se ha producido este crecimiento vertiginoso? ¿O ha sido una equivocación generalizada sobre el potencial islamista? Quizás las dos cosas.
El intrincado, complejo y extraño sistema electoral egipcio, deja por delante todavía la elaboración de una constitución y unas elecciones presidenciales, lo que garantiza un aumento del caos y la discordia en un futuro inmediato. La retirada de El Baradei es normal ante el incierto panorama que se está gestando.
En qué acabará todo esto, no lo sabe nadie. Es difícil imaginar escenarios cuando una parte importante de la acción se sigue realizando entre bambalinas, con instituciones sin renovarse, la  vieja policía en las comisarías, el juico de Mubarak por medio, la misma cúpula militar, los juicios militares a los civiles, el crecimiento del sectarismo salafista confiado en su poder y aplicando la ley de la calle. La SCAF mantiene su poder y marca la agenda. El caso turco no debe desestimarse: una contemporización que le sirva al ejército para convertirse en vigilante y un gobierno vigilado relativamente avanzando en sus objetivos de control social.


Cualquier intento de reventar las revoluciones árabes pasa por la creación del caos y este es muy fácil de crear con los aumentos de las tensiones con Israel, en Irán y Siria. Puede que algunos lleguen a pensar que las soluciones militares serán la forma de mantener la estabilidad y el control sobre el islamismo radical y el conjunto de la zona. ¿Volverán a ofrecerse las dictaduras o las tutelas militares como solución?
Con la retirada de Mohamed El Baradei, Egipto pierde al único candidato con reconocimiento internacional en Occidente, los países árabes y el propio pueblo egipcio, una persona de prestigio, un Premio Nobel de la Paz que ya demostró su independencia y criterio, comprometido claramente con la modernización del país.
Lo que debemos tener muy presente es que se avecinan tiempos complicados para los que defiendan la democratización y los derechos humanos. Y necesitarán mucho apoyo y ánimo. El ejemplo reciente de la intimidación y acoso a las ONG en Egipto ha sido un primer aviso. Vendrán otros.

* “El exjefe del Ejército de Turquía es encarcelado por una trama golpista”. Público  6/01/2012 http://www.publico.es/internacional/415632/el-exjefe-del-ejercito-de-turquia-es-encarcelado-por-una-trama-golpista


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