miércoles, 25 de enero de 2012

El negacionismo del genocidio armenio

Joaquín Mª Aguirre (UCM)
Francia acaba de aprobar una ley que condena el negar el genocidio armenio y los turcos se han enfadado mucho. Ya son muchos los países que han reconocido oficialmente este genocidio. Se denominan negacionistas las acciones conducentes a negar la existencia de un hecho específico que, además de ser de una gran gravedad en sí, representa —como en este caso— un agravio para la memoria de millones de personas, que pueden haberlo padecido. Los dos grupos negacionistas más activos son los que niegan el genocidio armenio y el holocausto nazi. Hay otras acciones, no necesariamente cruentas, que también podrían entrar en la lista de esta obcecación negadora, como haber llegado a la Luna o la evolución, por ejemplo, pero a estos no hay ley que les castigue.
La actividad negacionista suele tener una vena obsesiva y muy dinámica, pues se hace de ella un compromiso vital o nacional, como es en el caso de Turquía, un país entero que niega la existencia de un genocidio que muchos otros países consideran oficialmente probado.

La diferencia principal entre el negacionismo del genocidio judío y el armenio es que el primero es sostenido por irredentos políticos y neonazis —no necesariamente ni siempre alemanes—, mientras que el segundo está sostenido por el gobierno de un país, que reconoce los hechos, sí, pero discrepa en que fuera un exterminio organizado y sistemático —considera que forman parte de los enfrentamientos de la I Guerra Mundial— y discrepa también en cuanto al número oficial de víctimas. Turquía, por decirlo así, se niega a ser estigmatizada con la etiqueta haber llevado a cabo el primer genocidio (1915-1917) en el sentido moderno del término. Podemos decir que el negacionismo nazi es de oposición, mientras que el turco es oficial. El primero crea problemas de tipo  político — proliferación de neonazis, antisemitismo, etc. —,  mientras que  el segundo crea esencialmente problemas de relaciones internacionales, por un lado, y de autoestima nacional por otro, además, por supuesto, de aquellos causados a los propios armenios, los que quedan en Turquía, los de la actual República de Armenia (la ex república soviética) y los repartidos por todo el mundo a causa de las persecuciones.


La negación del holocausto llevado a cabo por los nazis se hace por personas que pretenden lavar la culpa de una ideología criminal que busca así hacer de nuevo su aparición; la negativa turca pretende salvaguardar su pasado bajo otro tipo de consideraciones. Al separar el “nazismo” de lo “alemán”, es posible condenar la ideología y permitir avanzar al país hacia un futuro que critique su propio pasado. Si en vez de criticarlo, lo niegan, corren el peligro de olvidar primero y repetirlo después. La cuestión armenia es compleja históricamente, resultado de siglos de conflicto nacional y religioso, ya que los armenios son una comunidad cristiana con unas raíces identitarias muy fuertes bajo el imperio otomano. 


La crítica histórica no es masoquismo. Por el contrario, debería ser un ejercicio saludable para evitar que los fantasmas más activos de cada pueblo comiencen a tomar cuerpo social de nuevo. Sin embargo, no es fácil y requiere de generaciones y de constancia. Mientras que Alemania tuvo que redefinir todo su sistema educativo para tratar de borrar los estragos deformantes del nazismo, que había unido educación y propaganda para extenderse por todo el tejido cultural, Turquía —por ser su negacionismo oficial— ha hecho y seguirá haciendo una bandera de resistencia con la negación del genocidio armenio. Cuanto mayor sea la presión internacional, mayor será su negación, que se volverá reivindicación nacionalista y un factor de unión. Es lo que está ocurriendo ahora mismo por efecto de la aprobación francesa. El que lo niegue en el interior será considerado “traidor”. Eso hará que Turquía enturbie sus relaciones con otros países, como ya está ocurriendo. Y se da la paradoja de que aquellos historiadores turcos que consideran que sí existió un genocidio armenio serán considerados negacionistas (¿afirmativistas, quizá?) en su propio país. Ya ha ocurrido.

No sé qué extraños caminos son los que llevan a que alguien se le multe con 45.000 euros o se le meta hasta un año en la cárcel, como ocurre con la ley aprobada en Francia.  Eso significa que cualquier turco que pise Francia es susceptible de ser encarcelado por recitar la lección de su libro de Historia de Primaria si es preguntado. Sinceramente, no me imagino a nadie yendo a Francia expresamente a negar el genocidio armenio. No sé si este tipo de medidas es el más adecuado para resolver algo. Me imagino que a los armenios les parecerá adecuado.
Más preocupante me parece la proliferación de neonazis por Europa que no solo niegan el holocausto judío —que ya es malo—, sino que además les parece que se quedaron cortos y lo amplían a turcos, armenios o todos los que no hayan nacido de pura cepa aria o simplemente en casa. El caso de la red de crímenes en serie racistas y xenófobos en Alemania o el exterminador de Oslo y su matanza de traidores a Europa (bajo su punto de vista) son ejemplos de dónde están los problemas acuciantes.


No sé muy bien en qué consiste esta escalada europea por crear conflictos con Turquía, porque la lista se va agrandando entre la Alemania de Merkel, por un lado, y la Francia de Sarkozy por otro. Por lo pronto, el primer ministro Erdogan ha prometido no pisar Francia, ha tildado la ley de “racista” y ya se han aplicado medidas que afectan a las relaciones entre ambos países, tanto militares como económicas. Aunque ambos países llamen a la calma, los actos contradicen las palabras.
La pretendida incorporación de Turquía a la Europa comunitaria cada día se parece más al juego del parchís, en el que cuando crees que ya has llegado a la meta, te hacen retroceder varias casillas. Curiosidades de las relaciones internacionales.

* "Turquía eleva el tono de sus amenazas a Francia por la ley sobre el genocidio armenio". El País 24/01/2012 http://internacional.elpais.com/internacional/2012/01/24/actualidad/1327398707_277907.html 

Protesta de armenios en Líbano contra la visita de Erdogan

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