martes, 6 de diciembre de 2011

La varita mágica

Joaquín Mª Aguirre (UCM)
Un estudioso del concepto de riesgo y su alcance global, el catedrático de Sociología alemán Ulrich Beck, señaló lo siguiente:

Los riesgos creídos son la fusta que se utiliza para mantener el momento actual avanzando al galope. Cuanto más amenazadoras sean las sombras que se proyectan sobre el momento actual desde un futuro terrible que acecha desde la distancia, tanto más acuciante la conmoción que pueda provocarse al dramatizar hoy los riesgos  […] Las definiciones establecidas de los riesgos son, por tanto, la varita mágica con la que una sociedad estancada puede aterrorizarse a sí misma y, por tanto, activar sus centros políticos y politizarse desde dentro. La dramatización pública (medios de comunicación de masas) del riesgo en este sentido es un antídoto a las estrechas miras de las actitudes de “más de lo mismo”. (218-9)*

Ulrich Beck
Trata de señalar Beck que en una “sociedad del riesgo”, los movimientos —antes que por la experiencia pasada— se producen por las perspectivas de futuro. Y hacia el futuro se avanza mediante presión sobre el presente, es decir, mediante el aviso de catástrofes que se producirán si no se toman las medidas adecuadas. Ni que decir tiene que una sociedad se puede mover de forma positiva (mediante estímulos gratificantes) o de forma negativas, mediante el terror a lo esperado. El riesgo es “accidente x probabilidad”, nos dice Beck. De esta forma, el futuro es probabilístico y nuestras decisiones se basan en la posibilidad de ocurrencia de esos momentos hacia los que vamos o de los que huimos. La dramatización del riesgo forma parte de la manera de transmitir los efectos de la ausencia de decisión. No actuar hace que se produzca el acontecimiento con mayor probabilidad, normalmente el desastre. No actuar significa que la catástrofe ocurrirá inevitablemente. Esa es la idea. Actuemos.

Por eso señala Ulrich Beck que el riesgo es la “varita mágica” con la que una sociedad se aterroriza a sí misma. Se avanza, de decisión en decisión, mediante el miedo a que si no actuamos ocurra lo peor. La dramatización mediática es la forma de asegurar que el miedo nos moverá en una dirección u otra. Tenemos un abanico de posibilidades y debemos decidir. Beck cita una interesante distinción realizada por el también sociólogo alemán Niklas Luhmann, entre “riesgo” (la evaluación de una decisión) y “peligro” (las consecuencias reales que tienen para otros).
Se ha criticado como una de las causas de la crisis financiera el hecho de los que tomaban las decisiones no corrían el peligro de sus decisiones, que las han pagado otros. El peligro es un contrapeso para la decisión del riesgo que se asume. Por eso es un escándalo que no estén muchos en la cárcel, como también se ha señalado. Y no lo están porque se encargaron de desmontar las trabas legales que les podían hacer acabar con sus huesos en la cárcel. Lo han hecho bien. A nosostros, en cambio, todo lo que se nos muestran son los riesgos de no actuar en la dirección que se nos indica ahora. Como en el túnel de las ferias, vamos subidos en un tren recibiendo sustos y escobazos.

Se están comentando mucho las lágrimas de la ministra italiana Elsa Fornero durante su comparecencia junto a Monti, el nuevo presidente de la República, al anunciar las medidas que tienen que tomar. El salto del farandulesco Berlusconi, la máxima teatralidad, a la recién llegada a la política —a sus 63 años—, Fornero se ha valorado en su dimensión más dramática. A través de sus lágrimas, los italianos han percibido no el riesgo, sino el peligro: las consecuencias que van a tener para todos. Tras una política que camuflaba los peligros bajo formas y maneras técnicas y optimistas, la ministra no ha podido reprimir ahora el llanto al anunciar de los recortes. ¡Triste situación la del que debuta en la medicina con un medio cadáver!
El dramatismo (el peligro) de la ministra Fornero difiere de la dramatización (el riesgo) de Sárkozy, político profesional, que ha buscado los grandes escenarios para esgrimir la varita mágica ante la sociedad francesa señalando derroteros que se presentan como inevitables.
Muchos no tienen nada claro que las “soluciones” propuestas por Sárkozy y Merkel sean las más adecuadas para todos. Pero el problema se reduce entonces a decidir quiénes son “todos”. Son Sárkozy y Merkel los que han enterrado el concepto (el que fuera) de Europa. Me dan igual sus intenciones; voy a hecho en sí. La crisis es la excusa para hacer valer posiciones anteriores a la propia crisis. De ahí la dramatización de los riesgos y de las decisiones propuestas

La fuerza de Alemania o Francia no es la de la razón, sino la de su potencia económica. Las alternativas que otros barajan, con distintos riesgos, son diferentes. Todas las medidas tomadas hasta el momento han sido de dudosa eficacia; todo lo más algún parcheo. La evaluación exterior del riesgo sigue amenazando, como ha ocurrido hoy mismo con la posibilidad de rebajas conjuntas. Es la varita, el miedo, con la que se presiona para que se busquen soluciones que ya están tomadas porque se presentan como inevitables. Sabedores de que no hay lugar en los botes para todos, la dirección del Titanic asigna los puestos a los elegidos.
El riesgo se está utilizando para redirigir Europa hacia sendas que no tenían en mente muchos de sus miembros. Asumir que en Europa debe haber “núcleo duros” del euro, es olvidar la idea de Europa y enterrarla definitivamente. Es retroceder unas cuantas decenas de años, a 1957, volver a la Europa de los Seis, de los Diez, etc. según el modelo elegido. España (los políticos españoles) ya ha dicho —siempre hablamos antes de tiempo— que quiere estar en el “núcleo duro”. Si esto se hace así, Europa habrá dejado de existir como tal y pasará a ser de nuevo la “Unión Económica Europea”, la “Pequeña Europa”. O lo que salga. Nadie entiende que la solución para el futuro sea desandar caminos.
Por eso lo que la gente ha entendido son las lágrimas de la ministra Fornero, un mensaje fácil de entender. No entenderemos las causas, pero nos adelantan el efecto. La varita mágica del miedo dirige ahora la orquesta europea. Malo.


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